reseÑas - el colegio de michoacán · many mexicos, con un rural mexico, ... de sus agencias...
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RESEÑAS
R E L A C I O N E S 7 9 , V E R A N O 1 9 9 9 , V O L . X X
JEAN PAVAGEAU, L'AUTRE MEXIQUE. CULTURE
IN D IEN N E ET EXPÉRIENCE DE LA DÉMOCRA
TIE. LES JEUNES EN QUÊTE DE RECONNAIS
SANCE, PARÍS, EDITIONS L'HARMATTAN, CO
LLECTION "RECHERCHES ET DOCUMENTS
AMÉRIQUES LATINES", 1992, 164 P.
Los mexicanos contamos ya con un
M any M exicos, con un Rural Mexico, con un México Bárbaro, con un M éxico, tierra de volcanes, con un México pro
fundo, con un México mágico, con un M é
xico indio; acaba de salir M y Lost M exi
co; muchos temen hoy el despertar de
un México bronco. ¿A qué México ig
noto nos remite este A utre Mexique anunciado por el autor?
Este es un estudio de la comuni
dad indígena de Tarecuato, Michoa-
cán, con el propósito de analizar el
poder político y sus transformaciones
en el medio rural mexicano. Desde
una perspectiva histórica y sociológi
ca, el autor da cuenta de las contra
dicciones sociales suscitadas en Tare
cuato por la confrontación de las
tradicionales instituciones comunita
rias indias con las comportadas por la
modernización tecnológica, económi
ca, administrativa (civil y religiosa)
impulsada por el Estado nacional y la
Iglesia católica.
Tarecuato, una población purépe-
cha de la Meseta Tarasca, que tiene la
categoría de tenencia del municipio
de Santiago Tangamandapio en el Ba
jío zamorano, sirve de muestra al au
tor para su análisis de 'Tos fundamen
tos antropológicos del poder político,
el fimcionamiento real del mismo y
las modalidades informales de la ac
ción política" (p. 7) que contravienen
a los poderes socialmente estableci
dos y legalmente autorizados. En la
emergencia de estas modalidades
"informales" de impugnación políti
ca, el autor reconoce un papel prota-
gónico a diversos actores, entre los
que sobresalen las mujeres y los jóve
nes de Tarecuato, cuya azarosa parti
cipación en los procesos de decisión
es destacada como "balbuceos de prác
ticas más democráticas" (p. 125).
Respaldado su estudio por un lar
go trabajo de campo, el autor nos
ofrece a lo largo de los siete capítulos,
la introducción, las conclusiones y la
bibliografía que integran la obra, un
estudio de "antropología política"
complementado por un enfoque psi-
cosocial a fin de comprender mejor
los procesos políticos locales al ampa
ro del análisis transaccional.
"Notre village fut un centre im
portant de l'empire Porhépecha".
Tras las huellas del imaginario colec
tivo tarecuatense, expresado popular
mente bajo el registro de la utopía re
trospectiva que titula el capítulo uno,
el autor se adentra en una explora
ción hacia el pasado de Tarecuato en
busca de "los fundamentos históricos
del poder político: períodos precolo-
nial y colonial". A lo largo de la lec
tura se resiente en esta sección la
ausencia de los imprescindibles estu
dios sobre el correspondiente tema
general y los subtemas particulares
implicados en éste.1 Ante ausencias
como las señaladas, la bibliografía
consignada bajo el título "III, Histoire
et géographíe du Míchoacán. Culture
Porhépecha", se revela de inmediato
desigual e incompleta. El tono suma
rio del texto comprendido entre las
páginas 16-24 así lo confirma.
No obstante, la otra sección de
este mismo capítulo: "Institutions et
acteurs du pouvoir dans la commu-
nauté d'aujourd'hui" (pp. 25-30), pre
senta los componentes fundamen
tales del sistema sociopolítico local y
anticipa las contradicciones que sus
cita el "dualismo interno-externo" por
el que, alegadamente, se produce "la
repartición de las instituciones y de
los actores del poder conforme a dos
principios y_dos lógicas diferentes"
(p. 25). Dentro de este esquema dual
indohispano, el autor trata en las pá
ginas siguientes de captar las conflic
tivas relaciones entre comunidad india
y pueblo, así como entre sus respecti
vas instituciones. El capítulo termina
anunciando el análisis del crucial pa
pel mediador de la evangelización y
de la religión en la organización de la
vida social y política colonial y con
temporánea de Tarecuato.
1 Tales estudios son, por ejemplo, los
debidos a Benedict Warren (La conquista de Michoacán 1521-1530, Fímax Pubis., More-
lía, 1977), Ulises Beltrán ("Estado y socie
dad tarascos", en Pedro Carrasco, et al. La sociedad indígena en el centro y occidente de México, Zamora, El Colegio de Michoacán,
1986: 45-62), Pedro Carrasco ("Economía
política en el reino tarasco", en P. Carrasco
et a i 1986: 63-102), Hellen P. Pollard y
Shirley Gorenstein ("Agrarian Potential,
Population and the Tarascan State", en
Science, 2 0 9 ,1980:274-277; The Tarascan Civilization: A Late Prehispanic Cultural S ys tem, Nashville, Vanderbilt Univ., Publica
tions in Anthropology 28, 1983), Pollard
("Central Places and Cities: A considera
tion of the protohistoric Tarascan State",
en American A n tiq u ity 45, 1980: 677-696;
"La cuenca del lago de Pátzcuaro: pobla
ción y recursos durante el período prehis-
pánico y comienzos del hispánico 1500-
1520", en Revista de la Universidad, núm. 2,
Morelia, UMSNH, Nueva Epoca, 1983: 22-
33), Delfina López Sarrelangue (La nobleza indígena de Pátzcuaro en la época virreinal, México, u n a m , 1965), Ramón López Lara
[ed.] (El obispado de Michoacán en el siglo
xvu: Informe inédito de beneficios, pueblos y lenguas, Morelia, Fímax Publicistas, 1973),
J.J. Martínez de Lejarza (Análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1922, More
lia, Fímax Publicistas, 1974), F. Foglio Mi-
ramontes (Geografía económica, agrícola del estado de Michoacán, 3 vols., México, Im
prenta de la Cámara de Diputados, 1936).
"Cest Fray Jacobo quí nous a sor-
tís de la sauvageríe". En el capítulo
dos el autor se propone desentrañar
"los fundamentos religiosos del po
der político". El texto adolece de una
relativa confusión histórica de la pro
blemática correspondiente, a pesar de
la distinción de períodos entre "la re
ligión antigua", o prehispánica y la
"evangelización de Tarecuato" por
una parte, y por otra, el brinco al siglo
xx para hacer referencia a la Cristiada
y terminar abruptamente con la situa
ción actual. El autor nos presenta las
instituciones religiosas de origen in
dio y colonial, su evolución bajo la
administración eclesiástica y la gestión
laica a fin de aducir los elementos his
tóricos y sociológicos necesarios para
fundamentar la serie de proposicio
nes contenidas en las páginas finales
de este mismo capítulo (pp. 44 y 45);
estas páginas versan sobre la compo
sición de la religión en Tarecuato, las
funciones sociales manifiestas y la
tentes de la misma y la eficacia social,
etnicista y política de las instituciones
religiosas locales.
El seguimiento histórico hecho
por el autor da cuenta sucinta de los
temas propuestos, pero la fundamen-
tación etnohistórica y etnográfica se
nota deficiente no sólo por los saltos
en la periodización histórica, sino so
bre todo, por la cuasi-gratuidad de las
tesis afirmadas en las páginas 44-45,
sobre la funcionalidad social de las
instituciones religiosas locales. Es
probable que las cosas sean, en efecto,
como el autor las afirma; pero ¿dónde
están los datos, o al menos, las refe
rencias bibliográficas de apoyo? Ahí
se resiente la ausencia de ciertos tra
bajos fundamentales.2
2 Estos son los de Carrasco ("The Ci-
vic-religious Hierarchy in Mesoamerican
communities: Pre-Spanish background
and Colonial development", en American Anthropologist, vol. 63, 1961: 483-497, re
producido en R. Cohen y J. Middleton
(Comparative Political Systems, Austin, Univ.
of Texas Press, 1967), de E. de la Torre Vi
llar ("Las cofradías rurales y sus aspectos
folklóricos" en AA.VV., Estudios de Folklore. Homenaje a Vicente T. M endoza y Virginia Rodríguez Rivera, Estudios de folklore 4,
México, iié -u n a m , 1971), de los cuatro
autores reseñados y discutidos por Jesús
Tapia ("Religión y cultura tarasca", en
Guillermo de la Peña (compilador) A ntro pología social de la región purépecha, Zamo
ra, El Colegio de Michoacán y Gobierno
del Estado de Michoacán, 1987: 55-66) y
de los otros trabajos del mismo Tapia ("El
impacto de la Iglesia en la región de Za
mora", en Guillermo de la Peña (compi
lador) 1987: 153-190; "Religión, capitalis
mo y sociedad indígena en Michoacán",
en P. Carrasco et a i , 1986: 285-305), así
como de los conocidos estudios de Agua
yo Spencer y Miranda Godínez sobre la
organización social quiroguiana implan
tada durante la Colonia en Michoacán y
cuyo legado institucional perdura.
Las deficiencias en la documenta
ción etnohistórica y etnográfica hasta
aquí reseñadas quedan, sin embargo,
relativamente subsanadas en el capí
tulo tres con el tratamiento dado a la
cuestión agraria en Tarecuato. Ade
más, en contraste con la superficiali
dad con la que el autor ha recorrido el
itinerario histórico de la realidad so
cial de Tarecuato, el análisis adquiere
profundidad en los capítulos cuatro y
cinco que tratan de "la moderniza
ción del poder político" local y de las
modalidades como de hecho se dan
las relaciones de poder en la localidad.
En este tramo de la lectura, resul
ta evidente que el propósito del autor
ha sido ir directo al tema que estruc
tura al texto y dota de significado a la
problemática general de su estudio:
la reproducción de la comunidad in
dia de Tarecuato a través de la histo
ria y de las vicisitudes políticas loca
les y nacionales, así como su progresi
va vinculación a los procesos genera
les de cambio económico, político y
cultural, sobre todo en la época con
temporánea.
En este sentido, en los capítulos
3-5 parecen quedar resarcidos los de
fectos de construcción de los capítu
los precedentes. El análisis sociológi
co destaca varios procesos: la secular
defensa colectiva de los bienes comu
nales, la conflictiva implantación lo
cal del dominio político nacional, las
luchas internas por los cargos indios
y por los puestos de administración
pública. Estos procesos sobresalen
como resortes integrativos de la co
munidad sustentados por referentes
ideológicos que apelan reiteradamen
te a la unidad comunal y a la identi
dad étnica de los de Tarecuato a lo
largo de los cambios, y más allá de los
conflictos intracomunales, interco
munales, interétnicos e interjurisdic
cionales.
"Depuis toujours notre terre a eté
convoítée" se titula el capítulo tres
que nos aporta una disquisición his
tórica y sociológica sobre la cuestión
agraria en Tarecuato con el propósito
de "conocer las representaciones del
espacio y del territorio comunitario en
el pasado y en la actualidad" (p. 48).
Se nota, sin embargo, la ausencia de
referencias bibliográficas sobre la de
samortización de los bienes comuna
les y sobre los conflictos agrarios en el
área purépecha que recientemente han
estudiado varios investigadores.3
3 Entre otros, Heriberto Moreno ("Un
documento sobre las comunidades indí
genas del Distrito de Zamora durante el ll
Imperio", en P. Carrasco et a l , 1986: 213-
235), Moisés Franco ("La desamortización
de bienes de comunidades indígenas en
Michoacán", en P Carrasco et al. 1986:169-
187), Carlos García Mora (San Antonio
Charapan. El conflicto agrario-religioso en
una comunidad de la sierra tarasca, tesis,
"Notre vñlage pourrait être une
vñle à part entière", contiene una sec
ción titulada "L'histoire récente et la
'modernisation' du pouvoir politi
que". Como complemento al análisis
sobre la cuestión agraria, el autor ana
liza en este capítulo cuatro la progre
siva vinculación de la comunidad in
dia al desarrollo nacional siguiendo
la trayectoria de la formación de los
municipios, la implantación local del
dominio del Estado nacional a través
de sus agencias administrativas y por
medio de la introducción de obras de
infraestructura y la prestación de ser
vicios públicos. Paralelamente el au
tor da cuenta sumaria de la obra "mo-
dernizadora", de los ministros de la
Iglesia católica y del impacto local de
la escuela y de los medios de comuni
cación masiva; a este triple respecto
-acción cultural de la Iglesia, escolari-
zación y comunicación radiofónica y
televisiva-, parece necesario situar lo
que pasa en Tarecuato en el marco de
lo que pasa en el resto del área puré-
pecha; mas, de ello, el autor guarda
silencio, no obstante la existencia de
estudios publicados sobre los tres
temas.,
Las páginas que contienen la
"Conclusion" preliminar (75-78) al
cabo del capítulo cuatro resumen el
"estudio de las bases antropológicas
del poder político en el medio rural
mexicano", antes de adentrarse en el
anáüsis del funcionamiento real del
poder a lo largo de los capítulos res
tantes, 5-7. Son tres páginas en las que
el autor muestra "la riqueza y la com
plejidad del modelo mexicano de or
ganización" [política], fundado sobre
tres bases: la comunidad y el territo
rio indio, transformados por el mode
lo colonial, la religión indocristiana y
el municipio mexicano, indoespañol,
con influencias de los modelos fran
cés y americano, transformado por la
Revolución mexicana y reciclado por
la racionalidad técnica y económica
moderna. Estos tres fundamentos se
superpondrían formando en el plano
local un conjunto coherente compues
to por la comunidad, la parroquia y la
mimeo., México, ENAH, 1975), Jaime Espín
("Ecología y política: el impacto del repar
to agrario en la Meseta y la secularización
del poder", en P. Carrasco et a l 1986: 237-
261; Tierra fría. Tierra de conflictos en M ichoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán
y Gobierno del Estado de Michoacán,
1986) y Luis Vázquez ("La comunidad in
dígena tarasca. Sus recursos naturales y su
adaptación sociocultural. El caso de Santa
Cruz Tanaco", en P Carrasco et a l , 1986:
263-284; "Cambio y continuidad en la co
munidad indígena tarasca de la sierra. La
evolución política de Santa Cruz Tanaco",
tesis de maestría en antropología social,
mecanoscríto, Zamora, El Colegio de Mi
choacán, 1987), cuyos trabajos, todos, han
sido publicados con anterioridad al estu
dio del autor.
municipalidad en correspondencia
con la unidad social elemental india
(wapanekwa) asentada en un territorio
linásticamente delimitado, a la vez
barrio puesto bajo advocación cristia
na y circunscripción administrativa
civil.
Conforme a este triple esquema
homologado, el autor interpreta tanto
la coherencia y funcionalidad de lo
que él llama "el modelo mexicano de
organización" [política], como las in
coherencias y contradicciones del
mismo. Tales, son analizadas en los
capítulos siguientes al tratar del mer
cado de fuerza de trabajo, de tierras y
de productos (capítulo cinco), de los
procesos electorales, alegadamente
protagonizados por las mujeres (capí
tulo seis) y de la movilización de los
jóvenes autóctonos en búsqueda de
reconocimiento social (capítulo siete).
Sobre la coherencia y funcionali
dad, así como sobre las incoherencias
y contradicciones, tal como el autor
nos las señala unas y otras en los he
chos sociales, no se puede estar en
desacuerdo. Pero el problema antro
pológico planteado por la considera
ción atenta de tales realidades socia
les queda sin explicación plausible,
sea porque la recopilación de datos
pareció innecesaria a la luz de las teo
rías aplicadas, sea porque los datos,
que efectivamente fueron recopila
dos, no fueron integrados dentro de
un modelo heurístico más inclusivo y
esclarecedor.
En efecto, en el capítulo cinco, ti
tulado "Todo se vende..., se vende
todo..., todos se venden!", se resiente
la necesidad de describir con proliji
dad las relaciones entre la cabecera
municipal y las tenencias; se revela
necesaria la etnografía de las estrate
gias más importantes sobre las que
reposa la economía informal aludida;
se percibe un gran vacío informativo
acerca de la inserción laboral cíclica
de los jornaleros tarecua tenses en los
cañaverales de los ingenios azucare
ros de Los Reyes y Tocumbo, en los
campos agrícolas del Bajío zamorano,
en las plantaciones de la costa del Pa
cífico y en el Norte; se nota la ausen
cia de información sustancial sobre
las relaciones de parentesco y el ma
nejo de éstas junto con las de coter-
raneidad como recursos para facilitar
las emigraciones y la colocación labo
ral de los de Tarecuato en los Estados
Unidos; además, la importante y pre
datoria enajenación de tierras y bos
ques de la comunidad india en favor
de forasteros está insuficientemente
documentada.
"Ce sont les femmes qui font les
élections", es el título del capítulo seis.
En la página 111 aparecen referencias
a La Cantera, al igual que en el capí
tulo anterior a San Angel. Sin embar
go, con todo lo históricamente empa
rentados y geográficamente próximos
que están entre sí los pobladores de
esos sitios y los de Tarecuato, entre
unos y otros confrontan situaciones
conflictivas. A partir de los solos
datos vertidos en el texto, no quedan
claras las relaciones entre esos tres
núcleos de asentamiento, se descono
ce que son aquellos sitios en el marco
de la tenencia de Tarecuato y del mu
nicipio de Santiago Tangamandapio;
por qué La Cantera se desgajó de Ta
recuato; de la lectura salimos igno
rando por qué son tan conflictivas sus
mutuas relaciones, aparte de la dispu
ta por las tierras, y si acaso existen ne
xos estructurales entre estos poblados.
¿Por qué se asienta que "las muje
res hacen las elecciones"? ¿Qué justi
fica el título y qué explica el predo
minio de las mujeres?; un predominio
presumiblemente no sólo cuantitati
vo, sino progresivamente protagóni-
co en el ámbito de lo público y de lo
doméstico. Ahora bien, el protagonis
mo político de las mujeres y la partici
pación de otros actores no-legalmente
autorizados en los procesos políticos
(cura párroco, técnicos agrícolas, en
cargados de la gestión de servicios
públicos y representantes de grupos
de influencia o de grupos de presión,
tales como los profesores y los líderes
indigenistas) (pp. 120-123), son expli
cados por el autor mediante alusiones
pasajeras a factores insuficientemente
documentados; a saber, la composi
ción demográfica de Tarecuato y la
densidad social sobre los espacios; los
volúmenes, la composición y los ci
clos de los movimientos migratorios;
las redes de parentesco -se habla de
clanes y de linajes, jamás se aducen
los datos correspondientes-; la asime
tría en las relaciones de género y sus
respectivos correlatos en la división
social del trabajo; y, en general, cuan
to es enunciado sumariamente en los
párrafos segundo y tercero de la pági
na 124, que el autor resume como ma
nifestaciones de una "crisis de legiti
mación", de las instituciones del po
der comunitario tradicional y de las
instituciones políticas del Estado na
cional. De no contar con datos de pri
mera mano, se impone un mínimo de
necesarias referencias bibliográficas
al apoyo.
"Nous sommes indiens... Nous
sommes mexicains", es el título del
capítulo siete que resume en su enun
ciado la intrínseca dualidad que tensa
la condición social de los jóvenes de
Tarecuato divididos entre su indiani-
dad relativamente autónoma y su he-
terónoma incorporación a los proce
sos nacionales. Por su tema, por los
sujetos de estudio anunciados en el tí
tulo de la obra y por el tratamiento
psicosociológico dado a la cuestión
juvenil, es esta la porción más intere-
i sante del trabajo.
El autor se propone analizar aquí
"los procesos de emergencia de 'otras7
culturas socio-políticas, incluso, de
anti-poderes". En la aprehensión de
esta alteridad el autor tiene compro
metida "la comprensión de los jóve
nes indios, de los jóvenes mexicanos
en busca de reconocimiento". ¿Da de
sí el método etnológico para com
prender "los procesos a través de los
que los jóvenes analizan su situación
y la de su sociedad; toman conciencia
de su lugar y de su rol; sueñan indi
vidual o colectivamente en la trans
formación de su sociedad, manifies
tan otras formas de participación,
practican otras formas de relaciones
sociales y emprenden a veces accio
nes colectivas"? No, según el autor.
Por ello recurre a la psicosociología.
A la luz del análisis transaccional,
entiende que "la desestructuración de
la vida social y el poco aprecio en el
que se tiene al caduco modo de fun
cionamiento de la vida socio-política
comportan formas de repliege en la
indiferencia o la sumisión [...], formas
de huida de la realidad social" (p.
128). Entre ellas Pavageau reconoce el
apego a la televisión, las peregrina
ciones y las migraciones cíclicas -in
cluso si éstas son también procura
ción de empleo y búsqueda de sí-, las
numerosas e interminables fiestas,
cierta religiosidad narcotizante y el
refugio en la trinidad maldita, la dro
ga, el alcohol y la violencia (cfr. pp.
128-129).
Los jóvenes de Tarecuato ¿son so
lamente sujetos pasivos de los efectos
de la desestructuración del sistema
social? No, pues ellos actúan, y sus
acciones conforman "los modos de
reestructuración de la vida social" (p.
129) que el autor analiza bajo el su
puesto de que "los procesos de emer
gencia de prácticas sociales, cultura
les, económicas y políticas diferentes"
que tuvieron lugar en la localidad y
en el país entre 1980 y 1989, "tradu
cen los sueños, las ideas, las energías
y los proyectos innovadores, a la vez
que marcan la evolución de las men
talidades en el medio rural y contri
buyen a la transformación de la socie
dad" (p. 133).
Pavageau discierne en esos com
portamientos una tipología de los jó
venes de Tarecuato según su modo de
participación en la vida social; tipolo
gía que reflejaría de algún modo el
sistema local de clases sociales (p.
130). El autor describe los rasgos que
tipificarían a cada una de las cinco ca
tegorías juveniles locales (pp. 129-132)
y reconoce en la configuración de
ellas y en la formación y aliento de los
mitos y aspiraciones, de los sueños y
los deseos, de las necesidades percibi
das y de las frustraciones sufridas por
los jóvenes de Tarecuato, varios facto
res: la influencia de la escolarización
y del indigenismo, las facilidades de
desplazamiento territorial, el contac
to cultural en el extranjero, la penetra
ción de los medios audiovisuales y la
especialización profesional de algunos
coterráneos (pp. 133-136). El lideraz
go, la agrupación de jóvenes y las rei
vindicaciones por la tierra, por la ho
nestidad en la administración de los
bienes comunales, por el cambio de
estatuto administrativo subordinado
de Tarecuato, por la escuela, por acti
vidades deportivas y culturales y por
el respeto a su condición de indios
(pp. 137-142), no se han producido,
ciertamente, sin obstáculos surgidos
de todas partes: desde la reprobación
de ciertas actividades por los propios
padres de familia y la divulgación de
chismes y rumores atemorizantes,
hasta las amenazas a la seguridad
personal y el asesinato de los líderes,
pasando por la oposición de las auto
ridades civiles y religiosas locales y la
recuperación política de la moviliza
ción juvenil (pp. 142-147).
Pese a todo, el saldo de las accio
nes, aunque escaso, sería positivo (p.
147) como "experiencia de la demo
cracia" para los jóvenes que, habiendo
partido asociativamente "en busca de
reconocimiento" durante los ochenta,
al cabo de la década, al tener ya entre
22 y 35 años, se encuentran disgrega
dos. El legado de éstos a la nueva ge
neración -la de aquellos que comien
zan la década de los noventa con eda
des que fluctúan entre los 15 y los 25
años-, consistiría en "una experiencia
cultural original", concretizada en
mejores facilidades educativas, en una
mayor libertad vestimentaria y fes
tiva, en la disminución del alcoholis
mo y de la violencia interbarrial, en
una mayor participación en la vida
pública local desprovista, sin embar
go, de la organización colectiva y de
la exaltación indianista e indigenista,
en fin, en la conquista de nuevas for
mas de legitimidad social para los jó
venes.
Al cabo de la década de los
ochenta el desenlace de la moviliza
ción se resumiría, por lo tanto, en "la
normalización de los comportamien
tos" de aquellos que, como grupo de
edad, habiendo partido de "los sue
ños individuales a la aventura colecti
va", están ahora de regreso "del gran
sueño colectivo a las aventuras indi
viduales" (pp. 148-150).
Extraña paradoja ésta la de ir
como investigador en pos del conoci
miento de los jóvenes, que andan a su
vez, "en busca de reconocimiento" y
encontrarse, uno y otros, con una "di
námica cultural" inscrita en el porve
nir de Tarecuato consistente en la "ad
ministración de la incertidumbre", en
la reforzada cohesión de la comuni
dad, en la ultimada reconciliación del
estatuto de indio con la condición de
ciudadano y en la heterónoma incor
poración de la comunidad y pueblo al
exterior por la economía, la escuela, el
trabajo, las comunicaciones y la admi
nistración. Tal es la interpretación an-
cilar alcanzada por el análisis transac-
cional en auxilio de la etnología
("Conclusions" pp. 152-156).
No estoy sugiriendo que el autor
debía aplicar el ecfuilibrium model y el
extended case method de los procesua-
listas manchesterianos que tan fecun
dos se han revelado, no en el análisis
de los procesos históricos de largo al
cance diacrònico, pero sí en el análisis
del conflicto político en sociedades
clasistas-estamentadas, divididas in
ternamente por oposiciones faccio-
nales, separadas exteriormente por
antagonismos interétnicos e interco
munitarios, tironeadas de todos lados
por líderes y burócratas, ministros re
ligiosos u hombres políticos y someti
das al abarcador dominio de los esta
dos nacionales.
El autor, sociólogo de formación,
ha realizado un estudio sociológico
con el mérito excepcional de haber
realizado un largo trabajo de campo
conviviendo con los lugareños en Ta
recuato; gracias a ello generó múlti
ples simpatías y obtuvo una cantidad
enorme de invaluables informaciones
de primera mano, sin caer en las
trampas de las rivalidades interfac-
cionales que acechan a todo antropó
logo en el trabajo de campo. El esque
ma teórico y metodológico que con
dujo la búsqueda y llevó a la inven
ción de la realidad social de Tarecuato
que el autor aquí nos entrega, ha sido
inteligentemente aplicado y los resul
tados de este estudio revelan los al
cances logrados, tanto como las limi
taciones, insoslayables, propias del
funcionalismo sociológico. En tal sen
tido, el estudio del autor es académi
camente excelente con la virtud adi
cional de estar escrito con un estilo
literario claro, conciso y que contagia
la simpatía con la que el autor acogió
y fue acogido por los de Tarecuato.
Una explicación adicional a las limita
ciones informativas e interpretativas
de este trabajo es la tiranía de los cri
terios comerciales que rigen el merca
do del libro.
Mas, en virtud de la proposición
inicial externada por el autor en el
sentido de llevar a cabo un análisis de
"antropología política" (p. 6), propo
sición refrendada hacia el final (p.
127), la problemática planteada por el
autor demanda una solución metodo
lógicamente acorde. Ahora bien, esta
es particularmente compulsiva en el
tratamiento al que debían haber sido
sometidos los temas desarrollados en
los capítulos 4-7, en los que el autor
analiza el funcionamiento real del po
der a través de la organización del es
pacio y de la economía, y a través de
los procedimientos por los que los in
dividuos y los grupos intervienen en
los procesos políticos locales.
En efecto, he aquí una serie de fe
nómenos -generalizables en mayor o
menor grado a toda el área purépe-
cha- que ineludiblemente reclaman
una explicación mayor que la ofreci
da por el autor: a) el surgimiento de
movilizaciones, que bien pueden ser
o tender a ser simples reclamos de au
tonomía administrativa o claro indi
cio de verdaderas reivindicaciones
etnicistas o, acaso, sólo luchas contra
la desigualdad social y la discrimina
ción; b) las conflictivas relaciones en
tre tenencia y cabecera municipal,
entre representantes autorizados del
Estado nacional y autoridades indias;
su conflictividad refleja algo más que
una pura inconformidad por la disi
metría administrativa o que una mera
cuestión de honor; c) las tensiones
entre los grupos de interés comuni
tario y las presiones ejercidas por in
dividuos y grupos externos a la loca
lidad, entre comuneros y "gente de
afuera", cuyas tensiones se inscriben
en la dialéctica del voraz mercado de
los bienes comunales, de la caduci
dad de las normas de derecho y de la
corrupción administrativa; d) el con
tinuo reacomodo o realineamiento de
dirigentes civiles y religiosos y de sus
respectivas clientelas faccionales, en
las arenas del poder definidas por si
tuaciones coyunturales; e) la recorpo-
rativización estamental de las institu
ciones indias ante los efectos social y
culturalmente disolutorios de la mo
dernización tecnológica, mercantil,
administrativa, comunicacional, en
breve, política y moral, comportados
por la libre expansión interna del ca
pitalismo y por el abarcador dominio
del Estado nacional.
Estos fenómenos no pueden ser
plenamente inteligibles sin explícitar
la dialéctica que mantiene en tensión
a los componentes de la índole con
flictiva de los procesos sociales en ese
medio, a saber, la organización social
que estructura a la comunidad india y
al pueblo en el marco de la municipa
lidad, la normatividad jurídica consti
tuida y la de usos y costumbres que
teóricamente rigen las relaciones ha
cia dentro y hacia fuera de ésta, y las
pautas de comportamiento colectivo
inscritas en las diversas prácticas de
los actores sociales. Los hechos repor
tados por el autor podrían ser explo
tados con mayor fecundidad some
tiéndolos a un análisis más riguroso y
unitario mediante una periodización
histórica determinada no sólo por los
grandes factores de la historia nacio
nal, sino por aquellos que pautan la
pequeña historia local y regional, me
diante estudios profundos de caso, la
elaboración de historias de vida, la con
tras tación sistemática de situaciones
sociales de ataraxia y crisis, mediante
el análisis comparativo de fenómenos
regionales y de procesos sociales, me
diante la delimitación de arenas polí
ticas para alumbrar en la intelección
de los lectores el foco de los conflictos
en Tarecuato.
¿Cómo, de otro modo, entender,
si no, por ejemplo, la perenne aspira
ción a la autonomía municipal, las
apariencias de reivindicación etnicis-
ta, los conflictos agrarios y de intere
ses, las emigraciones, las diversas
modalidades de producción llamadas
de economía informal, la politización de
las manifestaciones festivas, la moral
social imperante y la perdurabilidad
de antiguas instituciones indias bajo
el embate del mercado y de la moder
nización tecnológica y administrati
va, si no se describen suficientemen
te, ni se analizan con detenimiento y
profundidad las cuestiones siguien
tes: a) las relaciones de Tarecuato con
su cabecera municipal, los viejos y en
conados antagonismos con sus her
manos de La Cantera y de San Ángel;
b) el lugar del etnicismo tarecuatense
dentro del etnicismo reavivado en el
área purépecha; c) la importancia eco
nómica y laboral que para los de Tare
cuato tienen las plantaciones cañeras
y la agroindustria azucarera de los
vecinos municipios de Los Reyes y To-
cumbo, la agroindustria fresera y hor
tícola del Bajío zamorano; d) el im
pacto económico, laboral y ecológico
de la incontenible expansión de las
huertas de aguacate sobre la población
y el medio de Tarecuato, especial
mente en relación con el mercado de
trabajo, el cambio en el uso de los sue
los, el uso y abuso de insumos quími
cos, la abusiva explotación del bosque
y la escasa disponibilidad de agua;
e) las redes de relaciones sociales so
bre las que se fundan las migraciones
de los trabajadores y el itinerario de
los comerciantes tarecuatenses que se
desplazan de feria en feria, de tian
guis en tianguis, a lo largo del año
por el Altiplano Central y la Costa sur
y oeste del territorio nacional; f) los
arreglos sociales por los que es posi
ble integrar trabajo familiar, trabajo
asalariado, producción artesanal, co
mercio, migraciones, y aprovechar, ¿de
qué maneras? los recursos obtenidos;
g) las inconsistencias que se desplie
gan ante la mirada extraña del obser
vador atento debido a las aparentes
contradicciones entre la impronta de
las instituciones religiosas, la preca
riedad de los recursos económicos, el
derroche en las exuberantes celebra
ciones festivas, el consumo conspicuo
de alcohol y la violencia doméstica y
política, con bastante frecuencia cul
minada en asesinatos. En breve, al re
currir -como lo hace el autor- sólo al
esquema funcionalista de análisis ins
titucional -con todo lo logrado-, aun
con el auxilio del análisis transaccio-
nal -con todo lo innovador y promi
sorio que esto pueda ser-, quedan en
pie muchas preguntas por contestar,
suscitadas tanto por su propio esque
ma de investigación -lo que paradóji
camente demuestra los alcances y las
limitaciones heurísticas del análisis
funcionalista de las instituciones-
como por la riqueza de los hechos
sociales generados -lo que prueba la
pertinencia de Tarecuato como objeto.
El autor suscitó cuestiones suma
mente importantes que se han queda
do sin respuesta. Habiéndose pro
puesto un análisis de antropología
política del medio rural mexicano, el
saldo obtenido al final es la mono
grafía sociológica de una localidad in
dia sólo parcialmente representativa
de la compleja y diversa ruralía me
xicana.
El estudio monográfico de locali
dad que el autor nos ofrece bajo el
prometedor título L'autre Mexicjue. Culture índienne et expérience de la dé- mocratie. Les jeunes en c¡uete de recon- naissance, reclama, para ser un autén
tico estudio de antropología política
centrado en la cultura india y en el
aprendizaje juvenil de la democracia,
varias cosas, a saber: una amplia y
profunda inserción del tema en la
problemática sociológica regional, so
bre todo en los aspectos relativos a las
relaciones interétnicas, a las relacio
nes de mercado y a la implantación
de los dominios políticos. El análisis
institucional practicado por el autor
está exigiendo, para acabar de parir
todas sus implicaciones, una sistemá
tica descripción etnográfica y el se
guimiento crítico de los procesos so
ciales, no sólo una documentación
historiográfica y fragmentaria infor
mación de campo. Frente al análisis
transaccional al que el autor innova-
doramente apela, acaso de forma pio
nera en el campo de la sociología que
suele hacerse en México, es preciso
decir que las costumbres son, cierta
mente, más determinantes, por su
arraigo colectivo y por su durabilidad
institucional, que las pasiones.
Jesús Tapia Santamaría
Universidad de Puerto Rico
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