un duque en la corte del rey burgués: positivismo y porfirismo en manuel gutiérrez nájera
TRANSCRIPT
This article was downloaded by: [Universitat Politècnica de València]On: 20 October 2014, At: 01:27Publisher: RoutledgeInforma Ltd Registered in England and Wales Registered Number: 1072954 Registeredoffice: Mortimer House, 37-41 Mortimer Street, London W1T 3JH, UK
Bulletin of Spanish Studies: HispanicStudies and Researches on Spain,Portugal and Latin AmericaPublication details, including instructions for authors andsubscription information:http://www.tandfonline.com/loi/cbhs20
Un duque en la corte del Rey Burgués:positivismo y porfirismo en ManuelGutiérrez NájeraJosé María Martínez aa University of Texas-Pan AmericanPublished online: 03 Apr 2007.
To cite this article: José María Martínez (2007) Un duque en la corte del Rey Burgués: positivismo yporfirismo en Manuel Gutiérrez Nájera, Bulletin of Spanish Studies: Hispanic Studies and Researcheson Spain, Portugal and Latin America, 84:2, 207-221, DOI: 10.1080/14753820701237431
To link to this article: http://dx.doi.org/10.1080/14753820701237431
PLEASE SCROLL DOWN FOR ARTICLE
Taylor & Francis makes every effort to ensure the accuracy of all the information (the“Content”) contained in the publications on our platform. However, Taylor & Francis,our agents, and our licensors make no representations or warranties whatsoever as tothe accuracy, completeness, or suitability for any purpose of the Content. Any opinionsand views expressed in this publication are the opinions and views of the authors,and are not the views of or endorsed by Taylor & Francis. The accuracy of the Contentshould not be relied upon and should be independently verified with primary sourcesof information. Taylor and Francis shall not be liable for any losses, actions, claims,proceedings, demands, costs, expenses, damages, and other liabilities whatsoeveror howsoever caused arising directly or indirectly in connection with, in relation to orarising out of the use of the Content.
This article may be used for research, teaching, and private study purposes. Anysubstantial or systematic reproduction, redistribution, reselling, loan, sub-licensing,systematic supply, or distribution in any form to anyone is expressly forbidden. Terms &Conditions of access and use can be found at http://www.tandfonline.com/page/terms-and-conditions
Un duque en la corte del Rey Burgues:
positivismo y porfirismo en
Manuel Gutierrez Najera
JOSE MARIA MARTINEZ
University of Texas-Pan American
En ‘El Rey Burgues’ Ruben Darıo resumıa la conflictiva ubicacion del
artista en la sociedad burguesa de finales del XIX con un tono dialectico
y fatalista probablemente inevitable, dado que el nicaraguense seguıa
conservando en Chile la concepcion romantica del escritor que poco antes
le habıa hecho escribir poemas tan platonicos como ‘El Arte’ o ‘El poeta’.
Sus apenas dos anos en el paıs andino no solo no habıan podido eliminar
ese idealismo romantico sino que lo habıan fomentado aun mas, porque
esa modernidad, al tiempo que habıa desplazado a Darıo a los margenes
sociales y propiciado ası su actitud contestataria, le habıa insertado en los
circuitos del nuevo mercado literario y proporcionado los medios y materi-
ales para su proyecto renovador. Sin embargo, la originalidad y fuerza del
cuento no logran ocultar el caracter maniqueo de la anecdota, quintaesen-
ciado en la escena de la muerte del poeta durante la fiesta cortesana. La
parabola se ofrece mas bien como algo cerrado y simple, y la focalizacion
en el clımax final de la historia ha hecho que la mayor parte de los comen-
tarios crıticos hayan obviado el momento de incardinacion del poeta en el
organigrama burgues, es decir, su contacto y convivencia con los mecanis-
mos de insercion ofrecidos por el sistema, que en el relato se concretarıan
en la condicion de organillero del poeta. Obviamente, esa insercion es una
claudicacion del idealismo romantico, pues al artista siempre le hubiera
quedado la opcion de renunciar a la oferta del monarca, aunque a cambio,
eso sı, de una muerte mas temprana y mas heroica, porque el sistema
burgues no ofrecıa ya alternativas posibles. En definitiva, el cuento simpli-
fica lo que fue la verdadera situacion de la mayorıa de los modernistas, es
decir, sus continuas negociaciones y concesiones ante un nuevo modelo
social para el que su formacion juvenil y sus lecturas romanticas no
habıan podido prepararles.
ISSN 1475-3820 print/ISSN 1478-3428 online/07/02/0207-15
# Bulletin of Spanish Studies. DOI 10.1080/14753820701237431
Bulletin of Spanish Studies, Volume LXXXIV, Number 2, 2007
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
Tomando como referencia principal las conocidas reflexiones acerca de
esta y otras ‘contradicciones del Modernismo’,1 quiero partir de la inestable
ubicacion del artista en la sociedad burguesa para mostrar como el caso de
Manuel Gutierrez Najera puede ser un ejemplo paradigmatico—aunque
quiza extremo—del grado de aquiescencia con el sistema al que pudieron
llegar los escritores finiseculares. En pocos autores se ve tan clara como en
Najera la incorporacion de componentes claves de la ideologıa burguesa deci-
mononica—en su caso el positivismo social—y, sobre todo, la constante
defensa de un regimen polıtico—el Porfiriato— que se habıa apropiado la
mision de llevar a su paıs por las vıas del Orden y Progreso que el positivismo
de Stuart Mill habıa adjudicado al estado moderno.2 Aunque el porfirismo y
el positivismo najerianos han merecido una desigual y a veces contradictoria
atencion por parte de sus comentaristas, es esta lectura contextualizada de
su obra la que poco a poco va ganando terreno, sobre todo despues del Con-
greso Internacional celebrado en torno al Duque en 1995 y donde dominaron
las interpretaciones holısticas, interpretaciones que lo vinculaban al espıritu
del regimen de manera firme y que hacıan de Gutierrez Najera un ingre-
diente del Porifiriato casi tan emblematico como el ferrocarril.3 De todas
1 Las llamadas contradicciones del Modernismo tienen una amplia gama de matices,
debido a la variedad de discursos ideologicos, esteticos, socieconomicos o polıticos heterogeneos
y/o contradictorios que conviven superpuestos en America Latina a finales del XIX. Sobre todo
ello se han extendido con profusion los trabajos ya clasicos de Angel Rama, Ruben Darıo y el
Modernismo (Caracas: Alfadil, 1985); Noe Jitrik, Las contradicciones del Modernismo
(Mexico: El Colegio de Mexico, 1978); Julio Ramos, Desencuentros de la Modernidad en
America Latina. Literatura y polıtica en el siglo XIX (Chile: Cuarto Propio/Callejon, 2003)
o Nestor Garcıa Canclini, ‘Contradicciones latinoamericanas: ¿Modernismo sin modernizacion?’,
en ¿Que es el Modernismo. Nueva encuesta. Nuevas lecturas, ed. Richard Cardwell y Bernard
McGuirk (Boulder, Colorado: Society of Spanish and Spanish-American Studies, 1993), 371–78.
Aunque no se refieren propiamente a este tema, cf. tambien las recientes matizaciones que
Jose E. Gonzalez hace a las propuestas de Rama y Jitrik en su ‘Modernismo y capital simbolico’,
BSS, LXXIX:2–3 (2002), 211–28. Acerca de las naturales desavenencias entre el espıritu
burgues y cualquier idealismo, cf. las paginas que Christopher Dawson dedica al primero en
su Dynamics of World History (Wilmington, Delaware: ISI Books, 2002), 199–242.
2 No en vano Angel Rama en La ciudad letrada senalaba a Porfirio Dıaz como el mejor
ejemplo de ‘rey burgues’ de la vida polıtica latinoamericana (La ciudad letrada [Hanover: Edi-
ciones del Norte, 2002], 120–23). En el mismo sentido, debe recordarse tambien la incorpora-
cion que los modernistas hicieron del discurso general del positivismo, que les llevo por
ejemplo a explicar su superacion de la estetica decimononica en claves evolucionistas. Para
esto, cf. entre otros, Adam Sharman, ‘Modernismo, positivismo y (des)herencia en el discurso
de la historia literaria’, en ¿Que es el Modernismo, 319–38, y los testimonios aducidos por Mer-
cedes Serna en ‘El positivismo latinoamericano. Positivismo y Modernismo: encuentros y desen-
cuentros’, Cuadernos Hispanoamericanos, 529–530 (1994), 129–37.
3 Con matices, el turrieburnismo de Najera quedarıa implıcito en los trabajos, entre
muchos otros, de Marina Galvez, ‘Manuel Gutierrez Najera’, en Historia de la literatura hispa-
noamericana, coordinador Luis Inigo Madrigal, 2 vols, 3a ed. (Madrid: Catedra, 1998–99), II,
Del Neoclasicismo al Modernismo (1999), 583–90; Anıbal Gonzalez, La cronica modernista his-
panoamericana (Madrid: Porrua Turranzas, 1983); o Luis H. Pena, ‘La discreccion exquisita:
una aproximacion a las cronicas de Gutierrez Najera’, Texto Crıtico, 14:38 (1988), 43–50.
208 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
formas, estas reivindicaciones no acaban de coincidir con la imagen que
quiero presentar y justificar aquı, y que es la de un Najera activamente mili-
tante en su porfirismo polıtico y en su positivismo social, hasta extremos a
veces escandalosos, y que no puede o no quiere evitar que esos posiciona-
mientos esten presentes no solo en sus cronicas sino en unos relatos de
ficcion de los que unicamente se ha solido comentar su cargado emociona-
lismo o su vanguardismo formal. La reciente publicacion de sus Meditaciones
polıticas4 ha venido a confirmar esta militancia, a ofrecer tambien un
interesante material de contraste con el idealismo romantico de sus teorıas
poeticas y, en definitiva, a restaurar la imagen que de el tuvieron sus
contemporaneos.5
En cuanto a su porfirismo, puede comenzarse recordando la amistad de
la familia paterna de Najera con la de Jose Yves Limantour, ministro de
finanzas de Dıaz a partir de 1893 y tambien padrino de bautizo del Duque
a pesar de ser solo cinco anos mayor que el.6 A la ceremonia religiosa de
su boda, en 1888, asistieron ministros, senadores, diputados y escritores;
y en el matrimonio civil firmaron como testigos Manuel Romero Rubio, mi-
nistro de la Gobernacion de Dıaz, Joaquın Baranda, ministro de Instruccion
Publica y Manuel Mercado, oficial mayor de Gobernacion. Tambien cabe
Para Galvez, por ejemplo, las cronicas najerianas no fueron ‘muy proclives a defender ideologıa
alguna’ (‘Manuel Gutierrez Najera’, 586); Anıbal Gonzalez afirma tambien ‘que las cronicas y
artıculos de Najera no nos dan una idea muy clara de cuales eran [sus] inclinaciones ideologicas’
(La cronica modernista, 98). Lecturas mas acertadas son las que hacen Perez Gay en su intro-
duccion a Manuel Gutierrez Najera: ‘Los imprescindibles’ (Mexico: Cal y Arena, 1996) y Katha-
rine Krebs en Selected Cronicas of Manuel Gutierrez Najera (New Orleans: Tulane Univ., 1977).
En la poesıa de Najera esta militancia se encuentra bastante mas atenuada, pero tampoco es
difıcil adivinarla en poemas como ‘Francia y Mexico’ o ‘La muneca’ (cf. Manuel Gutierrez
Najera, Poesıas completas, ed. Francisco Gonzalez Guerrero, 2 vols [Mexico: Porrua, 1966],
II, 287–91 y 295–304; y Gary Kesner, The Poetry of Manuel Gutierrez Najera [Lawrence:
Univ. of Kansas, 1970]).
Las actas del Congreso Internacional de 1995 se publicaron bajo el tıtulo Memoria.
Coloquio Internacional ‘Manuel Gutierrez Najera y la cultura de su tiempo’, ed. Yolanda
Bache Cortes y otros (Mexico: UNAM, 1996). Otras lecturas imprescindibles para esta
imagen renovada de Najera son tambien las de Jose Ismael Gutierrez, Manuel Gutierrez
Najera y sus cuentos. De la cronica periodıstica al relato de ficcion (New York: Peter Lang,
1999), y Adela Pineda Franco, Positivism and Modernismo: Encounters and Displacements:
The Case of ‘Revista Azul’ (Austin: Univ. of Texas, 1997).
4 Manuel Gutierrez Najera, Obras, 13 vols (Mexico: UNAM, 1959–2001), XIII, Medita-
ciones polıticas, 1887–1894, ed. Yolanda Bache Cortes y Belem Clark de Lara (2000).
5 Esa imagen del Najera polıtico—obviamente combinada con la del poeta sentimental y
el elegante estilista—es la que se desprende del conjunto de los obituarios pronunciados al poco
de su fallecimiento. Un ejemplo serıa el que Antonio de la Pena publico en la Revista Azul: ‘Se
cebaron en ti los odios de la polıtica, fuiste durante largos anos el blanco de los insultos litera-
rios y de las burlas personales’ (cf. Manuel Gutierrez Najera. Florilegio Crıtico-conmemorativo,
ed. Boyd G. Carter [Mexico: De Andrea, 1966], 38; cursivas mıas).
6 Para este dato y los que siguen me he servido de las diversas biografıas de Najera reco-
gidas en la sistematica bibliografıa compilada por Jose Ismael Gutierrez en su Manuel Gutie-
rrez Najera y sus cuentos, 397–418.
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 209
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
mencionar que el primer encuentro de Manuel y Cecilia Maillefert, la que
luego serıa su esposa, tuvo lugar en un baile en honor de Porfirio Dıaz.
Con mucha frecuencia Najera esta presente junto a polıticos y ‘cientıficos’
como Limantour y Joaquın Casasus en eventos y reuniones organizados
por o en honor del presidente, como el recogido en la cronica ‘Un baile en
Chapultepec’, al que Najera llego a denominar ‘sueno de una noche de
verano’.7 Najera fue tambien el secretario de una de las secciones del
Ateneo Mexicano de Ciencias y Artes, instituto apadrinado personalmente
por Dıaz y que estaba presidido por Vicente Riva Palacio, e incluıa a Justo
Sierra entre sus cargos. Najera es tambien cronista de numerosos actos ofi-
ciales y semioficiales presididos por Dıaz, bien sean conciertos, recepciones
o bailes cortesanos, y llega incluso a resenar y rectificar una entrada del
Diccionario Larousse relacionada con Mexico y el presidente. No faltan
tampoco los elogios y detalles con la esposa de Dıaz, verdadera ‘reina de
la piedad’ segun una de sus ‘Cartas del jueves’ y a quien dedico el poema
‘La muneca’ y el medallon titulado ‘Carmen Romero Rubio de Dıaz’. Como
remate pueden recordarse sus nombramientos como diputado suplente,
en 1886, y luego como diputado titular en 1888, cargo este que ocuparıa
hasta el ano de su muerte.
Para confirmar el explıcito porfirismo de Najera y la intensidad de las
polemicas polıticas en que se vio envuelto pueden recordarse unas palabras
suyas todavıa poco conocidas, originadas en las acusaciones de un periodico
de la oposicion porfirista. Lo apasionado e inequıvoco de su defensa disculpa
la extension de la cita:
Como yo soy redactor del Partido Liberal y lo fui de La Libertad, debo recha-
zar, por lo que a mı me toca, tan calumnioso cargo [. . .] No creo que se pu-
blicara en La Libertad ningun artıculo contra el general Dıaz; mas como
no me gusta dejar las cosas entre sombras le exijo que diga: ¿a que redactor
del Partido Liberal alude [El Nacional] cuando habla de artıculos escritos
contra el general Dıaz y publicados en La Libertad? Si el tiro viene contra
mı no dio en el blanco. Precisamente puedo decir con orgullo que he sido y
soy amigo desinteresado del general Dıaz. Esto lo sabe bien el actual presi-
dente a quien tampoco me he acercado nunca para pedirle empleos o granje-
rıas, pero a quien vengo defendiendo en mi pequena esfera, desde hace mas
de cinco anos. No aspiro a contarme entre los primeros amigos del General
Dıaz, no aspiro a verme entre el primer coro de los angeles; pero sı reclamo
un lugar entre los amigos pobres y humildes pero leales y de buena voluntad.
El Nacional se refiere a La Libertad. Pues bien: en ella, que fue estable-
cida para sostener al general Dıaz y a cuya redaccion me invito a entrar mi
buen amigo Jorge Hammeken, secretario del que hoy es presidente, defendı
7 Manuel Gutierrez Najera, Obras. Prosa, 2 vols (Mexico: Oficina Impresora del Timbre,
1898–1903), I, Obras. Prosa, introduccion de Luis G. Urbina (1898), 254.
210 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
desde el primer dıa hasta el ultimo, la candidatura del general Dıaz. Allı
estan mis artıculos, con firma unos, otros sin ella [. . .] hoy como durante
la administracion pasada, he servido, aun con perjuicio de mi propio
interes, la causa del sr. General Dıaz. No soy, pues, a quien El Nacional
intenta aludir, y si a mı se refiere, calumnia a sabiendas.8
La cita es de 1885, pero en realidad es solo una muestra mas de expresiones
igualmente fervorosas pronunciadas a lo largo de toda su vida publica. Un
ejemplo temprano lo tendrıamos en uno de sus primeros artıculos polıticos,
de 1879, a sus veinte anos, cuando a proposito del espinoso problema de la
reeleccion elogiaba la ‘honrada protesta del senor general Dıaz, digna cierta-
mente de grande encomio’.9 Y otro tardıo, ya al final de su vida, cuando en
diciembre de 1894 y frente a algunas crıticas de la prensa de oposicon,
recordaba ‘la entereza, la energıa y la claridad de las palabras dichas por el
Presidente de la Republica’.10 Por otro lado, sobra decir que Najera no se
encontraba solo, pues muchos otros escritores e intelectuales habıan puesto
tambien sus plumas al servicio del poder en unos tonos igualmente apasiona-
dos y partidistas.11
La explicacion a este posicionamiento puede ser multiple, pues junto a las
amistades personales ya mencionadas, podrıan estar los motivos nacidos de la
polıtica cultural del regimen, especialmente generoso con sus defensores, y
tambien el convencimiento genuino de quienes veıan en el Porfiriato, en su
polıtica de mano firme, de integracion y conciliacion de las elites y de apertu-
rismo internacional, una garantıa real y una oportunidad unica para la moder-
nizacion y el progreso de su paıs. En realidad, aunque esos tres motivos
parecen mezclados en el caso de Najera, el ultimo, el del pragmatismo polıtico,
es el mas recurrente en sus escritos y cabe aceptarse como el mas probable. De
aquı que resulte tan natural su adhesion a las doctrinas polıticas, filosoficas y
cientıficas del positivismo, que eran las recurridas generalmente por Dıaz y
las elites para legitimar sus programas. Por ello y dado que sus defensas del
sistema se asentaban en la viabilidad del mismo para ofrecer un modo de
vida burgues y reglado, nada decadente, articulado en torno al progreso eco-
nomico y social y al bienestar comunitario, queda justificado que el tono reivin-
dicativo de sus escritos poeticos sea menos agresivo que el discurso del Darıo
chileno, pues simplemente Najera formarıa parte del ‘sequito del rey’ y no
8 Citado por Fernando Tola de Habich, Museo Literario. Dos (Mexico: Premia, 1986), 178–79.
9 Cf. Gutierrez Najera, Obras, XIII, 25.
10 Cf. Manuel Gutierrez Najera, Plato del dıa. Escritos ineditos de sabor satırico, ed.
Boyd G. Carter (Columbia: Univ. of Missouri Press, 1972), 221.
11 Entre ellos se encontraban Juan de Dios Peza, con su cuento ‘Prisioneros mexicanos’,
en Antologıa de cuentos mexicanos, ed. Joaquın Ramırez Cabanas (Buenos Aires: Austral,
1953), 51–59; Justo Sierra con sus Elementos de Historia General y de Historia Patria
(Mexico: Urıas, 1899); y Jose Marıa Vigil con Mexico a traves de los siglos (Mexico: Ballesca,
1887). Para el caso de Carlos Dıaz Dufoo y Luis G. Urbina, muy cercanos a Najera e igualmente
porfiristas, cf. Bache, Memoria, 287.
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 211
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
contarıa con razones para infundir en sus protestas la dimension social del dis-
curso del poeta martir de Azul . . .12
Las argumentaciones najerianas en favor de Dıaz son en general apasiona-
das y tajantes, propias de disposiciones polıticas de un pragmatismo inme-
diato y que no suelen percibir sus contradicciones internas. Por ello, aunque
tampoco falten las sustentadas por razonamientos mas sistematicos, son
mucho mas frecuentes las justificaciones de las decisiones momentaneas del
presidente que las que pretenden la elaboracion cohesionada de una teorıa
polıtica. Entre esas inconsistencias concretas estarıa su defensa de las amana-
das reelecciones de Dıaz, argumentando que sociedades como la mexicana, de
analfabetismo casi general, necesitan esperar hasta la posibilidad de una
democracia verdadera guiadas por una mano firme. Por el contrario, en otro
momento llega a legitimar la validez de los ‘votos tacitos’ o extraoficiales
porque estos serıan simplemente apoyos reales al gobierno.13 En otros casos
defiende la polıtica de limitaciones a la libertad personal asegurando que
‘nuestro pueblo no esta educado para recibirla’,14 o exculpa a Dıaz argumen-
tando que una sola persona no puede ser la causa o remedio de todos los
males, descargandole de responsabilidades, atribuyendoselas a sus subordi-
nados o inculpando al poco espıritu colaborativo que ve en la oposicion. De
la misma forma que Dıaz no respeto la Constitucion de 1857 ni el plan de Tux-
tepec, Najera califica a aquella de ‘caduca y vieja’ y trata a este con burlona
displicencia en mas de una ocasion.15 En la misma direccion, hace un
balance positivo de anos polıticos problematicos o exulta de triunfalismo en
anos menos conflictivos y en momentos felices para el regimen, como ocurre
con la ceremonia de acunacion del termino ‘paz porfiriana’. Tambien mani-
fiesta su compromiso con la tercera administracion de Dıaz, justifica el
cambio gubernamental de 1894, y defiende a capa y espada a los ministros
del gabinete, en especial a su amigo Limantour. Y, en los casos mas extremos,
llega a justificar graves recortes a la libertad de prensa, a tomar a la ligera el
12 Puede servir de referencia el contraste entre el tono del dialogo del poeta dariano con el
‘rey burgues’ y las siguientes palabras de Najera acerca de la polıtica porfirista: ‘A la paz aspira-
mos durante largos anos, como bien supremo, como condicion indispensable de nuestro desa-
rrollo, como alma y vida del trabajo, y paz tenemos. Pero la paz, como toda ventura, puede ser
efımera, y garantıa de que no lo sera la nuestra es el voto de confianza que el pueblo ha dado
a la administracion presente, reeligiendo, con unanime beneplacito, al Jefe del Poder Ejecutivo
[...] El general Dıaz era antes el heroe del ejercito, el heroe popular, el heroe del partido liberal:
hoy es el heroe de la Nacion. Bajo ningun otro gobierno se habıa visto una fusion tan estrecha de
todos los elementos nacionales’ (Gutierrez Najera, Obras, XIII, 225–31). Acerca de las simetrıas
y asimetrıas del aparato gubernamental de Dıaz con el positivismo, cf. los trabajos de Leopoldo
Zea, El Positivismo en Mexico. Nacimiento, apogeo y decadencia (Mexico: FCE, 1975), y William
D. Raat, El Positivismo durante el Porfiriato (1876–1910) (Mexico: SepSetentas, 1975).
13 Gutierrez Najera, Obras, XIII, 70.
14 Gutierrez Najera, Obras, XIII, lv.
15 Cf. Manuel Gutierrez Najera Manana de otro modo, ed. Yolanda Bache y otros,
(Mexico: UNAM, 1995), 133, y Gutierrez Najera, Plato del dıa, 205.
212 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
encarcelamiento de periodistas opositores o a justificar el militarismo y la polı-
tica de mano dura.16 Igualmente, en ‘El diputado’, uno de sus relatos breves, se
eleva al presidente y dictador a dimensiones casi mıticas. Lo peculiar es que
esta mitificacion se da en una carta enviada a su novia por uno de los protago-
nistas del relato, que funge como diputado de provincias en su visita a la
capital mexicana durante las celebraciones del 16 de septiembre. El hecho
de que la carta vaya dirigida a una lectora intradiegetica, es decir, a un perso-
naje con el que las lectoras historicas puedan asumir una rapida identifica-
cion, y el hecho de que tambien el relato apareciera publicado en uno de los
periodicos oficialistas no hace sino afirmar la intencion propagandista de
esa mitificacion:
El lunes, fui con varios amigos a un banquete. Allı mire de cerca a todos los
prohombres de la polıtica y la prensa. Vi al senor general Dıaz, a D. Ramon
Fernandez, a Pacheco Naranjo, Romero Rubio y Dıez Gutierrez ¡Imagınate
que eramos ciento veinte [. . .]Yo no podıa comer: el pensamiento de que tenıa delante de mis ojos a
D. Porfirio y los ministros, quitabame la genial desenvoltura que todos
en el pueblo me conceden [. . .] ¡Si tu vieras que llanos y que amables son
estos senores! La mano que te escribe estas lıneas ha tocado las del
general Dıaz y D. Ramon Fernandez.17
Finalmente hay que decir que toda esta mitificacion porfirista no queda
contradicha por las crıticas de Najera a algunas instancias particulares de
ese regimen, como lo fueron las dirigidas a los gobernantes capitalinos, ni
tampoco su afiliacion con alguna de las elites concretas que se disputaban
los favores del dictador, como le ocurrio con el grupo de los ‘cientıficos’. Y es
que son precisamente estos matices los que hacen resaltar mas aun el caracter
personalista y hasta caudillista de su porfirismo.18
Otra obvia manifestacion de la militancia porfirista de Najera es su parti-
cipacion en la vida periodıstica de esos anos. Al respecto hay que recordar que
Dıaz no suprimio la prensa ni la libertad de expresion de modo formal, aunque
sı lo ejecutara de hecho en diversas ocasiones y en especial en los momentos de
efervescencia electoral. Lo propio de su regimen fue mas la polıtica de genero-
sas subvenciones a proyectos y periodistas afines que la represion sistematica
de la prensa de oposicion. Como resultado, el panorama periodıstico es el de
16 Cf. respectivamente, Gutierrez Najera, Plato del dıa, 202, 169–70, y Gutierrez Najera,
Obras, XIII, 271.
17 Manuel Gutierrez Najera, Cuentos completos y otras narraciones, ed. Erwin K. Mapes
(Mexico: FCE,1984), 346. Para este y otro tipo de interacciones entre Najera y su publico feme-
nino, cf. mi trabajo, ‘El publico femenino del Modernismo: de la lectora figurada a la lectora his-
torica en la prosa de Manuel Gutierrez Najera’, Revista Iberoamericana, 194–95 (2001), 15–29.
18 Acerca de esas crıticas al gobierno municipal de la capital mexicana, cf. Gutierrez
Najera, Plato satırico, passim. Acerca de sus relaciones y amistades con el grupo de los ‘cientı-
ficos’ me extiendo en las paginas que siguen.
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 213
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
una gran actividad y un elevado numero de publicaciones de unos tonos alta-
mente combativos, tanto en los periodicos oficialistas como en los opositores.
Entre estos ultimos figuraban El Tiempo y La Voz de Mexico, de inspiracion
catolica, y El Monitor Republicano y El Hijo del Ahuizote, donde escribıan
los partidarios de la Constitucion de 1857 y el Plan de Tuxtepec. Para los
dos grupos tuvo Najera burlas y crıticas aceradas, y no deja de ser especial-
mente elocuente que a los segundos les asignase a menudo el mote de ‘metafı-
sicos’, en el sentido comtiano del termino. Estas crıticas a la oposicion
porfirista ayudan tambien a matizar el catolicismo de Najera, mas complejo
de lo que a veces se ha comentado, entre otras razones porque su moralidad
debe a veces mas a las doctrinas positivistas que a las de la Iglesia.19 Este con-
texto confirmarıa tambien la carga polıtica de algunos de sus cuentos mas cono-
cidos, como es el caso de ‘La manana de San Juan’ o ‘Historia de un peso falso’.
Es claro que, en el contexto que ahora nos ocupa, las ironicas alusiones a El
Monitor Republicano en el primero de ellos y a El Tiempo y El Nacional en
el segundo no tienen nada de inocentes, pues El Monitor es precisamente el
que los dos protagonistas acaban destrozando en sus juegos, y El Tiempo y
El Nacional son simplemente periodicos que no consiguen venderse, o que
pueden comprarse con una moneda falsa y sin valor legal. De esta forma,
ambos cuentos resultan dos obvias deslegitimizaciones de la oposicion
porfirista.
En cuanto a los periodicos oficialistas, hay que decir que aunque el total de
las colaboraciones najerianas se publicaron tanto en ellos como en los diarios
opositores, es claro que sus escritos de madurez se concentran casi exclusiva-
mente en los primeros, y en especial en La Libertad (1878–1884), El Nacional
(1880–1884), El Partido Liberal (1889–1995) y El Universal (1889–1895).20
La orientacion de estos periodicos vuelve a resaltar los contactos de Najera
con el positivismo mexicano y la adopcion de esta doctrina como guıa de las
elites sociales y polıticas que apoyaban al Gobierno. Ası La Libertad, que
llevaba como lema el sintagma ‘Orden y Progreso’, acunado por Stuart Mill
y adoptado por Dıaz como sıntesis de su programa, habıa sido fundada por
Justo Sierra y Telesforo Garcıa y funciono como un apoyo gubernamental y
19 Como ocurre en parte a proposito de su evaluacion del matrimonio y del rol social de la
mujer. Cf. por ejemplo, Manuel Gutierrez Najera, Obras, XII, Narrativa. Relatos (1877–1894),
ed. Alicia Bustos Trejo y Ana Elena Dıaz Alejo (2001), xci; Bache, Memoria, 177; y Charles
A. Hale, La transformacion del liberalismo en Mexico a fines del siglo XIX (Mexico: Vuelta,
1991), 353.
20 Segun el heroico recuento de Erwin K. Mapes en ‘Manuel Gutierrez Najera: seudoni-
mos y bibliografıa periodıstica’, Revista Hispanica Moderna, 19 (1953), 132–204, la diferencia
entre el numero de colaboraciones de Najera en los diarios oficialistas y el de las aparecidas en
los opositores es abrumadora. Estas, ademas, suelen corresponder a sus anos de juventud o
estar pensadas para el publico femenino. En cuanto a El Nacional, hay que recordar su peculiar
trayectoria, pues comenzo apoyando al gobierno del general Gonzalez (1880–1884), periodo este
en que conto con las colaboraciones de Najera, para acabar luego formando parte de la oposicion
a Dıaz, momento en que estas colaboraciones dejaron de aparecer.
214 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
tambien como ‘organo defensor de las ideas cientıficas, de las leyes de la evolu-
cion y de la concepcion que estudio a la sociedad como un organismo biolo-
gico’.21 No es trivial tampoco que Najera comparta en La Libertad el
seudonimo ‘Junius’ con Francisco Cosmes, uno de los ‘cientıficos’ y positivistas
mexicanos mas notorios. Por su lado, El Partido Liberal era, en palabras de su
director, un ‘periodico ministerial [que] pertenecıa en todo y por todo al
gobierno, y estaba destinado a defender la polıtica del senor General Dıaz
de una manera incondicional y absoluta’.22 Y aunque la Revista Azul de
Najera fuera una publicacion propiamente literaria, no ha de olvidarse que
fue precisamente el suplemento cultural de este periodico, y que, a pesar de
sus pretensiones esteticistas acabo publicando textos como el laudatorio
medallon dedicado a la primera dama. Finalmente, El Universal, donde
Najera publicaba sus satıricos ‘Platos del dıa’, ‘se convirtio en el organo
oficial del llamado ‘partido cientıfico’, llegando a consagrar la falsıa y el
fraude polıtico al justificar abiertamente la falta de cumplimiento de los
planes revolucionarios que habıan llevado a Porfirio Dıaz a la presidencia’.23
A proposito de estos vınculos de Najera con los ‘cientıficos’ quiza convenga
recordar tambien que estos habıan sido en su mayorıa discıpulos de Gabino
Barreda, alumno de Comte en Parıs e introductor del positivismo en Mexico.
Aunque no formaban propiamente un partido ni llegaron a determinar las
decisiones finales de Dıaz, sı fueron realmente influyentes en la vida polıtica
del regimen por sus cargos de gobierno o sus funciones al frente de la prensa
oficialista. Y a pesar de alguna liviana disension con Dıaz, se constituyeron a
menudo en los principales promotores de sus sucesivas reelecciones, principal-
mente por ver en el, como Najera, la unica garantıa posible para el orden que
habrıa de conducir al progreso de la nacion. Tambien, y aunque no poseıan una
ideologıa comun totalmente compacta, en su mayorıa fueron quienes se encar-
garon de adaptar ‘el evolucionismo de Herbert Spencer y el positivismo de
Comte a las necesidades economicas y polıticas del Porfiriato’,24 ası como de
potenciar el internacionalismo polıtico y economico del regimen. Entre ellos
se encontraban los ya citados Limantour, Sierra, Casasus, Cosmes, Dıaz
Dufoo, y otros mas como Pablo y Miguel Macedo, Reyes Espınola o Francisco
Bulnes. De la colaboracion de Najera con ellos dan muestra su ya mencionada
amistad con Limantour y Cosmes, su trabajo en la Revista Azul junto a Dıaz
Dufoo y—algo que es mas conocido pero raramente se ha mencionado en
este contexto—el prologo que Justo Sierra escribio para la primera edicion
21 Belem Clark de Lara, Tradicion y modernidad en Manuel Gutierrez Najera (Mexico:
UNAM, 1998), 196–97.
22 Ana Elena Dıaz Alejo y otros, Indice de la ‘Revista Azul’ (Mexico: UNAM, 1968), 12,
n. 4.
23 Marıa del Carmen Ruiz Castaneda, El periodismo en Mexico. 450 anos de historia,
(Mexico: Tradicion, 1973), 215.
24 Adela Pineda Franco, ‘Manuel Gutierrez Najera y Angel del Campo (Micros) en la
Revista Azul (Mexico, 1894–96)’, La Palabra y el Hombre, 2 (1998), 121–36 (p. 131).
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 215
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
de las poesıas del Duque. Tambien son numerosas las apologıas que Najera
hace de este grupo, precisamente con la misma optica desde la que abogaba
por Dıaz, es decir, ubicandolos en el centro polıtico, entre las opciones repre-
sentadas por El Monitor Republicano y El Tiempo. Y no deja de ser igualmente
significativa la coincidencia de los argumentos ‘cientıficos’ con los de Najera a
la hora de justificar alguno de los desmanes del gobierno de Dıaz.25
Aunque toda esta militancia porfirista de Najera merezca diversos
reproches, hay que recordar en su descargo que la modernidad tecnica y eco-
nomica favorecida por el Porfiriato fue precisamente lo que acabo generando el
ambito de contacto de Najera con la vida moderna y burguesa, con esa dina-
mica de lo nuevo que para America Latina casi siempre era sinonimo de lo
foraneo y lo modernista. Como le ocurrio en parte al Darıo chileno, la conviven-
cia de Najera con la vanguardia social, economica, polıtica e intelectual del
regimen de Porfirio Dıaz acabaron posibilitando y facilitando el remozamiento
de su romanticismo y la viabilidad de sus practicas de renovacion literaria, y
tambien que su sensibilidad se fuera perfilando nerviosa y refinada, como la
del escritor finisecular mas topico.
Al comentar el positivismo de Najera, hay que tener en cuenta primero que
este sistema no es un ente monolıtico, reducible a las propuestas de Comte,
sino que se trata de algo mas heterogeneo, especialmente en sus postulados
sociologicos, con variaciones como la de Spencer, Stuart Mill y Taine. Yes pre-
cisamente en esa variedad como desembarca en Mexico, donde ‘the main
elements of positivism as a social theory can be found in Spencerian and
Comtean positivism, and in social Darwinism; these trends provided the
basis for a general understanding of society as a natural organism subject
to change in evolutionary terms’.26 Aunque, como ya se ha indicado, el positi-
vismo no llego a convertirse en la filosofıa oficial del regimen, sı que fue sobre
todo la filosofıa dominante en el sistema educativo y entre gran parte de los
intelectuales y escritores. De hecho, aunque aquı debamos centrarnos en
Najera, no esta de menos recordar que la produccion literaria del Porfiriato
corresponde sobre todo a los canones del Realismo y el Naturalismo, con
autores como Jose Lopez Portillo y Rojas, Emilio Rabasa, Rafael Delgado o
Federico Gamboa. El Modernismo de Najera es por eso una brillante excepcion
y un ambito singular para confirmar las correlaciones entre su elitismo social,
su porfirismo militante y su vanguardismo estetico. En otras palabras, su posi-
tivismo ideologico no solo no contradirıa su Modernismo literario sino que
explicarıa tambien que Najera encontrase esa renovacion a traves de la inter-
nacionalizacion cultural promovida por las elites, a traves del ‘cruzamiento de
la literatura’, como el mismo dijo.27 Y explica tambien que esa renovacion
25 Cf. Ruiz Castaneda, El periodismo, 215–21.
26 Pineda Franco, Positivism, 22.
27 Ese es el tıtulo de uno de sus manifiestos poeticos mas conocidos y vanguardistas (cf.
Gutierrez Najera, Obras, I, Crıtica literaria, ed. Ernesto Mejıa Sanchez [1959] 101–06).
216 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
estetica llegase igualmente a traves de la literaturizacion de ese mundo refe-
rencial objetivamente bello, distinto al privilegiado por los naturalistas y que
le ofrece la vida social de esas minorıas, mundo que para Najera serıa la avan-
zadilla de la utopıa prometida a la vez por el Porfiriato y el positivismo social.
El positivismo mexicano privilegio sobre todo la faceta cientifista del
mismo, es decir, la hipotesis de que la experiencia y la experimentacion sensi-
bles son los unicos criterios para determinar lo verdadero. En consecuencia, la
vida social habrıa de entenderse bajo las mismas coordenadas que la biologıa,
que servirıa de modelo a la hora de solucionar los problemas de la vida comu-
nitaria. El mismo Najera sentenciaba que era ‘un axioma de la biologıa que los
seres mas fuertes tienen que vivir a costa de los debiles. Precisa, pues, vigori-
zar con la educacion nuestra indolente raza, para adecuarla a ese combate, a
ese struggle for life de que nos habla Darwin’.28 Y luego, a la pregunta acerca
de los medios para conseguir esa meta, continuaba con unas afirmaciones
realmente inesperadas en un hombre de letras y mucho mas propias de una
mentalidad tecnocrata y burguesa: ‘¿Como? Poniendo mas trabas a las carre-
ras literarias y extendiendo por cuantos medios sean posibles, los estudios
practicos, la ingenierıa, las escuelas regionales; borrando sobre todo ese
ananke ridıculo que pesa sobre la industria y el comercio, con mengua de
nuestra prosperidad y nuestro desarrollo’.29 Aparte de algunas tempranas cro-
nicas vertebradas en torno a la idea del progreso, de una resena de un opus-
culo de Darwin, y de sus contribuciones al debate en torno a la orientacion
del programa educativo estatal, lo mas perceptible del positivismo de Najera
es este evolucionismo social de corte spenceriano, el cual, resumiendo,
rechaza la intervencion del Estado a la hora de equilibrar las desigualdades
sociales, pues estas son realmente de orden natural y cualquier intervencio-
nismo no harıa sino violentar la espontanea libertad personal.30 Para Kathar-
ine Krebs, el Duque se habrıa adherido tambien al determinismo social que
aceptaba la superioridad natural de las clases altas, tanto en el nivel moral
como en el intelectual, y por tanto admitıa que estas eran quienes debıan
ocupar los cargos polıticos y que por el contrario, ‘the lower classes possessed
less ability and made a more limited contribution, while the rural peon lived
on an instinctive level near that of an animal’.31 Lo mas interesante quiza es
que este discurso no se da solo en los textos polıticos de Najera sino que
tambien emerge en sus prosas ficcionales, obligandonos por ello a
28 Cf. Gutierrez Najera, Manana, 138.
29 Gutierrez Najera, Manana, 138.
30 Acerca de estos datos y de la lectura de Najera de otros positivistas, cf. Mapes, ‘Manuel
Gutierrez Najera’, 144; Yolanda Bache, ‘Entrevista a Manuel Gutierrez Najera por Angel Pola’,
Literatura Mexicana, 6:1 (1995), 231–37 (p. 235). Cf. tambien el artıculo de Ana Elena Dıaz
Alejo ‘La narrativa najeriana y el positivismo mexicano’, La Torre: Revista de la Universidad
de Puerto Rico, 1:1–2 (1996), 151–65, con una interpretacion en parte distinta a la mıa y no
corroborada del todo por los datos que aporto en el presente artıculo.
31 Cf. Krebs, Selected Cronicas, 106.
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 217
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
reinterpretar algunos de los topicos mas repetidos acerca de su narrativa,
sean estos su artepurismo, la sinceridad de su predileccion por los marginados
o sus deseos de una completa justicia social. En otras palabras, no se trata solo
de que en sus relatos se registren expresiones caracterısticas del discurso evo-
lucionista, como ocurre en ‘Las aventuras de Manon’ o ‘Madame Venus’,32 sino
que sus cuentos y cronicas revelan una concepcion social fuertemente jerar-
quizada y clasista, que no parece registrar ni admitir permeabilidad entre
los diferentes estamentos. En ella los ricos y mejor dotados disfrutan de una
estabilidad que solo rompen dramas de alcance personal, y los pobres, igual-
mente, parecen funcionar como simples protagonistas de tragedias emotivas
pero no como pruebas de las injusticias sociales del regimen polıtico.
Esa rıgida estamentacion social del Porfiriato habıa nacido de la concilia-
cion de las elites rectoras y de la connivencia entre los poderes facticos del
regimen. La piramide socioeconomica, que en lıneas generales se correspondıa
con la distribucion racial, se repartıa aproximadamente entre un diez por
ciento de poblacion criolla y extranjera, que formarıa la clase alta, un cin-
cuenta y cinco por ciento de mestizos de los que solo una minorıa tendrıa
cierto poder adquisitivo, y un treinta y cinco por ciento de indıgenas que
vivıan en la pobreza y practicamente al margen de todo movimiento de inte-
gracion social.33 Cuando se leen relatos como ‘Memorias de un paraguas’,
‘La historia de un peso falso’ o la ‘Historia de un domino’, se asiste a un
viaje por esa piramide que casi siempre tiene una trayectoria descendente y
que nunca se convierte en una protesta social explıcita. Por el contrario, hay
momentos que revelan nıtidamente el elitismo de Najera, su autorrepresenta-
cion como miembro de las minorıas privilegiadas, como ocurre en las ‘Memor-
ias de un paraguas’, cuando escribe que ‘La pıcara distincion de castas y de
clases, que trae tan preocupados a los pobres, existe entre los paraguas y las
sombrillas. Hay paraguas de algodon y paraguas de seda’.34 Los contrastes
entre los extremos de la piramide social se revelan tambien al comparar la
vida de salon de ‘El desertor del cementerio’ y las condiciones del nino de
‘La historia de un peso falso’, o los personajes de ‘En el Hipodromo’ con los
32 Cf. ‘En el amor como en la lucha de las especies animales, los mas fuertes son los que
sobreviven’, y ‘Sin duda alguna, esa mujer no puede haber nacido de una familia honesta de tra-
bajadores. Procede de una seleccion mejor’ (Gutierrez Najera, Manana, 94 y Gutierrez Najera,
Cuentos, 203).
33 Sobre estos y otros datos acerca de la sociedad porfiriana, cf. Hale, La transformacion,
360–61, e Historia moderna de Mexico, coordinada por Daniel Cosıo Villegas, 8 vols (Mexico/Buenos Aires: Hermes, 1955–1974), VIII (1970), Moises Gonzalez Navarro, El Porfiriato. La
vida social.
34 Gutierrez Najera, Obras, XII, 419, cursivas mıas. Otro inciso de semejante elocuencia
es el de ‘La moneda de nıquel’, donde la moneda interpela al Duque con estas palabras:
‘¿Piensas tu que no sufro? En el mundo de las monedas, como en el vuestro, hay sus categorıas,
sus distinciones y sus clases. La aristocracia son las rubias, las de oro. Los pesos son los ban-
queros, los parvenus [...]. Las pesetas componen la clase media. Yo estoy algo mas abajo
todavıa: pertenezco a la clase pobre decente’ (Gutierrez Najera, Obras, XII, 451, cursivas mıas).
218 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
de ‘La familia Estrada’. Pero a la vez, el tono refinado y emotivo con que se
envuelven los textos dedicados a las elites y, por oposicion, el sentimentaloide
con que se retrata a los marginados del sistema, acaba anulando la carga con-
testataria que puedan tener esas oposiciones, resultando al final un panorama
caracterizado por la ausencia de tensiones reales y que en el fondo coincidirıa
con la imagen ofrecida por el regimen para calmar las inquietudes internas o
incluso para favorecer la entrada de inversiones foraneas. Es decir, Najera no
oculta las desigualdades ni los problemas sociales, pero tampoco los problema-
tiza en clave dialectica o subversiva, y mas bien los presenta desde la optica
conciliadora o paternalista que propiciaba el regimen.35 Conviene insistir en
esto porque de Najera se ha recordado con frecuencia su atencion y compasion
por personajes debiles y sufrientes, especialmente ninos o mujeres, como cier-
tamente ocurre en el caso de ‘La balada del ano Nuevo’, ‘La manana de San
Juan’, ‘La familia Estrada’, ‘Dame de coeur’ o ‘La pasion de Pasionaria’.36
Pero la verdad es que la mayorıa de esos sufrimientos y desventuras se presen-
tan en clave subjetiva, como experiencias personales, y pocas veces como pro-
blemas comunitarios ocasionados por abusos polıticos. En ellos el sufrimiento
y la desgracia no se entienden como producto de una injusticia social sino que
son mas bien el resultado de un destino personal adverso que, por otra parte,
tambien afecta a las clases mas altas, como se ve en ‘Pia de Tolomei’ o ‘La
mancha de lady Macbeth’. No es difıcil deducir que esta ausencia de la proble-
matica sociopolıtica del momento y su privilegio de lo personal y lo propia-
mente afectivo son algunas de las causas que explican el cargado
emocionalismo de sus cuentos y su popularidad entre su publico femenino.
Pero lo mas revelador en este sentido es quiza el hecho de que mientras en
sus ficciones los personajes pobres y humildes aparecen tratados con
ternura y toques de compasion, como ocurre en ‘Historia de un peso falso’,
‘La hija del aire’ o ‘Las botitas de Ano Nuevo’, en sus cronicas sociales, la pers-
pectiva es significativamente divergente, y abundan por el contrario los tonos
despectivos y acusatorios ante quienes considera en general individuos
pasivos, ignorantes y desalinados. En parte esto puede deberse a su innata
preferencia por la elegancia y a la existencia de publicos diferentes para
cada grupo de textos, pero tampoco es difıcil entenderlo como un ejemplo de
su militancia en el evolucionismo social.37
35 Frente a la edulcorada exposicion de Najera, se pueden recordar las condiciones de
vida reales de las clases bajas, segun las describen Ciro Cardoso (Mexico en el siglo XIX
[Mexico: Nueva Imagen, 1980], 491) o los redactores del Gil Blas, un periodico de la oposicion
(cf. Alfonso Vasquez Mellado, La ciudad de los palacios. Imagenes de cinco siglos [Mexico:
Diana, 1991], 232).
36 Cf., entre otros, Anıbal Gonzalez, ‘La ultima metamorfosis de Proteo. Modernismo y
etica de la escritura en Manuel Gutierrez Najera’, Nomada, 3 (1997), 73–80, recogido
tambien en su Killer Books (Austin: Texas U. P., 2001), y Bache, Memoria, 492.
37 De estas cronicas recojo un par de ejemplos elocuentes casi hasta la estridencia: las
fiestas de la Alameda son mas bien ‘para el pueblo andariego y bullicioso, para el pueblo que
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 219
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
Otro momento clave de este evolucionismo social de Najera serıa su
participacion en el debate acerca del rol de los indıgenas en el proyecto de
regeneracion nacional, debate en el que prevalecio la tesis darwinista y
spenceriana de la desigualdad socio-racial. En general, Najera va a incli-
narse por una vision peyorativa de las razas no blancas, a pesar de que en
algun caso aislado admita una especie de ‘mea culpa’ social por la margina-
cion indıgena. Un par de ejemplos podrıan ser sus artıculos ‘Los indios y
M. Claudio Janet’ y ‘Con perdon de la diosa’, donde recela de su posible des-
cendencia azteca o ironiza acerca del fervor por el pasado indıgena. En este
contexto es impensable esperar de Najera evocaciones exoticas o textos
idealizadores como los darianos ‘Caupolican’ o ‘Tutecotzimı’ y, por el contra-
rio, casi logico y normal aberraciones como las deslizadas en ‘¿Por que no
existen ya las hadas?’, ‘El desertor del cementerio’ o ‘La nueva temporada
de Orrın’, posturas de las que Najera, de nuevo, no era el unico ejemplo.38
Quiza desde este punto de vista se comprenda tambien por que en Najera
el color blanco tiene una presencia tan singular—recordemos su emblematico
poema ‘De blanco’—, o por que prefiere los tipos rubios para los heroes y
nunca tiene cuatro reales. La gente de buena posicion [. . .] no va a perderse y rozarse con la
plebe. Las senoras no habıan de ir a ajar y manchar sus trajes en esos tendidos, muy semejantes
a los de cualquier plaza de toros’ (Gutierrez Najera, Plato, 43), y ‘Lo que necesitamos es un
casino donde puedan pasarse alegremente algunas horas de la noche, [. . .] entre amigos de la
misma clase y colectados entre los buenos cırculos sociales’ (Perez Gay, Manuel Gutierrez
Najera, 131–32).
38 Cf. Gutierrez Najera, Obras, XII, 104, ‘Una venus negra me hace el mismo efecto que
un Apolo cojo. Mi cosmopolitismo no llega hasta abdicar la tradicion de la blancura ante una
epidermis espesa y lustrosa, como si fuera de tinta hecha jalea. Decididamente, nosotros
tenemos una concepcion mas clara de la estetica [. . .] Tratandose de africanas, solo una me
gusta: la de Meyerbeer’. Cf. tambien Gutierrez Najera, Obras, XII, 125; Manuel Gutierrez
Najera, Espectaculos, ed. Elvira Lopez Aparicio y Ana Elena Dıaz Alejo (Mexico: UNAM,
1985), 142; y Gutierrez Najera, Obras. Prosa, I, 225.
Acerca de este debate entre los pensadores mexicanos, cf. especialmente Martin S. Stabb,
‘Indigenism and Racism in Mexican Thought: 1857–1911’, Journal of Inter-American
Studies, 1 (1959), 405–23, y T. G. Powell, ‘Mexican Intellectuals and the Indian Question
(1876–1991)’, Hispanic American Historical Review, 48 (1968), 19–36. Entre los defensores
de la desigualdad de las razas abundaban integrantes del grupo ‘cientıfico’ como Francisco
Cosmes, Francisco Bulnes o Jose Y. Limantour. Jose Marıa Vigil y Carlos Dıaz Dufoo, compa-
nero de Najera en la direccion de la Revista Azul, tambien compartıan esas ideas. En cuanto a
la ficcion, pueden recordarse algunos comentarios de Luis G. Urbina en su cuento ‘Anteojos y
palomas’ (en Luis G. Urbina, Cuentos vividos y cronicas sonadas [Mexico: Porrua, 1946], 33–
40), o el relato ‘La vıspera y el dıa de una boda’ de Manuel Payno (en Jose Mancisidor, Cuentos
mexicanos del siglo XIX [Mexico: Nueva Espana, 1946], 505–28). Entre los proindigenistas,
que con diferentes matices veıan en la diferencia racial solo una nota accidental y confiaban
y deseaban la redencion de los grupos aborıgenes, se encontraban Justo Sierra, Lopez Portillo,
Vicente Riva Palacio o los escritores catolicos de El Tiempo. Aunque algunas de sus interpre-
taciones en clave poscolonial me parecen arriesgadas, a conclusiones semejantes a las presen-
tadas aquı, para toda America Latina, llega Miguel Gomes en ‘Raza y fantasıa: las ficciones
del positivismo’, Chasqui, 33:2 (2004),
441–63.
220 BSS, LXXXIV (2007) JOSE MARIA MARTINEZ
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014
heroınas de cuentos como la ‘Historia de un peso falso’, la ‘Balada de Ano
Nuevo’, ‘El diputado’, ‘Dame de coeur’ o ‘La hija del aire’. No se trata de
negar la posible y probable deuda libresca—romantica, prerrafaelita,
simbolista—de estos personajes ni de este color, pero sı de reivindicar ese
contexto sociologico como marco de una de las notas mas perceptibles en la
creacion najeriana y que habrıa llevado al Duque a configurar un Mexico
literario racialmente acorde a las preferencias suyas y de gran parte de su
publico.
Debe reconocerse, en fin, que el porfirismo polıtico y el positivismo socio-
logico, junto al modernismo linguıstico y sensorial, son componentes estruc-
turales del conjunto de la obra de Najera, incluyendo tambien su narrativa.
La interaccion de estos heterogeneos discursos esta caracterizada por una
serie de encuentros y desencuentros que por otra parte son comunes a los
escritores finiseculares. Por un lado el positivismo ha reivindicado para ellos
el mundo inmediato que el idealismo romantico habıa tachado de mediatico,
pero, por otro, ese mismo positivismo social llevaba implıcita una creencia
en la utopıa que no dejaba de ser una version del idealismo que el mismo
habıa querido anular. No se resolvıa por tanto en un sistema de pensamiento
y de valores coherente y satisfactorio, y por ello no iba a poder resistir los
embates del espiritualismo y el irracionalismo finiseculares. Por esto, no es
extrano que las teorıas poeticas y literarias de Najera no lleguen a un pleno
encuentro con su positivismo sociologico y produzcan la imagen de un
Duque ‘janico’, idealista y renovador en sus teorıas esteticas, pero pragmatico
y estamental en su programa polıtico y social, aunque en su momento todo esto
formara parte de un mismo programa de vanguardia y de progreso. Paralela-
mente y en un sentido mas formalista, podemos hablar tambien de dos Najeras
diferentes: por un lado el de las cronicas y columnas polıticas, con un estilo
moderno por lo rapido y nervioso, pero no tan modernista por su carencia de
sinuosidades y exquisiteces verbales. El segundo serıa el de los cuentos y
poemas y el de las cronicas de sociedad, moderno y modernista en esa prosa
creativa, mas sensorial y graciosa, mas vanguardista en su lexico, mas
cosmopolita y tambien mas frıvola. Y, de la misma forma, de la existencia
de dos recepciones o publicos distintos, uno compuesto de sus colegas
periodistas y sus correligionarios y rivales polıticos, y otro formado por arti-
stas y, muy significativo, por esa audiencia femenina tan propia del fin de
siecle. Esta conclusion nos lleva de nuevo a las ‘contradicciones del Moder-
nismo’ que se resuelven tambien en una especie de complejo de Jano de esa
literatura del fin de siglo. Como el dios romano y como Gutierrez Najera, la
generalidad de los modernistas miran y viven de forma continua en lugares
y sistemas distintos, y a menudo contradictorios, pero al mismo tiempo son
‘un unico dios’, un unico momento de umbral y frontera entre dos mundos
sociopolıticos y esteticos diferentes, el decimononico y el contemporaneo, de
la misma forma que Jano es tambien el dios de las puertas y espacios
liminares.
POSITIVISMO Y PORFIRISMO EN MANUEL GUTIERREZ NAJERA 221
Dow
nloa
ded
by [
Uni
vers
itat P
olitè
cnic
a de
Val
ènci
a] a
t 01:
27 2
0 O
ctob
er 2
014