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    Dossier Snchez: Aporte al CentenarioPor Hugo Vallenas

    A continuacin, un conjunto de elementosinformativos y de anlisis sobre el granmaestro, acompaado de dos captulos de unabiografa novelada no publicada en el Per:Valdivia, el fundador (Ed. Ercilla, Santiagode Chile, 1941). En los datos biobibliogrficosslo ha sido consignado el ao de aparicinde la primera edicin de cada ttulo. Paramayor informacin sobre las distintasreediciones puede consultarse LAS: guabibliogrfica (Lima, 1994) del autor de estas

    lneas.

    1. Luis Alberto Snchez :Datosbiobibliogrficos bsicos

    1900-1916

    Nace en Lima el 12 de octubre. Sigue estudios escolares en los SS CC de La Recoleta.Publica cuentos y semblanzas histricas en el Boletn Escolarrecoletano. A los 16 aos

    participa del grupo literario que publicaLux, firmando colaboraciones como Rafael DArgento. Conoce a Valdelomar, Maritegui y otros escritores. Colabora en lasrevistasAriely Sudamrica.

    1917-1926

    Ingresa en 1917 a la Facultad de Letras de San Marcos. Participa en la ReformaUniversitaria de 1919. Escribe artculos y reportajes para Hogar, Mundial, El Tiempo yotros. Trabaja como Secretario en la Biblioteca Nacional. Graduado en Filosofa yLetras en 1922. Docente en el Colegio Alemn. Largo viaje reporteril sudamericano en1923 tras las huellas del Libertador. Graduado de abogado en 1926.

    Primeros libros:

    1918: Breve noticia de la fundacin y transformaciones de la Facultad deLetras. (Coautores: L A Loayza y R. Saavedra Pinn)

    1919: Los poetas de la Revolucin (ponencia para el Conversatorio Universitario)

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    1920: Nosotros. Sobre el nacionalismo literario en el Per (tesis de bachiller).

    1921: Los poetas de la Colonia (Euphorion, Lima)

    1922: Elogio de don Manuel Gonzlez Prada (Torres Aguirre, Lima)

    1924: Diego Dvalos y Figueroa (Monografa UNMSM)

    1925: Sobre las huellas del Libertador(Rosay, Lima)

    1927-1931

    Catedrtico de San Marcos desde 1927. Ejerce abogaca y periodismo de opinin.Organiza curso integral de Literatura Peruana. Polemiza con J. C. Maritegui sobre elindigenismo. Viaja a Chile en 1930 como profesor visitante. Preside AsociacinNacional de Periodistas.

    Se interesa por la poltica. Se afilia en el aprismo en 1931. Es elegido al CongresoConstituyente en octubre.

    Libros publicados:

    1927: Don Ricardo Palma y Lima (Premio Literario Municipal de 1926).

    1927: Gngora en Amrica. El Lunarejo y Gngora (El Sol, Lima e Imp. Nacional, Quito)

    1928: La literatura peruana. Tomo I. (Talleres Per, Lima)

    1928: Se han sublevado los indios. Esta novela peruana (Opinin Nacional, Lima)

    1929: Programa de literatura americana y del Per (Talleres La Prensa, Lima)

    1929: La literatura peruana. Tomo II (La Opinin Nacional, Lima)

    1930: Don Manuel(Rosay, Lima)

    1931: Don Manuel(traduccin al francs, Exclsior,Pars)

    1932-1945

    Intensa actividad poltica. Exiliado en febrero de1932. Profesor visitante y periodista en Cuba,Centroamrica y Ecuador. Retorno al Per en

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    agosto de 1933 y nuevo destierro, a Chile, en diciembre de 1934. Catedrtico,periodista y editor en Chile y luego en Buenos Aires. Viajes diversos comoconferencista y catedrtico, incluidos los EE UU. Regresa al Per en 1945 y es elegidodiputado.

    Libro publicados:

    1932:Amrica, novela sin novelistas (Librera Peruana, Lima)

    1932-1934: (Folletos proselitistas y textos escolares diversos)

    1934: Panorama de la literatura actual(Ercilla, Santiago)

    1934: Haya de la Torre o el poltico (Ercilla, Santiago)

    1935: Vida y pasin de la cultura en Amrica (Ercilla, Santiago)

    1935: Breve tratado de literatura general(Ercilla, Santiago)

    1936: La Perricholi (Ercilla, Santiago)

    1936: La literatura peruana. Tomo III. (Nascimento, Santiago)

    1937: Historia de la literatura americana (Ercilla, Santiago)

    1938: Dialctica y determinismo (Ercilla, Santiago)

    1939: Garcilaso Inca de la Vega, primer criollo (Ercilla, Santiago)

    1941: Balance y liquidacin del 900 (Ercilla, Santiago)

    1941: Valdivia, el fundador(Ercilla, Santiago)

    1942: El pueblo en la revolucin americana (Amricalee, Buenos Aires)

    1942: Historia general de Amrica (Ercilla, Santiago) 2 tomos

    1942: Una mujer sola contra el mundo (Ercilla, Santiago)

    1942: Un sudamericano en Norteamrica (Ercilla, Santiago)

    1943: Los fundamentos de la historia americana (Amricalee, Buenos Aires)

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    1944: Nueva historia de la literatura americana (Amricalee, Buenos Aires)

    1944: Breve historia de Amrica (Coli, Mxico)

    1945: Existe Amrica Latina?(FCE, Mxico)

    1946-1957

    A fines de 1946 inaugura sucolumna Cuaderno de Bitcora,continuada dcada tras dcada ypublicada en diarios y revistas de todo elcontinente. Es Decano de la Facultad deLetras y luego Rector de San Marcos en

    1946. Preside delegacin peruana a laUNESCO. Nuevo exilio en 1948. Profesorvisitante en diversos pases (Mxico,Puerto Rico, Cuba, Guatemala, Uruguay,Panam, Colombia, Venezuela,Francia, EEUU y otros).

    Libros publicados:

    1948: El seor Segura, hombre de teatro (PTCM, Lima)

    1949: Reportaje al Paraguay(Guarana, Buenos Aires)

    1950: La tierra de Quetzal(Ercilla, Santiago)

    1951: La literatura peruana (Guarana, Buenos Aires) Obra reescrita. 6 tomos.

    1953: Proceso y contenido de la novela hispanoamericana (Gredos, Madrid)

    1955: Haya de la Torre y el APRA (Del Pacfico, Santiago)

    1957: Escritores representativos de Amrica. 1.Serie (Gredos, Madrid) 3 tomos.

    1958-1969

    Ctedra temporal en Nueva York y Pars entre 1958-1959. Rector de San Marcos en1961. Senador en 1963. Co-fundador del Parlamento Latinoamericano en 1964.Presidente del Senado y por 3 vez Rector de San Marcos en 1966. Preside en 1968 la52. Asamblea de la Unin Parlamentaria Internacional.

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    Libros publicados:

    1958: El Per: retrato de un pas adolescente (Continente, Buenos Aires)

    1960:Aladino o vida y obra de Jos Santos Chocano (Ed. Libro Mexicano, Mxico)

    1961: La universidad no es una isla (Villanueva, Lima)

    1963: El pecado de Olazbal(Populibros, Lima)

    1963-1969: (Folletos con discursos e informes parlamentarios diversos)

    1966: La literatura peruana. (Nueva versin) Ediventas, Lima. 5 tomos

    1967: El doctor Ocano. Don Pedro Peralta y Barnuevo (UNMSM , Lima)

    1967: Una novela limea (1920). Snchez y otros. (UNMSM, Lima)

    1968: Pasos de un peregrino, son errante. Antologa de J. Puccinelli (Villanueva, Lima)

    1969: Valdelomar o la belle poque (FCE, Mxico)

    1969: La universidad actual y la rebelin juvenil(Losada, Buenos Aires)

    1969: Testimonio personal. Memorias (Villanueva, Lima) 3 tomos

    1970-1985

    En 1970 la dictadura militar lo aparta de las funciones acadmicas y debe aceptarctedras en el exterior. En 1975 integra el Instituto Internacional de LiteraturaIberoamericana con sede en Madrid. Elegido a la Asamblea Constituyente en 1978:ejerce como primer vicepresidente de la Asamblea y como presidente de su ComisinPrincipal. Promulga la nueva Constitucin en 1979. Miembro de la Academia Peruanade la Lengua y senador en 1980. Miembro de la Real Academia de la Lengua enAmrica Latina en 1981.

    Libros publicados:

    1971: Introduccin crtica a la literatura peruana (Villanueva, Lima)

    1972: Escritores representativos de Amrica. 2. Serie (Gredos, Madrid) 3 tomos.

    1973-1976: Historia comparada de las literaturas americanas (Losada, Buenos Aires) 4tomos.

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    1975: Cuaderno de Bitcora. Compilacin de artculos por Willy Pinto G. (Mosca Azul,Lima)

    1975:Amrica precolombina, descubrimiento y colonizacin (Edaf, Madrid)

    1975:Amrica, desde la revolucin emancipadora hasta nuestros das (Edaf, Madrid)

    1975: Visto y vivido en Chile. Bitcora chilena (Ed. Unidas, Lima)

    1976: La polmica del indigenismo. Snchez y otros. Antologa de textos (1926-1930)por M. Aquzolo. (Mosca Azul, Lima)

    1976: Escritores representativos de Amrica. 3. Serie (Gredos, Madrid) 3 tomos.

    1976: Mito y realidad de Gonzlez Prada (Villanueva, Lima)

    1977: Nuestras vidas son los ros... (UNMSM , Lima)

    1977: La juramentacin de Daro Beltrn. Ejercicio narrativo (Mosca Azul, Lima)

    1977: Escafandra, lupa y atalaya. Antologa de ensayos (ECH, Madrid)

    1978:Apuntes para una biografa del APRA (Mosca Azul, Lima) 3 tomos.

    1978: Historia de una industria peruana. Backus y Johnston (Cientfica, Lima)

    1980: La literatura en el Virreynato. Tomo V de Historia del Per (Meja Baca, Lima)

    1981: Per: nuevo retrato de un pas adolescente (Mosca Azul, Lima)

    1982: Correspondencia Haya-Snchez(Mosca Azul, Lima) 2 tomos

    1983: Los seores. Relato esperpento (Mosca Azul, Lima)

    1983: Los burgueses. Relato esperpento (Mosca Azul, Lima)

    1984: Los redentores. Relato esperpento (Mosca Azul, Lima)

    1984: Pasajeros. PSNC Orcoma (1928-1930). Relato (Print Color, Lima)

    1984: Poltica sin caretas. Recopilacin periodstica. (Okura, Lima)

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    1984: Los revoltosos. Relato esperpento (Mosca Azul, Lima)

    1985-1994

    Lder parlamentario, presidente del consejo deministros y vicepresidente de la Repblica durante elperodo 1985-1990. Periodista de opinin en mediosescritos, radiales y televisivos y conferencista.Nuevamente elegido al Congreso en 1990. Se dedica asus libros y artculos tras el cierre del CongresoNacional en 1992. Sufre crisis de salud en marzo de1993 que no le impide proseguir su trabajo intelectual.Fallece sbitamente el 6 de febrero de 1994.

    Ultimos libros publicados:

    1985: Conservador no, reaccionario s: Jos de la Riva Agero (Mosca Azul, Lima)

    1985: Snchez tiene la palabra. Testimonio parlamentario (CDI, Lima) 3 tomos

    1986: Prlogos latinoamericanos (CDI, Lima)

    1987: El Per: retrato de un pas adolescente. Nuevo retrato de un pasadolescente. (Revisados). Flash de un pas a punto de dejar de ser adolescente . (Peisa,Lima)

    1987: Enseanza, descubrimiento, educacin y creacin (Desa, Lima)

    1987: Rigoletto, el sigiloso. Anecdotario novelado. (Mosca Azul, Lima)

    1987: Testimonio personal. (Mosca Azul, Lima) Nueva edicin ampliada. 5 tomos.

    1988: Crnicas de Luis Alberto (Desa, Lima)

    1988: La vida del siglo. Antologa de Hugo Garca S. (Ayacucho, Caracas)

    1988: Examen de conciencia. Recopilacin periodstica por Ismael Pinto (Mosca Azul,Lima)

    1989: El coronel. Relato. (Mosca Azul, Lima)

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    1990: El joven Snchez. Antologa de Ismael Pinto. (Desa, Lima)

    1990: El Per visto por LAS. Crnicas. Compilador Donald Henderson (Pachactec,Lima)

    1993: Legua, el dictador(Pachactec, Lima)

    1994: Sobre la herencia de Haya de la Torre. Coautor Hugo Vallenas (Nova Print, Lima)

    Libros pstumos:

    1997:A Bolvar. Escrito en 1969. (Instituto LAS, Lima)

    1998: La literatura peruana. Tesis universitaria de 1920 (Instituto LAS, Lima)

    Libros an inditos:

    Vida de Santa Rosa.

    Palos de Ciego

    Testimonio personal(tomo VII

    2. Luis Alberto Snchez, narradororiginal

    Snchez naci en Lima casi con el siglo, el12 de octubre de 1900, y falleci en esta

    misma ciudad el 6 de febrero de 1994. Laextensa y relevante actividad quedesarrollara como educador, investigador,periodista y poltico impulsa a asociarloestrechamente con la prosa erudita,profesoral o proselitista. Se olvida que eldenso tratadista de La literatura peruana yla Historia comparada de las literaturas

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    americanas, fue tambin un literato sensible y adems innovador.

    Aproximndonos al Centenario del gran escritor y maestro, es importante rendirhomenaje al gnero que recoge las pginas ms valiosas y representativas de suamplio talento: la biografa novelada. Es a partir de Snchez que la biografa novelada

    no slo se inicia sino adquiere estatura genuinamente literaria en nuestro medio. Sinperder su indesligable vnculo con la investigacin histrica y bibliogrfica, se enlazaen forma y contenido con la narrativa de ficcin. En todas ellas, la calidad literaria queexhibe Snchez no es el resultado del rebuscamiento sino del deseo de llegar alpblico ms amplio posible. Es una prosa directa, mundana, amena y de rico colorido.Como lo podr comprobar el lector en la seleccin de Valdivia, el fundador que aquacompaamos.

    Snchez y la narrativa

    El Boletn Escolardel colegio limeo de los SS CC de La Recoleta da fe de la precoz

    vocacin literaria de Snchez publica all su primer cuento en 1909 as como sutemprana aficin por hilvanar la narrativa y la historia. Escribi en 1915 parael Boletn recoletano una interesante coleccin de Siluetas biogrficas parcialmenterecogidas por Ismael Pinto en su antologa El joven Snchez(1990). En esas brevesestampas Snchez da ms importancia a lo novelesco de cada personaje que a listardatos biogrficos.

    A los 20 aos, siendo ya un prometedor intelectual y un cotizado periodista deopinin, Snchez incursiona airosamente en forma oficial en la creacin narrativa al

    lado de plumas importantes como Jos Glvez, Luis Fernn Cisneros, Ricardo VegasGarca y otros, formando parte de un grupo de literatos convocados por el periodista

    Ezequiel Balarezo Pinillos (Gastn Rger). El propsito era escribir por entregasindividuales, sin plan ni acuerdo previo sobre la trama a seguir una novela limea

    en las pginas de Hogar. Snchez aporta el quinto de los trece captulos publicadosentre agosto y diciembre de 1920, dando a la obra un sesgo hiperrealista, donde laficcin se confunde con incidentes y personajes bien conocidos por los limeos deesos das. Hilvana ficcin y crnica. Esta curiosa Novela limea de Hogarse public en1967, con Colofn de Alberto Tauro .

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    Los aos siguientes vieron a Snchez hurtarle tiempo al poltico y al tratadista connarraciones siempre ceidas a vivencias, recuerdos de terceros o documentos depoca. Sobre las huellas del Libertador(Rosay, Lima, 1925) y Pasajeros (escrita en1930, indita hasta 1983) son relatos memoriosos, asimilables a cualquiera de losvolmenes de sus frondosas memorias, su Testimonio personal. El pecado deOlazbal(Populibros, Lima, 1963), La juramentacin de Daro Beltrn (1977), Elcoronel(Mosca Azul, Lima, 1989) y el ciclo llamado Relato esperpento en alusin ala idea de literatura libre de Ramn del Valle Incln- formado por Los seores (MoscaAzul, Lima, 1983), Los burgueses (Mosca Azul, Lima, 1983), Los redentores (Mosca

    Azul, Lima, 1984) y Los revoltosos (Mosca Azul, Lima, 1984), se basa asimismo ensituaciones verdicas donde apenas han variado algunos nombres y lugares porelemental discrecin.

    Esa persistente devocin por la narracin verista, enlazada con la crnica o con lahistoria, segn se trate de hechos recientes o pasados, es un leit motiven la narrativade Snchez. No le convence y tampoco se aficiona por la literatura de ficcin pura.Aboga por la fidelidad al terruo, al entorno, a lo vivido. No es partcipe, como confiesaen el primer tomo de La literatura peruana, en 1928, de copiar cuadritos suizos eitalianos o interpretar misticismos fin du siecle y tampoco le agrada la literaturaexenta de vivencia, literatura de vallecitos costeos sin conocer siquiera la angustia

    del arenal (pp. 82-83), as tenga pretensiones de denuncia social o poltica. SegnSnchez, la literatura no se concreta a manifestaciones p latnicas sino que tiene unprofundo sentido humano que es preciso desentraar (pp. 13 - 14). Igual opina de loscrticos. En los primeros pasajes de su libro de ensayos Vida y pasin de la cultura en

    Amrica (1935) reprocha a Marcelino Menndez y Pelayo haber escrito una Historiade la Literatura Hispanoamericana, desde Madrid, sin haber aspirado el perfume de

    nuestras selvas sin haber mecido la vista al comps ofidiano de una mulata, ni

    haberse encrespado al spero y calino olor de una negra antillana. De ah el gran

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    aprecio que Snchez tena por aquella literatura capaz de aunar, adems de talentonarrativo y audacia estilstica, verismo vivencial y descarnada sinceridad.

    El bigrafo colorista

    Las biografas de Snchez guardan entre sun conjunto de rasgos distintivos. Ademsdel verbo llano y sin rodeos y del dosificadoempleo de las referencias documentales, ellector podr comprobar que en todas ellasel personaje es retratado sin retoques, contodos sus mritos o demritos terrenales.Otro rasgo comn es la gran importanciaque Snchez da a la descripcin de la pocay a la presencia de otros personajes; elbiografiado es uno ms entre iguales, sin

    sobremesuras y sin omisin del escenariosocial. Destaca tambin elgrafismo, lagracia descriptiva de situaciones ypersonajes, as como el sentido delpathos,de la emocin y la tensin dramtica a lo

    largo de cada tramo biogrfico.

    Estas cualidades ebullen con entera libertad en sus biografas noveladas, biografasque siguiendo el ejemplo de Emil Ludwig, Andr Maurois, Stefan Zweig y otrosescritores notables de la Europa de comienzos de siglo, pretendan popularizar laHistoria, sin desmedro del rigor documental, sin superponerle ficciones gratuitas y sin

    dejar de crear novela en cuanto a la tcnica narrativa. Tal es el caso de Don Manuel;Garcilaso Inca de la vega, primer criollo; Valdivia, el fundador; Una mujer sola contra el

    mundo. Flora Tristn, La Paria; La Perricholi y la obra pstumaA Bolvar. Sin embargo,aquellas biografas usualmente consideradas formales en los ficheros bibliogrficoscomo El seor Segura, hombre de teatro; Aladino o vida y obra de Jos Santos Chocano;Valdelomar o la belle poque y El doctor Ocano distan muy poco de las primeras enamenidad y llaneza.

    Por ejemplo, El seor Segura, hombre de teatro (Lima, 1948), no obstante lasinevitables digresiones sobre crtica literaria y las notas a pie de pgina, tiene todo elempaque de una narracin, y se disfruta su lectura como si se tratase efectivamente de

    una novela. Basta prestar atencin a las primeras lneas del Cap. I, que evocan losinstantes postreros de la batalla de Ayacucho: Nube entre las nubes, flotaba sobre el

    azul la blanquecina estela del ltimo caonazo. Los frreos tubos, fatigados de unlargo ladrar, alzaban al cielo, desde sus rodas y mugrientas cureas, las humeantes yenmudecidas bocas. De las cimas del Condorcunca, canosas de tanto invierno,descenda interminable cortejo de guerreros mohinos y desarmados, muchos de ellosluciendo vendajes y cabestrillos a manera de luctuosos oriflamas.

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    En Don Manuel(Lima, 1930), su primera biografa novelada y la primera de AmricaLatina, siguindole en turno Mart, el apstol(Madrid, 1932) de Jorge Maach--encontramos admirables ejemplos de concisin y a la vez precisin descriptiva.Bastan estas lneas iniciales del Cap. IX para invitarnos a rememorar la ocupacinchilena de Lima de 1881: Aquel 17 de enero enlutada y sombra, la capital

    aguardaba la dura suerte de la guerra.

    Quizs el aspecto ms caracterstico de las biografas de Snchez anida en lasdescripciones fisonmicas. As evoca el semblante de don Pedro de Peralta y Barnuevoen el Cap. I de El doctor Ocano(Lima, 1967): Los ojos hundidos y fisgones, casidespectivos; nada voluntarioso el mentn; la mano con muchos relieves, de largosdedos; las piernas secas, poco airosas, bajo la ceremoniosa media negra; () unasonrisa burlona iluminaba aquella estampa de Felipe II rojinasn y de postiza yempolvada pelucota.

    Por momentos tales bocetos fisonmicos llegan a ser caricaturescos. As ve Snchez el

    entorno bohemio de Abraham Valdelomar en el Cap.XVI de Valdelomar o La bellepoque(Mxico DF, 1969): Salvador Romero Sotomayor, un hombrecito pequen yflacucho, amarillo como un amancae () soliloquiante como un sacristndesengaado; Fabio Camacho, el dulce Fabio, un zambo alto, carirredondo () de vozaflautada y ademn uncioso (); Alberto Hidalgo, () insolente, procaz y huidizo, lo

    que ocultaba tras el despliegue de grandes ademanes viri les; () Percy Gibson ()mefistoflico en su apostura de grulla; dipsmano, socarrn y lrico; () Csar A.

    Rodrguez, () feo y solemne como un huaco batrcico.

    Cada libro una historia

    Algunas de estas biografas han sido motivo de pequeas querellas intelectuales.Luis Alberto Snchez public Garcilaso Inca de la Vega, primer criolloen 1939, conmotivo del IV Centenario del nacimiento del autor de los Comentarios Reales. Lamencin primer criollo no gust a diversos tericos latinoamericanos del

    indigenismo. El argumento era el siguiente: si se entiende por criollos a los espaolesamericanos, defensores de una cultura distinta a la indgena, es obvio que a Garcilaso,

    racialmente mestizo y espiritualmente Inca, no le corresponde el concepto de

    primer criollo. Si la biografa en cuestin no ignora e incluso abunda en detalles

    sobre el origen y la personalidad de Garcilaso, por qu ese ttulo? Lo que Snchezpretenda era situar a Garcilaso como el gestor y el primer expositor de una culturade sntesis de la europeo y lo americano. Para Snchez la obra de Garcilaso no es

    indigenista ni anticolonial, no obstante su reivindicacin de la pasada grandezaInca: es criolla. El concepto proviene de Jos Vasconcelos, cuya obraIndologa (1926)mantuvo su influencia en esos aos.

    Lejos de pretender agotar el tema, esta nota preliminar slo desea referir algunosmotivos importantes relacionados con la obra narrrativa de Luis Alberto Snchez. Es ala vez una invitacin a leer sus libros, todos ellos apasionantes y representativos deuna visin esperanzada de lo que el maestro llam "un pas adolescente".

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    3. Introduccin a Valdivia, el fundador de LAS

    Luego de su biografa novelada dedicada al Inca

    Garcilaso (Santiago 1939), Snchez decide retomar elgnero para rendir homenaje al IV Centenario de lafundacin de Santiago de Chile con Valdivia, el

    fundador. All, en una escueta Dedicatoria explica que lohace como tributo a la hospitalidad chilena durante suexilio. Una nota de presentacin de la editorial agregaque la obra tiene como mvil dar amenidad a la

    historia documental, al par que documentacin alrelato novelesco, exacta definicin de lo que es labiografa novelada.

    El capitn Pedro de Valdivia emprendi la segunda expedicin espaola al sur del roMaule en abril de 1539, mientras naca en el Cuzco el hijo mestizo del capitnSebastin Garcilaso de la Vega, llamado a alcanzar la inmortalidad en las letras. Estabiografa novelada sigue el rastro del atrevido conquistador desde el inicio de lacampaa chilena. Toda la gesta del capitn Valdivia ser una lucha sin tregua, cruel,entre forasteros y nativos, cuyos hitos victoriosos para las armas castellanas son lasciudades fundadas: Santiago de la Nueva Extremadura, Concepcin, Valdivia,Villarrica, Imperial, etc.

    Por su proximidad temtica y de poca, por las amplias referencias al contextohistrico y por su peculiar manejo de las individualidades el protagonista resulta serun actor secundario permanente mientras cada captulo tiene uno o ms actoresprincipales de fugaz participacin, Valdivia, el fundadorforma de hecho un dpticocon Garcilaso Inca de la Vega, primer criollo (1939).Un aspecto interesante tratadoen Valdivia, el fundadores el peculiar vnculo de lealtad entre Valdivia y Pizarro noobstante sus dismiles personalidades. Nos aproximaremos a este tema en el siguienteextracto, que incluye asimismo una interesante semblanza de Diego de Almagro, jefede la primera expedicin espaola hacia Chile.

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    4. Valdivia, el fundador por LAS

    Nota.- Han sido seleccionados los dosprimeros captulos, con sus ttulosoriginales, correspondientes a las pgs. 11

    a 36 de la primera edicin: Valdivia, elfundador, Coleccin Contemporneos,Editorial Ercilla, 221 pgs., Santiago deChile, 1941; con Dedicatoria y breve notabibliogrfica del autor. La misma editorialrealiz tres ediciones posteriores quereprodujeron fielmente la primera. No seha publicado en el Per.

    Captulo I

    "Gente que a ningn rey obedece"

    Aquella maana, bajo el cielo fosco, preado de tormenta, descansaban los soldadosespaoles, lacio el brazo, dormida la tizona, mientras por las calles de altos y sombrosmuros destilando tiempo, marchaban con su rtmico trotecito, bajo la carga ineludible,cachos de piedra ellos tambin, los quechuas. Atmsfera incierta: la primavera nodespuntaba todava ni el invierno se resolva a alejarse. Epoca indecisa: el pendn realondeaba opaquecido por entre las imponentes moles de las fortalezas y palaciosincaicos. Sobre algn parche ennegrecido de msica y lluvias, redoblaban porfiados y

    nostlgicos palillos remedando, no marcha militar, sino aire de fiesta de la tierralejana, lentos y retorcidos bailes de almea, violenta danza de maja retadora.

    El caballo aqul par las menudas orejas exhalando prolongado relincho en i mayor, alver cruzar a su vera, gentilsima, arisca y remilgada, a una llama con ms rizos quepeluca de galaica corte. Pero, no todo era descuido, sin embargo. En un rincn de laplaza fruncan el ceo espaoles sin duda descontentos. Cerca, se empinabanenhiestas algunas lanzas, como recordndoles que haba tambin cierto lindero entrebarba y barba, entre vencedores y vencidos. En la cima de un poste, verdusca y maloliente, se desmigajaba una cabeza humana. Fnebre pelambre circua el rostroexange y envilecido. Persign el cielo el guio de un relmpago. Los rebaos de

    llamas y alpacas atravesaron la plaza, tratando de disimular su azoramiento con malcomprada dignidad. Desde la puerta del Colcampata destac su perfil de legendariogrifo el seor marqus don Francisco Pizarro. No asomaba solo ni estaba, al parecer,de buena guisa, pues hasta ms all del cortejo se oyeron sus voces:

    Ha de haber perdido el seso! Por qu, si no, pretende abandonar su rica mina dePorco y trocar los doscientos mil castellanos que de renta obtiene por las doscientas

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    mil hambres que pas all ese digo, el Adelantado Almagro, cuando so conquistara Chile?

    El ms audaz se atrevi a responder:

    Seor, el capitn Valdivia insiste...

    Qu ha de insistir cuando sepa la verdad de las cosas! Habisle dicho qu leaguarda?

    Se le ha dicho, seor...

    Entonces... algn demonio se le ha metido dentro del cuerpo, tal vez FranciscoPizarro repas las cuentas de su barba, o tal vez sea ambicin de mujer la quele empuja a cometer semejante locura,... Esa Ins de Surez parece hembra capaz derevolverle el caletre al ms pintado, as sea hombre aguerrido y de experiencia como

    el capitn Valdivia, a quien diz que la tal... sirve... y ama. Debe ser ambiciosa la tal...

    Y el capitn Valdivia, tambin.

    Mas, no sabr l que Pero Sancho de la Hoz pretende lanzarse a igual aventura yha trado para ello pliegos del Rey Nuestro Seor?

    Lo sabe.

    Le han repetido lo que el cura Cristbal de Molina cuenta de esa tierra?

    Se lo han repetido, seor.

    Ha odo algo de labios de los sobrevivientes que fueron con el Adelantado?

    Lo ha odo, seor.

    Le han dicho que el Inga, en sus ms prsperos tiempos, tampoco pudo pasar msall del Maule?

    Se lo han dicho, seor, y arguye que l llegar hasta el mismsimo Polo,sobrepujando a don Hernando de Magallanes...

    Francisco Pizarro sigue acariciando las barbas, camndula de su perplejidad. Tiene elceo apretado a fuerza de cerrar el albedro a todo cuanto no sea inslito. Un rayo deluz muere en su bruido casco, arrancndole destellos. Paso a paso, regresa a suhabitacin cuajada de hierros. El viejo conquistador no logra reprimir el gesto deimpaciencia ni contener las palabrotas que le hierven en los labios. Un exgetaminucioso, relamido y pstero dir ms tarde que el descubridor del Per "se espantdel deseo de Valdivia dejando su rica mina", y el propio capitn don Pedro, aos

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    despus, escribir, desde La Serena, al emperador: "Sepa Vuestra Majestad que cuandoel Marqus don Francisco Pizarro me dio esta empresa, no haba hombre que quisiera

    venir a esta tierra, y los que ms huan della eran los que truxo el Adelantado don Diego

    de Almagro que, como la desampar, qued tan mal infamada que, como de la

    pestilencia, huan della; y an muchas personas que me queran bien y eran tenidas por

    cuerdas, no me tuvieron por tal cuando me vieron gastar la hacienda que tena enempresa tan apartada del Per".

    "Gastar la hacienda que tena!" Nunca ha de callar, en el osado capitn Valdivia, lavoz de celoso contador que vela en l.

    ******

    No le falt razn al marqus para considerar con asombro el capricho de Valdivia, Porlas callejuelas del Cuzco merodeaban las consejas sobre aquel pas lejano y hostil ysobre aquella gente "que a ningn rey obedece", cual dira un poeta, ms tarde, venido

    a sufrir y a vengarse cantando sus breas. Dos eran las fuentes de las inquietudes entorno al nombre de Chile: las dos, de opuesto origen, convergan en sus conclusiones.Incas y espaoles sentan desasosiego, respeto y temor hacia la comarca de allende eldesierto. Ninguno, el arcabuz ni la flecha, la borla imperial ni el yelmo conquistador,la chonta ni el hierro, haban tenido xito al pretender sojuzgar a sus pobladores y,menos an, a la naturaleza insobornable y brava del Ande. Desde la yema de latradicin llegaba el eco de la ira de Tpac Inca Yupanqui, al ver a sus generalesregresar desalentados de la primera empresa, contra la cual escollaba su seoro. Entodos los odos zumbaban los bisbiseos malcontentos de ese crecido ejrcito que, condon Diego, parti orgulloso y seguro a la conquista del Nuevo Reino de Chile, y torndiezmado, enfermo de cuerpo y alma, vacas las manos que se tendieran cncavas

    hacia el Medioda, imaginando reales y accesibles las riquezas de que hablaban losenganchadores.

    Sntesis del desgano quechua, cierto cronista mestizo recogera en pginas de oro suresentimiento: "El buen rey lnca Yupanqui, aunque vio el poco o ningn fruto que sacde la conquista de los chiriguanas, no por eso perdi el nimo de hacer otras mayores.

    Porque como el principal intento y blasn de los Incas fuese reducir nuevas gentes a su

    Imperio, a sus costumbres y leyes, y como entonces se hallasen ya tan poderosos, no

    podan estar ociosos sin hacer nuevas conquistas, que les eran forzoso as para ocupar

    los vasallos en aumento de su corona como para gestar sus rentas que eran los

    bastimentos, armas, vestidos y calzado que cada provincia y reino, conforme a sus frutos

    y cosechas, contribua cada ao...", por lo cual, el dicho Inca "acord emprender unagran conquista que fu la conquista del Reino de Chile". Desde Atacama prosigue elrelato del glorioso Garcilaso envi el Inca corredores y espas, que fuesen por aquel

    despoblado y descubriesen paso para Chile y notasen las dificultades del camino, parallevarlas prevenidas".

    Tpac Inca prepar, entonces, diez mil hombres de guerra y los lanz sobre la tierraindita. Y mientras stos marchaban rumbo a su infausto destino, prepar nuevas olas

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    de chasquis, arqueros, macaneros y lanceros. Los mitimaes iban delante, abriendotrochas, apisonando caminos para que el ejrcito imperial pudiera maniobrardesembarazadamente. As llegaron a Copayapu y ocupronlo sin lucha. Luego,siguieron aCoquimpu, "a la cual sujetaron". Con cincuenta mil hombres se apoder delvalle de Chile hasta el Maule, cubriendo ms de 260 leguas de marcha, entre

    hostilidades del adusto paisaje y de los hombres, cada vez ms agresivos.

    Veinte mil hombres cruzaron el Maule e invadieron la provincia delos Purumancas, "gente belicosa". Mas stos, aliados a los Antalli, Pincu y Cauqui,opusieron vigorosa resistencia ''determinados a morir". Y el ejrcito quechua hubo derepasar el ro, cubriendo desesperadamente su fracaso. De vuelta al Cuzco, losgenerales incas relataran a su monarca la funesta historia de su derrota, agigantandola fama de los fierospurumancas, entre quienes "los que estn a la guerra dedicados noson a otros servicios constreidos". Inca Yupanqui acarici en su mente, entonces, latenaz idea de robustecer su ejrcito y, acaso, de apartarlo de todo menester de casa ocampo, oficios que no cuadran en el guerrero, azor de cercado ajeno, amamantado con

    crueldades y rapias.

    ******

    Al amor de la lumbre, todava referan los ancianos quechuas hazaas habidas durantela tremenda empresa.

    Y, como respuesta de otro coro el de barbas y arcabuces, replicaban lossobrevivientes de la expedicin de Almagro con relatos descomunales de su tambinfallido empeo.

    Partieron del Cuzco, en esotra memorable ocasin, alrededor de quinientos (dicenotros doscientos y algunos cuatrocientos) hombres de guerra, decididos comosiempre, a jugarse la vida a cara o cruz. Chile reeditaba el clsico seuelo de otrosdas: "por aqu se va al Per (ahora Chile) a ser ricos". Exhausto el rescate deAtahualpa, haba que buscar nuevas fuentes donde saciar la inmitigable sed de tantaavaricia despierta.

    Partieron, pues, quinientos doscientos de a caballo y trescientos infantes,llevando como conductor al ms valeroso de todos los capitanes, al ms ingenuotambin, al tuerto Almagro, coautor de las hazaas de Piura, Tumbes, Cajamarca, Jaujay Lima. Prenda de su certidumbre en el xito, cabalgaba a su flanco un jovenzuelo de

    menos de veinte aos, moreno y arrogante, a quien el viejo miraba con acendradoafecto: su propio hijo.

    Era, acaso, su ms dulce y tierna ligadura con el mundo. Representaba no slo unardiente aunque pasado amor de sus das de incertidumbre, sino que en l revivacierta historia que amarg mil noches del viejo y bronco don Diego.

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    All, por 1493as empezaba la conseja, al ao siguiente del primer viaje de Coln,cuando, decidido a encararse a la suerte, resolviera meterse en una carraca envelada,a desafiar vientos y oleajes, rumbo a las maravillas descubiertas en Guanahan, traa,clavada en el pecho, una saeta. Cada aurora, lejos de cauterizar, reabra la llaga delvenablo. Poco tiempo antes, instado por doa Sancha Lpez del Peral, de cuyo seno

    mam las primeras leches, haba acudido a la casa de un tal Cellinos, cuya mujer,segn le susurrara Sancha, era nada menos que la mismsima madre de Almagro.

    Perdona, hijo mo, pero ya es tiempo de que conozcas la verdad de tu linaje, y te lodir yo, sin reticencia. Tu madre llmase doa Elvira Gutirrez, a quien sedujo, siendoella adolescente, el copero Juan de Montenegro, al servicio del maestre de Calatravadon Rodrigo Jirn. No pudieron ocultar sus amores, hijo mo; y don Pedro Gmez deEspinosa, de aquella misma casa, enrostr a don Juan su avilantez y su lujuria... Por loque, a fin de no cubrir de vergenza a tu madre, la infeliz, environla a esta mi casa,donde yo tambin estaba preada, y cuando par a mi hija Catalina naciste t tambin,y a ambos os di el pecho, por igual como a hijos mos, y t eres, por tanto, DiegoMontenegro Gutirrez, y tu madre cas con un tal Cellinos, a donde debes ir a verla, ysi te dicen Diego de Almagro, y no tu apellido, es porque no se ha queridoensombrecer ni con la sombra de un ala la bien merecida dicha de doa Elvira. Pero,tiempo es de que te conozca y que la veas, y le pidas consejos, y le cuentes lo que tepropones...

    Mejor no la hubiera odo Diego de Almagro! Acudi, en efecto, a casa de doa Elvira, y

    topse con rodeos y subterfugios, y sustos, y sombras amenazas, y le recibieronfurtivamente, como a criminal, y tuvo en sus labios y en su frente los besosfrenticamente desolados de una mujer hermosa y an joven que le miraba con ojosde angustia, y que, al decirle "hijo", tena la voz blanda de sollozo y miedo, y al propiotiempo, engolada, con un estiramiento de quien recibe a un intruso, de mala gana.

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    No volvi ms. Apenas tena catorce aos el expsito, y ya se le brindaba el destino sinfingimientos ni hipocresas. Abri con firme mano su futuro, puso pie a bordo y selanz a las Indias Occidentales.

    Ahora, este hijo suyo, mozalbete tambin, de enrevesada sangre, habido en fogosos

    arrebatos con esa inolvidable Ana Martnez, india de Panam, era como la viva imagende su adolescencia. Abandonarlo, pues? Jams! Y helo aqu, pegado al ijar de sucaballo, montando uno de menos bros y maas que los bridones de guerra, luciendosu alborear en medio de quinientos veteranos, rudos y ambiciosos, bajo cuya miradacaminaban, portadores de bastimentos, centenares de indios sometidos.

    Almagro haba salido as con sus hombres "bien aderezados, ao de 1536, quedandopor seor en el Pir, Francisco Pizarro".

    Los guas indgenas los condujeron hacia Copiap, pero, antes, precisabanpasar ''ochenta leguas de despoblado, falto de yerba y de agua, sino era en unos

    pequeos pozos, que llaman jageyes, de agua salobre y, mala". Nada detuvo al audaz.Se encamin por la provincia de Tupiza, en medio de desiertos y riscos. Atraves laCordillera Nevada. Entre escaramuza y escaramuza con los hombres, hubo deenfrentarse tambin a la tempestad "de fro y aire envuelto con nieve"Y as, "noteniendo dnde abrigarse perecieron ms de ochocientas personas, que llevaban de

    servicio, indios del Pir, sin poderlos favorecer; segn escribira Gngora y Marmolejo.El clrigo Cristbal de Molina, que con don Diego andaba, reunira los funestosrecuerdos de aquella romera, ms peregrinaje de penitentes en busca del Santo Graala que ofrecer sus sacrificios, que expedicin de gente de armas, decididos a capturar elvellocino de oro. Caminaron, caminaron, cayendo y levantndose. Junto al viejo, elmozo daba ejemplo de dignidad y entereza, Pasaron a la regin del Aconcaqua,

    siempre son el ojo puesto en el miraje de una riqueza insospechada. De pronto, vieronsurgir ante s, trasgo increble, curtida la tez por vientos y andanzas, a un hombreblanco, jefe de un pueblo de aborgenes. Pedro Calvo (o Barrientos) llambase aquelser misterioso, perdido entre las comarcas araucanas. Convertido en rgulo de sutribu, prest mucha ayuda a sus compatriotas, y adems se paga contndoles suscuitas. Fugitivo, a consecuencia de un hurto por cuyo delito le cortaron las orejas,huyo del Per para no ver ni ser visto nunca ms de espaoles, y no fue a parar hastaChile. Y como entre los mismos indios se suscitaban pendencias por rivalidadeslocales, eco a su vez de la guerra civil entre Huscar y Atahualpa, aprovech de talcoyuntura para propagar terribles nuevas acerca del podero de los blancos que, al parde favorecerlo a l, aumentaban el prestigio de los conquistadores y el pnico que ante

    sus armas sentan los nativos.

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    Mas, el maravilloso y apetecido tesoro no apareca por parte alguna. Antes bien, ellenguaraz Felipillo que acompaaba a la expedicin, diola en sembrar desconfianza ydesaliento, por lo que Almagro, que no se paraba en chiquitas, mand que lodescuartizaran. Al mismo tiempo, los ms conspicuos de sus acompaantes indios leiban abandonando. Uno de ellos, el Villac Umu, cuya autoridad vala por todo unejrcito, desapareci del campamento, cierta noche, sin dejar rastros tras s. Losnegros que integraban el cuerpo auxiliar, se vieron en la necesidad de ejercitarsecomo rancheadores y verdugos. Mala consejera, la ira: peor an el despecho: ambosmovieron a don Diego a talar campos y destruir poblachos, matando sin compasin,cuando, emprendido ya el agobiador retorno al Per, el fracaso dictaba cada

    anochecer las peores sugestiones.

    "No le pareci bien la tierra por no ser cuajada de oro". Y Almagro el Mozo aprendi, atemprana edad, que la conquista del bienestar justifica cualquier felona, aplicandodesde entonces su existencia a conseguir aqulla y adiestrarse en sta.

    Huella de toda la frustrada gesta, qued en el recuerdo de los araucanos el odio contralos espaoles, y en los espaoles una desconfianza absoluta acerca de toda posibleventura en tierras de araucanos.

    *****

    Nada de esto achica el espritu del capitn Pedro de Valdivia, ni amengua laexpectativa de la garrida Ins de Surez que le acompaa. En vano sus amigos le hanrepresentado que ser mejor, hasta dentro del orden jurdico, dejar que Pero Sanchode la Hoz, de voracidad bien conocida, se lance por su cuenta a la ventura, y l,Valdivia, vaya pisando sus talones, acechando el instante de xito o desmayo paraconvertirlo en beneficio propio. Intil. Valdivia conoce bien a los soldados de laconquista y sabe que si el xito corona las pretensiones de Pero Sancho, a l no le

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    quedar otro papel que el de segundn, tenido a menos; y que si Sancho fracasa,sumado el nuevo descalabro al de Almagro, no le ser posible levantar nuevas huestespara su fin. Ins de Surez le acucia con sus consejos. De qu le valdr haberse jugadola vida si ha de resignarse a no ser ms que asentista o corregidor? Ya que se dio elpaso, el duro paso de abandonar casa y sosiego, ya que expuso la vida en la travesa

    del mar, en la campaa de Venezuela, en la conquista de Charcas, despus de ganarcicatrices y experiencias en Miln y Pavia, a buena hora va a detenerse el mpetu deese dado humano sobre el tapete de la casualidad!

    Que no y que no! No. Pedro de Valdivia insiste, echando con cajas destempladas aquienes pretenden disuadirlo. Que no! Ins de Surez merodea mientras l discutecon los emisarios de Pizarro y de Sancho. Hay tal intrepidez, tal cerrada decisin en elrostro del capitn, que no es posible dejar de consultar los ojos de la hembra,tambin impasible, ptrea, inconmovible.

    Habr que buscar a un leguleyo para interpretar los Reales Papeles que diz trae

    don Pero Sancho, si el marqus desea pasar sobre ellos y complacer al capitnValdivia.

    Id a buscar, desde ahora, al leguleyo... o al fraile, seor don Juan.

    Ins, que ha venteado ya la solucin favorable, se vuelve hacia don Pedro y le taladracon los ojos.

    El capitn Valdivia se deja caer sobre un taburete y prosigue estudiando informes yreclamaciones sobre el ambicionado reino en donde mora esa "gente que a ningn reyobedece"

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    4. Valdivia, el fundador por LAS

    Captulo II

    La Promesa

    Por el mes de abril del ao de 1539 me dio elmarqus la provisin y llegu a este valle de Mapochopor el fin de 1540..."

    Frase de respiro, despus de cumplida la jornada. El

    ayer, como los altibajos de un trnsito fractuoso,

    adquiere actitud de sonrisa. Pero, en las cabezas,

    espritus y frentes de los compaeros, dejo la tremenda travesa canas, amargor y

    arrugas.

    Porque no fue empresa fcil conseguir que Pero Sancho, hombre tozudo y deexperiencia, cediera un pice ante el terco capitn Valdivia. Y no le result sincomplicaciones al propio marqus Pizarro decidirse en pro del ltimo, teniendo comotena fresco en su memoria el recuerdo de la ayuda que, otrora, le significara aquelPero Sancho, cuando anduvo a su vera a guisa de secretario y asisti como testigo,actuario y partcipe al reparto del rescate de Atahualpa.

    Mas, habiendo frailes en torno y de contera, escribanos, todo bosque era organo,y toda abruptez, llaneza. Mientras Sancho de la Hoz levantaba el tono protestandocontra semejante despojo, don Francisco desempolvaba, a la luz de sus secuaces,cierta Real Cdula de 1537, dictada en Monzn, refrendada por don Francisco de losCobos, secretario del Real Consejo Secreto, en la cual le ordenaban nada menos quepoblar "Nueva Toledo o las provincias de Chile".

    El rey lo manda, y delito sera desobedecerle sentenci cazurro un rbula.

    El marqus mand llamar entonces al capitn Valdivia y a Pero Sancho para que enpresencia suya resolvieran sus distingos y acataran la voluntad del monarca,traducida por Pizarro...

    Pero Sancho no cedera tan de primeras. Sus ttulos, obtenidos despus de la pruebade Cajamarca, indicaban que el rey le haba dado poder "para reducir y, gobernar aquel

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    pas hasta el Maule"; al par que autorizara a Alonso Camargo, hermano del obispo dePalencia, a proseguir ms al sur. Lo cual, sin embargo, estaba contradicho por otrasprovisiones reales, como la que en Monzn, entregaba al conquistador del Per elrealizar igual empresa en el valle de Chile.

    Desde luego, para escribas y letrados aquello daba pie a largo proceso, con multitudde rbricas, enredijos, ergos, protestos, diferendos y otroses; mas Pizarro, comoAlejandro, tena espada para tajar el nudo gordiano de esas dos voluntades ambiciosasy contrapuestas. Valdivia, encomendero de Porco y rico hombre, se enfrentaba as aSancho, igualmente rico hombre, usufructuario de 400,440 pesos oro en el reparto deCajamarca y depositario de los secretos de Francisco de Jerez haca ya seis aos. En losmeses que anduvo a la vera de Pizarro, haba aprendido Sancho a conocerle, de suerteque se haca pocas ilusiones sobre los resultados de la disputa si, como Breno, elmarqus estaba resuelto a echar el peso de su espada en uno de los platillos de la

    balanza. Para evitarlo empez a intrigar.

    Ayudaban a Sancho sus relaciones peninsulares, por lo que le convena, ante todo,ganar tiempo. Era casado all con "una seora de mucha suerte llamada doa Guiomarde Aragn; y haba estado bebiendo aires de intriga palatina desde 1536 hasta 1539en la Corte. A costa de enredos y petitorias consigui aquella Cdula real "paranavegar del Mar del Sur hasta el estrecho de Magallanes", lo cual no era lo que discutaValdivia, quien deseaba poseer antes que navegar. Y, como son verbos distintos

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    navegar y poseer, los doctores y cagatintas encontraron ancho campo para iniciar susacostumbrados gatuperios y trapaceras en derredor de los conceptos...

    Sancho se dio cuenta de la trampa abierta a sus pies. Por eso haba volado presurosohasta el Cuzco, en aquellos meses de 1539, tratando de invalidar el permiso acordado

    a Valdivia para expediciones sobre Chile,

    El marqus, siempre tironendose las barbas, paseaba de un lado a otro de su alcoba.

    Leed, leed! Haremos lo que la Real Cdula mande, y nada ms que lo que ellamande, pues tal es la voluntad del Rey Nuestro Seor!.

    Valdivia bocet una sonrisa, mientras Sancho frunca el ceo, descubriendo tras lasrespetuosas palabras del conquistador, un oculto dejo de irona.

    Ley el secretario, Entre Pizarro y su teniente cruzaron una mirada. El rey habaconcedido permiso al capitn Pero Sancho de la Hoz para explorar y navegar "sin queentris en los limites y parajes de las islas de tierras que estn dadas en Gobernacin a

    otras personas a conquistar, ni gobernar, ni recalar". ( Ms all del Estrecho ya nohaba reticencia alguna, comenta un eclesistico historiador.)

    Valdivia hizo un gesto expresivo, encogindose de hombros. Sancho comprendi laineficacia de todo debate en ese instante. Nunca hubo mejor coartada que aqulla. Y semarch; cabizbajo, rumiando en su impotencia de ahora su venganza de maana.

    Era el 28 de diciembre de 1539, da de los Santos Inocentes. Estaban en el comedor dela casa del marqus en el Cuzco. Su autoridad subrayaba la firma del pacto entreambos. Valdivia partira a la conquista de Chile, inmediatamente, y Pero Sancho lealistara, entretanto, en Lima, cincuenta caballos ms y arreos militares, amn denuevas gentes.

    A la salida, trazadas las rbricas y cruzadas las manos en promesa y despedida,Francisco Pizarro murmur sentencioso y cortante:

    "Mire, tan necio viene Pero Sancho de Espaa como fue; no tengo yo por de tan pocosostn a Pedro de Valdivia que no sepa lo que le conviene mejor que Pero Sancho que es

    un asno; e por intercesin de Pedro de Valdivia fui yo contento que ficiese el Pero Sancho

    compaia con l esta jornada, pero sus cosas de Pero Sancho no son de hombre, e as no

    ha cumplido cosa de los que puso con Valdivia, ni puede, e por esto, porque conozco el

    valor de ambos, digo lo que he dicho, que no me quite el sueo''.

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    Pero nadie acuda al llamamiento de Pedro de Valdivia. Tierra de "pestilencia"y "malinfamada"aquella del sur, donde los hombres de Almagro dejaran el desiertoblanqueado de huesos.

    Sancho, por su parte, contribua con murmuraciones y chismes a desalentar a losaudaces. Ins de Surez se lanz a la calle, haciendo lo imposible por reclutarvoluntades. La gente la oa, pero, luego, recordaba aquel fnebre regreso de losbrillantes soldados de don Diego, y, al instante, mora el entusiasmo.

    Como no se encontraba muchos audaces que se arrojaran a la aventura, Pedro deValdivia pidi permiso para apelar a los desesperados que yacan en las provincias deChunchos y Chiriguanas. Los sesenta hombres enganchados en Charcas y Cuzco loestaban slo de palabra, pero con palabras no se domean tribus feroces ni se sujetanextensos territorios. Indios auxiliares no le faltaban, pero tropa escogida de espaoles,s, y sin ella, todo fracasara. Bajo cuerda, Francisco Pizarro trataba de ayudarle, desuerte que cuando el capitn pidi autorizacin para realizar enganches en aquellasprovincias, al instante hall amparo. De otro modo, la empresa quedara condenada alfracaso.

    Pedro de Valdivia invoc a sus antiguos compaeros. Dirigi misivas, hizo visitas, usde toda clase de argumentos y artilugios, hasta congregar el pequeo ncleo desuicidas que iban a rehacer la marcha de Diego de Almagro.

    Gran parte de la expedicin la constituan soldados provenientes de las huestes dePedro de Candia. De la provincia de los Chunchos acudieron Francisco de Aguirre,Jernimo de Alderete, Santiago de Azcar, Juan Dvalos Jufr, Juan de Carmona, JuanFernndez de Alderete, Francisco de Villagra, Rodrigo Quiroga y numerosos criados.Al punto Valdivia organiz su estado mayor, nombrando Maestre de Campo a AlvarGmez; Sargento Mayor, a Alonso Monroy; Alfrez, a Pedro Miranda; Capitn deCaballera a Francisco de Villagra; Capitn de Piqueros, a Rodrigo Quiroga, y,representando el brazo eclesistico, llam a su lado a Gonzlez Marmolejo.

    Cuando todo estuvo listo, se juntaron una maana en la plaza del Cuzco para asistir aun oficio que, en la catedral, ofrendara el obispo Vicente Valverde.

    Pero Sancho masc, sin duda, rabioso este nombre:

    El padre Valverde! Me parece verlo todava aquel da de Cajamarca...

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    La imagen de la Biblia por el suelo y a Valverde azuzando a la mesnada de Pizarrocontra el Inca indefenso, era de lo que no se borrara nunca de la memoria de quien lovio.

    El coro en la iglesia salmodiaba un Laude. Frente al altar, Pedro de Valdivia, agachada

    la cabeza testaruda, brinda al Altsimo sus futuros holocaustos.

    Sellado su pacto con el Todopoderoso, acord dedicar el primer templo que erigieraen Chile a la Virgen de la Asuncin, y la primera ciudad, al Apstol Santiago, protectorde los ejrcitos ibricos.

    Todo pareca as concluido en santa paz. Salan los oficiales de la iglesia, cuando unode ellos se detuvo ante una mujer, robusta, tostada por el sol, treintaera, de ojospenetrantes y desenvuelto ademn, Rodrigo Quiroga se la qued mirando, comosuspenso. Una mujer blanca, y libre! Alguien le toc el codo invitndole a seguiradelante:

    Es Ins de Surez, la viuda aquella... la que acompaa al capitn Valdivia asobrellevar tantas aflicciones quebrse de mofa el susurro.

    En la plaza se reunan grupos de soldados. Cruzaban por ella, como siempre, los indiosquechuas, carga al lomo, trotecito rtmico hiriendo el suelo, levantando polvo,llenando el aire de color y pena.

    Pedro de Valdivia volvi arrebolado a su casa.

    Al fin, marcharemos.

    Ir con vos interrumpi Ins.

    l la mir largamente. Desde Venezuela la traa consigo, como su sombra. Pero Chileera palabra a la sazn de mal agero.

    No, mejor no; la jornada ser muy dura. . .

    Peor sera el esperar.

    l la mir de nuevo largamente:

    A prepararse, entonces, que saldremos enseguida.

    Y salieron poco despus.

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    Despus de todo, el marqus paga los favores recibidos...

    Favores de quin?

    Del capitn Valdivia...

    Empez al punto a circular por el campamento el relato de las hazaas de ste. Notodo era sincero, ni mucho menos. Por ejemplo, se afirmaba que aos antes, noobstante ejercer la maestra de campo del ejrcito de Pizarro, Valdivia no titube enentenderse con Diego de Almagro, quien volva de Chile. En esos contuberniosaprendi cosas no sospechadas. Supo que la sierra del Sur no se pareca a la del Norte

    porque sus pobladores no se resignaban, ni en apariencia siquiera, a soportar el yugoextranjero, y porque en el desierto se embotaban los impulsos como las flechas en losacolchados petos de los guerreros.

    Pero el capitn Valdivia traa de Italia algo ms que experiencia de guerra: astucia. Alromperse hasta lo hondo la amistad entre el marqus y don Diego, y cuando serealizaba la entrevista de Mala, en donde Hernando quiso apoderarse del rival de suhermano (el cual rival fue advertido de lo que se tramaba por la intencionada copla deun soldado adicto que desparram al viento aquello de: "Tiempo es el caballero,

    tiempo es de andar de aqu que me crece la barriga y se me achica el vestir),Valdivia, hombre de golpes de mano sobre seguro, y a veces a mansalva, aconsej aPizarro que cortara el viaje de Almagro y, sin tardanza, se dirigi con un escogidopuado de hombres a estacionarse en la altura de Guaytar, pues por ah tena quepasar el fallido primer conquistador de Chile. No acept el marqus semejante treta,en rapto de incomprensible lealtad. Dio orden de seguir hacia Ica, y don Pedromascull, malhumorado, cosas feas sobre la tontera de los guerreros cuando sevuelven pastores, y predijo la lucha que no tardara en quebrar todo lazo de amistadentre los dos protagonistas.

    Por eso, luego, Valdivia se puso del lado de Hernando, quien sostena el criterio dellevar a cabo una campaa implacable contra Almagro. Cuando las dos huestes seenfrentaron definitivamente en Las Salinas, Valdivia empuaba el estandarte real ydiriga las operaciones de su bando. No se inmut tampoco al saber que Hernandohaba dado garrote, entre las tinieblas de la crcel, al viejo y heroico Almagro. "A losenemigos no se les puede tender puente de plata, cuando son dbiles"le susurr alodo cierto viejo proverbio aprendido quiz en Miln. Como premio a su conducta y su

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    silencio, recibi la encomienda de Charcas, mas, por cierto, no sin trabajo, pues le fuepreciso, antes, conquistar y domear la sierra. Al recordarlo ms tarde, dira a susapoderados, ante la Corte, en su ejecutoria de soldado en Amrica: "Informar... cmoconquist dos veces las provincias del Collao e las Charcas, e ayud a poblar la villa de

    Plata en ellas e traje de paz toda la sierra... Y de cmo el dicho marqus Pizarro, en

    remuneracin de los servicios que a S. M. hice en trmino de cuatro aos que trabaj en

    lo dicho, me dio en depsito y encomienda el valle todo llamado la Canela que despus

    que yo lo dej lo dio al capitn Peranzures, e a su hermano Gaspar Rodrguez y a Diego

    Centeno Y as mesmo ayud a descubrir las minas de plata en el cerro rico y asiento

    de Porco, e hube en l una que ha valido cada ao ms de doscientos mil castellanos de

    renta."

    Al lado de Valdivia, en casi todas aquellas empresas, estuvieron sus dos primos, losAlderete, y otros individuos, de ninguno de los cuales se olvid en las horas debonanza. No bien llegado a Chile, se apresur, pues, a distinguir a Gaspar Orense conmilitn suyo y de Gonzalo Pizarro en las jornadas del Canelo, y le dio enencomienda un cacique y mil quinientos indios, "cuarenta leguas de esta ciudad deSantiagoy de igual modo procedi "con todos los servidores e criados del marqus, miseor, y del seor Hernando Pizarro y de Vuesa Majestad".

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    Pero Sancho de la Hoz est perdido sin remedio repeta el chismero pblico.

    Ojal don Pedro le sea tan fiel al marqus cuando ya no pueda colmarle de favoresmurmuraban los partidarios de Sancho de la Hoz.

    Lo ser, porque mi capitn Valdivia es de los hombres de una sola palabra...

    De una sola palabra y mil caras...

    Repetidlo y me daris cuenta de vuestra calumnia...

    Os lo repito.

    Decid. . .

    Oid...

    Tomad.

    Venid.

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    El tiempo, esta vez por excepcin, desminti a los malpensados. Llegado el caso, Pedrode Valdivia mand tributar toda clase de honras a Francisco Pizarro, asesinado por lospartidarios de Almagro: pidi que se le entregaran sus hijos para cuidarlos comopropios, y, mucho ms tarde, en 1543, escribira a Gonzalo, desde Santiago: "De lamuerte del marqus, mi seor, no hay que decir sino que la sent muy dentro del nima, y

    cada vez que me acuerdo, lloro en el corazn lgrimas de sangre.