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Myrtia n" 20, 2005, pp. 113-142 LOS JÓVENES EN LAS SÁTIRAS DE PERSIO FRANCISCA MOYA DEL BAÑO Universidad de Murcia Résumé: Dans ce travail on analyse une série de passages des Satires de Perse, où 1 on perçoit clairement le rôle important que le poète accorde dans son oeuvre aux jeunes gens, "protagonistes" et "destinataires" de celles-ci. C'est à eux que Perse adresse son message, qui consiste dans le besoin inéluctable d'apprendre de la part de la jeunesse. Contemplées les Satires du point de vue de "l'enseignement" et de "la jeunesse", cette étude se propose comme hypothèse que l'oeuvre répond à une espèce de structure pyramidale, qui placerait la quatrième satire, au sein de laquelle on défend le nosce te ipsum, au sommet de cette pyramide. Resumen: En este trabajo se analizan una serie de pasajes de las Sátiras de Persio, en los que se percibe claramente el importante papel que el poeta confiere en su obra a los jóvenes, "protagonistas" y "destinatarios" de las mismas. A ellos dirige Persio su mensaje, que consiste en la necesidad ineludible que tienen de aprender. Contempladas las Sátiras desde la óptica de "enseñanza" y "juventud", se propone como hipótesis que el orden en que se nos ha transmitido la obra responde a una suerte de estructura piramidal, que situaría la cuarta sátira, en la que se defiende el nosce te ipsum, en el vértice de dicha pirámide. Nadie pone en duda que Persio tiene algo que decir, y que para ello adopta la forma poética de la sátira', un género bastante romano, aunque hacía lustros que no se utilizaba. En la sátira contemplamos, ciertamente, largos espacios Dirección para correspondencia: Prof Francisca Moya del Baño. Dpto. de Filología Clásica, Facultad de Letras. Universidad de Murcia. 30.071 - Murcia (España). Agradezco a los Doctores Segura Ramos y Del Amo Lozano la lectura de este trabajo y sus valiosas sugerencias. ' Sabemos por la biografía atribuida a Valerio Probo que Persio fue autor de otros escritos que no contaron con la aprobación de su maestro Cornuto, y no vieron la luz.

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Myrtia n" 20, 2005, pp. 113-142

L O S JÓVENES EN LAS SÁTIRAS DE PERSIO

F R A N C I S C A M O Y A D E L B A Ñ O

Universidad de Murcia

Résumé: Dans ce travail on analyse une série de passages des Satires de Perse, où 1 on perçoit clairement le rôle important que le poète accorde dans son oeuvre aux jeunes gens, "protagonistes" et "destinataires" de celles-ci. C'est à eux que Perse adresse son message, qui consiste dans le besoin inéluctable d'apprendre de la part de la jeunesse. Contemplées les Satires du point de vue de "l'enseignement" et de "la jeunesse", cette étude se propose comme hypothèse que l'oeuvre répond à une espèce de structure pyramidale, qui placerait la quatrième satire, au sein de laquelle on défend le nosce te ipsum, au sommet de cette pyramide.

Resumen: En este trabajo se analizan una serie de pasajes de las Sátiras de Persio, en los que se percibe claramente el importante papel que el poeta confiere en su obra a los jóvenes, "protagonistas" y "destinatarios" de las mismas. A ellos dirige Persio su mensaje, que consiste en la necesidad ineludible que tienen de aprender. Contempladas las Sátiras desde la óptica de "enseñanza" y "juventud", se propone como hipótesis que el orden en que se nos ha transmitido la obra responde a una suerte de estructura piramidal, que situaría la cuarta sátira, en la que se defiende el nosce te ipsum, en el vértice de dicha pirámide.

Nadie pone en duda que Persio tiene algo que decir, y que para ello adopta la forma poética de la sátira ' , un género bastante romano, aunque hacía lustros que no se utilizaba. En la sátira contemplamos, ciertamente, largos espacios

Dirección para correspondencia: P r o f Francisca Moya del Baño. Dpto. de Filología Clásica, Facultad de Letras. Universidad de Murcia. 30.071 - Murcia (España).

Agradezco a los Doctores Segura Ramos y Del Amo Lozano la lectura de este trabajo y sus valiosas sugerencias. ' Sabemos por la biografía atribuida a Valerio Probo que Persio fue autor de otros escritos que no contaron con la aprobación de su maestro Cornuto, y no vieron la luz.

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temporales entre Lucilio", el primero^, que publica sus sátiras entre 129-106 a . C , y Horacio, que lo hace entre 35-29 a.CA De nuevo pasan los años y nada encontramos semejante hasta que transcurre casi un siglo y ve la luz otra vez la "sátira", en concreto las de Persio, que nos van a ocupar; fueron publicadas, tras su muerte (vive entre 34-62 d .C) , por su amigo Cesio Baso; finalmente, habrá de pasar otro largo período, aunque inferior a los anteriores, para que Juvenal escriba las suyas, las cuales se sitúan entre los años 98-128.

Así pues, Lucilio, Horacio, Persio y Juvenal se contemplan, como es debido, en relación, pero no han coincidido, como lo hicieran los elegiacos, por ejemplo, aunque podamos reconocer que están en ese mismo plano atemporal de la literatura que hace presente el ayer.

Persio, como hiciera Horacio, decide volver atrás y revivir un género para decir lo que quiere o necesita decir; sabe que con el género sátira puede hablar de su tiempo, y a su tiempo; aunque los temas son semejantes, él lo dotará de características propias.

Este género, en que la miscelánea'' es constituyente fundamental, en el que la realidad del sermo se manifiesta en conversación viva y variada, sirve para tratar temas distintos, y pasar, como es habitual, de uno a otro sin haber concluido ni explicitado el primero; si dirigimos nuestra mirada a uno de sus representantes, Persio, nos topamos con una conversación rápida, llena de sobreentendidos, en donde se dan por sabidas una serie de cosas porque el interlocutor no necesitaba de más; los protagonistas de la sátira sabían de qué hablaban, estaban en la sintonía de una misma realidad y de un conocimiento del otro que hacía innecesarias, tantas veces, las palabras, suplidas por el gesto, pero todo eso ha hecho que Persio sea uno de los autores más oscuros y difíciles de entender'.

Sin embargo, hay ocasiones en que la lectura de la obra nos hace descubrir pasajes flindamentales en los que Persio quiso mostrarse especialmente diáfano;

"· No entramos en los precedentes, sino que nos limitamos a las figuras consideradas comúnmente como los representantes de la sátira romana. ' Vive en el siglo II a.C; muere anciano en 103.

Vive entre 65-8 a.C. ' Su nacimiento se sitúa entre los años 60 y 70 d.C, y su primera sátira es posterior al año 100. * No es necesario recordar la interpretación del término ni el texto siempre aducido de Diomedes {cf. GL. K , I 485-486). ' Así se reconoce coinúnmente y así lo ilustran anécdotas que cuentan cómo lectores distinguidos arrojaron su obra al fuego por no ser capaces de entenderla.

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podían ser éstos su guiño a los lectores, pues, a nuestro juicio, quiso ofrecer pistas. La información que mediante un juego intelectual refinado nos ofrece es, lógicamente, muy valiosa. En esos pasajes, en esa infomiación, puede estar la clave o una de las claves del libro de sátiras**.

Persio, como "poeta" satírico que es, ofrece un retrato -su retrato- de la sociedad de su época, una pintura de la vida, de personas y situaciones que trascienden el t iempo, de los mismos vicios que permanecen idénticos; y lo hace con la requerida mezcla de temas y tonos, con la ineludible presencia del ridiculum, en hexámetros , siguiendo las normas del género; pero lo hará, aunque literariamente, desde su identidad personal , pues tras el "yo" satírico, tras la máscara literaria, se muestra el yo individual, las experiencias y creencias de Persio, sus vivencias y deseos.

Persio es autor que escribe joven , pese a esa seriedad casi senil que sus páginas muestran; escribe cuando el celo de la juventud es ardiente, cuando todavía guarda vivas sus ilusiones, todavía cree que es posible cambiar el mundo , y hacerlo mejor. Persio mantiene aún grabada, como a ftiego, la enseñanza de una filosofía, la estoica, que sigue rel igiosamente, en la que confía, y a la que considera capaz de ofrecer al hombre la felicidad. Su juventud le da las fuerzas para convertirse en apóstol de su creencia y para ansiar convencer a los demás de la bondad de su doctrina''. Los condicionantes personales y la edad del poeta no son elementos que deban pasarse por aho; ellos son responsables de algunas peculiaridades de la sátira de Persio, y, para mí, una de las más importantes, o la más importante, es la presencia de los jóvenes en sus sátiras.

Debemos reparar en que no es demasiado frecuente ver a los jóvenes en la literatura como "protagonistas"; los temas de la literatura van por otros cauces, la épica habla de héroes, la elegía de hombres -jóvenes- pero ya hombres ; la

La hipótesis que presentamos se basa en una lectura "personal" de los textos, aunque detrás de la mirada a los textos esté el trabajo de los comentaristas de Persio. Remitimos, sobre todo, a los de Británico, Plautio, Murmelio y Nebrija, que están reunidos en la edición ascensiana de París, 1523 (Aiili Flacci Persii Satyrici ingeniosissimi & doctissiini Satyrae cim quinqué commentariis (...). Vaemmdantur in aedibus lodaci Badii Ascensi); al comentario de Casaubon de París 1605 {Aldi Persi Flacci Satirarum Liber 1. Isaacus Casaiiboniis recensuit et Commentario libro iìhistravit); y al comentario en castellano de Diego López, publicado en Burgos en 1609 (Aulo Persio Fiacco, tradnzido en lengua castellana, por Diego López (...).Con declaración Magistral (...).

Salvadas las diferencias, su postura es semejante a la de Lucrecio, creyente convencido y apóstol del epicureismo.

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historia la hicieron, sobre todo, sesudos varones, etc.; en fin que la juventud no está demasiado representada. Es en la sátira o en la comedia, géneros en que entran las personas "normales", de segunda o tercera clase, los hombres sin rostro, la gente corriente, en donde pueden estar, y de hecho lo hacen, y Persio, en nuestra opinión, confiere a los jóvenes un protagonismo especial y distinto. Persio innova en el género en este sentido, pues ni Lucilio ni Horacio se ocupaban de ellos de la manera que se ocupa Persio'". Menos habitual es que los jóvenes sean los destinatarios de una obra literaria.

Lo dicho no niega que Persio participe, como es lógico, de preocupaciones e ideas que otros exponen, pues la visión del mundo que presenta la sátira, algunas de sus facetas, sí estaban, por ejemplo, en la fábula de P e d r o " . En relación a la importancia de la educación en los jóvenes, encontramos ciertas semejanzas en algunas páginas de Petronio, que puede ser contemporáneo de Persio. Si pensamos en Quintiliano, que podía ser de la misma edad de Persio'", hay que tener en cuenta que su obra la publica en el 95, y, de haber pasado en España años de actividad forense, vuelve a Roma en el 68, después de morir Nerón y también Persio; es decir, no pudieron conocerse, aunque coincidan en el valor que dan al estudio de la filosofía". Nuestro satírico sí pudo tener en cuenta la obra de Séneca, el filósofo estoico, que, especialmente, en sus Diálogos y Epístolas presenta, en el campo que nos ocupa, temas semejantes a los tratados por Persio'"*, pero ninguno de ellos, a nuestro juicio, lo hace de manera semejante a Persio; él es "distinto".

El papel de los jóvenes en la obra de Persio lo muestran con claridad, como ya hemos recordado, pasajes importantís imos de las sátiras. La brevedad, condensada e intensa, desde luego, de su obra hace posible nuestra parada en.

Mucho menos lo hará Juvenal. " Nació en el 18 a.C. y tuvo una dilatada vida; tras encontrarlo como liberto de Augusto, lo vemos dirigir ataques contra Sejano (es decir, escribe en la época de Tiberio), y pudo morir, es una de las hipótesis, durante el imperio de Nerón (54-68), es decir, pudo coincidir con Persio. '" Su vida transcurre entre c. 30-35 y 96 d .C; menciona a Persio en X 14.

Quintiliano, al tratar de la educación como proyecto realizable y que culmina en el orador, piensa -como hacía Cicerón- que la filosofía es imprescindible para la formación ética del orador, y exige la colaboración de los padres y tiene como fundamento la tríada "naturaleza, enseñanza, entrenamiento".

Séneca vive entre 4 a .C y 65 d .C; es mayor, pero contemporáneo de Persio; y, por ejemplo, diálogos como De ira o De tranqiiillitate animae se sitúan en los años 40-43. El credo "estoico", aunque no las simpatías, subraya las coincidencias.

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prácticamente, todos los lugares en que de un modo u otro están los jóvenes . Comenzamos con los de mayor entidad.

A Persio le interesa la pintura del joven tipo, el que, estando en edad de dedicarse seriamente al estudio, sobre todo, de la filosofía, a la búsqueda de la verdad, holgazanea, caprichoso y tirano. El retrato que de él hace el satírico deja muy claro el interés del autor en lo que dice, o, en otras palabras, la importancia del pasaje, que se presenta detenidamente , para que el lector se detenga en él; son versos, ciertamente, de gran belleza literaria, pero mucho más que eso muestran una realidad social y buscan la reacción de rechazo de algún que otro joven cuando en él se vea retratado, pues a ellos, sin duda ninguna, se dirige. Dice en 3 , 1-9:

'Nempe haec assidue? lam clarum marie fenestras Intrat et angustas extendit himine rimas; Stertimus indomitum quod despumare Falernum Sufficiat, quinta dum linea tangitur umbra. En quid agís? Siccas insana canícula messes 5 lam dudum coqiiit etpatulapecus omne sub uìmo est'. Units ait comitum. - 'Verumne? itane? ocius adsit Hue aliquis! nemon?' - Turgescit vitrea bilis: 'Findoi^' -ut Arcadiaepecuaria rudere dicas^^.

El jovenci to -lo vemos- está acostado durmiendo la borrachera (con sus ventanas cerradas pues le molesta, naturalmente, que entre la luz), mientras el mundo exterior está en plena actividad, o, incluso, una parte de ese mundo (pastores y rebaños) ya está descansando después de realizar parte de su trabajo. Contemplamos el "despertar del muchacho" que lo pr imero que hace es mandar que alguien -¿un esclavo, el propio maestro?- venga a servirle; también que no tiene más remedio que reconocer que se encuentra muy mal (findor^^), lo que se percibe en su hablar, o en su "eructar". La comparación con los "famosos" burros de Arcadia es más que un lugar común; el muchacho , en el fondo, es lo que

"'¿Y esto todos los días? Ya penetra la clara mañana por las ventanas y agranda con su luz las estrechas rendijas; roncamos lo que se pueda necesitar para digerir la borrachera del falerno, mientras son ya las once. Eh, ¿qué haces? Ya la insana canícula ha mucho tiempo que cuece las secas mieses, y todo el ganado está echado bajo la amplia sombra del olmo', dice uno de los colegas. - '¿Es verdad? ¿es así? ¡Que se presente aquí rápidamente alguien! ¿Nadie se presenta?'- Se hincha la vidriosa bilis: 'Reviento'. Dirías que rebuznan las bestias de Arcadia."

Finditiir, que es otra lectura, no cambia el sentido.

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parece, un "burro", ejemplo durante todos los t iempos de "necedad", del

Persio ha querido mostrar la importancia de este pasaje, y en cuanto al interés que tiene en poner ante los ojos literariamente la "escena", pueden valer de ejemplo el comienzo nempe haec assidue, una l lamada de atención, como un golpe, breve, sin verbo, tajante, expresivo, y, en contraste -la técnica del claroscuro- una ambientación temporal de tono épico, iam clarum mane, que recuerda a Virgilio (georg. 3, 325 mane novum), o el modo de decir que el día está avanzando: extendit limine angustas rimas. La realidad se observa en quinta linea tangitur umbra (v. 4) , en que Persio se sirve de un zeugma'^. Digno de resaltar es igualmente stertimus^'', u t ihzado en esta primera persona tan expresiva y coloquial, tan propia de la ironía en contextos "correctivos". O la perífrasis despumare indomitum falernum para "dormir la borrachera", y que trae a la mente múltiples evocaciones; lo que ocurre en el estómago del j o v e n es la fermentación del vino (despumare es "palabra técnica" en este sentido); y el vino es para él crudo, indómito; no puede digerirlo; falerno está, sencil lamente, por vino, y su mención quizá se deba a que era un vino áspero.

Observamos la expresividad de canícula coqiiit messes (que solo encontraremos en Marcial , 10, 63); la canícula no seca las mieses , que ya estaban siccae, sino que las "cuece", como indica coquit, término al tamente expresivo; la evocación de Virgilio (ecl. 1, \,patulae recubans sub tegminefagus) en el verso 6 de la sátira tampoco puede pasarse por alto.

El despertar o medio despertar del joven es presentado en una instantánea excelente pues se limita a interrogaciones de casi monosí labos: Verumne? Itane? Lo primero que hace es ejercer de "tirano" {adsit ocius!, ¡que se presente!) , como si fuese un general en jefe. Está molesto y enfadado; lo expresa bien el satírico con turgescit, tan propio de la iracundia"". En cuanto a bilis, Persio le aplica el

" Sobre esto volveremos. Es ya la hora quinta, en que todos están trabajando; cf. MART. 4, 8, Iss.: Prima

sahitantes atqiie altera conterit hora, / exercet raucos tertia causídicos, / in quintam varios extendit Roma labores, /sexta quies lassis, séptima finis erit (...). Literalmente: "la línea es tocada por la quinta sombra", pues quinta es ablativo (su sílaba final es larga) y linea es nominativo; pero debe entenderse, con el zeugma, "la quinta linea -del reloj de sol- es tocada por la sombra", lo que equivale a "ya son las once".

Otra lectura es sternimus, con la que se mostraría que está echado, como tirado en el lecho. "" Leemos en CIC. Tuse. 3, 9, 18: Corque meum penitus turgescit tristibus iris,/ Cum decore atque omni me orbatum laude recordor, traduciendo lo que decía Aquiles en Homero, ¡liada IX 646. Parece posible que Persio quisiera evocar el lugar ciceroniano.

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adjetivo vitrea, que nunca que sepamos la había acompañado ' ' . "Vítreo/a" es el mar, las olas, pero también lo es la "fama" en HOR. sat. 2, 3, 202, lugar que pudo haber sugerido el adjetivo a P e r s i o " , que habla de "vidriosa", no c o m o "transparente", sino en el sentido metafórico - d e que se enfada- y en el real, que produce piedras, cálculos. En cuanto a findor o su variante findititr es igualmente gráfico; indica que está destrozado, lo diga el poeta o lo reconozca el joven .

N o parece necesario insistir en el cuidado que Persio ha puesto en este retrato con el que quiere dejar de manifiesto el incorrecto comportamiento de un joven que, en vez de dormir, tendría que estar dedicado al estudio, tarea que, al parecer, no está decidido a asumir de buen grado, como se sigue reflejando en los hexámetros siguientes (3 , 10-14):

lam liber etpositis bicolor membrana capillis 10 Inque manus chartae nodosaqiie venit arundo. Tune querímur, crassus calamo quod pendeat humor. Nigra quod infusa vanescat sepia lympha; Diluías querimur geminet quodfístula guttas~^.

La nula predisposición del j o v e n al estudio la pinta magistralmente Persio, esforzándose en llamar la atención de sus lectores. Nos hace observar que le van trayendo (cf. venit, v. 10) todo lo que necesita; el joven no alarga ni siquiera la mano. Que no tiene ninguna prisa por empezar su tarea lo indica Persio al referir cómo le va llegando, pr imero, el liber, el volumen, el pergamino, y luego las páginas en las que debe escribir y, finalmente, el cá lamo; se deduce que recibe con total desgana y apatía los útiles de trabajo.

La validez de esta deducción la confirma lo que viene seguidamente; el muchacho se encara con los instrumentos de escritura; "se queja"""* con no poca desfachatez de que no puede trabajar, diciendo, entre otras cosas, que la tinta es

Bilis aparece sin adjetivar o, sobre todo, con atra; pero es nigra en SEN., epist. 94, 17 ó pallida en PLIN. nat. 28, 68; splendida, sin embargo, en HOR. sat. 2, 3, 141.

Cf. HOR. sat. 2, 3, 200ss.: ergo ubi prava / stultitia, hic summa est insania; qui sceleratus, / et furiosus erit; quem cepit vitrea fama, / hunc circumtomiit gaudens Bellona cruentis.

"Ya ha venido el libro a sus manos y, depuesta su cabellera, la membrana bicolor y las páginas y el nudoso cálamo. Entonces nos quejamos de que gruesas gotas se queden colgando del cálamo; de que, cuando se añade agua, se desvanece el color negro de la tinta; nos quejamos de que la caña duplica las letras".

Vemos repetido querimur; encontramos como variante queritur.

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demasiado espesa o demasiado diluida, o que la caña está abierta y duplica los trazos de las le t ras '^

Muchos elementos dignos de destacar hay en este pasaje, pero a nuestro propósito basta ahora recordar que en el verso 19 insistirá el joven en lo difícil que le resulta escribir: "¿acaso puedo estudiar con esa clase de p luma? (an tali studeam calamol).

Este joven es, sin duda, un ejemplo representativo de una buena parte de los jóvenes , ciudadanos romanos, que se deja dominar por la pereza, indulgente con sus instintos, que prefiere beber y dormir a estudiar y aprender para la vida. Es, evidentemente, stultus, inscius, o nesciens, aunque no lo formule de este modo Persio. Pero el objetivo de Persio, a nuestro juicio, no es mostrar o ridiculizar esta realidad social; él quiere cambiarla. Además , dentro del plan literario-filosófico que Persio se traza no basta contemplar esta clase de comportamientos reprobables, capaces ellos mismos de suscitar una reacción en otros jóvenes ; es necesario conocer los motivos que inducen a actuar de esta manera a la juventud. Otros pasajes de las sátiras lo muestran claramente.

En primer lugar reconoce Persio la fuerza de los instintos; es más fácil no estudiar que hacerlo; jugar, que trabajar, y lo ilustra con su propio ejemplo, en la pretendida complicidad del que busca ponerse en el lugar del otro. El mismo, alguna vez, dice, se las ingeniaba para no trabajar"^'; untaba sus ojos con aceite para fingirse enfermo, pues más que a p r e n d e r ' , lo que más deseaba {cf. id suitimim) era divertirse"^. Lo vemos en 3, 44-46 y 48-51 :

Podría pensarse no en trazos dobles, sino en que había que escribir de nuevo las letras, algo así como "repasarlas", al no haberse señalado bien. "* De todos modos hay que reparar en que eso fue cuando era niño, parvus, no un joven que transnocha y bebe; además, saepe es menos que assidue. "' Lo especifica con verba Catonis, que evoca un texto de Manilio (5, 45 Is.: "pascentur curis veterumque exempla revolvent semper et antiqui laudabunt verba Catonis"), como confirma el uso del verbo laudare en ambos {multum laudanda magistro). Persio rinde homenaje al estoico Manilio; hablaba éste (5, 448-456) de las personas nacidas bajo el signo de Acuario, estando en su ascendente la estrella fija de Cefeo. De ellas dirá, entre otras cosas, que no tendrán cualidades para el juego; su semblante será austero, su carácter serio, y siempre -aquí está el texto- "estarán comidos por las preocupaciones y no dejarán de darle vueltas -recordar- los ejemplos de los antepasados y de alabar las palabras del viejo Catón". Sin embargo, hay que tener en cuenta que Manilio se refería a Catón el Viejo, a Marco Porcio, el censor (234-139), personaje del Cato maior de Cicerón. En Persio, como indica morituri, se alude al otro Catón, el de Útica (95-46), héroe de la Farsalia de Lucano, que se suicidó al saber que César había vencido a Pompeyo. En la escuela se escenificaba-declamaba este momento, recreando una situación patética. Persio,

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Saepe ociilos, tnemini, tangebam parvus olivo, Grandia si nollem morituri verba Catonis Discere.

lure; etenim id summum, quid dexter senio ferret. Scire erat in voto; damnosa canícula quantum Raderet; angustae collo non fallier orcae; 50 Neu quis callidior buxum torquerefagello'"^.

A esto podr íamos añadir la casi nefasta influencia de la familia, que favorece que los jóvenes , antes de aprender, vayan dando "lecciones". Lo ejemplifica Persio con poetas declamadores , sin n inguna valía, preocupados sólo por la imagen; así lo vemos en 1, 15-18:

Scilicet haec populo pexusque togaque recenti Et natalicia tandem cum sardonyche albus Sede leget celsa, liquido cum plasmate guttur Mobile colluerit, patrantifractus ocello^".

Este pasaje también está muy cuidado por Persio. La ironía que supone scilicet agrega sentidos a lo que viene después; al muchacho no le faltaba detalle, pues pexus (de pecto) indica que se presentaba "peinado "o "repeinado", pero evoca que todo él iba acicalado; su túnica era nueva, l levaba el anillo -regalo de cumpleaños- con su ágata; antes había preparado su voz para declamar^' . Lo

hábilmente, reutilizando un material de Manilio, honra al autor y a la vez a Lucano, también estoico, al que admiraba como Lucano a Persio. "** Habla de los dados, con su "seis", senio, también llamado Venus, el que hacía ganar; de la perrita -canis. canícula- el "uno", que hacía perder. Otros juegos eran echar nueces dentro de la orza, o el de la peonza, que se hacía andar con un "azote", con un "látigo"; el trompo se tiraba con la "cuerda".

"De pequeño, recuerdo, tocaba a menudo mis ojos con aceite, si no quería aprender las palabras de Catón dispuesto a morir" (...). "Con razón, pues lo que más deseaba era saber qué me aportaba el favorable seis, cuánto me comía la funesta perrita, y en mi deseo estaba que ninguno hubiese más hábil que yo en acertar en el cuello de la estrecha orza; nadie en hacer dar vueltas con el látigo a la peonza".

"Así es, repeinado y con toga reciente y brillante, en fin, con la natalicia ágata, leerá estas cosas para el pueblo en elevado estrado, después de haber hecho gárgaras con una bebida dulce, y deshaciéndose en insinuantes miradas". '̂ Observamos que no utiliza Persio la expresión colhiere os (humedecer la boca), sino

colluere guttur, para aclarar su voz, enjuaga su garganta, que se mueve al "gargarizar", lo

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vemos situado en alto estrado y, de su actio, Persio pone ante la mirada del lector los guiños insinuantes de los ojos {patranti fractus ocellóf'. El j o v e n z u e l o " , pues, que no tiene edad ni condición, sino solo apariencia, se permite declamar, o mejor, se lo permiten, pues el joven , a ju i c io de Persio, no es sino fruto de la mala educación que le dan sus padres. Lo confirma pueris y paires en la pregunta retórica que formula en 1, 79-82:

Nos pueris monitus paires infundere lippos Quum videas, quaerisne unde haec sartago ¡oquendi 80 Veneri! in ìinguas, unde istuc dedecus, in quo Trossulus exsultat tibiper subsellia levis?'^'^

Los padres no saben lo que conviene a sus hijos (en este caso qué autores deben leer); por eso los llama "legañosos", porque no pueden ver bien, y constituyen un mal ejemplo para ellos -n iña tos delicados, posiblemente dep i lados- que eligen cualquier cosa para declamar y "saltar" o "engreírse" por los bancos. El juicio de Persio sobre semejante actuación y personaje lo muestra la elección del término sartago,^^ que metafóricamente evoca un refrito de palabras o el sonido peculiar de una fritura; o de trossulus, caballero romano, pero aquí más bien "caballerete", o "petimetre".

Insistirá Persio en otra sátira en la condición de "víctimas" de los jóvenes , pues desde su más tierna infancia padres y familiares desean para ellos lo que no les conviene; tienen sobre ellos expectativas, que proceden de sus aspiraciones frustradas. El pasaje se incluye entre las inconvenientes y malvadas "oraciones" que los hombres dirigen a los dioses (2, 31-38):

que hace no con agua, ni vino, sino con un "líquido especial", una mezcla de hierbas endulzada con miel. ^' Fractus alude a la afectada declamación, con voz de mujer; patranti indica claramente la lascivia; pairare es "concluir", "realizar", "ejecutar"; sería "con ojito que ejecuta" (las órdenes de su dueño); es decir, con ojos provocativos y lascivos.

Que se trata de un joven lo puede decir, en mi opinión, claramente toga recens; toga reciente, no es sólo "nueva", que lo debe de ser -estos muchachos estrenan "ropa" cada vez que tienen una actuación-, sino que es reciente, porque hace muy poco que han dejado la praetexta; cf. en este sentido los versos 79ss.

"Cuando tú puedas ver a unos padres legañosos infundir estos consejos a los muchachos, ¿te preguntas de dónde ha venido a la lengua esa mala manera de hablar, esa desvergüenza, en la que un blando "troyanito" se te pone a sahar por las sillas?". ' Sartago es "sartén" (y así siempre está en latín en Apicio, y luego en Juvenal).

Los jóvenes en las Saliras de Persio 123

Ecce avia aut metiiens divum matertera cunis Exemit puenm, frontemque atque uda labella Infami digito et Itistfaìibus ante salivis Expiât, urentes oculos inhibere perita; Tunc manibus quatit et spem macram supplice voto 35 Nunc Ticini in campos, nunc Crassi mittit in aedes: Hunc optet generum rex et regina; puellae Hunc rapiant; quidquid calcaverit hic, rosa fiat f''

La importancia que, es tamos viendo, confiere Persio a los jóvenes la confirma de nuevo este pasaje, que el autor elabora con esmero. El poeta puede entender que las abuelas, para quienes los nietos son los más guapos, los quieran deseables, ricos, príncipes y hasta dioses^' , pero sabe que se equivocan, pues no piden sino lo que puede perjudicarles.

Este texto, como la sátira entera, merece un atención especial; se nos presenta la realidad social romana en una abuela o tía temerosa de los dioses y medio bruja {perita inhibere urentes oculos), que puede quitar el mal de ojo, y tiene poderes que se activan por medio de rituales "mágicos"; todo ello lo retrata el poeta, pero, en nuestra opinión, sobresale "infami digito", que representa el juicio -ade lan tado- de Persio, que especifica con qué dedo pone la mujer la saliva en la frente del niño, o con cuál hace los signos; en un rito, cier tamente, es importante hacer bien todo, pero lo que interesa es resaltar que no ha dicho medius digitus, sino infamis digitus, posiblemente porque las mismas connotaciones -obscenas, perjudiciales- que tenía este dedo'** va a tenerlas para el niño esta clase de oraciones. Es un sintagma "provocativo".

"He aquí que la abuela o la tía materna, temerosa de los dioses, y que sabe anular el mal de ojo, ha sacado al niño de la cuna, y purifica la fi-ente y los húmedos labios con el infame dedo y, previamente, con saliva lustrai. Entonces da palmadas con las manos y en suplicante voto dirige su breve esperanza, ora a los campos de Licinio, ora a los palacios de Craso: que a éste lo desee por yerno un rey y una reina; que las muchachas lo rapten; que todo lo que pise se convierta en rosas". •'̂ Licinio y Craso son paradigma de riqueza; también Persio parece evocar la leyenda de Hilas, raptado por las ninfas; en cuanto a nacer rosas donde pise, puede aludirse a Céfiro, dios viento que trae las flores.

El dedo medius, "corazón", también aparece en los textos como impudicus, además de infamis, como vemos, por ejemplo en MART. 2, 28, 1-2; 6, 70, 5-6, o IVV. 10, 53. Con él extendido, doblados los demás, se hacía, como todavía, el gesto de "la higa", que, como símbolo fálico (también se le llama verpus o méntula) pretendería proteger; aunque también con él se pretendía insultar a alguien llamándolo "afeminado", o desearle algún mal. Algunos comentaristas añadían otras explicaciones. Recordamos lo que dicen en palabras de Diego López, p. 47 {cf. o.c. en nota 8): "La causa porque llama en latín al

124 F. Moya del Baño

El desprecio de la sociedad por el saber es otra de las causas determinantes de la actitud de los jóvenes . Persio pinta de m o d o detenido también esta realidad. Un ejemplo conspicuo aparece en la misma sátira tercera; se trata de la reacción a los sabios consejos del monitor. Cf. 3, 77-83:

Hic aliquis de gente hircosa centurionum Dicat; Quod satis est sapio mihi; non ego curo Esse quodArcesilas aerumnosique Solones, Obstipo capite et figentes lumine terram, 80 Murmura cum secum et rabiosa silentia rodunt Atque exporrecto trutinantur verba labello, Aegroti veteris meditantes somnia, gigni De nihilo nihilum, in nihilum nil posse revertí, Hoc est, quod palles? cur quis non prandeat, hoc est? - 85 His populus ridet, multumque torosa iuventus Ingeminat trémulos naso crispante cachinnos^^.

Se pone bien de manifiesto el desprecio por el saber, representado en Arcesilao, fundador de la Academia Nueva, y Solón, uno de los siete sabios de Grecia; merece la pena reparar en cómo se contempla a los filósofos (cf aerumnosi), atormentados, llenos de trabajos, clavando su mirada en el suelo, hablando de cuestiones "ridiculas", como son los "ejes" de la filosofía epicúrea, etc. En fin, lo importante para Persio es destacar que los jóvenes no tienen quienes les animen a estudiar.

dedo de enmedio infamis digitus, declara luán Británico diziendo que los judíos que tienen almorranas, y fluxo de sangre, suelen limpiarse con este dedo; y también se llama por otra nombre verpus a verrendo podice. Por esta causa se le llama impudicus (...). Otra razón de Murmelio, diziendo: El dedo de en medio se llama infamis, porque siendo el mayor, y el más excelente en largueza que los demás, con todo puede muy poco, si los otros no le favorecen; y por esta causa los antiguos mostravan por causa de ignomia y dehonra, con este dedo a qualquiera hombre de mala vida, el qual llevaba la ventaja a otros en vicios y maldades".

"Aquí alguno de la raza velluda de los centuriones podría decir: 'lo que sé, me basta'; no me preocupa ser lo que Arcesilao y los quebrantados Solones, doblada la cabeza, horadando la tierra con la mirada, cuando roen entre dientes murmullos y rabiosos silencios y con el labio extendido sopesan las palabras, dándoles vueltas a sueños de viejo enfermo: que nada procede de la nada, que en nada nada puede converdrse. ¿Es por esto por lo que palideces? ¿Por lo que alguien no come, es por esto?'. A estas palabras el pueblo sonríe, y la musculosa juventud, moviendo la nariz, multiplica sus trémulas carcajadas".

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 125

En contexto distinto insistirá Pers io en mostrar cómo es despreciada la sabiduría. Cf. 5, 189-191:

Dixeris haec ínter varicosos centuriones. Continuo crassum ridet Pulphenius ingens, Et centum Graecos curto centusse licetur.^^

Estas consideraciones de Persio nos hacen ver que el poeta-filósofo es consciente de las dificultades con que se encuentra para convencer de su doctrina; que son muchos los motivos que tienen los jóvenes para actuar neciamente, que son muchos los obstáculos que les ponen quienes debieran ayudarlos en su camino. Si el joven de ahora busca luego la riqueza, el lujo, el poder, nadie podrá extrañarse, piensa Persio; es el resuhado de la educación recibida; así se quería -padres y abuelas- que fuese el niño"*', así lo aprueba, como hemos recordado, prácticamente, toda la sociedad.

De todas formas, esta realidad social no lleva a Persio a cejar en su empeño de hacer cambiar a la juventud. A uno de ellos, representante, sin duda, de muchos , se dirige, acudiendo a las segundas personas (poscis, recusas).

Estos muchachos , que no han querido o no han podido aprender, que se emborrachan o presumen sin tener de qué, no son sino unos pobres desgraciados, unos niños de papá, incapaces de hacer nada por sí mismos , y a los que todo hay que dárselo resuelto, lo que no impide, sino todo lo contrario, que estén siempre enfadados, como queda de manifiesto en 3, 15-18:

O míser inque díes ultra miser, hucine rerum 15 Venitnus? at cur nonpotius teneroque columho Et simílis regim pueris pappare minutum

* "Supon que has dicho estas cosas entre los esparratados centuriones; al momento el enorme Pulfenio se reirá "gruesamente" y a cien filósofos griegos los apreciará en cien pequeños ases".

Un texto de Petronio (4, 1-3) muy elocuente en este sentido insiste en lo mismo, de modo semejante: quid ergo est? parentes obiurgatione digni stmt, qui nolunt liberos suos severa lege prof cere, primum enim sic ut omnia, spes quoque suas ambitioni donant. deinde cum ad vota properant, cruda adhuc studia in forum impellunt et eloquentiam, qua nihil esse maius confitentur, pueris induunt adhuc nascentibus.

126 F. Moya del Baño

Poscis et ira tus mammae lalìare recusas 7"^'

La lengua de Persio, expresiva a más no poder, sirve para destacar el retrato pretendido; pappare mimitiirn^^, por ejemplo, está sólo atest iguado en Persio; ¡aliare es un término rico en significado'*''. El poeta quiere, sin duda, hacer reaccionar al muchacho que se siente "afortunado", l lamándolo miser.

La tiranía del instinto y el influjo nefasto de la sociedad no son, sin embargo, en opinión de Persio, determinantes. El joven puede ser capaz de darse cuenta de que no está en la situación correcta, que se engaña a sí mismo y que, pese a todo, es todavía t iempo de "cambiar". Hay esperanza para los jóvenes . Persio, insistimos, no se queda en la pintura crítica de la sociedad; t iene fe en la juventud. Por eso, tras presentar las quejas del joven que echa la culpa de su vagancia a la pluma (cf. 3 , 19: An tali studeam calamo?), tratará de hacerle ver que se engaña a sí mismo, no a los demás; pero , sobre todo, quiere convencerlo de que ahora, ahora que es joven , todavía es posible hacer de él una persona nueva (3 , 19-24):

- Cui verba? quid istas Succinis ambages? tibi luditur; effluis amens; 20 Contemnere: sonat vitium percussa, maligne Respondet viridi non cocta fidelia limo. Udum et molle lutum es, nunc nunc properandus et acri Fingendus s ine fine rota^.

El pasaje es presentado en estilo rápido, a base de frases cortas asindéticas, interrogaciones, y con un léxico bien seleccionado. El joven - s i e m p r e el joven como destinatario- no engaña a nadie, se afirma en interrogación retórica {cui -das- verba); lo que hace es canturrear no otra cosa más que oscuridades, y su burla se vuelve contra él {tibi luditur). Le advierte el "poeta" que esta actitud le

"¡Oh desgraciado, y cada día más desgraciado!, ¿a tal punto hemos llegado?, ¿por qué no, semejante a un pichoncito, o a los niños de los reyes, reclamas el papar masticado, y enfadado con la teta rechazas mamar?".

Pappare es "comer papas", "papar", es decir, comida muy triturada, "masticada". Puede ser "mamar", "succionar", aunque también se defiende que sea "el cantar" ("la

la"), la nana de la nodriza (nombrada con mamma, por significar, como es sabido, "teta" y más en concreto "pezón)".

"¿A quién engañas? ¿por qué refunfuñas retorcidas palabras? De ti te burlas; te estás echando a perder, insensato. Serás despreciado; golpeado suena defectuoso, responde mal el cántaro de barro sin cocer. Eres lodo húmedo y blando, ahora, ahora debes darte prisa y debes ser modelado sin descanso en la ingeniosa rueda".

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 127

acarreará el desprecio''^', y lo compara a una vasija de barro mal cocida; sin embargo, no pierde la esperanza en el joven; esa vasija, por ser el barro húmedo y blando, puede modelarse de nuevo, y debe hacerlo deprisa {cf. properandus, fingendu.s). Con la imagen del alfarero defiende el parce tempori; hay que actuar cuando hay posibil idad de hacerlo, y ese t iempo es el ahora {nunc, nunc), el de la juventud"*'.

Argumentos a favor son que el j oven ya es un expertiis, y conoce la diferencia que hay entre el bien y el mal. Está, pues, en edad de aprender y elegir (3 , 53-57):

Haud tibi inexpertum curvos deprendere mores, Quaeque docet sapiens braccatis illita Medis Porticus, insomnis quibus et detonsa iuventus Invigilai, siliquis et grandi pasta polenta; 5 5 Et tibi quae Samios diduxií littera ramos Surgentem dextro monstravit limite callem^^.

Persio habla de malas costumbres - l e s dedica un solo hexámetro- y de las buenas, que son las que enseña la filosofía estoica, mencionada con sapiens porticus^'', y con alusión a las pinturas que en él había''*', o a la clase de vida que llevaban los seguidores de esta filosofía^'. La edad que tiene el j oven hace que esté en perfectas condiciones de distinguir las buenas costumbres de las que no lo

Es evidente el eco de HOR. sat. 2, 3, 13-14: Invidiam placare paras virtiite relicta?/ contemnere miser. "' Séneca decía de modo similar tenera fmgimtur; cf. SEN. epist. 25, 1 : 'Quidergo?' inquis 'quadragenarium pupillum cogitas sub tutela tua continere? réspice aetatem eius iam duram et intractabilem: tenera fnguntur', y la imagen está en IVV. 4, 134: argillam atque rotam citiusproperate, o SIL. 1, 4: Atque hispraeformat dictis fmgitque monendo.

"Ya sabes por experiencia distinguir las torcidas costumbres y lo que enseña el sabio pórtico pintado de bragados medos; en lo que vela la insomne y rapada juventud que se alimenta de algarrobas y tosca polenta. Y ya te ha mostrado el sendero que se eleva en el lado derecho la letra que dividió las ramas samias".

Se trata, lógicamente, del pórtico {Stoa) de Atenas donde los discípulos de Zenón -Stoici- acostumbraban a disputar.

Estaba representada la entrada de Jerjes, rey de los medos, en Grecia con un gran ejército, y su huida tras la victoria griega en Salamina; los medos usaban braccae, una especie de pantalón corto; de ahí braccati. " Su comida, como la de los antiguos y austeros romanos, consistía especialmente en legumbres, algarrobas o puches de harina de maíz {cf., por ejemplo, HOR. epist. 2, 1, 122ss.,o 14. 166; IVV. 14, 166-171, y 11, 56-59).

F. Moya del Baño

son y, en consecuencia, de elegir su camino; ya se ha situado en la encrucijada que le presenta la letra de Pitágoras; él, natural de Samos (por eso Samios ramos) comparó la vida de los hombres a la letra "ypsilon", representando la niñez el trazo único; la juventud, los caminos que se bifurcan; uno es ancho, agradable, fácil, pero al final lleva a la perdición; el otro, estrecho áspero, difícil - e l de la virtud- lleva a la gloria y a la fel icidad".

Persio tiene fe absoluta en su mensaje salvador, pero los jóvenes no prestan fácil oído a sus consejos y enseñanza; lo ilustra el joven de la sátira tercera, que en vez de reaccionar ante el sabio mensaje recibido, se ha dormido de nuevo, profundamente, como muestra la pintura que de él hace el satírico: sigue roncando, se le cae la cabeza, eructa, t iene desencajadas las mejillas; con todo, Persio intenta de nuevo - s i n desánimo- hacerlo reaccionar a base de preguntas (3 , 58-62):

Stertis adhuc, laxumque caput compage soluta Oscitat hesternum, dissutis undique malis! Est aliquid quo tendis, et in quo dirigís arcum? 60 An passim sequeris corvos testaque lutoque, Secunis quo pes ferat, atque ex tempore vivis?^^

^' Cf. ANTH. LAT. 632: Littera sum Samii discrimine secta bicorni,/ Humanae vitae videor praeferre figuram:/ Nam via virtutis dextrum petit ardua callem, / Difficilemque aditim primo spectantibus offert, (5) / Sed requiem praebet fessis in vertice summo;/ Molle ostentat iter via lata, sed ultima meta/ Praecìpitat captas, voltdtque per aspera saxa./ Quisquís enim duros casus virtutis amore/ Vicerit, ille sibi laudem decusque parabit; (10) / At qui desidiam luxumque sequetur inertem / Dum fugit opposi tos incauta mente labores,/ Turpis inopsque simili miserabile transiget aeuum. ("Soy la letra del Samio, cortada en distinción bicorne. La figura de la vida del hombre parezco ofrecer. Pues la estrecha vía el diestro sendero de la virtud emprende y muestra un acceso difícil a la primera mirada, pero a los fatigados les proporciona el descanso en lo alto de la cumbre. Un agradable camino muestra la vía ancha, pero al final de la meta precipita a los que cautivó y los hace rodar por las ásperas rocas. Pues todo el que por amor de la virtud haya superado los duros azares se preparará, él para sí, la gloría y honor. Pero cualquiera que siga la desidia y la inerte lujuria, mientras incautamente huye de los trabajos que se le presentan, torpe y pobre a la vez pasará su miserable edad").

"Sigues roncando todavía, y tu cabeza caída de su unión sin nervio bosteza lo de ayer en unas mandíbulas completamente desencajadas. ¿Hay algo a lo que tiendes y a lo que diriges tu arco, o persigues por doquier cuervos con tejas y terrones de barro, sin preocuparte de a dónde te puedan llevar los pies, y vives según se presenta?".

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 129

Con estas preguntas Persio, convencido de sus ideas, afirma decididamente que el joven debe tener una meta y a ella ha de dirigir los pasos^"*. Para eso es necesario aprender lo que verdaderamente importa. Este conocimiento - s a be r quiénes somos, para qué estamos en este mundo, cuál es nuestro camino, cuál es el valor verdadero de las cosas, etc.- liberará a los jóvenes de hoy, los hombres del mañana, de los auténticos males, como son la envidia y la avaricia. (3 , 66-76):

Discite, o tniseri, et causas cogtioscite rerum: Quidsumus, et quidnam victuri gignimur; ordo Quis datus, aut metae qua mollis flexus et unde; Quis modus argento, quidfas optare, quid asper Utile nummus hahet; patriae carisque propinquis 70 Quantum elargiri deceat; quem te deus esse Iiissit, et humana qua parte locatus es in re; Disce, nec invideas, quod multa f delia putei In locuplete penu, defensis pinguibus Umbris, Et piper et pernae, Marsi tnonumenta clientis, 75 Menaque quod prima nondum defecerit orcd\

Si todos los lugares que hemos ido contemplando merecían que nuestra mirada se detuviese profunda y lenta en ellos, la naturaleza de este últ imo exigiría un espacio del que no disponemos en esta ocasión. Bastará destacar que el poeta habla directamente a los jóvenes ; que está interesado en no omitir ninguna consideración que los jóvenes puedan contemplar y para l lamar su atención se refiere a cosas bien conocidas, a saber, las carreras que sirven de ejemplo para la vida, del dinero, que necesita de medida, de las relaciones humanas , en particular, familiares; de la envidia que colma de tristeza, y de la avaricia, que intenta acumular a cualquier precio sin disfrutar de nada. Al pasar del discite (v. 66) al disce (v. 73), no sólo concentra su mirada en un "tú", sino que el objeto del

En Séneca encontramos textos defendiendo la misma idea. Cf. SEN. epist. 71, 3; 95, 45; SEN.dial. 7, 1, l -3y 9, 12,3.

"Aprended, oh desgraciados, y conoced las causas de las cosas: qué somos, para vivir qué somos engendrados; cuál el orden dado, o por dónde es leve la vuelta de la meta, y de donde: cuál es la medida para la riqueza, qué es lícito desear, qué utilidad tiene el áspero dinero; cuánta largueza conviene tener para la patria, las personas queridas y familiares; que tal persona mandó dios que tú fueses; y en qué papel te colocó en la humanidad. Aprende y no tengas envidia porque se pudran muchas ollas en una despensa bien provista, por haber defendido a los pingües umbros, o porque pimienta, pemiles, monumentos de un cliente marso, y el arenque no falte en la primera orza".

130 F. Moya del Baño

"aprender" es consecuencia de lo aprendido antes (qué meta hay que proponerse, qué vale el dinero, etc.); gracias a ello el joven aprende a librarse de la envidia e, implícitamente, de la avaricia. En ayuda de sus ideas y del modo de plasmarlas han venido las palabras de Virgilio, cuyo felix quipotuit causas cognoscere rerum de Geórgicas 2, 490 es evocado, u Horacio^'', pero, sobre todo, Lucilio, en concreto, el pasaje en que explica en qué consiste la virtus; hablando de ella proporciona ideas y palabras a Persio, o, de otra manera, Persio rinde su homenaje a Luc i l io" .

Si en la sátira tercera se nos muestra el t ipo de j oven indolente, que busca vivir su vida ajeno al esfuerzo y a la responsabil idad de cualquier clase, al que no le interesa aprender nada provechoso, en la quinta aparecerá el reverso de la moneda, el joven dedicado al estudio, en concreto, al de la filosofía estoica. Este joven está representado por Persio; el poeta, con no mucha modestia, puede hablar desde su experiencia, y puede servir de ejemplo práctico a la teoría expuesta en forma de consejos en la sátira tercera. Persio, pues, no habla desde la abstracción, sino desde una realidad, la suya, que puede servir de referente y modelo a seguir, pues lo que él proclama es factible; él ha aprendido.

En la sátira tercera repetía el verbo discere {discite, disce), pero es evidente que para "aprender" es preciso que exista alguien que "enseñe"; es necesario el par discens/ docens. En la sátira quinta se pone de manifiesto la relación fecunda que se establece entre discípulo y maestro. Persio, el j oven que es capaz de aprender, y de elegir l ibremente aprender, mantiene una gran confianza en el maestro -le entrega su "alma" para que la examine- y de ello se deriva una hermosa relación de amistad. Así lo aconseja la divinidad (la musa, cf. hortante Camena), y él la obedece. El papel del maestro es fundamental, como lo es la confianza en él puesta por el discípulo, como bien refleja Persio (5, 21-25):

tibi nunc, (hortante Camena), Excutienda damus praecordia, quantaque nostrae

Puede aducirse también HÖR. sat. 1, 4, 115s.: sapiens, vitatu qiiidque petitu / sit melius, causas reddet tibi o sat. 1, 1, 72 s.: Nescis quo valeat nummus, quern praebeat usum? ' Cf. LVCIL. 1326ss. M: uirtus. Albine, est, pretium persoluere uerum / quis in

uersamur, quis uiuimus rebus, potesse,/ uirtus est, homini scire id quod quaeque habeat res, / uirtus, scire, homini rectum, utile quid sit, honestum,/ quae bona, quae mala item, quid inutile, turpe, inhonestum. (1030) / uirtus quaerendae finem re scire modumque/ uirtus diuitiis pretium persoluere posse,/ uirtus id dare quod re ipsa debetur honori,/ hostem esse atque inimicum hominum morumque malorum,/ contra defensorem homimm morumque bonorum, (1035) / bos magni facere, his bene uelle, his uiuere amicum,/ commoda praeterea patriai prima putare,/ deinde parentum, tertia iam postremaque nostra.

Los jóvenes en las Sátiras de Persio

Pars tua sit, Cornute, animae, tibi, dulcís amice, Ostendisse iuvat. pulsa, dínoscere cautus. Quid solidum crepet et pictae lectoría linguae^^. 25

El discípulo debe, como hace Persio, abrir su corazón, su a lma al maestro; la tarea y obligación del maestro es praecordia excutere (examinar sus entrañas y sacar de él todo lo mejor); su objetivo, lograr cambiar el a lma del discípulo, adaptarla a su enseñanza; por eso, si la educación surte el debido efecto, se podrá mostrar con gusto, como hace Persio {cf. ostendisse iuvat) que hechura del maestro es grandísima parte del alma del a lumno {quantaque pars, etc.). El maestro debe descubrir al joven su auténtica verdad, enseñarle c ó m o es. De nuevo Persio acude a la imagen de la vasija que revela en su sonido su auténtica naturaleza; las capas de pintura pueden encubrir sus rendijas, pero no el adecuado golpe. Las palabras engañan, pero sólo las palabras.

Los jóvenes que son o quieren ser como Persio se someten a ese control, al examen de sus maestros, para descubrir las "propias ment i ras" y librarse, lógicamente, de ellas. El aprendizaje o, de otra manera, la relación de maes t ro-discípulo debe comenzar, volverá a decir Persio, a una edad en la que el j oven goza de libertad, y ésta se sitúa coincidente con el abandono de la pretexta'^ y la bulla; se ejemplifica en la "libertad" para hacer lo que antes no se podía, como ir a los barrios de mala nota, pero también en la libertad de no hacer lo; es el momen to de elegir entre dos caminos, lo que ilustra de nuevo, como en la sátira tercera, la llamada "letra de Pitágoras" {cf. vv. 34-35). En vez de visitar la zona de la Subura, zona de diversión, los jóvenes , como Persio, deciden "ponerse bajo" la autoridad y magisterio de un maestro y elegir el camino de la virtud. Pers io mi smo se ofrece de ejemplo. Lo vemos en 5, 30-44:

Cum primum pavido cusios mihi purpura cessít, 30 Bullaque succinciis Laribus donata pependít; Cum blandí comités totaque impune Subura Permisit sparsisse oculos iam candidus umbo; Cumque iter ambíguum est et vitae nescius error Diducit trepidas ramosa in compita mentes, 35 Me tibí supposui, teneros tu suscipis annos Socratico, Cornute, sinu; turn fallere sollers Apposita in torios extendit regula mores.

58 "A ti ahora (por consejo de la Camena) entrego mis entrañas para que las examines y te muestro con gusto cuánta parte de mi alma es tuya. Cornuto, dulce amigo; golpéala tú, que sabes distinguir bien qué suena a macizo y las capas de pintura del lenguaje".

Cf. cusios purpura del v. 30.

132 F. Moya del Baño

Et premitiir ratione animus vincique laborat, Artificemque tuo ducit sub pollice vultum. 40 Tecum etenim longos memini consumere soles. Et tecum primas epulis decerpere noeles: Unum opus et requiem pariter disponimus ambo, Atque verecunda laxamus seria mensa^^.

Persio se sitúa en la encrucijada de la vida, cuando ha abandonado la niñez, en la que no hay sino un único camino, un único trazo; en la juventud ya se divide en dos' ' ' , entonces, dice, hay que someterse a un maestro , como él se entregó a la enseñanza de su maestro Cornuto^". Los maestros , como hizo el suyo, enderezan las costumbres con una severidad que no se hace notar {cf. fallere sollers regula, vv. 37s . ) " , y los rostros, como una vasija (otra vez la imagen del alfarero), son modelados bajo el dedo pulgar, que va pres ionando y dando forma al barro. La relación de maestro y discípulo, como pone de relieve, es continua, compartiendo trabajo y descanso, seriedad y alegría. Esta relación es la que Persio recomienda a la juventud.

En esto consiste, en resumen, la educación de un joven ; en enderezar las costumbres torcidas, en moderar el animus; en someterlo al imperio de la ratio, todo lo cual precisa de la ayuda de un buen maestro'' ' ' , que debe excutere praecordia, adponere regulam in mores, y ducere sub pollice vultum.

Aunque Persio, como ejemplo representativo del j oven serio dedicado al estudio, no ha debido de caer en la tentación de la pereza, esto no le hace olvidar

"Tan pronto como la púrpura que me custodiaba se apartó de mi timidez, y entregada a los ceñidos Lares colgó mí bulla; tan pronto como complacientes compañeros y mi toga blanca me permitieron ya extender mi mirada por toda la Subura, y tan pronto como el camino se hace dos y el ignorante vagar de la vida conduce a las tímidas mentes a las encrucijadas de dos ramales, me sometí a ti. Tú, Cornuto, acoges mis jóvenes años en tu socrático regazo; entonces la regla, hábil en mantenerse oculta, aplicada a las torcidas costumbres las endereza. Mi carácter es reprimido por la razón y se esfuerza en ser vencido, y bajo tu pulgar recibe un artístico rostro. Contigo, me acuerdo, consumía largos soles, y contigo pasaba los atardeceres comiendo. Ambos distribuímos juntos a la vez el trabajo y el descanso, y en moderada mesa nos olvidamos de las cosas serias".

Cf. diducit, iter amhiginim y ramosa in compita. *~ La expresión me tibi supposui equivale, como es sabido, a in disciplinam dedi.

Es sollers en "no notarse", en disimular su dureza. Se refiere a la doctrina que se enseña dulcemente, de modo similar a como actúan los médicos con las medicinas de mal sabor; cf HOR. sat. 1, 1, 25s. y antes LVCR. 1, 926ss. y 4, 11 ss.

IVV. 7, 237-241 presenta ciertas semejanzas.

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 133

que el peligro es real y que hay muchos que pueden sucumbir a ella, sobre todo, bajo una especie de trampa que es laprocrastinatio.

Persio invita a jóvenes -y también a los senes- a acudir a la enseñanza de la füosofía estoica que imparte su maestro Cornuto; de ella hay que solicitar, pues la proporciona, la meta para el alma y viático para la vejez. Cf. 5, 64s.

petite hinc puerique senesque Finem animo certum miserisque viatica canis!

Pero es consciente de que ellos piensan que no hay prisa, que "pueden empezar mañana"; ellos, sobre todo los jóvenes , tienen -creen- la vida por delante. Persio sabe que es un engaño, y a ellos se dirige, con esa complicidad que favorece el uso de la primera persona del plural (consumpsimus), y con la segunda de singular (sectabere, curras), tratando de convencerles, en 5, 66-69:

Cras hocfiet. ídem eras fiet. Quid? quasi magnum Nempe diem donas! - Sed cum lux altera venit, Iam eras hesternum consumpsimus: ecce aliud eras Egerit hos annos et semperpaulum erit ultra. Nam quamvis prope te, quamvis temone sub uno 70 Vertentem sese frustra sectabere canthum, Quum rota posterior curras et in axe secundo''^.

La realidad perenne del "mañana se hará" (eras fiet) explica que Persio se inserte en una tradición bien representada en literatura^^. Es la pereza, contra la que hay que luchar; hay que aprovechar bien - n o desperdiciar- el día presente. De ahí la validez del precepto estoico parce tempori, que tiene como destinatarios inmediatos a los jóvenes.

"Esto se hará mañana" - Lo mismo se hará mañana - ¿"Qué? Pues tú regalas un día como algo muy grande"- Pero cuando ha venido el siguiente amanecer, ya hemos consumido el mañana de ayer: y he aquí que otro mañana habrá gastado estos años y siempre habrá un poco más allá. Pues, perseguirás en vano el calce que se gira, aunque cerca de d, aunque bajo un mismo timón, cuando, rueda trasera, corras en el segundo eje". ''̂ Valgan de ejemplo LVCIL 743, OV. rem. 93s., y 101-105, SEN. dial. 10, 9, 1 o PETR. 45, 2. En cuanto a los versos 70-72, encontramos un eco de un enigma, que veremos recogido en Sinfosio (Aenigm. Symp. 246-249; cf. Hist. Apoll. -red. A- c. 43): Quattuor aequales ciirnmt ex arte sórores,/ Sic quasi cenantes, cum sit labor omnibus unus,/ Et prope sunt pariter, nec se contingere possimt.

134 F. Moya del Baño

También se dirigirá a los jóvenes para hacerles reparar en algo que les lleva a confundirse. Persio es consciente de que el deseo de "libertad" es propio de la juventud; y ese deseo es bueno, y debe ser el verdadero acicate de su formación. Ahora bien, "ser libre" no es hacer lo que a uno le viene en gana. Por eso Persio no dejará de insistir en que el peligro no reside en la libertad, sino en el desconocimiento de en qué consiste la verdadera libertad. Ser libre, pues , no es vivir como se quiere, como desea quien dice o piensa estas palabras recogidas en 5, 83-84:

An quisquam est aìiiis líber, nisi ducere vitam Cui licei, ut voluit?".

Pues, en efecto, "ser libre" no es compatible con hacer aquello que perjudica: la ratio lo prohibe, como deja claro en 5, 95-96:

Stat contra ratio et secretam gannii in aurem. Ne liceat facere id quod quis vitiabit agendo^^.

Insistirá en su alocución al j oven en mostrar qué es la libertad; desde luego - d i c e con ironia- no es carecer de amo que mande cosas como ir a los baños, y llevar los " raspadores" para rascarle la espalda, etc.; la libertad procede del conocimiento y consiste en vivir "distinguiendo" lo bueno de lo malo, la verdad de lo falso, saber qué hay que seguir y qué rechazar; esa es la libertad y la sabiduría, que van unidas. Eso es lo que debe saber el joven , eso lo que debe buscar, pues es evidente que el buen uso de la libertad le proporcionará moderación y ausencia de ambición.

Asi, dirá Persio, cuando el joven haya alcanzado el conocimiento, entonces, sólo entonces, podrá afirmarse de él con razón que es libre a la par que sabio; cf 5, 104 ss.

Haec mea sunt, teneo, cum vere dixeris, esto Liberque ac sapiens, praetoribus ac love dextro^''.

"¿Hay alguna otra persona que sea libre si no es la que puede vivir como ha querido?" "En contra se alza la razón y en secreto al oído murmura que nadie puede hacer lo que,

al hacerlo, perjudique". (Existe la variante vitiavit). "Cuando hayas dicho todo esto es mió, lo tengo, sé libre y sabio, siéndote propicios los

pretores y Júpiter".

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 135

N o se podrá juzgar , por supuesto, persona libre aquella que se limita a decir "soy libre", basándose - ins i s te Persio- en que no tiene un amo que le dé órdenes. Cf. 5, 124-125:

Liber ego, unde datum hoc sumis, tot subdite rebus? An domìnum ignoras, nisi quem vindicta relaxât? '"

Y recordará (siempre dirigiéndose a un tú =joven) que, igual que hay unas esclavitudes que vienen de fuera, derivadas de tener dueño al que hay que obedecer, hay otras esclavitudes peores, que viven en el interior del hombre ; son las que soportan quienes se dicen "libres" y son, sin embargo, esclavos de unos dueños de los que es más difícil escapar que del castigo de un amo; son las "pasiones", los deseos de poder, de dinero, la lujuria, las necesidades, en fin, que según se satisfacen, se hacen más grandes. Cf. 5, 129-131:

-sed si intus et in iecore aegro Nascuntur domini, qui tu impunitior exis Atque hic, quem adstrigiles scutica et metus egit herilis?^^

Persio tiene, ciertamente, una visión negativa de la juventud, o de gran parte de ella; es consciente de que los jóvenes son el fruto de una serie de influencias desfavorables; sus padres y familiares propician con el e jemplo o la permisividad su comportamiento; la sociedad en la que viven rechaza el saber; el instinto, además, los conduce a lo fácil, a rehuir todo trabajo y esfuerzo, y a caminar por los senderos del vicio. Persio, hemos visto, retrata a jóvenes preocupados por su aspecto exterior y algo afeminados; que beben y se divierten hasta altas horas de la noche y duermen la borrachera hasta el mediodía; no quieren aprender; son perezosos y practican el cras fiet y proclaman "soy libre y hago lo que quiero". A ellos quiere ayudar.

Pero también hay otra clase de juventud, la que quiere aprender; y, llegado el momento de poder elegir, opta por el conocimiento y se dedica, como hace Persio, al aprendijaze de la fílosofía bajo la dirección de un maestro.

Persio suele pintar actuaciones criticables a las que siguen consejos y amonestaciones de distinto tipo, pues su objetivo es que la juven tud cambie. A ella dedica de modo preferente sus sátiras. N o es su pretensión lanzar dardos

™ "Soy libre". ¿De dónde, esclavo de tantas cosas, asumes este regalo? ¿Es que no reconoces como dueño sino al que te puede desatar la vindicta?". " "Pero si los dueños nacen dentro y en el negro hígado ¿cómo escapas tú del castigo con más impunidad que éste, al que el azote y el miedo del amo condujo a los raspadores?".

136 F. Moya del Baño

sobre la sociedad; quiere salvarla; consciente de que la filosofía, el saber, puede conseguirlo, Persio, estoico convencido de que su misión es docere, se dirige, joven como es, a los jóvenes , pues, en realidad, sólo ellos están capacitados para aprender, sólo ellos pueden ser formados y modelados . Para ser felices necesitan aprender; tienen que aprender para luchar contra los vicios que son los verdaderos males que hacen daño al hombre. Persio sabe bien que la juventud es la edad fundamental no sólo en la vida del hombre sino en la vida de una sociedad; por eso está en su obra con una presencia tan importante.

Los jóvenes aparecen, como hemos ido viendo, sobre todo, en las sátiras tercera y quinta, entre las que existe una relación más que evidente; en ambas Persio habla a los jóvenes en edad de aprender, en el momento en que la letra de Pitágoras se presenta a sus vidas^"; en ambas , aunque part iendo de "modelos" distintos, se defiende a ultranza la educación y conocimiento de la filosofía que enseña a ser feliz; el tema primordial de ambas es la enseñanza y el conocimiento, que deben modelar al joven^^ En la tercera, están retratados los jóvenes "de buena familia" que desperdician su tiempo; a ellos, sin embargo, exhorta al estudio de las letras y la filosofía; les recomienda, frente a la molicie y desidia, connaturales al joven, el parce tempori, el conocimiento que sirve para tener una meta y conocer el sentido de la vida, que libera de males como la avaricia o la envidia {cf. 3, 60-76). En la quinta, Persio habla también del conocimiento, de su experiencia como alumno. Proclama que la enseñanza, el seguir los consejos de un maestro, proporciona el más alto grado de felicidad - la auténtica libertad, enseñando en qué consiste ésta, y cómo libertad y sabiduría van unidas {cf. 5, 114).

Si ahora hacemos un brevísimo repaso sobre el contenido del resto de la obra, podremos extraer algunas conclusiones que servirían de aval a "nuestra lectura" de las sátiras de Persio.

En los coliambos el satírico ofrece de la manera que le es propia las razones que le llevan a escribir sátiras, es decir, las que no le llevan. Es evidente que, consciente de la naturaleza distinta de su obra, se sitúa frente a los poetas de su época, que - d i c e - beben de las fuentes de las Musas y de ello comen, pues es el hambre, el dinero, lo que les lleva a escribir. Persio, por el contrario, no escribe para alimentar su estómago, es decir, para agradar oídos; su "inspiración" procede de fuentes diferentes a las de sus coetáneos; a él lo inspira la filosofía que profesa

" C / : 3, 56-57 y 5, 34-35. " Cf 3, 21-24 y 5, 40. En ambas está también el desprecio de la sociedad; cf 3, 77-83 y 5, 181-191.

Los jóvenes en las Saliras de Persio 137

y quiere dar a conocer; lo mueve el querer convencer de la bondad y necesidad del conocimiento.

En las sátiras, la pr imera es la programática, y el tema principal parece no ser otro que "el oficio de poeta". A juic io de Persio el poeta, es decir, quien ha recibido el don de saber y poder escribir para otros, t iene la responsabil idad de educar; por eso, de decir la verdad.

Ciertamente nuestro "resumen" de la sátira no está explicitado de este modo en Persio, pero sí podemos leerlo entre líneas, pues Persio, desde luego, an-emetc más que contra los malos poetas - q u e lo hace-, contra los l lamados poetas que tratan de cuestiones que nada tienen que ver con la vida, que pierden el t iempo y hacen perderlo en vana verborrea, recreando malamente temas -pocos y los mismos- de la mitología más decadente. Arremeterá también contra quienes escriben y declaman, jovenzuelos , los más , que todavía están en edad de aprender, y no de insinuarse repeinados y acicalados, en vez de ser ejemplos de verdaderos romanos.

Igual que sabe cuál es el oficio de poeta, sabe que no existe en esa sociedad un público dispuesto a escuchar la verdad'"*; t iene orejas de asno'"\ y si pensase en aprender, sólo lo haría desde su propio interés, para hacer ostentación (cf. vv. 24ss . )" \ Por eso, dirá, los poetas se esfiierzan en halagar a ese público esperando su aplauso. Y, lo que es más grave a juic io de Persio, esa aceptación y aplauso lo quieren los padres para los hijos (79ss.). La responsabil idad del poeta es formar, y decir la verdad; la del satírico, hacerlo por medio de la risa, rascando con la verdad las orejas (107-109). Pers io quiere continuar la obra de Lucil io, la de Horacio (114-118), aunque parece que se le niega la posibil idad (119-121). Pero está decidido a llevarlo a cabo y sabe bien que su crítica (hoc ridere meum, 122), y sus sátiras podrán tener algún lector, alguno cuyo oído esté cuhivado en la lectura de la comedia ática; a los incapaces de leer y entender su obra ("los tuertos que llaman tuerto a otro"; cf. v. 128) les recomienda otras obras.

N o dice Persio en esta sátira, tenemos que reconocerlo, que ésta vaya dirigida a los jóvenes , pero, a nuestro juicio, está implícito; pr imero, porque, del conjunto de la obra se deduce que es a los jóvenes a quienes hay que educar y salvar (por medio del conocimiento); y porque sólo se está en edad de aprender en la juventud. Sin embargo, en los versos 8-12 aparece más claro que lo mueve a escribir de un modo especial la juventud, puesto que no le gusta ver lo que ella

Puede verse cómo insiste en que sólo hay literatura de evasión, en que no se quiere escuchar la verdad (scire tuum nihil est. 27); decirla es peligroso (mordaci radere vero aurículas, 107s), etc. " C/. 1, 8 y 121. Sobre esto volveremos.

Cf. at puìchrum est digito mostrali (28).

138 F. Moya del Baño

hace, concretándolo en ese momento fundamental del paso de la niñez a la juventud. Cf. 1, 8-12:

Ah, si fas dicere! sedfas; Tune, qitum ad canitiem et nostrum istud vivere triste Aspexi ac nucibus facimus quaecumque relictis, 10 Cum sapimus patruos; tune tune, ignoscite, nolo; Quidfaciam? Sed sum petulanti splene- cachinno .

En efecto, con nucibus relictis^^ se refiere a ese momento en que, dejada atrás la niñez, hay que dedicarse al estudio; en otras sátiras se representa, como hemos recordado, con la letra de Pitágoras^'^; es momento de aprender, no de adoptar posturas inapropiadas^"; la tristeza de la sociedad {cf. 1,9), no sólo de los jóvenes, aunque, sobre todo, la de ellos, le debe de mover a escribir sátiras; le da risa - s in duda, una triste risa- esa gente, y con la risa, también triste, de la sátira^' va a intentar cambiarla.

En esta sátira primera, como hemos visto, volvemos a econtrar a los jóvenes, en concreto, en el jovenzuelo repeinado que declama sin preparación alguna y que es un claro ejemplo de los males de la ignorancia. En fin, parece no demasiado aventurado afirmar que Persio en esta primera sátira deja de alguna manera claro que escribe para los jóvenes , a los que recomienda el conocimiento.

En la segunda sátira, verdadero tratado filosófico, contemplamos las oraciones equivocadas de los hombres; sin duda, no saber en qué consiste la verdadera felicidad lleva a pedir a los dioses aquello que, a ju ic io de los humanos, la proporciona; por eso la sociedad suplica dinero, belleza, aplauso "exterior". Los males los buscan para ellos los propios hombres, que piden lo que no deben porque no saben (de nuevo el conocimiento) pedir. Frente al verdadero culto a los dioses, se

"¡Ah, si se pudiese decir! Pero ¡se tiene que poder! Entonces, cuando he visto ese triste vivir nuestro en la vejez, y lo que hacemos, una vez dejadas las nueces, cuando olemos a tíos, entonces, entonces -perdonadme, no quiero, ¿qué puedo hacer?, pero soy de bazo insolente- me muero de risa".

"Dejadas las nueces" equivale a "abandonado los Juegos de la infancia", pues con nueces solían los niños jugar a introducirlas en una vasija {cf 3, 50). o en un hoyo, a "pares y nones", etc. Es el momento del abandono de la bulla {cf 5, 30s.). 'V/.̂ , 56-57 y 5, 34-35. **" Lo dice con patruos sapere, que puede aludir a que los jóvenes, siendo ignorantes, se comportan como personas mayores, y, como los tíos que se encargan con severidad de la educación de los sobrinos, se permiten actuar como hombres maduros y dar consejos.

Cf. cachinno, siguiendo de cerca a Lucilio.

Los jóvenes en las Sátiras de Persio 139

alzan las "supersticiones" y se destaca la equivocación de una sociedad cuyas abuelas, como hemos comentado, piden para sus nietos frivolidades {cf. w . 31-34).

En esta sátira se ensalza, pues, el conocimiento, y en ella de nuevo encontramos a los jóvenes, que son víctimas de la sociedad que no sabe guiarlos por el camino del conocimiento y, como consecuencia, de la virtud y la felicidad.

Y pasamos ya a la cuarta. Si en todas las sátiras está el deseo de Persio de proclamar la bondad del conocimiento y la necesidad de la enseñanza, en la cuarta este deseo se dirige al sublime objetivo del conocimiento de uno mismo. Persio recomienda vivamente el nosce te ipsum, y lo hace a unos destinatarios muy especiales, a aquellos que desean dedicarse a la actividad polít ica Persio censura a quienes sin haber seguido los principios de la filosofía, completamente ignorantes, se atreven a gobernar**", a decir qué es lo justo y qué no lo es, cuando están muy lejos de distinguir el bien del mal, puesto que su preocupación es cuidar su estómago y su cuerpo {cf. w . 15-20). El conocimiento que se recomienda y que, lógicamente, es ineludibe para el gobemante, lo encontramos, al modo como actúa Persio, en su queja profunda de que nadie quiere conocerse, nadie intenta descender a su interior {ut nemo in sese temptat descendere, nemo, v. 23), o en el consejo con que finaliza la sátira, que no es otro que el esperado "conocerse a sí mismo" , pues ese conocimiento pone, sin duda, al ser humano ante su realidad: hay que rechazar lo que no se es, hay que vivir con uno mismo, y así se descubren las verdaderas deficiencias {cf. Respue quod non es, tecum habita, v. 51 ; y sobre todo: noris quam sit tibi curta supeilex, v. 52). Aunque no se explícita, parece lógico pensar que del conocimiento surgirá el cambio y, en consecuencia, la mejora.

Independientemente de quién o quiénes sean los "retratados" en la sátira, el tema de ella procedente, como el mismo Persio se encarga de indicar, de Platón, habla de una situación concreta romana, aunque transferida y transferible a otros lugares y épocas: Gobiernan quienes no están preparados o, de otro modo, para gobemar es ineludible haberse formado - e n la juventud- en el conocimiento y experiencia de la filosofía; los gobernantes no pueden tener "orejas de asno", aunque no pocos las tienen.

En la sátira sexta parece más difícil descubrir a los jóvenes o la fínalidad didáctica de la que venimos hablando; sin embargo, una lectura quizá más subjetiva nos permite constatar que también están en ella los jóvenes y la apología del conocimiento y la enseñanza. Dirigida a Cesio Baso**^, que es elogiado como poeta que, sin duda, actúa libre y razonablemente, sin "prostituirse", la sátira es, sobre

**- Cf V 1 : Rem populi tractas? Como se sabe, se encargó de editar las sátiras.

140 F. Moya del Baño

todo, un retrato del "sabio", de la persona que vive feliz la mediocritas, libre de la ambición y la avaricia; el retrato, mejor autorretrato, es, concretamente, el de Persio, ejemplo vivo de los efectos benéficos y saludables que produce el conocimiento, la filosofía; es el resultado de la labor del maestro y de la libre elección de Persio cuando se encontró en el momento de elegir entre dos caminos opuestos. Abundando en la idea, la felicidad de Persio, su sabiduría de la vida, habla de la persona que fue modelada en su juventud.

Persio, como todos los que han optado por el conocimiento, disfrutará con lo suyo, sin tener envidia de que el otro tenga más que éf'*; él, como aconseja, se contentará con lo propio pero no lo guardará como el avaro para dejárselo a un heredero, sino que dispondrá libremente, con liberalidad, de sus bienes. El uso acertado del dinero, de la riqueza, es fruto evidente del conocimiento^^

El breve repaso que hemos efectuado avalaría que el orden de las sátiras, tal como se ha transmitido, fuese del propio Persio, aunque las editase, como consta, Cesio Baso**''. El punto de vista desde el que hemos contemplado los textos ayuda a proponer una estructura. Hay una sátira programática, que da luz a las demás, pero que quedaría como introducción al conjunto, aunque no se puedan negar ciertas relaciones - d e contraste- con la sátira última; frente a los poetas, objeto de critica, de la primera, el ejemplo digno de elogio de la úh ima {cf. w . 1-6).

Dejada, pues, aparte la primera, las cinco restantes mostrarían una estructura piramidal, en la que ocupa el vértice la cuarta.

En todas las sátiras - l o venimos repit iendo- aparece defendido el conocimiento, en todas, de modo más o menos explícito, se insta a los jóvenes a aprender, ello se hace, sobre todo, en las sátiras tercera y quinta. Las sátiras tercera y quinta, cuyas relaciones son evidentes, se situarían en uno y otro lado del triángulo de la pirámide, en el centro.

Pero, si todos los jóvenes deben aprender para ser felices, para mejorarse y mejorar la sociedad en que viven, de modo m u y especial deben dedicarse al estudio de la filosofía aquellos que van a tener en sus manos , dirigiéndola y gobernándola, esa sociedad, y esto es lo que se encuentra, a nuestro ju ic io , en la sátira cuarta, que representa el vértice de la pirámide.

Recordamos que el tema de la avaricia en la sátira lleva aparejado ineludiblemente el de la envidia, que no haya otro más rico {cf, por ejemplo, HOR. sat. 1, 1, 40: (...) ne sit te ditior alter).

Saber para qué vale el dinero, el buen uso que debe hacerse de él es igualmente tema de la sátira {Cf PERS. 3, 69-70 u HOR. sat. 1, 1 73-75).

La biografía antigua de Persio habla de intervenciones por parte del editor, pero no parece que afectaran al orden en que se transmiten las sátiras.

Los jóvenes en las Sátiras de Persio

Persio, como lo hace la filosofía que practica, ve con muy buenos ojos la actividad política; el estoicismo recomienda, como se sabe, la part icipación activa en la vida pública; son los mejores los que deben dedicarse a ella. Por eso, a nuestro juicio, ocupa la sátira cuarta ese lugar principal en la obra de Persio. El satírico, al criticar la realidad social, quiere poner de manifiesto que no pueden dedicarse a la política quienes no se hayan previamente dedicado al estudio, y, sobre todo, al estudio y conocimiento de sí mismo, el culmen del conocimiento, representado en el "manda to" nosce te ipsum, conocimiento que sólo se consigue con la enseñanza de un maestro, con la profesión de la filosofía.

Finalmente, en la base de los lados del tr iángulo de la pi rámide estarían las sátiras segunda y sexta. Las relaciones entre ellas, amén de la forma epistolar que adoptan al principio, pueden cifrarse en que los destinatarios, Macr ino y Baso, son buenos ejemplos de personas sabias, y, por tanto, distintas a la mayoría ignorante; el pr imero sabe cuáles son las cosas importantes en la vida, lo que se expresa en que sabe pedir a los dioses lo que se les debe suplicar; el segundo, es poeta también sabio, que nada tiene que ver con los "malos"; también en esta última sátira está de nuevo Persio, ejemplo indiscutible de "sabio" que ha aprendido y sabe todo lo que necesita para ser feliz.

Así pues, creemos que es posible nuestra hipótesis, que propone que el hilo conductor de las sátiras de Persio es la defensa a ultranza del conocimiento , el único capaz de dar la felicidad, y de la enseñanza que lo proporciona.

Esta enseñanza, salvo raras excepciones, sólo puede ir dirigida a los jóvenes , que por ello son protagonistas fundamentales en la obra de Persio y, sobre todo, especialísimos destinatarios.

De entre los jóvenes formados y modelados por el maestro que transmite conocimiento y experiencia deben salir los responsables del gobierno, pues Persio considera, como estoico convencido que es, que la actividad polít ica es, sin duda, la más noble actividad del hombre , de lo cual se trata, al modo de la sátira y de Persio, en la sátira cuarta.

En nuestra opinión, Persio cree más que ninguno de los otros poetas satíricos en que la sociedad no está condenada a ser como él mismo la retrata;

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puede cambiar a mejor, y la sátira^', el ridentem dicere veruni, puede contribuir a ello«^

*' No es preciso decir que también en los otros satíricos contemplamos a veces la sátira como "enseñanza" {cf. HOR. sat. 1, 1 ó 1,3; IVV. 10); en el caso de Horacio, jóvenes y enseñanza, como me recordaba el profesor Segura Ramos, se pueden ver juntos en las Odas (carm. 3, 2, sobre todo, en los versos 1-16; o en 3, 6, en especial, en los versos 17-48).

Hemos elegido este tema para recordar a nuestros dos queridos compañeros, los Profesores José Manuel Diez y Concepción Bermejo, porque siempre fueron jóvenes y porque la sonrisa era una manera de ser y sentir de ambos, los cuales, sin duda, sonreirán ahora juntos, con esa sabiduría y libertad que les caracterizó, desde el lugar que comparten, como otrora hicieran en el antiguo Departamento de Clásicas de la Universidad de Murcia.