roberto cossa

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Roberto Cossa LA NONA Cossa, Roberto - La Nona REPARTO NONA: Ulises Dumont / Juan Carlos de Seta CHICHO: Luis Brandoni / Rudy Chernicof / Cacho Esp ndola í CARMELO: Javier Portales / Carmen Llambi MAR A: Mar a de Luca Í í DON FRANCISCO: Jos Mar a Guti rrez / Omar Delli Quadri é í é MARTA: Lucila Quiroga / Susana Hidalgo / Marta Degracia ESCENOGRAF A: Leandro H. Ragucci Í PRODUCCIÓN: H ctor G mez é ó DIRECCIÓN: Carlos Gorostiza Estreno: en el Teatro Lasalle de Buenos Aires el 12 de agosto de 1.977.- 2 Cossa, Roberto - La Nona ACTO PRIMERO La acción transcurre, fundamentalmente, en una casona antigua, de barrio. A la vista del espectador aparece una espaciosa cocina, donde hay una mesa para ocho personas, sillas, un aparador y una enorme heladera. A la derecha, la pieza de Chicho: una camita, un ropero y otros datos del típico «bulín»1 porteño. A la izquierda se insinúa la pieza de la Nona, una cueva por donde este personaje aparecerá y desaparecerá constantemente. El espectador tiene que tener la sensación de que, fuera de esos ambientes, la casa posee otros cuartos, un fondo etc. Oportunamente, la acción se trasladará a la trastienda del quiosco de don Francisco. La obra se inicia un día de semana, aproximadamente a las ocho de la noche. Están en la cocina: María, que pela arvejas frente a una enorme olla; Anyula, que ceba mate, y la Nona. Esta última está sentada en una silla y come pochoclo en forma continuada. Finalmente, Chicho, en su pieza, está tirado en la cama leyendo el diario del día. Anyula le tiende un mate a María. MAR A.—No quiero m s. Í á ANYULA.—Le voy a llevar a Chicho. Anyula se dirige a la pieza de Chicho. MAR A.—D gale que es el ltimo. Í í ú Anyula golpea suavemente la puerta de la pieza de Chicho. Este, rápidamente, deja el diario y comienza una especie de tarareo, simulando cantar un tango. Anyula entra en puntas de pie, le tiende el mate y se sienta en la cama. Chicho da dos o tres sorbos. CHICHO.—Est medio á 2 fr o, t a. í í ANYULA.—Caliento el agua. Vas a tomar m s? ¿ á

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Page 1: Roberto cossa

Roberto Cossa

LA NONACossa, Roberto - La NonaREPARTONONA: Ulises Dumont / Juan Carlos de SetaCHICHO: Luis Brandoni / Rudy Chernicof / Cacho Esp ndolaíCARMELO: Javier Portales / Carmen LlambiMAR A: Mar a de LucaÍ íDON FRANCISCO: Jos Mar a Guti rrez / Omar Delli Quadrié í éMARTA: Lucila Quiroga / Susana Hidalgo / Marta DegraciaESCENOGRAF A: Leandro H. RagucciÍPRODUCCIÓN: H ctor G mezé óDIRECCIÓN: Carlos GorostizaEstreno: en el Teatro Lasalle de Buenos Aires el 12 de agosto de 1.977.-

2Cossa, Roberto - La NonaACTO PRIMEROLa acción transcurre, fundamentalmente, en una casona antigua, de barrio. A la vista del espectador aparece una espaciosa cocina, donde hay una mesa para ocho personas, sillas, un aparador y una enorme heladera. A la derecha, la pieza de Chicho: una camita, un ropero y otros datos del típico «bulín»1 porteño. A la izquierda se insinúa la pieza de la Nona, una cueva por donde este personaje aparecerá y desaparecerá constantemente.El espectador tiene que tener la sensación de que, fuera de esos ambientes, la casa posee otros cuartos, un fondo etc.Oportunamente, la acción se trasladará a la trastienda del quiosco de don Francisco.La obra se inicia un día de semana, aproximadamente a las ocho de la noche. Están en la cocina: María, que pela arvejas frente a una enorme olla; Anyula, que ceba mate, y la Nona. Esta última está sentada en una silla y come pochoclo en forma continuada. Finalmente, Chicho, en su pieza, está tirado en la cama leyendo el diario del día. Anyula le tiende un mate a María.MAR A.—No quiero m s.Í áANYULA.—Le voy a llevar a Chicho.

Anyula se dirige a la pieza de Chicho.MAR A.—D gale que es el ltimo.Í í úAnyula golpea suavemente la puerta de la pieza de Chicho. Este, rápidamente, deja el diario y comienza una especie de tarareo, simulando cantar un tango. Anyula entra en puntas de pie, le tiende el mate y se sienta en la cama. Chicho da dos o tres sorbos.CHICHO.—Est medioá 2 fr o, t a.í íANYULA.—Caliento el agua. Vas a tomar m s?¿ á

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CHICHO. — E h . . . estoy componiendo. Y cuando compongo...

Anyula le acaricia la cabeza.ANYULA. — Algo nuevo?¿CHICHO. — H o y empec otro tango. é (Pierde la mirada y balbucea un tarareo impreciso.) De mi pobre coraz n... « ó » (Marca los típicos compases finales del ANYULA. — M ucho. Sacaste el o do de pap . De toda la familia sos el nico queí á ú sali m sico. Y a l que le gustaba tanto! Si pudiera escucharte...ó ú ¡ éCHICHO. — M e escucha, t a, me escucha... A veces siento aqu ... í í (Se señala el pecho.) Es el Nono, desde el cielo, que me dice: Bien, Chicho, bien .« »Anyula queda con la mirada fija y el mate en la mano, emocionada. Chicho la mira de reojo. CHICHO. — C b e s e otro, t a. Pero calentito, eh?é í ¿ANYULA. — S , querido, s .í í1 Bulín: Lunfardo. Aposento de una casa, habitaci n.ó2 Está medio frío: Uso vulgar de medio en lugar de “un pocoÓ. 3Cossa, Roberto - La NonaAnyula sale hacia la cocina. Chicho toma el diario. A lo largo de la escena siguiente se irá quedando dormido.Anyula, en la cocina, toma la pava y la coloca sobre el fuego.MAR A. — Qu ? Va a seguir tomando?Í ¿ é ¿ANYULA. — E st componiendo. Un tango muy lindo.áMAR A. — U sted es muy buena, Anyula.ÍANYULA. — Q u quer s? Es mi sobrino preferido. Carmelo es muy bueno,¿ é é tambi n, muy trabajador. Ya sabes c mo lo quiero. Pero Chicho... qu s yo! Esé ó ¡ é é

MAR A.—Í (Irónica.) S ...é 3 Un artista.ANYULA.—Como pap .áLa Nona agita la bolsita de pochoclo vacía.NONA.—M pochoclo.á 4

MAR A.— Qu pochoclo! Ahora vamos a cenar.Í ¡ éLa Nona agita la bolsita vacía cerca de la cara de Anyula.NONA.—M pochoclo, nena.áANYULA.—No qued m s, mam . ó á á (A María.) Le voy a comprar?¿MAR A.— Pero no! No tiene que comer porquer as.Í ¡ íNONA.—(A María) No ten salam n?¿ é íMAR A.— Qu salam n! Espere la cena, le dije.Í ¡ é íSin que nadie lo advierta, la Nona agarra un pan y se lo mete en el bolsillo.NONA.— Un po de formayo?¿ 5

MAR A.— Nada, le he dicho! Agu ntese hasta la cena. Vaya a su pieza, vamos. CuandoÍ ¡ á

est la cena, yo la llamo. é (La toma y la encamina hacia la pieza. En ese momento María descubre el bulto que hace el pan en el bolsillo de la Nona.) Qu tiene en¿ é

el bolsillo? (Le saca el pan.) Pero qu cosa! ¡ é (Introduce a la Nona en la pieza y se vuelve. La Nona sale rezongando.) No tiene que comprarle todo lo que le pida, Anyula.

Anyula comprueba si el agua está caliente y cambia la yerba del mate. Del interior de la casa sale Marta, una chica de veinte años.MAR A.— Todav a no est la cena?Í ¿ í áANYULA.—Falta todav a.íMAR A.— Vas a salir?Í ¿MARTA.—Estoy de turno.MAR A.— Otra vez? Esta semana ya van tres veces. No es una vez por semana?Í ¿ ¿MAR A.—S ... pero esta semana es as . Me prestas tu reloj?Í í í ¿María sale hacia el interior. Anyula termina de cebar un mate y se dirige a la pieza de Chicho. Golpea, espera, y al final entra. Mira cariñosamente a Chicho, que está dormido; le saca el diario de las manos, apaga la luz y sale. Marta se pasea impaciente.

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Mientras transcurre esta escena, la Nona sale sigilosamente, roba un pan y vuelve a su habitación.Anyula, entretanto, ya ha vuelto a la cocina y se pone a trabajar en la cena. María sale del interior con un reloj, que entrega a Marta.3 Sé: Por s , afirmaci n.« í» ó4 Má pochoclo: M s pochoclo La nona habla en la jerga talo-criolla deformando las voces castellanasá í de acuerdo con la fon tica italiana.é5 ¿Un po de formayo?: Un poco de queso? ¿ 4Cossa, Roberto - La NonaMAR A. — No vas a comer nada, entonces?Í ¿MARTA. — C o m o algo cerca de la farmacia.MAR A. — N ena...! Te vas a enfermar.Í ¡MARTA. — La farmacia es un trabajo sacrificado. Ya lo sab s.éMAR A. — S , pero vos vend s perfume. Por qu te ten s que quedar toda laÍ í é ¿ é é MARTA. — Ay, mam ...! Quer s que te lo explique todo.¡ á éDe la calle llega el sonido de varios bocinazos.MARTA. —Ah est el farmac utico. Chau. í á é (Besa a María.) Chau, t a.íAl salir tropieza en la puerta con Carmelo, su padre, que ingresa desde la calle con un paquete debajo del brazo.CARMELO. — T e vas?¿MARTA. — E stoy apurada. Chau, pap .áBesa a Carmelo rápidamente y sale. Carmelo la mira salir y se va hacia María.CARMELO. — E st s de turno otra vez. Pobre nena. Lo que es el farmac utico eseá é

debe ganar bien. Dos por tres cambia de auto. Hoy se vino con un Falcon. (Tiende el paquete a María.) Toma. Todo lo que qued . ó María abre el paquete y saca MAR A. — N o me trajiste perejil.ÍCARMELO. — L o vend todo.íMAR A. — Justo hoy que hice guiso! Í ¡ Carmelo saca un cuadernito del cajón del aparador.CARMELO. — U n perejil lindo, crespito. Me lo sacaron de la mano.MAR A. —Y los zapallitos no van a alcanzar.ÍCARMELO. — T en s como dos kilos ah ! Ayer traje cinco.¡ é íMAR A. —Í (Con un gesto que significa «no es extraño».) Y...?¿CARMELO. — S i traigo todo lo que me ped s... Para eso cierro el puesto. Le digo alí mayorista que me traiga el pedido a casa.

Se hace una pausa.ANYULA. —Yo casi ni com zapallitos ayer.íCARMELO. — Bah, Anyula...! Si no digo por usted.¡ANYULA. — E s que yo soy una carga.MAR A. —Anyula... h game un favor. Cr cese hasta lo de Vicente y traiga dosÍ á ú kilos de zapallitos y un poco de perejil.

Le tiende el dinero y Anyula sale.CARMELO.— Mir vos...! En mi casa hay que ir a comprarle al chorro¡ á ¡ 6 ese!

Carmelo anota las ventas del día en el cuadernito.MAR A.— C mo anduvo?Í ¿ óCARMELO.—Bien... Viste lo que qued . En ese barrio se vende muy bien ó (Pausa.) Eh... si¡ nosotros podr amos vivir sin problemas!íCarmelo sigue haciendo cuentas mientras María llena la olla con cantidades impresionantes de verdura. Carmelo termina de hacer las cuentas y se queda pensativo, con la cabeza entre las manos.CARMELO.— Qu lo pari !¡ é ó 7

MAR A.— Qu pasa?Í ¿ é6 Chorro: vulgar. Ladr n.ó7 ¡Que lo parió!: Ap cope de La p... que lo pari ! ó ¡ ó 5

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Cossa, Roberto - La NonaCARMELO. — Q u va a pasar? Que no llegamos a fin de mes. Eso pasa! Vos anotaste¿ é ¡ ¿ todos los gastos?MAR A. — Falta lo de hoy.ÍCARMELO. — Y Bu ... é (Le muestra.) Y todav a falta lo de hoy. í (Cierra el cuaderno con fastidio y lo guarda en el aparador.) No s ... No pagamos alquiler... no nosé damos lujos... Yo, ni ropa me compro. MAR A. —Yo tampoco.ÍCARMELO. — E sto no puede seguir as . La idea de ahorrar para poner elí mercadito, bueno... Mejor que me la olvide. Pero si esto sigue as , voy a tener queí

Se hace una pausa.MAR A. — S i tu hermano trabajara...ÍCARMELO. — Otra vez con eso? Eh... Chicho es un artista.¿MAR A. — Un artista! Pero come y vive a costa tuya.Í ¡CARMELO.—Uno de estos d as la pegaí 8 y nos vamos todos para arriba.9 (María lo mira significativamente.) Digo yo... Con eso puede ganar mucha plata.MAR A.— Componiendo tangos? Me quer s decir qui n gana plata hoy componiendoÍ ¿ ¿ é é tangos? CARMELO.—Seg n l, los puede vender al Jap n.ú é óMAR A.—Por favor, hace veinte a os que est componiendo y nunca termin nada.Í ñ á óCARMELO.—S ... la verdad que... Pero a Chicho lo podemos aguantar. En lo que m s gastaé á es en yerba. Anyula, pobrecita... La10 Martita aporta lo suyo.

En ese momento sale la Nona de la pieza y cruza un mirada con Carmelo.CARMELO.—No... el problema de esta casa es otro.

NONA.—(Imperativa.) E cu ndo si manya!¡ á 11

MAR A.—Le dije que le iba a avisar.ÍNONA.—(Se sienta a la mesa.) La picadita.12

María llena un plato con fiambres, aceitunas, queso, etc., y se lo tiende a la Nona, que comienza a comer vorazmente. Simultáneamente, ingresa Anyula con un paquete de zapallitos y un ramo de perejil. Se lo entrega a María.MAR A.—Gracias, Anyula. D gale a Chicho que venga a cenar.Í íAnyula se dirige hacia la pieza de Chicho. Lo observa dormido.ANYULA.—Chicho... a comer.

Chicho emite un gruñido.ANYULA.—A comer, querido.

CHICHO.—(Semidormido.) C bese unos mates, t a.é íANYULA.—Est la cena servida. Despu s te hago los matecitos, eh? Vamos.á é ¿NONA.—U pane.13

MAR A.—Í (A Carmelo.) Saca pan del aparador.

Carmelo saca una panera y la coloca sobre la mesa. La Nona, entretanto, echa en el plato de sopa todas las sobras de la «picada».8 La pega: acierta. Vulgar.

9 Nos vamos lodos para arriba: Triunfamos, prosperamos.

10 La Martita: Uso vulgar del articulo antepuesto a los nombres de pila.

11 ¿E cuando si manya'': Y cuando se come?¿12 La picadita: Comida liviana e informal que precede al almuerzo o la cena. Como la nona lo

solicita, suela servirse aceitunas, salam n, queso, papas fritas.í13 U panne: Pan .

6Cossa, Roberto - La NonaMAR A. —Vos sentate, Carmelo. Anyula, s rvale la sopa a Carmelo.Í íEn el momento en que Carmelo se sienta, la Nona — sin dejar de comer— golpea con el tenedor el borde del vaso, reclamando vino. Carmelo se levanta y saca una botella del aparador.CARMELO. — El destapador, Mar a.í

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María saca un destapador del cajón de la mesada y se lo tiende a Carmelo, mientras la Nona sigue golpeando.

CARMELO. — Ya va, Nona! No sea impaciente.¡Carmelo comienza a destapar la botella, mientras la Nona sigue golpeando. Anyula coloca un plato de sopa en la mesa, frente al lugar que ocupa Carmelo.

NONA. — No hay escabeche?¿María busca un frasco de escabeche y se lo tiende a la Nona, que lo vacía en el plato. Carmelo termina de destapar la botella y María sirve los platos de sopa

para Anyula y para ella. CARMELO. — (Por el tenedor.) Saque eso, Nona.Carmelo le sirve vino. Finalmente, todos se sientan a la mesa y se disponen a

tomar la sopa. NONA. — T ermen .éAnyula se levanta.

MAR A. — D jeme a m .Í é íAnyula y María se dirigen a las hornallas para servir el guiso a la Nona.

MAR A. — Tr igame un plato hondo, Anyula.Í áLas dos mujeres se ponen a trabajar activamente.

NONA. — F ormayo.Carmelo se levanta, saca un pedazo de queso de la heladera y se lo pone delante a la Nona. La Nona vuelve a reclamar vino. Carmelo le sirve. María coloca frente a la Nona un plato de guiso cubierto hasta los bordes.

NONA. — F ormayo.CARMELO. — Y ah tiene, Nona!¡ íNONA. — (Enojada.) Ma no! Formayo de rayar!¡ ¡Carmelo toma el queso fresco y se dispone a llevarlo nuevamente a la heladera. La Nona se lo saca de la mano.

NONA. — Ma no, ya que est , decalo.áSe lo come. Anyula se dirige hacia el aparador.

ANYULA. — Creo que hay rallado.Vuelve con una quesera y la coloca frente a la Nona, que echa en el plato. Al mismo tiempo observa la comida.

NONA. — Y el perejil?¿María toma el ramo de perejil y lo corta con las manos.

NONA. — El perequil, Mar a!¡ íCARMELO. — Ya va, Nona!¡María echa el perejil en el plato de la Nona. Esta le agrega pan cortado, queso y todo lo que encuentra a mano. Los demás comienzan a comer después. Aparece Chicho. Al verlo, Anyula se pone de pie y le deja su lugar. Chicho, que trae el diario bajo el brazo, se sienta a la mesa.

CHICHO. — Q u e da algo?¿ANYULA. — Hay guiso calentito.CHICHO. — S i no hay, no importa.ANYULA. — C o m e el m o. Te llam , pero estabas dormido. No te quise despertar.í éCHICHO. — N o dorm a, t a. Escuchaba mi m sica.í í ú7Cossa, Roberto - La Nona

MAR A. — (Ir nica.) Jmm m!Í ó ¡CHICHO. — M e gusta cerrar los ojos y escuchar mi m sica.úNONA. — M guiso.áMAR A. — N o hay m s.Í áChicho le cede una cucharada de guiso a la Nona.

CHICHO. — T o m e , Nonita.CARMELO. — N o le des m s, que ya comi .á ó

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CHICHO. — U n poquito. C mo le vas a negar un poco de comida a la Nonita? ¿ ó (Le

acaricia la cabeza.) Nonita... la cabeza blanca como pared n iluminado por laó

ANYULA. — (Embelesada.) Qu cosas lindas dec s!¡ é íCHICHO. — N o n ita... Se acuerda cuando me llevaba a pasear a la plaza?¿La Nona, que ya terminó con la porción que le dio Chicho, mira fijamente el

plato de su nieto. CHICHO. — U n ni o que descubr a un mundo agarrado a lañ í

pollera de una abuela.Le agarra la mano en el preciso momento en que la Nona ha tomado un pedazo de pan e intenta mojar en la salsa del plato de Chicho.

CHICHO. — N o n ita... el ni o aquel se hizo hombre y la abuela es un rostro dulceñ

Durante esta última tirada se ha producido un forcejeo de la Nona por tratar de untar el pan en el plato de Chicho. Finalmente, lo logra y come. Busca más pan, pero no hay.

NONA. — U pane.CARMELO. — Q u pan, Nona? Ya comi .¿ é óNONA. — Galleta marinera no ten ?¿ éCARMELO. — Q u galleta marinera! Vamos! V yase a dormir.¡ é ¡ áNONA. — El postre.CARMELO. — M ar a, dale dos manzanas. Y que se vaya a la pieza. Vamos!í ¡María saca dos manzanas de la frutera y se las entrega a la Nona, que se las coloca en el bolsillo.

CHICHO. — D ejala un rato m s. Es casi el nico momento que tengo para estará ú MAR A. — Claro...! C mo usted est tan ocupado...!Í ¡ ¡ ó áCARMELO. — Q u e se vaya a la cama (A Chicho.) Tenemos que hablar. Vamos, La Nona se levanta pesadamente. Al pasar, roba una banana que hay sobre la mesa y se dirige a su pieza.

NONA.—A domani. 14Todos saludan. Se hace un silencio. Chicho come, mientras Carmelo espera que la Nona ingrese a su pieza.

CARMELO.—Usted tambi n puede irse a la cama, t a.é íANYULA.—Tengo que ayudarle a Mar a a lavar los platos.íCARMELO.—Deje. Hoy la ayudo yo. V yase a dormir.áSe crea una pausa. Anyula mira a María y comprende que debe irse. Chicho advierte también el clima y comienza a ponerse nervioso. Simula interesarse en la lectura del diario.

ANYULA.—Hasta ma ana, entonces.ñ14 A domani: Hasta ma ana. ñ 8Cossa, Roberto - La NonaTodos saludan. Anyula sale y se produce una pausa tensa. Carmelo busca la manera de empezar el diálogo. María, que se ha puesto a lavar los platos, está evidentemente, expectante. Chicho comienza a ponerse a la defensiva. Carmelo saca una botella de grapa y se sirve.

CARMELO. — O m e Chicho... Yo s que vos sos muy sensible a estas cosas.í éChicho le aprieta la muñeca a Carmelo y hace un gesto de dolor.

CHICHO.— Le pasa algo a la Nonita? Est en yantas? ¿ ¿ á 15

CARMELO.— C mo?¿ óCHICHO.— Est chacabuca?¿ á 16 (Carmelo lo mira.) Enferma?¿CARMELO.— Qui n?¿ éCHICHO.—La Nonita.CARMELO.—Est mejor que nunca. No la viste?á ¿

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CHICHO. — M i Nonita... Si le pasara algo, no podr a soportarlo. í (Señala con la mano hacia la puerta de la pieza de la Nona, como los escolares cuando dicen un verso.) La abuela, en cuyo regazo alguna vez...

CARMELO. — Par ! Par ! ¡ á ¡ á (Pausa.) O me, Chicho... Esta casa no puede seguirí

Chicho lo mira con desconfianza.CARMELO. — E ste mes no llegamos.CHICHO. — Ad nde?¿ óCARMELO-— Con la guita!¡ 17 No llegamos.

Chicho se toma la frente y se queda con la mirada baja.CARMELO.—O me... ya s que estas cosas te hacen mal, pero ten s que hacerle frente deí é é una vez por todas. Vos sos un artista, lo s ...éChicho asiente con la cabeza.CARMELO.—Nunca te habl de los problemas de la casa.éCHICHO.—Ya no voy a poder componer. No voy a poder componer!¡CARMELO.— Pero ten s que entenderlo! El puesto de la feria no da para m s, entend s?¡ é á ¿ é

No da para m s! ¡ á (Señala hacia la pieza de la Nona.) Me lo est morfando.á 18

MAR A.—Baj la voz que te puede o r.Í á íCARMELO.—(Cuchichea.) Me lo est morfando! Me o s? Es como mantener a diez leones¡ á ¿ í juntos.

CHICHO.—(Lamentoso.) Nonita...CARMELO.— Nonita, Nonita, pero nadie hace nada!¡CHICHO.—Serv una copita, Carmelo.íCarmelo, de mala gana, le sirve grapa.CARMELO.—Yo no s ... O esto se soluciona, o... tiene que haber otro ingreso.éCHICHO.—(Detiene la mano en el momento que lleva la copita a la boca y pone cara de susto.) Otro ingreso?¿CARMELO.—Y claro.

Se hace una pausa prolongada. Chicho bebe un largo trago.CHICHO.— Y vos podr s tener otro trabajo?¿ áCARMELO.— Otro trabajo? Pero vos est s loco?¿ ¿ á15 ¿Está en yantas?: Est enferma?¿ á16 ¿Está chacabuca?: Vulgar de Chacabuco/ca: enfermo muy grave; in til. Sin nimo: ú ó Chacado/da.17 ¡Con la guita!: Vulgar. Dinero.

18 Morfando: de Morfar, comer. Tambi n é manyar. Vulgar. 9Cossa, Roberto - La NonaMAR A. — Carmelo se levanta a las cuatro de la ma ana y vuelve a las ocho de laÍ ñ noche. CARMELO. — P ar , Mar a.á íCHICHO. — Y la Martita?¿CARMELO. — M arta trabaja. Algo aporta.CHICHO. — E ntonces, no s ... No se me ocurre nada.éSe hace una pausa. Carmelo y María se miran.MAR A. — El pescadero no te dijo que precisaba un ayudante?Í ¿Pausa tensa.CARMELO. — S . .. Un ayudante.íCHICHO. — A hora, digo yo... La Nona est muy viejita, no?á ¿CARMELO. — S . Y?í ¿CHICHO. — Y bue... Cu nto m s puede...? ¿ á á (Lloroso.) Dios le d larga vida!¡ é Uno... dos a itos... Pasan volando.ñCARMELO. — C uan do cumpli ochenta y ocho, me dijiste lo mismo, y tuve queó vender el taxi. CHICHO. — Y bueno! Pasaron doce a os. Se la ve avejentada.¡ ñCARMELO. — Y qu quer s? Que ahora tenga que vender el puesto de la feria?¿ é é ¿CHICHO. — N o , eso no.CARMELO. — E ntonces voy a tener que hablarle al pescadero.CHICHO.— Par ... par ! Estas cosas hay que pensarlas bien. No hay que¡ á á

apurarse. (Toma el diario y se pone a leer los avisos clasificados.) Alg n laburoú 19

tranquilo tiene que haber. Carmelo mira a María y le hace un gesto de satisfacción.

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CHICHO. — Ve s? Aqu hay uno. ¿ í (Lee.) Persona adulta se necesita para todo tipo de« cobranzas.»CARMELO. — B u e n o... Si lo del pescadero no te gusta y las cobranzas te dejan...

Para m es lo mismo. í (A María.) No?¿CHICHO. — (Sin dejar de leer.) No es para m . Pensaba en la Nona.íCARMELO y MAR A. — En la Nona?Í ¿CHICHO. — Y claro. No dijiste que el problema de esta casa es la Nona? Y¿ bueno... hay que resolverlo con la Nona.CARMELO. — P ero c mo vas a mandar a la Nona a hacer cobranzas?¿ óCHICHO. — S e las puede rebuscar por el barrio. Le ayudamos a cruzar la avenida y puede agarrar todo el sector comercial.CARMELO. — P ero no, Chicho! Adem s, se va a hacer un l o con la plata.¡ á íCHICHO. — L e anotamos en un papelito...CARMELO. — N o va, Chicho!¡MAR A. —Í (Que ha terminado de lavar los platos, escandalizada.) Yo me voy a dormir. Vamos, Carmelo?¿María sale. Carmelo se pone de pie.CARMELO. — Y ya sab s, ma ana le hablo al pescadero.é ñCHICHO. — Par un poquito! ¡ á (Obliga a Carmelo a sentarse.) Lo de las cobranzas no va. Est bien. Pero tiene que haber otra cosa.áCARMELO. — O m e , dejate de l os.í íCHICHO. — (Que sigue recorriendo los avisos.) Es incre ble la falta de¡ í oportunidades que hay en este pa s!í19 Laburo: Vulgar. Trabajo, ocupaci n. ó 10Cossa, Roberto - La NonaCARMELO. — P ero escuchame, Chicho... tiene cien a os! D nde va a conseguir¡ ñ ¿ ó laburo? CHICHO. — Y por qu no? La gente, cuando no trabaja, se muere.¿ é Adem s, ac se aburre todo el d a. Y en lo del pescadero? Seg n vos, es uná á í ¿ ú CARMELO. — P ero ten s que levantarte a las cuatro de la ma ana.é ñCHICHO. — Ah, y me lo quer s encajar a m !¡ é íCARMELO. — P ero esc chame... Para vos es un laburo ideal. Haces el turno de laú ma ana. De cinco a una.ñCHICHO. — O cho horas!¡CARMELO. — T e n s toda la tarde libre.éCHICHO. — Y o a la tarde no puedo componer, Carmelo.CARMELO. — B u e n o... que s yo! Por ah te puedo conseguir el turno de la tarde.¡ é í

(Se pone de pie.) Y me voy a dormir.

CHICHO. — Para un cacho! ¡ (Con gesto de descubrimiento.) Ya est ! Pero c mo¡ á ¿ ó

no se nos ocurri ? ó Carmelo lo mira.CHICHO. — La jubilamos.CARMELO. — A la Nona?¿CHICHO. — Y claro. C mo se llamaba aquel amigo tuyo que era gestor?¿ óCARMELO. — Y jubilarla de qu ? Si la Nona nunca labur .¿ é óCHICHO. — Q u s yo... é é (Piensa rápidamente.) Profesora de italiano.CARMELO. — P ero vos est s loco!¡ áCHICHO. — B u e n o ... eso se piensa. Hablale a tu amigo.CARMELO. — P ero no! Adem s, la jubilaci n es una miseria. No, Chicho, no! Y¡ á ó ¡

me voy a la cama. Carmelo se encamina hacia la habitación. Chicho, alterado, va CHICHO. — P ar ... par ... á á (Lo toma antes de que llegue a la puerta.) Tome mos

otra copita, eh? ¿ Carmelo, desganado, vuelve hacia la mesa.CHICHO. — D ale, serv ! ¡ í Carmelo llena las copitas.CHICHO. — E s c chame... Por qu no la hacemos ver por un m dico?ú ¿ é éCARMELO. — D e s d e que tengo uso de raz n, jam s vio un m dico.ó á éCHICHO. — Q u quer s que te diga... Yo no la veo nada bien.é éCARMELO. — S i el hambre es salud...CHICHO. — N o te enga s, Carmelo. Est comiendo menos. Hoy al mediod a noñé á í

CARMELO. — ( Con asombro.) No almorz ?¿ óCHICHO. — B u e n o, casi... Y a la tarde... est bamos solos, le ofrec caf con lecheá í é CARMELO. — N o quiso? Seguro?¿ ¿

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CHICHO. — C o m o lo o s. Y me dijo que iba a empezar a hacer r gimen.í éCarmelo hace un gesto y bebe un trago de grapa. En ese momento ingresa la Nona, vestida como cuando se acostó.

NONA.—Bonyiorno. 20

CARMELO.— Nona! qu hace levantada?¡ ¿ éNONA.—Vengo a manyare el desachuno.CARMELO.— Qu desayuno?¿ éNONA.—El desachuno. E la matina.2120 Bonyiorno: Buenos d as.í21 E la matina. Es la ma ana. ñ 11Cossa, Roberto - La Nona

CARMELO. — Q u matina? Son las diez de la noche.¿ éNONA. — (Enojada) Ma, y la luche?¿CARMELO. — (Mira a Chicho.) La luche... Qu luche?¿ éNONA.— (Más enojada.) La luche! II giorno!¡ ¡ 22

CARMELO.—Es la luz el ctrica, Nona. Mire...é (Levanta la cortina que da al patio) No¿

ve que es de noche?NONA.—Ma...tengo fame.23

CARMELO.—Hace quince minutos que termin de comer.óNONA.— Quince minutos? Con raz n. No ten un cacho de mortadela?¿ ó ¿ éCARMELO.—Es hora de dormir, no de comer. Va...! Vamos a la cama.¡NONA.—(Se sienta a la mesa.) Ma... ya que estamo. El desachuno.

CARMELO. —(Fastidiado.) Qu desayuno ni desayuno! Vamos! ¡ é ¡ (La toma como para

levantarla.) CHICHO.—Par , Carmelo... á (Acaricia la cabeza de la Nona.) Nonita...La Nona le guiña un ojo a Chicho.

NONA.—Dame un cacho de mortadela.CHICHO.—S , Nonita, s ... Carmelo, hacele un s nguche a la Nona. Y despu s se va a laí í á é

La Nona dice que sí con la cabeza y Carmelo comienza a preparar el sándwiche. Chicho, entretanto, mira fijo a la Nona tratando de descubrir algo.

CHICHO.—Usted, Nonita... Nunca le duele nada? ¿ (Le toca donde supone que está el

hígado.) Aqu ? Duele?¿ í ¿La Nona le saca la mano. Chicho, ansioso, insiste.

CHICHO.— Duele?¿NONA.—(Ríe). Me fa cosquiya. (A Carmelo.) Bien cargadito, Carmelo.

CHICHO.— Y el pulsito? A ver...?¿ ¿Le toma el pulso y le observa la muñeca.

CHICHO.— Y ese sarpullido? No me gusta nada.¿En ese momento llega Carmelo con el sándwiche. La Nona se desprende de Chicho y toma el sándwiche ansiosamente.

CARMELO.—Y ahora a la cama. Vamos.La Nona sale masticando. Ambos la miran salir.

CARMELO.—As que r gimen, eh?í é ¿CHICHO.—Yo no la veo nada bien.CARMELO.—(Se encamina hacia la pieza). Dejate de joder!¡CHICHO.—Esc chame... hag mosla ver por un m dico. No se pierde nada. Adem s...tiene cienú á é á

a os. Ponele que te diga un a o, viste? Para qu te vas a andar haciendo mala sangreñ ñ ¿ é

con el laburo, no? CARMELO.—¿ (Luego de una pausa.) Est bien. Vamos a ver qu dice elá é CHICHO.—Fen meno, Carmelo.óCarmelo sale. Chicho, alegre, bebe el resto de grapa. Carmelo reaparece.

CARMELO.—(Le apunta con el índice.) Pero si, como pienso, no tiene nada, ma ana mismoñ

le hablo al pescadero.

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Carmelo sale. Las luces se apagan sobre el rostro preocupado de Chicho.22 ¡La luche! ¡Il giorno!: ¡La luz! ¡El día!

23 Tengo fame: Tengo hambre. 12Cossa, Roberto - La NonaLa mañana del día siguiente; Chicho se pasea por la cocina de un lado para otro, nervioso. Anyula, sentada en un costado, reza el rosario.

CHICHO .—(Para sí.) Ya deber an estar de vuelta, no? í ¿ (Pausa.) Y... se ve a que laí

Nonita no estaba nada bien. Seguramente tuvieron que dejarla internada. (Se

detiene y observa a Anyula.) Qu hace, t a?¿ é íAnyula no lo escucha.

CHICHO. — T a!, Qu hace?¡ í ¿ éANYULA. — R e zo por la salud de mam .áCHICHO. — N o haga nada! Pare. C bese unos mates, mejor.¡ éAnyula se levanta y se pone a preparar el mate.

ANYULA. — D i o s quiera que mam est bien.á éCHICHO. — Y . . . pero por algo tardan tanto.ANYULA. — Lo s hospitales... ya sabes c mo son. En las cl nicas privadas teó í

atienden m s r pido, pero... Todo es cuesti n de suerte, querido. Mir lo que pasá á ó á ó CHICHO. — Q u cl nica era?¿ é íANYULA. — N o s ... Ah por Constituci n.é í óCHICHO. — (Para sí.) Por Constituci n... ó (Pausa.) Por ah tuvieron que dejarlaí

internada. En fin... hizo su vida.En ese instante ingresa la Nona desde la calle, caminando rápidamente, ante la mirada atónita de Chicho. Detrás llegan María y Carmelo.

NONA. — B o nyiorno... La picadita.La Nona se sienta frente a la mesa. María sale hacia su pieza. Anyula va detrás de ella.

ANYULA. — Mar a... Qu dijo el m dico?í ¿ é éAmbas mujeres salen. Chicho, ansioso, se enfrenta a Carmelo.

CHICHO. — C m o? La trajeron?¿ ó ¿CARMELO. — (Duro) A qui n?¿ éChicho señala con un cabeceo a la Nona.

CARMELO. — Y d nde se iba a quedar?¿ óCHICHO. — E n el...Chicho hace otro cabeceo, como señalando el hospital. Carmelo lo mira sin entender.

CHICHO. — N o na... Por qu no se va a su pieza?¿ éNONA. — Ma no. Estoy bien ac .áCHICHO. — T i e n e que descansar un rato. Vaya.NONA. — La picadita.CARMELO. — Q u picadita? Son las once de la ma ana.¿ é ñChicho se dirige al armario, saca una bolsa de papas fritas y se las entrega a la Nona.

CHICHO. — T o m e . Pero se va a su pieza, eh?¿La Nona toma la bolsa y se dirige a su habitación. Chicho espera que la Nona salga.

CHICHO. — B u e n o y?¿CARMELO.—Est fen mena.á ó 24

CHICHO.— C mo fen mena?¿ ó óCARMELO.— Fen mena! No tiene nada.¡ ó24 Fenómena: En excelente estado de salud. Vulgar.13Cossa, Roberto - La Nona

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CHICHO. — C m o no va a tener nada?¿ óCARMELO. — N a da. Sab s qu dijo el m dico? Tienen abuela por muchos¿ é é é « CHICHO. — P or cu ntos?¿ áCARMELO. — Q u s yo, Chicho! Quiso decir que est muy bien.¡ é é áCHICHO. — P ero vos debiste haberle preguntado!¡CARMELO. — Preguntado qu ?¿ éCHICHO. — P or cu ntos a os. Para eso fuiste, no?á ñ ¿CARMELO. — P ero no te digo que est perfecta?¿ áCHICHO. — B u e n o ... pero vos sab s c mo son los m dicos, Carmelo. Unosé ó é ¡

a os...! ñ (Lo mira y levanta dos dedos.) Dos a os...¿ ñCARMELO. — O m e , Chicho. Muchos a os , dijo. Entend s? Muchos a os! Así « ñ » ¿ é ¡ ñ í que esta tarde le hablo al pescadero.CHICHO. — P ero, par ! Vamos por partes. La revisaron bien?¡ á ¿CARMELO. — Y claro!¡CHICHO. — A ver? Qu le hicieron?¿ ¿ éCARMELO. — D e todo. Revisaci n completa, hasta un electrocardiograma.óCHICHO. — Y?¿CARMELO. — P erfecto.CHICHO. — C o n esfuerzo tambi n?¿ éCarmelo lo mira.CHICHO. — E s o que te hacen pedalear para ver si el coraz n... ó (Hace un gesto como de reventar).CARMELO. — N o eso no.

CHICHO. — N o ves? ¿ (Enojado.) No es serio, Carmelo! Dejame de joder.¡CARMELO. — E s c ucha me, Chicho... Vos quer as que la viera un m dico, no?í é ¿ Bueno, la vio. Y m s de uno. Y est bien, o s? Perfectamente bien! Y me voy aá á ¿ í ¡

Carmelo hace un ademán de ponerse de pie.CHICHO. — (Ansioso) Y r gimen de comidas?¿ éCARMELO. — Q u e coma lo que quiera. Que ella misma se va a poner sus propios CHICHO. — Q u l mites?¿ é íCARMELO. — E s o digo yo. Qu l mites!¡ é íCarmelo se pasa la mano por la cara. Anyula aparece y comprueba si el agua del mate está caliente. Carga el mate con yerba.ANYULA. — Q u suerte que mam est bien, no?é á é ¿CHICHO. — Y la presi n?¿ óCARMELO. — O c h o y trece.CHICHO. — Veintiuno! Es una enormidad.¡CARMELO. — N o , animal. Ocho de m nima y trece de m xima. Y me voy. í á (Nuevo ademán de salir.)CHICHO. — Y del sarpullido, Qu dijo?¿ éCARMELO. — Q u sarpullido?¿ éCHICHO. — C m o ! ¡ ó (Exagera.) Tiene todo el brazo tomado.CARMELO. — N a da.CHICHO. — E sc uchame! Eso puede ser lepra.¡CARMELO. — P ero, por favor, Chicho!¡Carmelo se pone de pie. 14Cossa, Roberto - La NonaCHICHO. — Y o creo que habr a que hacer una consulta.íCARMELO. — P ero para qu ?¿ éCHICHO. — P arece que hay una cl nica muy buena por Constituci n. Yo te voy aí ó CARMELO. — Basta, Chicho! Quedamos en que la viera un m dico, no? bueno...¡ é ¿ la vio, y m s de uno.áAnyula se acerca y le tiende un mate a Chicho mientras le acaricia la cabeza.ANYULA. — C mo te preocupa la salud de mam ...!¡ ó áCHICHO. — L e miraron la dentadura?¿CARMELO. — P erfecta. Dijo que tiene los dientes como un muchacho de veinte CHICHO. — D i o s m o!¡ íAparece María con dos changuitos y varias bolsas de compras.MAR A. —Va mos, Anyula.Í

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Anyula y María salen hacia la calle ante la mirada de desesperación de Chicho y de resignación de Carmelo.

CHICHO. — E s c ucha me, Carmelo... en el caf hay un pibe que estudia paraé

Carmelo se pone de pie.

CARMELO. — Q u turno prefer s? El de la ma ana o el de la tarde?¿ é í ¿ ñCHICHO. — (Alarmado) Par ... par !¡ á áChicho observa que nadie escuche. Crea una pausa expectante.

CHICHO.—Escuchame... esc chame bien, eh? ú ¿ (Se acerca como para una

confidencia.) Y si la hacemos... yirar?¿ 27CARMELO.— Hacerla qu ?¿ éCHICHO.—(Carraspea y hace un gesto cómplice.) Yirar... Hacer la calle.Carmelo lo mira.

CHICHO.—A la Nonita...Carmelo agarra a Chicho por el cuello.

CARMELO.— Qu dec s?¿ é íCHICHO.— Par ... solt !¡ á áCARMELO.—Nuestra familia fue siempre decente. Pobre, pero decente.CHICHO.— Par ! ¡ á (Logra soltarse.) No te pongas moralista, Carmelo. Hoy en d a nadieí

ver a mal una cosa as .í íCARMELO.— Pero c mo vamos a hacer yirar a la Nona?¿ óCHICHO.—Escuchame... Puede andar un vag n.ó 28

CARMELO.— Pero qui n va a querer...? ¿ é (Señala hacia la pieza de la Nona.)CHICHO.— Qui n va a querer? Est lleno de degenerados, Carmelo. Los tiempos cambiaron.¿ é á

Carmelo hace un gesto de sorpresa.

CARMELO.— C mo los perros?¿ ó25 Anda en la mala: Vulgar. Est pasando por una mala situaci n.á ó26 Luca: Billete de mil pesos. Vulgar.

27 Yirar: Vulgar. Pasearse las prostitutas para conseguir clientes.

28 Andar un vagón: Vulgar. Dar muy buenos resultados. 15Cossa, Roberto - La Nona

CHICHO. — C m o lo o s! Con los perros! Y bueno... Entre un perro y... ¡ ó í ¡ (Señala

hacia la pieza de la Nona.) Por qu no? Y ella se puede divertir.¿ éCARMELO. — P ero no, Chicho! Estamos todos locos! C mo nosotros... de qu¡ ¡ ¿ ó é CHICHO.— De qu manera? Como se hacen estas cosas. La par s en el cruce a¿ é á

las tres de la ma ana... Escuchame: los que vienen en bandañ 29 y medio mamados30

agarran cualquier cosa. CARMELO.—(Luego de analizar la posibilidad.) Pero no,¡ Carmelo sale hacia la calle. Chicho queda con la cabeza entre las manos. Un instante después entra la Nona agitando la bolsita de papas fritas vacía.

NONA.—Papa frita.Chicho la mira.

NONA.—Papa frita, Chicho.Chicho la sigue mirando mientras la Nona agita la bolsa vacía. De pronto, va irguiéndose en la misma medida que la cara se le ilumina. Se pone de pie y observa que no haya nadie cerca. Luego se acerca a la Nona y le acaricia la cabeza.

CHICHO.—Nona... Nonita... No quiere que salgamos a dar un paseo?¿NONA.— Paseyata?¿CHICHO.—Eso. Una paseyata, eh?¿La Nona niega con la cabeza.

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CHICHO. — A tomar un poquito de sol... (La toma como para levantarla.) A la placita. eh?¿

La Nona niega con la cabeza.CHICHO. — Va m o s ... le va a hacer bien. Necesita caminar un poco. (Hace más presión para levantarla.)NONA.— Me va fangulo!¡ 31 Dame papa frita.

CHICHO.—(La suelta.) Bueno, Nona, Bu ... Est bien. é á (Se pasea pensativo.) Me voy solo.

Me siento a tomar sol... me compro una bolsa grande de pochoclo... (La mira de reojo.)NONA.—(Se le ilumina el rostro.) Pochoclo?¿CHICHO.—Una bolsa bien grande. Y me la voy a comer toda.NONA.— Me va a traer pochoclo?¿CHICHO.— Ah, no...! Ahora... si quiere venir conmigo, la convido.¡La Nona se pone de pie.CHICHO.—Muy bien, Nonita.

Chicho la toma por el hombro y se dirigen hacia la salida.CHICHO.—Un lindo pase to, eh?í ¿NONA.—(Se detiene.) Y el pochoclo?¿CHICHO.—El pochoclo, claro.NONA.— Una bolsa bien grande?¿CHICHO.—Grande. Bien grande.NONA.—Y quiero lupines, tambi n.éCHICHO.—No existen m s los lupines, Nona.áNONA.— Quiero lupines!¡CHICHO.—Est bien. Vamos a ver si conseguimos.á29 Vienen en banda; estar en banda: Carecer por completo de orientaci n o destino.ó30 Mamado: Vulgar. Borracho.

31 Ma va fangulo: Expresión de desdén airado.16Cossa, Roberto - La NonaChicho arrastra a la Nona hacia la calle. Apagón. Se ilumina la cocina. En escena están Carmelo, que se pasea nerviosamente de un lado para otro; Anyula reza el rosario sentada en un rincón;Chicho está acodado en la mesa, con la cabeza entre las manos. Un instante después ingresa María desde la calle. Todos, menos Chicho, la miran expectantes.MAR A. — E n el barrio nadie sabe nada.ÍCHICHO. — (Lloroso.) Mi Nonita...CARMELO. — Vos tambi n, Chicho!¡ éCHICHO. — Y fue por darle el gusto. Me dijo: Chicho, sacame a pasear; nunca« salgo; todo el d a metida aqu adentro.í í »MAR A. — Raro... Hace a os que no dice de salir.Í ñCARMELO. — T e dijo que quer a salir?¿ íCHICHO. — Cree m e, Carmelo! Quiero caminar un poco. Y qu cosa m s linda¡ « » ¿ é á que salir a caminar con la Nona?CARMELO. — E st bien. La llevaste a la plaza... Y?á ¿CHICHO. — Y bueno... Al rato me dijo que se aburr a. Siempre esta plaza!,í «¡ Siempre esta plaza...! Salgamos un poco del barrio!¡ ¡ »

CARMELO. — Y?¿CHICHO. — Y bueno... empezamos a caminar.CARMELO. — Para d nde?¿ óCHICHO. — (Señala imprecisamente.) Para all .áCARMELO. — P ara all , D nde?á ¿ óCHICHO. — P or la avenida... Todo derecho.CARMELO. — Y?¿CHICHO. — Y bueno... Charlando, charlando... llegamos al Italpark.CARMELO. — Al Italpark? Pero son como doscientas cuadras!¿ ¡CHICHO. — E s que la conversaci n ven a interesante. Pero no caminamos todo eló í ¡ tiempo! Quiso tomar un colectivo... despu s otro... Y cuando vio el Italpark...é

Chicho — m e dijo — , quiero dar una vuelta en la monta a rusa .« ñ »

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CARMELO. — La monta a rusa? Y qu sabe la Nona de...?¿ ñ ¿ éMAR A. — S e pudo haber muerto de un susto.ÍCHICHO. — N o, Mar a...! Le hice dar tres vueltas y se divert a.¡ í íCARMELO. — S o s un inconsciente, Chicho. (Breve pausa.) Y despu s?¿ éCHICHO. — D e s p u s se le ocurri comer pochoclo...! Y ah fue el error! Le dije:¡ é ó ¡ í

No se mueva de aqu que le voy a comprar . Cuando volv ... « í » í (Llora.) Seguro que

CARMELO. — (Luego de una pausa.) Va a haber que avisar a la polic a.íCHICHO. — E s p ere mos unos d as.íCarmelo se pone el saco y se dispone a salir en el momento en que desde la calle ingresa la Nona con un globo rojo en una mano y una «manzanita» a medio comer en la otra.

NONA.— Bonasera!¡ 32Apagón rápido.Las luces iluminan la cocina vacía. Un instante después ingresa desde la calle Carmelo, evidentemente alterado.

CARMELO.— Chicho!¡32 ¡Bonassera!: Buenas tardes, buenas noches. 17Cossa, Roberto - La NonaSe dirige a la habitación de Chicho. Abre la puerta y comprueba que está vacía. Vuelve a la cocina.

CARMELO. — C h icho!¡Aparece María desde el interior de la casa.

CARMELO. — D n d e est Chicho?¿ ó áMAR A. — Sali . No fue a la feria?Í ó ¿CARMELO. — C u nto hace que sali ?¿ á óMAR A. — M s de una hora. Yo cre que iba a la feria.Í á íCARMELO. — L e dije que el pescadero lo esperaba hasta las diez. Ah, pero me

Abre el armario, saca la botella de grapa y una copita, y bebe. Del interior aparece Marta vestida para salir.

MARTA. — H ola, pap . Qu hac s a esta hora?á ¿ é éMaría le hace un gesto y Marta advierte el estado de ánimo de su padre.

MARTA. — B u eno, me voy.MAR A. — S u pongo que hoy no estar s de turno otra vez.Í áMARTA. —Y... s . Pero hasta las dos o tres de la ma ana, nada m s. Comoí ñ á MAR A. — Ay, nena! Ese trabajo tuyo cada vez lo entiendo menos.Í ¡MARTA. — Ya te expliqu ! Los turnos son rotativos. Chau.¡ éMarta sale. Se hace una pausa.

MAR A. — Qu quiere decir eso de turnos rotativos?Í ¿ éCARMELO. — (Que no ha escuchado nada de lo que habló.) Conmigo no va a¡

joder! (Mira la hora.) Encima me estoy perdiendo la mejor hora de venta.MAR A. — To das las noches hasta las tres, cuatro de la ma ana... Yo no s ...Í ñ éEn ese momento ingresa Chicho, alegre y alzando los brazos con un gesto de victoria.

CHICHO. — T o do arreglado! Todo arreglado!¡ ¡CARMELO. — O m e, atorrante...!¡ íCHICHO. — Q u te pasa?¿ éCARMELO. — C m o qu me pasa? No ten as que estar a las diez en la feria?¿ ó é ¿ íMAR A. — Calmate, Carmelo.ÍCHICHO. — P ero no te digo que est todo arreglado? Carmelo... Todo arreglado!¿ á ¡

Carmelo le sirve y lo mira expectante, al igual que María. Chicho bebe.

CHICHO. — (Triunfal.) La casamos!¡CARMELO. — A qui n?¿ éCHICHO. — A la nona. A qui n va a ser? C mo no se nos ocurri antes!¿ é ¡ ó ó

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CARMELO. — P ero vos est s mamado?¿ áCHICHO. — P or qu ? Ya tengo el candidato y todo.¿ éAmbos lo miran. Pausa.

CHICHO. — D o n Francisco, el del quiosco.MAR A. — E s muy joven para ella.ÍCHICHO. — T i e n e como ochenta a os.ñMAR A. — El hombre tiene que ser mayor.ÍCHICHO. — P ero. Y qu quieren? Qu consiga uno de ciento cuatro?¿ é ¿ éSe hace una pausa. Carmelo se sirve y bebe, mientras piensa en el proyecto. 18Cossa, Roberto - La Nona

CARMELO. — Hablaste con l?¿ éCHICHO. — P or supuesto. Vengo de eso.CARMELO. — Y?¿CHICHO. — E st de acuerdo.áMAR A. — S e quiere casar con la Nona?Í ¿CARMELO. — (A María.) Par ! ¡ á (A Chicho.) Qu le dijiste?¿ éCHICHO. — B u e n o ... que precisaba una mujer. Me dijo que s , que se sent a solo.í í

CARMELO. — La Nona.CHICHO. — B u e n o ... pr cticamente se lo di a entender.áCarmelo lo mira significativamente.

CHICHO. — C armelo, estas cosas se hablan as . Esta noche tenemos queí Carmelo se queda pensativo.

CHICHO. — (Tímidamente.) Yo creo que es la soluci n ideal.óCARMELO. — N o s ... Don Francisco es una buena persona; tiene plata. Bah, esoé

se dice. (Bebe un trago.) Est bien. Habla con l. Pero es tu ltima oportunidad. Siá é ú

CHICHO.—Otra ventaja que vamos a tener son los fasos 33 gratis.CARMELO.—Eso no me interesa. A m , con tal de que le de d morfar a la Nona me basta.í éCHICHO.—Bueno, pero tampoco se las va a llevar todas de arriba.34

CARMELO.— O me, Chicho!, no me vengas con tus teor as raras. La cosa es casar a la¡ í í

CHICHO.—Y s ... con el Francisco.íMAR A.—Pobre Anyula.ÍCHICHO.— Qu pasa con Anyula?¿ éMAR A.—Anyula lo quiso siempre al Francisco. Y en una poca parec a que l... Bueno...Í é í éCARMELO.—Esa es otra historia.MAR A.—Digo, nom s. Parece ser que la Nona se opuso.Í áCARMELO.—Bueno, hay que ver...MAR A.— Eso es cierto! Anyula me lo cont una vez. Aparte, la Nona hizo siempre loÍ ¡ ó

CARMELO.—Esa historia a nosotros no nos interesa. Es cuesti n del Francisco; l elige, yó é

CHICHO.—Vos dejalo por mi cuenta.CARMELO.—Pero o me... Eso s ! Yo quiero la cosa legal, eh?í ¡ í ¿CHICHO.—(Ofendido.) No ten s que dec rmelo, Carmelo. Se trata de la Nonita.é íCARMELO.—Con libreta y con todo. Y vamos a hacer una gran fiesta.CHICHO.—(Lagrimeando.) Se nos casa la Nona. Se nos casa la Nonita.Apagón. Se enciende la trastienda del quisco de don Francisco, un ambiente donde hay una cama, una mesa y dos sillas, rodeadas por cajas de mercadería. Golpean, y Francisco sale a abrir. Unmomento después ingresa Chicho.33 Fasos: Lunf. cigarro, cigarrillo.

34 Llevar todas de arriba: Vulgar. Lograr algo sin esfuerzo o sin pagar por ello. 19Cossa, Roberto - La Nona

CHICHO. — Ya cerr ?¿ óFRANCISC O. — E h . . . a esta hora... para vender dos paquetes de cigarrillos...CHICHO. — P ero las cosas van bien, eh?¿FRANCISC O. — E h . . . apenas para comer. Si ntese.éFrancisco se sienta frente a Chicho.

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FRANCISC O. — E stuve pensando lo que me dijo... La verdad es que estoy muy CHICHO. — E n mi familia va a encontrar un hogar, don Francisco.FRANCISC O. — A d e m s ... bueno, para qu lo voy a negar. Ella me gusta mucho.á é

FRANCISCO.—No le voy a decir que yo le gusto, pero... (Lo mira.) Supongo que

habr que ablandarlaá 35 un poco.CHICHO.—No, ya est decidida.áFRANCISCO.—S , pero la diferencia de edad...íCHICHO.— Vamos! No se va a fijar en eso. Lo importante es el compa erismo.¡ ñFRANCISCO.—No crea, que yo todav a... í (Se golpea el pecho y ríe.)CHICHO.—S , pero ella...íFRANCISCO.—Ella es un manjar. (Chicho hace un gesto.) Vamos! Est bien que es¡ á

parienta suya, pero tiene que entenderlo. Usted es hombre, tambi n. Pero no crea... laé

CHICHO.—Bueno... de edad... de la de ella... A itos m s, a itos menos, eh? Adem s, lañ á ñ ¿ á

mujer madura tiene m s experiencia... Es un poco mujer y un poco madre. Bu ! Ya está ¡ é á FRANCISCO.—Un momento... Las cosas hay que hacerlas bien. Antes quiero hablar con la

CHICHO.—Con la hija, dice usted.FRANCISCO.—Con do a Mar a.ñ íCHICHO.—La nieta.FRANCISCO.—No hagamos l os. Yo quiero hablar con do a Mar a y don Carmelo. Lo queí ñ í

diga la chica no me importa. Lo que importa es lo que dicen los padres. As se usaba en mií CHICHO.—Ah... usted dice... Claro. Usted quiere pedir la mano de Martita.FRANCISCO.— Y de quien estuvimos hablando todo este tiempo? De su abuela?¿ ¿CHICHO.—No, claro, claro... (Hace tiempo mientras piensa.) S , eso de la diferencia deí

edad es grave. Yo no lo hab a pensado. Martita tiene veinte a os... No le gusta elí ñ

FRANCISCO.—Conmigo va a marchar derecho.CHICHO.—Usted dice, pero despu s... Una chica as le va a hacer la vida imposible. No, doné í

Francisco... tiene raz n. Lo que usted precisa es una mujer mayor, que lo ayude en eló FRANCISCO.— Anyula?¿CHICHO.—Bueno... Anyula es un poco chiquilina. Lo ideal ser a m s madura.í áFRANCISCO.— Sabe que Anyula me gustaba cuando ramos j venes?¿ é óCHICHO.—No, pero ahora est insoportable.áFRANCISCO.—La madre... Esa tuvo la culpa. Disc lpeme... es su abuela, pero sa nosú é

CHICHO.—Celos.35 Ablandarla: Vulgar. Persuadirla, torcer la voluntad a su favor.

20Cossa, Roberto - La Nona

FRANCISC O. — C m o?¿ óCHICHO. — F u eron celos. Ella estaba enamorada de usted.FRANCISC O. — La Nona?¿CHICHO. — (Asiente, ceremonioso.) Me lo dijo a m .íFRANCISC O. — (Lanza una carcajada.) Mire usted! La vieja...¡CHICHO. — Y todav a lo est .í áFrancisco lo mira.

CHICHO. — E s el drama de nuestra familia. Francisco... Francisco... se la oye por FRANCISCO.— (Hace los cuernos.) Cruz diablo!¡ 36

CHICHO.—Es una historia de amor, don Francisco. (Le toma las manos y le habla

lastimeramente.) C sese con ella.áFRANCISCO.— Con la vieja? Ma vos est s loco! Yo quiero a la chica.¿ ¡ áCHICHO.—Esc cheme... la Nona est muy enferma.ú áFRANCISCO.—Es el veneno que trag .óCHICHO —Los m dicos han dicho: Un mes, cuanto mucho . Ha sufrido, don Francisco. Haé « »

hecho sufrir, pero ha sufrido, como el ave F nix.é 37 D mosle un poco de felicidad en sus¡ é FRANCISCO.— Ma vos est s loco! Es como ir un mes a la c rcel. Por qu lo voy a hacer?¡ á á ¿ é

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CHICHO. — Q u gana? ¿ é (Hace tiempo mientras piensa) Qu gana...? Est bien, se lo voy¿ é á

a decir. Francisco lo mira expectante.CHICHO. — La herencia.

FRANCISC O. — (Se le ilumina el rostro.) Herencia?¿CHICHO.— (Asiente en silencio.) media Catanzaro 38 es de ella.FRANCISCO.— De la Nona?¿Chicho asiente.FRANCISCO.— Media Catanzaro?¿CHICHO.—Bueno... Catanzaro es chica, vio? Pero es una fortuna.¿FRANCISCO.—(Algo desconfiado.) Nunca se dijo.CHICHO.—Ella lo ocult siempre.óFRANCISCO.— Por qu ?¿ éCHICHO.—Bueno... como la plata no se pod a traer...íFRANCISCO.— Y por qu ?¿ éCHICHO.—Hay una ley. Ella ten a que ir a cobrarla all .í áFRANCISCO.— Y por qu no fue?¿ éCHICHO.— Por qu ? ¿ é (Pausa.) La guerra.FRANCISCO.— Qu guerra?¿ éCHICHO.— C mo qu guerra? Le parece que no hubo guerra?¿ ó é ¿FRANCISCO.—Hace treinta a os que se acab la guerra.ñ ó36 ¡Cruz diablo!: Expresi n popular usada para conjurar al diablo, por extensi n a la mala suerte.ó ó37 Ave Fénix: Ave fabulosa de los egipcios que viv a 560 a os y que a la hora de morir constru a uní ñ í

nido en el que se incineraba. De sus huesos surg a luego un gusano que engendraba un nuevoí

F nix. Por lo tanto es s mbolo de la resurrecci n y la eternidad. Chico cita al ave F nixé í ó é 38 Catanzaro: Provincia de Italia meridional. 21Cossa, Roberto - La NonaCHICHO. — B u e n o ... Pero nunca hay paz entre los hombres, don Francisco.

Francisco hace un gesto para hablar.CHICHO. — P ero no se preocupe. En cuanto ella se muera...FRANCISC O. — C o bran la plata.CHICHO. — Al d a siguiente. Est todo arreglado. La cosa se hace de ej rcito aí á é ej rcito. Garant a absoluta. Pi nselo, don Francisco; es un mes, y despu s... loé í é é que usted quiera. A Martita la va a tener que echar de la pieza. Bu ...éChicho hace un ademán de salir.FRANCISC O. — P are... No se vaya. Ahora, digo yo... (Astuto.) Si yo me caso... ustedes pierden la herencia. No le conviene.

CHICHO. — (Algo desconcertado.) Eh, don Francisco... don Francisco... (Lo palmea mientras piensa.) Usted quiere que le cuente todo hoy.FRANCISC O. — E x pl quem e .íCHICHO. — B u e n o, si la Nona se muriera... (Lloroso.) Dios no lo permita, mi¡ FRANCISC O. — P ero no me dijo que tiene para un mes?¿CHICHO. — S i se muriera hoy, quiero decir. A manos de qui n ir a a parar la¿ é í herencia? FRANCISC O. — D e ustedes.

CHICHO. — (Niega con la cabeza.) De Anyula. Es la hija.FRANCISC O. — Y bueno...CHICHO. — Y Anyula... Hace mucho que no la ve?¿FRANCISC O. — A os... Al quiosco no viene nunca.ñCHICHO.— Eh, Anyula...! Se patina¡ 39 la herencia en dos meses. Copas, farras...40

(Gesto de fumar.) Yerba!¡ 41 Terrible!¡FRANCISCO.— Anyula? Pero antes..¿CHICHO.— Antes! Cuando fracas lo de ustedes, qued muy mal y...¡ ó óFrancisco hace un gesto de consternación.CHICHO.—Usted ha hecho estragos en nuestra familia, don Francisco. En cambio, sabemos que cuando usted cobre la herencia, bueno... No se va a olvidar de nosotros.

FRANCISCO.—(No muy convencido.) Supongo que no.CHICHO.—Bueno... Entonces ya est decidido.áFRANCISCO.—Est bien.á

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CHICHO. — E s o s , va a tener que ser cuanto antes.íFRANCISC O. — C u an do ustedes digan.CHICHO. — E ntre par ntesis... Va a hacer falta algo de plata. Hay unos gastosé administrativos. FRANCISC O. — D e s p u s del casamiento.éCHICHO. — (Resignado.) Bu ... é (Toma un cartón de cigarrillos que hay sobre un estante.) Huy... justo los que fumo yo.

FRANCISC O. — (Le saca el cartón.) Despu s de la herencia.éChicho inicia el mutis.FRANCISC O. — U n mes me dijo?¿Chicho lo mira sin entender.39 Se patina: Vulgar. Gasta, dilapida.

40 Farras: Vulgar. Fiestas.

41 Yerba: Droga que se consum e en forma de cigarrillo, marihuana.22Cossa, Roberto - La NonaFRANCISC O. — L a Nona...CHICHO. — Ah, s ! Y por ah es cuesti n de d as.¡ í í ó íFRANCISC O. — E ntonces conviene hacerlo r pido. Si est tan mal...á áCHICHO. — (Lastimero.) Si ya casi no come, don Francisco.

Apagón rápido. Se ilumina la cocina. Carmelo llega desde el fondo al mismo tiempo que la Nona ingresa desde su habitación.NONA. — S i manya ya?¿Nadie le contesta. Carmelo abre la heladera y saca una gran fuente cubierta por una servilleta. La Nona roba un pan y es sorprendida por Carmelo, que se lo saca de la mano y lo devuelve a la panera.CARMELO. — Largue, Nona! Ya va a comer el asado.¡NONA.—Ma... de ac a la hora de mayare. No est fato el fuoco ancora.á á 42

CARMELO.—El fuego ya est . Dentro de un rato comemos.áIngresa María trayendo una mantilla y un par de zapatos.CARMELO.—(A María.) Anda prepar ndola.áCarmelo sale hacia el fondo.MAR A.—Venga, Nona. Tiene que ponerse linda.ÍLa Nona niega con la cabeza.NONA.—Pochoclo.MAR A.—No hay pochoclo. Vamos!Í ¡La Nona niega con la cabeza.NONA.—Papa frita.MAR A.—Tampoco. Ahora vamos a comer.ÍNONA.—Dulce de leche.

María suspira con un gesto de cansancio. Abre la heladera y se fija.MAR A.—No hay dulce de leche. Í (La mira.) Mayonesa?¿NONA.—Mayonesa.

María saca un frasco de mayonesa y una cuchara, y se los entrega a la Nona. Luego la sienta en una silla y le cambia la mantilla y los zapatos, mientras la Nona devora el frasco de mayonesa.MAR A.—Tiene que ponerse linda, Nona. Se va a cambiar de mantilla, eh? Y se va a ponerÍ ¿ los zapatos.NONA.— E mi cumplea o oyi?¿ ñ 43

MAR A.—No, falta todav a. Pero estamos de fiesta.Í íNONA.—(Alegre.) Festa, festa!¡Aparece Chicho vestido con lo mejor que tiene.

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CHICHO.—(Alegremente.) Ah, Nonita... qu pinta. Parece diez a os m s joven. é ñ á (Se da cuenta que no es mucho.) Qu ? Veinte... o treinta. No le das ni setenta a os.¿ é ñNONA. — F e sta, festa, Chicho!¡CHICHO. — F i e sta, s .íMaría sale hade el interior llevando la mantilla y las zapatillas. Al mismo tiempo aparece Carmelo.42 No está fato el fuoco ancora: No est hecho el luego todav a.á í43 Oyi: Hoy. 23Cossa, Roberto - La NonaCHICHO. — C h e , Carmelo, mir la Nonita.áCARMELO. — (Lleva a Chicho a un costado.) Francisco no fallar , no?á ¿CHICHO. — C m o va a fallar!¡ óCARMELO. — S i a las dos tenemos que estar en el civil, hay que comer temprano.

(Pausa. Mira a la Nona.) No ser mejor decirle algo?¿ áCHICHO. — T e parece?¿CARMELO. — Y . .. digo... A ver si mete la pata en el civil.CHICHO. — E st bien, yo me ocupo. And a atender el asado.á áCarmelo sale hacia el fondo.NONA. — C armelo... la moyequita cortala bene finita.

CHICHO. — (Acaricia a la Nona.) Nonita...

NONA. — Va mo al fondo. Cherca del fuoco. Se encamina hacia el fondo.CHICHO. — A hora van a traer la picadita.

La Nona se detiene. Chicho la sienta y se ubica frente a ella.CHICHO. — N o n ita... La de la mirada dulce. Esos ojos que han visto nacer rbolesá y morirse para volver a nacer.NONA. — Van a traer la picadita?¿CHICHO. — Ya va... ya va... Le dijeron qui n va a venir hoy?¿ éLa Nona niega con la cabeza.CHICHO. — El Francisco. Se acuerda?¿NONA.—Ese mascalzone. 44

CHICHO.—Es un buen muchacho, Nona. Y a usted la quiere mucho.

La Nona lo mira.CHICHO.—(Falsamente pícaro.) Y me parece que a usted le gusta tambi n.éNONA.—La picadita, Chicho.CHICHO.—Le dec a, Nona... usted tendr a que pensar en el futuro... asegurarse un porvenir.í í

Alg n d a podemos faltarle y... ú í (Mira a la Nona esperando una reacción.)NONA.—(Algo enojada.) Y la picadita?¿CHICHO.— La puta que lo pari con la picadita! ¡ ó (Le da un pan mientras le acaricia la cabeza para calmarla.) Vaya masticando.

Se hace una pausa. La nona mastica y Chicho sigue acariciándola mientras piensa.CHICHO.—Pero este Francisco es un gran muchacho, eh? ¿ (Mira a la Nona y espera.) Es

italiano. (Igual.) Y est muy bien. Tiene un quiosco cerca de la estaci n. Si lo viera...á ó Lleno de chocolates... caramelos...

Los ojos de la Nona se iluminan.NONA.— Chocolata?¿CHICHO.—Uf. Tiene una pieza llena. Del blanco, del esponjoso... rellenos de dulce de leche... caramelos de naranja... pastillas de menta... man con chocolate...íNONA.— Va a venir el Franchesco?¿CHICHO.—Debe estar por llegar. Va a comer un asadito con nosotros... Despu s vamos a iré

todos a ver a un se or a una oficina y.. ñ (Cauteloso.) Esta noche se la lleva al quiosco. Usted se va con l.éNONA.— Me va a dare la chocolata?¿CHICHO.—Lo que usted le pida. (Le acaricia la cabeza.) Eh, Nonita?¿

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44 Mascalzone: Pusil nime, hombre de poco coraje o entereza. á 24Cossa, Roberto - La NonaLa Nona dice que sí con un rápido movimiento de cabeza. Carmelo se asoma desde el fondo y mira a Chicho.

CHICHO. — T o d o arreglado... Todo arreglado.Suena el timbre de calle. María va a atender.

CHICHO.—El sorello , lleg el sorello .« » ó « » 45

CARMELO.— Qu dec s, animal! El fidanzato.¡ é í 46

CHICHO.—El fidanzato... el fidanzato...Ingresa Francisco, vestido de traje azul marino y con un ramo de flores en una mano y una caja de bombones en la otra. Del interior aparece Marta.

CARMELO.—Adelante, don Francisco.FRANCISCO.— C mo le va, Carmelo? ¿ ó (Lo saluda.) Hola, Chicho. (Mira a ambos lados.)

Y Martita? ¿ (En ese momento la ve aparecer.) Martita...MARTA.— C mo est , don Francisco? ¿ ó á (Le da la mano.)FRANCISCO.—Supongo que ahora que voy a ser tu... (Mira a los demás.)CARMELO.—Bisabuelo.FRANCISCO.—Bueno... bisabuelo. Te puedo dar un besito, no?¿La besa algo cargosamente. Chicho lo toma del brazo y lo separa de Marta.

CHICHO.—Bueno, don Francisco. Ahora tiene que saludar a la... novia.FRANCISCO.—S ... s , por supuesto.í íFrancisco, rodeado por lo demás, se va acercando a la Nona, que permaneció ajena a la escena y sigue masticando. Francisco se planta frente a ella y le hace una reverencia.

CARMELO.— Vio qui n vino, Nona?¿ éNONA.—El Franchesco.Francisco le tiende el ramo de rosas.

NONA.—(Enojada.) Cosa e?¿ 47 Y la chocalata?¿Chicho, rápidamente, toma el ramo de rosas de la mano de Francisco, le saca la caja de bombones y la coloca sobre el regazo de la Nona.

CHICHO.—Aqu tiene, Nona. í (A Francisco.) Las rosas le traen malos recuerdos. Si ntese,é

don Francisco.Lo sienta al lado de la Nona, quien ya ha abierto la caja de bombones y se pone

a comer. CARMELO.—Permiso, don Francisco. Voy a atender el asado. Tra pan para losé

chorizos, Mar a. Vos, Chicho, servile un poco de vino a don Francisco.íCarmelo y María salen hacia el fondo.

FRANCISCO.—(Señala una silla junto a él.) Ven ac , Martita. A mi lado.í áMARTA.—Tengo que terminar de arreglarme.Marta sale hacia el interior. Chicho le tiende un vaso de vino a Francisco. Se queda un instante mirando a Francisco y a la Nona.

CHICHO.—Y Bu ... D ganse sus cosas.é íChicho da unos pasos hacia el interior. Francisco se levanta y se le acerca.

FRANCISCO.—No s qu decirle.é éCHICHO.—H blele de sus cosas. Del quiosco, por ejemplo. De las cosas que tienen en elá

quiosco. Eso le va a interesar mucho. (Lo palmea.) H blele de su mundo, don Francisco.á45 Sorello: Ital. Hermano.

46 Fidanzato: Ital.47 Cosa e'?: Qu es esto? ¿ ¿ é 25Cossa, Roberto - La Nona

FRANCISCO.—Y de Catanzaro, no podemos hablar?¿

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CHICHO. — N i se lo nombre! Va a pensar que se casa por inter s, me entiende? Ella no¡ é ¿

sabe que usted sabe. Una vez que se casen... (Ahora levanta la voz.) Bu ... Ustedes tienené mucho que hablar.

Chicho sale hacia el fondo. Francisco se queda un instante mirando a la Nona, que mastica, con la mirada fija en el suelo. Toma el vaso de vino y finalmente se sienta junto a ella. Se hace una larga pausa, durante la cual Francisco piensa cómo iniciar la conversación.FRANCISC O. — E st n ricos los bombones?¿ áLa Nona asiente con la cabeza.FRANCISC O. — S o n de mi negocio.NONA. — Traquiste m ?¿ áFRANCISC O. — N o . . . Pero mi negocio est lleno.áNONA. — Me va a llevar cuesta sera?¿FRANCISC O. — S . .. s ... claro.í íTímidamente, le pasa el brazo a la nona por el hombro.NONA. — E qu me vas a dar?¿ éFRANCISC O. — (Más confundido.) Lo que usted me pida.NONA. — C hocolata!¡FRANCISC O. — A h, s ... s ...í íSe hace una larga pausa, durante la cual Francisco queda con el brazo sobre el hombro de la Nona, y ésta sigue masticando. Finalmente, Francisco mira hacia ambos lados para comprobar si están solos.FRANCISC O. — (Repentinamente.) Catanzaro.

La Nona gira la cabeza y lo mira, sin dejar de masticar. Francisco la mira a ella esperando la reacción.FRANCISC O. — S e acuerda de Catanzaro?¿La Nona dice que sí con la cabeza.FRANCISC O. — (En voz baja.) Y qu tiene en Catanzaro?¿ éLa Nona lo mira y mastica.FRANCISC O. — D e qu se acuerda?¿ éNONA.—Catanzaro... Bon vin. 48

FRANCISCO.—Vino. Tiene vi edos?¿ ñNONA.—La pasta.FRANCISCO.—F brica de pasta.áNONA.—Cuesta cosa... (Hace un gesto de algo pequeño.)FRANCISCO.—Oro... Pepitas de oro!¡NONA.—(Niega con la cabeza.) Marisco.FRANCISCO.—F brica de pescado... Agarran pescado... Tienen barcos...áNONA.—Se agarra e se manya. (Ríe.)FRANCISCO.—(Aprieta con alegría a la Nona.) Nonita.

En ese momento ingresa Chicho trayendo una fuente con sándwiches de chorizo.CHICHO.— Bueno, bueno! Perd n si interrumpo, pero los chorizos ya est n.¡ ó á48 Bon vin: Buen vino. 26Cossa, Roberto - La NonaLa Nona se mete rápidamente en el bolsillo los bombones que aún quedan en la caja. Toma un sándwich y se pone a comer. Carmelo y María ingresan detrás. Francisco abraza a Chicho y lo besa.FRANCISC O. — C h i cho querido...

Chicho lo mira sin entender y le sirve vino a Francisco. Anyula llega con un vaso de vino en la mano y se cruza con Francisco. Este le saca el vaso de la mano.FRANCISC O. — N o tome m s, Anyula. Con eso no va a arreglar nada.áANYULA. — (Recupera el vaso.) Es de Carmelo.

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Chicho le extiende un vaso a Francisco.

CHICHO. — M eta, don Francisco.Este lo toma y se lo cede a Marta, que acaba de entrar.

FRANCISC O. — T o m , Martita.áMARTA. — Gracias, don Francisco.FRANCISC O. — N o me digas don.MARTA. —Y... usted ahora es mi bisabuelo.FRANCISC O. — (Por lo bajo.) Ahora s , pero despu s de Catanzaro vas a ver.í éDesde la calle llega el sonido de varios bocinazos. Marta se encamina hacia la

salida. MARTA. — B u eno... chau.

FRANCISC O. — (Desilusionado.) Te vas?¿MARTA. — M e tengo que ir, don Francisco.FRANCISC O. — Q u l stima!¡ é áMARTA. —Ya va a haber otra oportunidad. (Sale.)FRANCISC O. — (A Chicho.) Se fue.

CHICHO. — S , pero qu le dijo?í ¿ éFrancisco lo mira.

CHICHO. — E st esperando la oportunidad.áFRANCISC O. — (Ríe y besa a Chicho.) Chicho querido! La f brica de pasta es para¡ á

vos. CHICHO. — (Desconcertado.) No ser mejor que pare de chupar, don¿ á

Francisco observa a la Nona, que toma otro sándwiche, y deja de reír.

FRANCISC O. — E s c uch e ... La salud de la Nona...CHICHO. Qu tiene?¿ éFRANCISC O. — U st e d me dijo que est muy mal.áCHICHO. — A noche casi se nos queda. Tuvimos que hacerle respiraci n boca aó FRANCISC O. — (Mira a la Nona, que come vorazmente.) Ma... come bien.

CHICHO. — La mejor a de la muerte.íFRANCISC O. — A ver si se nos queda ahora.CHICHO. — N o . . . hasta esta noche aguanta seguro, pero ya... (Hace un gesto NONA. — C h i m ichurri!¡CHICHO. — (Para distraer la atención de Francisco toma la bandeja.) Meta otro

s nguche, don Francisco.áCarmelo, María y Anyula han llegado desde el fondo trayendo diversas cosas y

rodean la mesa. CHICHO. — U n brindis. A ver?¿Todos levantan los vasos, menos la Nona, que sigue comiendo ajena a todo, y Anyula, que se aparta con un gesto de tristeza.27Cossa, Roberto - La Nona

CHICHO. — P or los novios!¡Todos dicen «por los novios». Anyula se toma la cara y sale llorando hacia el interior. Francisco la mira irse.

CHICHO. — (A Francisco.) D jela... Ahora se mete en la pieza y empieza aé

chupar... Un desastre! FRANCISC O. — Q u barbaridad!¡ ¡ éCHICHO. — B u e n o, bueno... (Levanta la copa.) Otro brindis!¡MAR A. —A ver el novio...ÍFRANCISC O. — (Levanta su copa.) Por Catanzaro!¡Nadie, salvo Chicho, entiende mucho, pero todos levantan el vaso.

FRANCISC O. — (Estira el vaso hacia la Nona.) Nona... Por Catanzaro.La Nona lo mira y sigue masticando. Francisco la invita a brindar.

CARMELO. — Brinde, Nona.La Nona mira ahora a Carmelo y mastica.

Page 23: Roberto cossa

CARMELO. — Brinde, don Francisco.Francisco queda con el vaso extendido. Se hace una pausa. Francisco mira a Chicho reclamando una explicación.

CHICHO. — Y . . . es un d a muy especial para ella.íMAR A. —Í (Toma el vaso de la Nona y se lo entrega.) Vamos, Nona!¡La Nona toma el vaso y lo levanta. Todos aplauden y dicen «muy bien», etc. Cuando las voces se callan, se escucha a la Nona.

NONA. — F eliche a o nuovo!¡ ñApagón rápido.28Cossa, Roberto - La NonaACTO SEGUNDOSe enciende el quiosco de don Francisco. Los estantes están despoblados, el piso lleno de cajas de cartón vacías y la mesa cubierta de papel plateado. La Nona, sentada frente a la mesa, mastica. Francisco está sentado en la cama, con la mirada perdida: la imagen de la derrota.

NONA. — C h ocolata.FRANCISC O. — (Ido.) No hay m s.áNONA. — C aramelo.FRANCISC O. — T a m p oco.NONA. — T e ngo fame. Qu ten ?¿ é éFRANCISC O. — D o s c i entas cajas de chicle.NONA. — E buono...Francisco, sorprendido, toma una caja de chicle y se la entrega a la Nona, que la abre y comienza a masticar. Francisco la mira un instante.

FRANCISC O. — S e siente bien?¿La Nona asiente con la cabeza.

FRANCISC O. — M a... no puede ser. Pas un mes y medio. No le duele nada?ó ¿La Nona niega. Pausa.

FRANCISC O. — N o na... Esc cheme: ya es hora que hablemos en serio. Yo sú é

La Nona lo mira mientras mastica.

FRANCISC O. — S . .. la herencia... Catanzaro...íNONA. — U h . .. Catanzaro.FRANCISC O. — C atanzaro, s . Sabe de qu le hablo?í ¿ éLa Nona asiente con la cabeza.

FRANCISC O. — L o s vi edos... la f brica de pasta.ñ áNONA. — Vas a hacer pasta?¿FRANCISC O. — N o , la herencia. Los mariscos...NONA. — (Contenta.) Fideo al v ngole!¡ óFRANCISC O. — (Exasperado.) Ma no... la herencia! ¡ (Grita.) La herencia, vieja de¡ Francisco intenta golpearla, pero jadea, se toma la cabeza y cae pesadamente, balbuceando «Catanzaro». La Nona, impasible, sigue masticando. Apagón.Lentamente se enciende la cocina. Carmelo está sentado, con la cabeza entre las manos; María y Anyula trabajan intensamente. Marta está poniendo la mesa. En la pieza de Chicho está Francisco, hemipléjico, sentado en un sillón.

MAR A. — A comer!Í ¡La Nona sale como un rayo desde su pieza y se sienta a la mesa. María le pone delante un gran plato de comida. La Nona comienza a comer vorazmente.

NONA. — U pane.Marta le alcanza pan.

NONA. — F ormayo.

Page 24: Roberto cossa

29Cossa, Roberto - La NonaAnyula le sirve queso. La Nona golpea el borde del vaso, indicando que quiere vino. Marta le sirve.

NONA. — E s cabeche.Saca un frasco del armario y lo coloca en la mesa. María coloca un plato

frente a Carmelo. MAR A. —Va mos, Carmelo.ÍCarmelo, que sigue con la cabeza entre las manos, hace un gesto de negación.

MAR A. — No vas a comer?Í ¿Carmelo niega con la cabeza. María le entrega el plato a Marta.

MAR A. — To m . Llevale.Í áMarta toma el plato y se dirige a la pieza de Chicho. Don Francisco, al ver a

Marta, sonríe FRANCISC O. — (Balbucea.) Catanzaro... Catanzaro.Marta le ata la servilleta alrededor del cuello y comienza a darle de comer

con la cuchara. MARTA. — C u i dado, no se vaya a volcar.Francisco come mecánicamente.

NONA. — F ormayo de rayar.María saca queso de rallar del aparador y le da a la Nona. La Nona vuelve a golpear el vaso, pero, al ver que nadie la observa, habla.

NONA. — U vino.Anyula le sirve vino a la nona.

NONA. — La sale.María saca sal del aparador y le da a la Nona.

NONA. — Vinagre.María le acerca una alcuza con vinagre.

MAR A. —Í (A Carmelo.) No vas a comer, entonces?¿Carmelo niega con la cabeza. En la pieza, Marta le tiende una cuchara a Francisco, y éste niega con la cabeza. Marta le limpia la boca, le saca la

servilleta y le pone una campanita en la mano. FRANCISC O. — C atanzaro...

Catanzaro.Marta vuelve a la cocina.

MARTA. — D ej la mitad.óMaría toma las sobras del plato de don Francisco y las echa en el de la Nona, que sigue comiendo. Marta se sienta y todos, menos Carmelo, comen un rato en silencio. Un instante después ingresa Chicho trayendo un bolso de mano. Simula un estado de gran cansancio. Deja el bolso en un costado y se sienta en una silla.

CHICHO. — Ay, Dios m o... Dios m o!¡ í íAnyula se levanta y le cede el lugar. Carmelo, por primera vez en la escena, ha levantado la cabeza y tiene la mirada fija en su hermano.

CARMELO. — Y?¿Chicho hace un gesto de negación con la cabeza.

CARMELO. — Q u quiere decir?¿ éChicho repite el gesto.

CARMELO. — Na da?¿CHICHO. — Y mir que anduve, eh?á ¿CARMELO. — A qu hora saliste?¿ éCHICHO. — T e m prano.MAR A. —A las siete de la tarde.ÍCARMELO. — A las siete?¿

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30Cossa, Roberto - La Nona

CHICHO. — E s la mejor hora... La de m s concentraci ná óCARMELO. — T o dav a no son las nueve. Menos de dos horas.íCHICHO. — Y bueno... Es el primer d a.íCARMELO. — Y qu saliste a vender?¿ éCHICHO. — (Luego de una pausa, solemne.) Biblias.

CARMELO. — C m o biblias?¿ óCHICHO. — B i blias...Carmelo lo mira.

CHICHO. — Y qu quer s? Me dio biblias. Dos horas pateando y... nada. Me¿ é é

ANYULA. — E s que est lleno de ateos.áCHICHO. — E s o, t a! Ateos! ¡ í ¡ (A Carmelo.) Si hasta me par un rato en la puerta deé

la iglesia... Nadie, me quer s creer? Y a las ocho y media de la noche. Buena¿ é CARMELO. — (Conteniéndose.) Ma ana vas a salir a las siete de la ma ana.ñ ñCHICHO. — M a ana no. Ahora hasta el mi rcoles que viene...ñ éCARMELO. — C m o hasta el mi rcoles que viene?¿ ó éCHICHO. — Y , es as . Una vez por semana. Por contrato.íCarmelo, irritado, se levanta y se dirige a su habitación.

CHICHO. — Q u le pasa a ste?¿ é éMAR A. — Tuvo que vender el puesto. Eso pasa. Le parece poco?Í ¿CHICHO. — Ven d i el puesto?¿ óMAR A. — To da una vida de trabajo.ÍFrancisco, en la pieza, hace sonar la campanita.

ANYULA. — Q u i ere ir a dormir.MARTA. — Uh, que espere! Ahora estamos comiendo.¡La campanita sigue sonando un rato

MAR A. — No oyen que est llamando?Í ¿ áAnyula se pone de pie.

MARTA. — T ermine mo s de comer...MAR A. — U sted qu dese, Anyula. Carmelo quiere que se ocupe Chicho. VosÍ é

Marta y Chicho se ponen de pie y se encaminan hacia la pieza.

ANYULA. —Yo lo puedo hacer.MAR A. — Por favor, Anyula! Si ntese y termine de comer.Í ¡ éNONA. — T erm en .éAnyula le sirve otro plato. Chicho y Marta ingresan a la pieza. Al encenderse la luz, Franciscosonríe, pero sigue tocando la campanita.

FRANCISC O. — C atanzaro... Catanzaro...Marta le saca la campanita de la mano y lo toma por los hombros.

MARTA. —Agarralo por los pies, t o.íMarta y Chicho levantan a Francisco y lo trasladan a la cama.

CHICHO. — Habr orinado ya? Anoche moj todo.¿ á óLo acuestan. Marta lo arropa. 31Cossa, Roberto - La Nona

FRANCISC O. — ( En tono plácido.) Catanzaro... Catanzaro.

CHICHO. — D o n Francisco, orin ya?¿ óMarta toma la campanita y se la pone en la mano.

MARTA. —Y ya sabe. Si precisa algo, haga sonar la campanita.CHICHO. — E s p e c ialmente si quiere ir al ba o. Me oy , don Francisco? Me oy ?ñ ¿ ó ¿ óFRANCISC O. — (Molesto.) Catanzaro... Catanzaro...Marta y Chicho salen. Ingresan a la cocina en el momento en que se escucha desde la calle el sonido de una moto que se detiene.

MARTA. — E s el farmac utico. Chau a todos.é

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Marta sale hacia la calle. Chicho se sienta a comer. Anyula levanta el plato suyo y el de Marta. María se pone de pie también y la ayuda. La Nona, durante todo este tiempo, ha seguido comiendo. Carmelo aparece desde el interior con el saco puesto. Está evidentemente nervioso.

CARMELO. — (A Chicho.) Levantate y vamos!¡CHICHO. — Ad nde?¿ óCARMELO. — Al abasto.CHICHO. — (Mira a los demás.) Al Abasto? A qu ?¿ ¿ éCARMELO. — C m o a qu ? A trabajar. A descargar camiones.¿ ó éCHICHO. — A esta hora?¿CARMELO. — A esta hora, s ! Dentro de un rato empiezan a llegar los camiones.¡ íCHICHO. — P ero, par ! Dejame comer.¡ áCARMELO. — Par , nada! Esto se termin ! Me o ste? Se termin !¡ á ¡ ó ¿ í ¡ óNONA. — U pane.Carmelo, mecánicamente y con violencia, saca un pan del aparador y lo pone cerca del alcance de la Nona. A partir de ese momento responderá a cada pedido de la Nona.

CARMELO. — Ahora vas a saber lo que es trabajar en serio!¡NONA. — F ormayo.Carmelo abre la heladera, saca queso y se lo alcanza a la Nona. Entretanto, sigue hablando.

CARMELO. — S e termin ! Tuve que vender el puesto.¡ óCHICHO. — M e dijo Mar a...íCARMELO. — T o da una vida de trabajo...La Nona golpea el borde del vaso y Carmelo le sirve vino.

CARMELO. — U na vida!, me o s? Levant ndome a las cuatro de la ma ana...¡ ¿ í á ñ

NONA. — S alam n.íCarmelo, siempre violentamente y sin dejar de hablar, corta un salamín de una tira, lo tajea y luego sirve a la Nona.

CARMELO. — T o d o este esfuerzo, para qu ? Decime. Para tener que empezar¿ é

CHICHO. — ( C o n cierto alivio.) Ah... conseguiste algo.NONA. —Ajise.Carmelo saca un ají de la bolsa de la verdura y se lo tiende a la Nona.

CARMELO.—Ayudante de un mocoso que no sabe ni limpiarse los mocos. 4949 No sabe ni limpiarse los mocos: Inexperto, principiante en alguna actividad. 32Cossa, Roberto - La NonaLa Nona le tiende el ají a Carmelo.

NONA. — P o n ele aco picadito, Carmelo.Carmelo toma el ají, lo corta y luego le echa encima ajo picado.

CARMELO. — D e un mocoso! Yo, Carmelo Spadone! Respetado por todos los¡ ¡

puesteros del mercado. Me admiraban!, me o s? me admiraban! Me¡ ¿ í ¡

consultaban... A m ! !Un maestro! As me dijeron una vez: Sos un maestro,¡ í í « NONA. —Ah... ponele tomate, tambi n.éCarmelo agarra el plato de la Nona, corta un tomate y se lo agrega.

CARMELO. — Y lo que yo dec a era santa palabra. Se pagaba lo que dec aí ¡ í

Carmelo Spadone! Un maestro. (Recordando.) Carmelo... este apio no est« ¿ á NONA. — N o importa, ponele igual.CARMELO. — (Natural.) No es la poca . Un maestro...! Mira cuando me vean« é » ¡

ma ana... Ayudante del pescadero. Yo, ayudante de un mocoso.ñCarmelo cae sentado en una silla y se pone a llorar. Se hace un silencio espeso.

NONA. — La sale.

Page 27: Roberto cossa

Carmelo, siempre llorando, toma un salero y echa sal en el plato de la Nona. Anyula se echa a llorar.

ANYULA. — D i o s santo... Dios santo...María la toma.

MAR A. —Venga, Anyula. Venga a acostarse.ÍCarmelo llora en silencio. Chicho está con la cabeza baja.

NONA. — Vinagre.Carmelo le sirve.

MAR A. — Es incre ble! Un hombre como l... M relo c mo est ! Destruido!Í ¡ í é ¡ í ó á ¡CHICHO. — P ero, y yo qu tengo que ver...?¿ éMAR A. — S que tiene que ver! Si usted hubiera trabajado, no estar a como est .Í ¡ í í áCHICHO. — Y bueno... Hoy empec .éMAR A.— C llese, por favor! Un par sito, viviendo a costillasÍ ¡ á ¡ á 50 del hermano!La Nona golpea el vaso. Chicho le sirve vino.

CHICHO.—Pero ahora resulta que yo soy el culpable de todo... Yo no pido nada. Cu ndo te¿ á

MAR A.— Su m sica! Qu m sica! Nunca compuso nada. Usted es un fracasado, eso es loÍ ¡ ú ¡ é ú

CHICHO.—(Dolorido.) Eso no, Mar a... Un fracasado, no.íAhora es Chicho el que se toma la cabeza y se pone a llorar. Al mismo tiempo le alcanza un pan a la Nona. Carmelo hace un gesto de rabia, se pone de pie y se encamina hacia la salida.

MAR A.— D nde vas?Í ¿ óCARMELO.—No s ... Por ah . Necesito pensar un poco.é íMAR A.—Í (Alarmada.) Carmelo! ¡ (Se acerca y lo toma) Carmelo... Por favor, D nde¿ ó

vas?CARMELO.—Necesito estar solo, Mar a. Dejame, por favor!í ¡MAR A.— No vas a hacer una locura!Í ¡50 Viviendo a costillas: Vivir a costillas. Expresi n que significa usufructuar los beneficios sin pagar oó

recibir dinero o favores sin retribuir. 33Cossa, Roberto - La Nona

CARMELO. — N o ! ¡ (Se desprende de María.) Necesito estar solo, nada m s. No vaá

a pasar nada.Carmelo sale. María lo mira salir y se queda inmóvil un instante. Luego se vuelve y sale llorando hacia su habitación. Se hace una pausa. Chicho, tras la salida de María, deja de llorar y lee el diario.

NONA. — T erm en . é (Pausa.) Chicho, termen .éChicho levanta la cabeza.

NONA. — El postre.Chicho se levanta, mira a su alrededor, toma una manzana y la pone frente a la Nona.

NONA. — D olche de batata, no hay?¿CHICHO. — N o s ... no s ... Coma eso.é éChicho se dirige lentamente hacia su habitación. Se desnuda y se acuesta junto a Francisco. Apaga la luz. La Nona, entretanto, come en silencio. Se hace una pausa prolongada.

CHICHO. — La puta que lo pari , don Francisco! Le dije que tocara la campanita!¡ ó ¡La campanita comienza a sonar incesantemente. La Nona sigue comiendo. Apagón.Se enciende la luz nuevamente en la cocina, en horas de la tarde. La Nona descubre un sobre de papas fritas. Ingresa María desde la calle con un gran paquete envuelto en papel madera. La Nona oculta el paquete de papas fritas en el bolsillo.

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María ingresa a su pieza. La Nona saca subrepticiamente una papa frita y mastica. Un momento después vuelve María; ha dejado el paquete y se ha sacado el tapado.Toma un delantal y se lo coloca. Advierte los movimientos disimulados de la Nona.

MAR A. — Qu tiene ah ? Í ¿ é í (Le mete la mano en el bolsillo.) A ver?¿NONA.—Niente, niente. 51María le saca el paquete de papas fritas.

MAR A.— C mo nada? Y esto?Í ¿ ó ¿NONA.—No s ... Alguno lo puso ah .é íMAR A.— C mo alguno lo puso ah ? Qu cosa! V yase a su pieza, vamos.Í ¿ ó í ¡ é áLa Nona se levanta pesadamente y se dirige hacia su pieza murmurando. Desde la calle llega Carmelo.

MAR A.— C mo te fue?Í ¿ óCARMELO.—(Se encoge de hombros. Saca grapa y se sirve.) C mo me va a ir?¿ óMAR A.— Pero te dieron la plata?Í ¿CARMELO.—Al cincuenta por ciento de inter s.éMAR A.—Menos mal que es un amigo.ÍCARMELO.—Seg n l, se tiene que cubrir. Yo no tengo m s el puesto. No tengo garant a.ú é á í

Se dirige al armario, saca el cuaderno y se sienta a hacer cuentas y a beber. María lo mira un instante mientras Carmelo bebe un largo trago.

MAR A.—Est s tomando mucho, Carmelo.Í áCARMELO.— Y vos? Cu nto vendiste?¿ ¿ áMAR A.—Tres pul veres.Í óCARMELO.—Que, de comisi n, son...óMAR A.—Noventa mil.Í51 Niente: Nada.34Cossa, Roberto - La NonaCarmelo anota. Desde la calle llega Anyula, con evidentes signos de cansancio. Se sienta en una silla.

ANYULA.—Ay, Dios... Dios...CARMELO.— C mo le fue, t a?¿ ó íAnyula abre el monedero, saca unos billetes y se los tiende a Carmelo. Carmelo cuenta.

CARMELO.—Ciento cincuenta mil... Cu nto le pagaron la hora?¿ áANYULA.—Quince mil.CARMELO.—Es muy poco, t a. Tiene que cobrar veinte mil, por lo menos.íANYULA.—Y, no s ... Me dijeron quince mil y...éMAR A.—Se aprovechan porque es una vieja. Son unos degenerados!Í ¡ANYULA.—Encima tuve que lavar dos escaleras... Ay, Dios santo!¡MAR A.—Venga, Anyula. Vaya a descansar.ÍAnyula sale caminando lentamente y quejándose.

CARMELO.—Y ma ana p dales veinte mil. Que no sean atorrantes.ñ íCarmelo anota en el cuaderno. Se pasa la mano por la frente y se sirve otro trago de grapa.

MAR A.— Carmelo, no tom s m s!Í ¡ é áCARMELO.— Por favor, Mar a... por favor!¡ íMAR A.—Hac como quieras. Í é (Sale.)Ingresa Chicho, vestido de cafetero, con un bolso, donde lleva varios termos.

CHICHO.— (Exagerando el cansancio.) Buenas.

CARMELO.—(Agresivo.) Qu hac s vos ac ?¿ é é áCHICHO.— C mo qu hago?¿ ó éCARMELO.—Son las ocho de la noche.

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CHICHO. — A h, no... Una pasadita, nada m s. Para descansar y comer algo. Despu s sigo.á éCARMELO. — O m e , Chicho... Tu horario es de las siete de la tarde hasta la una.í CHICHO. — Ya s ... Pati una hora seguida. Dejame descansar un rato.é éCARMELO. — T e aviso, nada m s. á (Mira la hora.) Quince minutos y despu s teé

CHICHO. — E st bien. á (Lanza un quejido de cansancio.)CARMELO. — C u nto vendiste?¿ áCHICHO. — P o co.

CARMELO. — (Agresivo.) Cu nto?¿ áCHICHO. — Y bueno... a ver... (Carraspea.) Unos tres, m s o menos.áCARMELO. — Tres termos, no est mal.áCHICHO. — Tres caf s!¡ éCARMELO. — Tres caf s, nada m s?¿ é áCHICHO. — Y qu quer s? ¿ é é (Como si fuera una hazaña.) En una hora. Me quedan cinco todav a.íCarmelo se agarra la cabeza con las manos. Vuelve a servirse grapa. Se hace una pausa.CHICHO. — (A Carmelo.) Quer s un caf ?¿ é éCarmelo niega con la cabeza.CHICHO. — A vos no te voy a cobrar.CARMELO. — And a la mierda!¡ áPausa.CHICHO. — C m o anduvo?¿ ó35Cossa, Roberto - La NonaCARMELO. — N o llegamos... no llegamos...CHICHO. — C o ntaste lo del Francisco?¿CARMELO. — A h, no. (Se pone de pie.) Ay dame a traerlo.úChicho y Carmelo salen hacia la calle y volverán un instante después trayendo a Francisco, que está sentado en el sillón hamaca y con una gorra en la mano.FRANCISC O. — (Con tono de cansancio) Catanzaro... Catanzaro,..

Dejan a Francisco en un costado. Chicho le saca la gorra de la mano y la vacía sobre la mesa. Caen monedas, algún billete y otros elementos.CARMELO. — Y no... Moneditas!¡CHICHO. — P ar . Aqu hay un billete de mil... Dos de quinientos...á íChicho comienza a contar las monedas.CARMELO. — N o va, Chicho... No va.CHICHO. — A qu hora lo sacaron?¿ éCARMELO. — Y . .. seg n me dijo Mar a, a las diez de la ma ana.ú í ñCHICHO. — Y bueno! Por qu no lo sacaron a las seis? Se perdieron el cambio¡ ¿ é de turno de la f brica.áCARMELO. — N o , Chicho, no... Esas ideas tuyas!¡CHICHO.—Pero, par ... Aqu hay por lo menos diez lucas. á í (Toma algo.) Una chapita 52 de cerveza. Mir que hay que ser hijo de puta! Lo que pasa es que ste es un¡ á é CARMELO.—No va, Chicho, no va.CHICHO.—La idea no es mala, Carmelo. Ah te equivoc s. Pero aqu en la puerta... Quí á í ¿ é quer s? Esta es una calle muerta. Estuve pensando, justamente... Por qu no loé ¿ é llevamos a la estaci n?óCARMELO.— Y cu nto m s puede sacar?¿ á áCHICHO.— Qu te parece! Est la iglesia enfrente, el mercado... la parada de colectivos.¡ é á Como ubicaci n, es excepcional.óCarmelo piensa.CHICHO.—Y, adem s, bien tempranito... á (Breve pausa.) Y de noche, al caf .éCarmelo lo mira.CHICHO.—Habl con el gallego... El due o. No hay problema. Hay un rinconcito al lado deé ñ los billares... Ah no molesta.íSe hace la pausa.

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CHICHO. — Probe m o s esta noche...CARMELO. — E n ese caf de atorrantes...éCHICHO. — S o n buenos muchachos. Algunos mangos le van a tirar. Adem s, a lasá doce y media est la salida del cine... Se llena. Ya esa hora lo pasamos al sal ná ó familiar. En serio, Carmelo, puede andar. Pensalo.

Carmelo se queda un instante pensativo, mirando a Francisco. Finalmente, se pone de pie.CARMELO. — Va m o s a probar.

Chicho también se levanta. Ambos toman el sillón. Chicho le pone la gorra en la mano a Francisco.FRANCISC O. — Catanzaro, Catanzaro?¿Se encaminan hacia la salida.CARMELO. — Y para traerlo de vuelta?¿52 Chapita: Tapita met lica de ciertos envases de bebida. á 36Cossa, Roberto - La NonaCHICHO. — N o hay problema. El caf est abierto toda la noche.é áFRANCISC O. — (Al advertir que lo llevan hacia la calle, se queja) Catanzaro,¡

Catanzaro... Catanzaro! (Sale agitando las piernas.)Apagón.Se enciende la luz en la cocina. María y Anyula terminan de lavar la vajilla de la cena. Carmelo bebe grapa y la Nona mastica.NONA. — El postre.

MAR A. —Í (A Anyula.) Dele una manzana que hay en el aparador. Pero s lo una,ó

Anyula abre el aparador y busca.ANYULA. — N o veo nada.

MAR A. — C mo? Í ¿ ó (Se acerca a mirar). Compr dos kilos de manzanas estaé

ma ana. ñ (Se vuelve hacia la Nona) Nona! Usted sac manzanas de ac ?¡ ¿ ó áNONA.—Ma no. A m la manzana no mi piache molto.í 53

MAR A.— Qu no le va a gustar! Í ¡ é (A los demás) Alguien comi manzanas?¿ óTodos niegan. Se vuelve hacia la Nona.MAR A.— Entonces? Diga la verdad, Nona.Í ¿Carmelo, que ha estado con la cabeza gacha y tomando grapa.CARMELO.—Est bien, Mar a. D jala. V yase a dormir, Nona. Vamos.á í é áNONA.—(Molesta) Y el postre?¿CARMELO.—(Violento). No hay postre! No oy ? A la cama. Vamos.¡ ¿ óToma a la Nona y la encamina hacia la pieza. La Nona sale rezongando. Desde la calle llega Chicho. Carmelo lo mira y le hace un cabeceo de interrogación.CHICHO.—Nada. (Se sienta). No aparece por ning n lado.úCARMELO.— Fuiste a la estaci n?¿ óCHICHO.—Escuchame: me recorr los dos andenes, fui a la iglesia, el mercado... Pregunt .í é Nada! CARMELO.— Qu raro! Don Francisco ya era conocido.¡ ¡ é

CHICHO.—Me dijeron que hab an visto a un viejo en la avenida... Me fui. Pero no, era otro.í Me fui hasta el bald o...íCarmelo lo mira.CHICHO.— Te acord s que el otro d a el hijo de puta de la helader a me lo tir al bald o?¿ á í í ó íCarmelo asiente.CHICHO.— Tampoco!¡CARMELO.— Se habr muerto?¿ áCHICHO.—(Hace un gesto y chasquea la lengua.) Alguien se lo llev . Si el viejo esó ¡

negocio! Carmelo lo mira como diciendo: «¡ Vamos!».CHICHO.— Para una persona sola...? Un matrimonio...? Escuchame! Lo que pasa es que¿ ¿ ¡ nosotros somos un famili n.óCARMELO.—No s ... Pero la parte de don Francisco la vas a poner vos.é

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CHICHO. — Par , que por ah aparece! ¡ á í (Breve pausa.) Qu hijo de puta! Por lo menos,¡ é podr amos haber sacado unos mangos por la transferencia.íMarta sale desde el interior vestida como para salir.MARTA. — M e voy...CARMELO. — P ar , nena. Quiero que hablemos un poco, todos.á53 No me piache molto: No me gusta mucho. 37Cossa, Roberto - La NonaCarmelo se pone de pie, abre el aparador y saca el cuadernito de gastos.CARMELO. — (A Anyula y María). Si ntense.éLas mujeres se sientan alrededor de la mesa. Carmelo abre el cuaderno. Se hace una pausa.CARMELO. — B u e n o... quiero que conozcan la situaci n. ó (Pausa) Este mes vamos a tener un d ficit de tres millones.éMARTA. — Tres millones?¿CARMELO. — S i n contar la cuota del pr stamo.éMARTA. — Y c mo van a hacer?¿ óCARMELO. — L o nico que nos queda es hipotecar la casa. Yo ya empec losú é tr mites. Pero igual... de aqu a que nos den la plata... As que todos tenemos queá í í hacer un esfuerzo. Yo voy a hacer unas changas para vender flores los domingos.

(A Chicho.) Vos me vas a ayudar.

Chicho hace un gesto resignado.CARMELO. — Y ahora que no est don Francisco vas a volver a vender caf .á éCHICHO. — Par ! Por ah aparece.¡ á íCARMELO. — N o va aparecer, Chicho!¡Chicho hace un gesto.CARMELO. — Y aunque aparezca... Lo de Francisco era una miseria. Aquí tenemos que poner el hombro todos, y en serio. Ah! Y adem s vamos a vender el¡ á

televisor. (A Anyula). Lo siento por usted, t a.íANYULA. — P or m , querido... No!í ¡CARMELO. — M a ana va a venir don Sim n a buscarlo. ñ ó (Breve pausa). Bueno...

Carmelo cierra el cuaderno y se sirve otro trago de grapa. Se hace una pausa.MARTA. — Pap ... Yo quer a decirte que... Me ofrecieron otro trabajo. M s lindoá í á que el de la farmacia y donde puedo ganar mejor...

Todos la miran.MARTA. — B u eno c mo te dir ?... De artista, Bueno... algo as . Es en una¿ ó é í confiter a, no? Y yo tengo que ir ah y charlar con la gente... Es de noche, pero sií ¿ í

Se hace una pausa. Carmelo, María y Chicho cruzan miradas significativas. Chicho hace un gesto afirmativo a Carmelo.CARMELO. — E st bien, nena. Si a vos te gusta y te pagan mejor...áMAR A. —Al final, en esa farmacia siempre de turno.ÍMarta besa a la madre y al padre.MARTA. — E sta misma noche voy a arreglar. Son muy buena gente.CARMELO. — S amable.éMarta besa a Anyula y sale alegremente.MARTA. — S o n muy buena gente. Chau.

Pausa.CARMELO.—La Martita es de fierro. 54 No quiso estudiar, pero...ANYULA.—Y qu suerte que le paguen por conversar, no?é ¿Se hace una pausa espesa. La luz se apaga en la pieza de la Nona.CARMELO.—Sh... la Nona apag la luz.óCarmelo enciende una vela y la coloca sobre la mesa.ANYULA.—Yo me voy a dormir. Hasta ma ana.ñ54 Es de fierro: Persona que no traiciona la confianza que se deposita en ella. 38Cossa, Roberto - La Nona

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Todos saludan. Carmelo apaga la luz general de la cocina. Entretanto, habla en voz muy fuerte.CARMELO. — B u e n o... nos vamos a dormir todos. Hasta ma ana.ñMAR A. —Í (También fuerte). Hasta ma ana.ñCHICHO. — (Igual). Yo me voy un rato al caf .éLuego, los tres se sientan sigilosamente alrededor de la mesa.MAR A. —Í (Cuchichea). A qu hora va a venir ma ana don Sim n a llevarse el¿ é ñ ó televisor? CARMELO. — A la noche. Para que haya alguien.MAR A. — C u nto te da?Í ¿ áCARMELO. — U n mill n.óMAR A. — Es muy poco! Si est casi nuevo.Í ¡ áCARMELO. — E stuve averiguando... No te dan m s.áEn ese momento vuelve Anyula con un vaso en la mano y enciende la luz general. CARMELO. — (Ahora habla fuerte). No prenda la luz, t a!¡ íAl mismo tiempo se abre la puerta de la pieza de la Nona, y ésta aparece.NONA. — B o nyiorno...

ANYULA. — P erd n... Quer a... ó í (Hace un ademán de tomar agua).NONA. — V engo a manyare el desachuno.CARMELO. — Basta, Nona! Basta! V yase a dormir!¡ ¡ ¡ áNONA. — (Imperativa) Tengo fame...¡CARMELO. — N o hay m s nada! Me oy ? A dormir!¡ á ¿ ó ¡NONA. — (Enojada). Con el est mago vac o no poso dormire.ó íCARMELO. — (Muy alterado) Basta! Basta! Dios m o!¡ ¡ ¡ íCHICHO. — P ero no te pongas as , Carmelo.íNONA. — U n cacho de pane.

CARMELO. — (Se toma la cabeza.) Dios m o... Dios m o...í íChicho le entrega un pedazo de pan a la Nona.CHICHO. — E st bien as ?¿ á íNONA. — P o n ele algo adentro.

Chicho mira a María.MAR A. — N o hay nada.ÍCHICHO. — N o hay nada, Nona.NONA. — Formayo?¿MAR A. — N o hay. No qued nada. Ma ana voy a comprar.Í ó ñLa Nona vacila. Chicho la toma por el hombro.CHICHO. — Y ahora a dormir. Vamos.

La Nona sale rezongando. Carmelo se sirve otro trago de grapa y lo bebe de un tirón. Se hace una pausa prolongada.CHICHO. — E st haciendo fr o, no?á í ¿Lo miran extrañados.MAR A. — Fr o?Í ¿ íCHICHO. — (Tiembla y se refriega los brazos.) No s ... Siento fr o.é íCARMELO. — S er por la grapita, pero yo tengo m s bien calor.á áCHICHO. — Y pienso en la Nonita, en esta pieza que es una heladera... Pobre¡

Nonita! No sea cosa que se agarre un fr o y... í 39Cossa, Roberto - La NonaBreve pausa. Carmelo y María miran a Chicho cada vez más extrañados.CHICHO. — P e n saba... Si le ponemos un braserito? ¿ (Mira a Carmelo.) Digo... Para que le d calorcito.éSe hace una pausa. Todos entienden de qué se trata.CARMELO. — Y . .. fresquito est .áMAR A. — S , refresc .Í í óCARMELO. — Q u e dan brasitas del asado?¿

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María sale hacia el fondo. Chicho advierte que Anyula se ha quedado ensimismada. Le hace una seña a Carmelo, quien mira a Anyula y hace un gesto como diciendo: «¡Qué macana!». María regresa trayendo carbón en una pala.

MAR A. — Y el brasero?Í ¿Carmelo le chista y le señala a Anyula. Esta se levanta y sale hacia el interior. María hace un gesto de sorpresa. Chicho y Carmelo quedan frustrados. Esta situación dura hasta que Anyula reaparece trayendo el brasero, que coloca sobre

la mesa. María echa las brasas en el brasero. MAR A. — S er suficiente?Í ¿ áCARMELO. — Y . .. s . Para que le entibie un poco la pieza.íCarmelo y Chicho se hacen mutuas señas para ver quién pone el brasero. Carmelo lo toma y se lo tiende a Chicho. Este toma el brasero y lo coloca en la entrada de la pieza de la Nona.

CHICHO. — B u e n o ... ahora nosotros podemos salir a dar una vueltita, no?¿MAR A. — S , tengo ganas de tomar un poco de fresco. Vamos, Anyula?Í í ¿Anyula sale rápidamente hacia la calle, seguida por los demás. Pausa prolongada. Luego se ve aparecer a la Nona. Mira el brasero, saca un sartén, una lata de aceite y dos huevos. Mientras se prepara dos huevos fritos se produce el apagón.Las luces se encienden sobre la cocina vacía. Falta la heladera. Un instante después llega María desde la calle con evidente cansancio y un paquete bajo el brazo.

MAR A. — Marta! Marta!Í ¡ ¡Ingresa a la pieza para dejar el paquete y sigue llamando a Marta. Esta aparece, finalmente. Lleva puesto un batón descolorido, sobre el cuerpo desnudo, y unas chancletas. Está muy maquilladay camina desganadamente.

MARTA. — Q u pasa, mam ? Estoy atendiendo un cliente. ¿ é á (Se deja caer en una MAR A. — P erdoname, nena. No sab a que estabas trabajando.Í íMARTA. — H oy tengo mucha gente. (Hace un gesto de malestar.)MAR A. — To maste el remedio?Í ¿Marta se encoge de hombros.

MAR A. — T en s que tomarlo, nena. Í é (Saca un frasquito del aparador y sirve un

vaso de agua.) El t o del panadero me pregunt si pod a venir.í ó íMARTA. — H oy no va a poder ser. Tengo todas las horas ocupadas.MAR A. —Í (Le tiende la pastilla y el vaso de agua.) Le dije que s . Hacele uní

MARTA. — Ma m ... estoy muerta! Hoy empec a las ocho de la ma ana.¡ á é ñMAR A. —Í (Le acaricia la cabeza.) Es un buen cliente. Dice que en el barrio no hay

otra manicura como vos.MARTA. — (Se pone de pie y sale pesadamente.) No voy a terminar ni a la una de la

ma ana. MAR A. —Y bueno... nena. Pero por lo menos no ten s que salir deñ Í é 40Cossa, Roberto - La NonaMarta ya salió. María se pone el delantal y comienza a trabajar. Desde la calle llega Carmelo, quien camina lentamente y trae un paquetito en la mano.

CARMELO. — Vino Chicho?¿MAR A. — Creo que no. Reci n llegu .Í é éCarmelo deja el paquete sobre la mesa, saca la botella de grapa y bebe un largo trago.

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MAR A. —Í (Por la bebida.) Ay, Carmelo, par !¡ áCARMELO. — (Grita.) Por favor, Mar a! Por favor!¡ í ¡MAR A. — S h h h ... que la nena est trabajando.Í áCarmelo se mete la mano en el bolsillo y arroja unos billetes sobre la mesa.

CARMELO. — L o de la heladera.MAR A. —Í (Cuenta los billetes.) Esto, nada m s?¿ áCARMELO. — P agu la cuenta del almac n.é éDesde la calle ingresa Chicho. Carmelo y María lo miran.

CARMELO. — C o n s eguiste?¿Chicho saca un frasquito del bolsillo y se lo tiende a Carmelo. Este se niega a agarrarlo y Chicho lo coloca sobre la mesa. Los tres miran el frasquito y se lanzan furtivas miradas. Carmelo bebe grapa y, finalmente, se decide. Sirve agua

y vuelca parte del contenido del frasquito en el vaso. CARMELO. — S e guro que¿

no es doloroso?CHICHO. — S e g uro. Y r pido. Con eso basta.áCarmelo deja el vaso sobre la mesa. Los tres se quedan inmóviles mirando el vaso. Carmelo vuelve a beber grapa.

CARMELO. — (A Chicho.) Dale. Llamala.

CHICHO. — N o na!¡No hay respuesta.CHICHO. — (Más fuerte.) Nonaaa!!¡¡CARMELO. — D e c ile que hay algo para picar.CHICHO. — N o na! La picadita!¡ ¡La Nona sale como un rayo de su pieza y va a sentarse a la mesa. Todos tratan de eludir su mirada.

NONA. — La picadita... La picadita... Qu me traquiste?¿ éLa Nona se abalanza sobre el paquete.

CHICHO. — P are, Nona. (Le tiende el vaso.) T mese esto antes.óNONA. — C o sa e?¿Los tres se miran. María no soporta más la situación y sale hacia su pieza.

CHICHO. — U n aperitivo.NONA. — Verm ?¿ úCHICHO. — (Mira a Carmelo.) No... pero es rico lo mismo. Pruebe.La Nona bebe un trago y lo saborea.

NONA. — E buono. (Otro trago.) Amarguito... Como el Chinar. Dame m s.áChicho toma el vaso y lo llena de agua. Le echa el resto del contenido del frasquito, mientras la Nona comienza a comer. Carmelo le saca de la mano el vaso a Chicho.

CARMELO. — Basta, Chicho! Nona, v yase a su pieza, vamos!¡ ¡ áNONA. — Ma... La picadita.Carmelo, con violencia, toma el paquete y se lo da a la Nona.

CARMELO. — A su pieza! Vamos! Y acu stese!¡ ¡ ¡ é41Cossa, Roberto - La Nona

NONA.—Non hab amo manyato ancoraí 55.CARMELO.—(Violento.) A su pieza, le dije!¡La Nona se pone de pie y se encamina hacia su pieza rezongando. Carmelo se toma la cara y sale hacia su habitación. Chicho se queda un instante pensativo. Luego se dirige a su pieza y se acuesta. La escena queda vacía un momento. Luego se ve aparecer a Anyula desde la calle, con el monedero en la mano. Su cansancio es

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evidente. Suspira y cae sentada en una de las sillas. Mira a su alrededor. Se va recomponiendo. Toma el vaso que dejó la Nona y bebe su contenido de un trago. Muere en forma instantánea. Apagón.Las luces se encienden en la cocina. Sólo queda el aparador, la mesa y cuatro sillas. Carmelo ingresa desde los dormitorios. Su destrucción es más notoria.CARMELO. — C h i cho... (Se dirige a la pieza de Chicho y lo sacude.) Vamos, che!¡CHICHO. — (Entre sueños.) Est bien. Voy despu s.á éCARMELO. — Q u despu s? Vamos!¿ é é ¡CHICHO. — E st bien... est bien...á áCarmelo vuelve a la cocina. Chicho se levanta pesadamente y comienza a vestirse. Carmelo va al fondo y vuelve con un canasto de flores. María llega desde el interior con una pava y un mate. Carmelo saca la botella de grapa y bebe un largo trago.MAR A. — Carmelo... Ya empez s?Í ¿ áCarmelo se encoge de hombros.MAR A. — S o n las cinco de la ma ana.Í ñCARMELO. — B u e n o... Mar a.íMAR A. — Bueno, nada! Ten s presi n, no ten s que tomar.Í ¡ é ó éCARMELO. — Vos vas directo al hospital a ver a la Martita?¿María asiente.CARMELO. — P a sa mos por lo de don Sim n antes. Hay que llevar los muebles.óMAR A. — E st bien. Vos vas a ir?Í á ¿CARMELO. — Al hospital? Depende de la hora que termine de vender las flores.¿

(La mira.) Expl cale a la Martita.íMAR A. — Martita ya lo sabe.ÍCARMELO. — H oy el doctor te va a decir qu es lo que tiene, no?é ¿MAR A. — S , pobre Martita. Yo no la veo nada bien.Í íCARMELO. — Y bueno... Decile al doctor que le hagan algo.MAR A. —Ya s , Carmelo. S lo que tengo que decir.Í é éCHICHO. — (Apareciendo semidormido.) Qu hora es?¿ éCARMELO. — C i n co y cuarto.CHICHO. — C i nco y cuarto! Che, Carmelo, el cementerio abre a las ocho.¡CARMELO. — H ay que estar temprano para agarrar buen lugar. Y antes tenemos que pasar por lo de don Sim n.óCHICHO. — P ar que tome un mate.áChicho toma un mate mientras Carmelo comienza a sacar las sillas hacia la salida. CHICHO. — N o hay nada para comer?¿María niega con la cabeza.CHICHO. — A unqu e sea un cacho de pan, para la languidez.

55 Non habíamo manyato ancora: No hemos comido todav a. í 42Cossa, Roberto - La NonaCARMELO. — E n cuanto vendamos unas flores te tomas un caf con leche.é Vamos, llev esa silla, Mar a.á íMaría sale llevando una silla.MAR A. — N o te olvides de ponerle unas flores a la tumba de Anyula.ÍCARMELO. — (A Chicho.) Vamos, che, larg el mate que tenemos que pasar por loá de don Sim n. CHICHO. — Y va a estar a esta hora?ó ¿CARMELO. — L e dije que bamos a pasar temprano.íCarmelo toma una punta de la mesa.CARMELO. — Ayuda me, vamos.CHICHO. — Q u !, la mesa tambi n vas a vender?¡ é ¿ éCARMELO. — La mesa tambi n.éChicho y Carmelo salen llevando la mesa. En el escenario, semivacío, queda el canasto de flores. Un instante después aparece la Nona.

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NONA. — Bonyiorno! ¡ (Mira a uno y otro lado.) Mar a! ¡ í (Pausa.) Carmelo!¡Advierte que no hay nadie y comienza a revisar para ver si hay comida. Primero lo hace normalmente, pero luego se va desesperando. Revuelve todo, con creciente violencia, hasta que descubre las flores. Las mira. Arranca un pétalo, lo prueba, hace un gesto de agrado y luego busca una ensaladera, sal, aceite y vinagre. Se sienta en un banquito que quedó y comienza a prepararse una ensalada con las flores.Cuando ha comenzado a comer, regresa Carmelo. Al verla, se detiene espantado.

CARMELO. — N o ... Nona! Las flores no... las flores no...!¡ ¡Toma el canasto como para protegerlo. Luego lo alza e inicia el gesto para golpear a la Nona. Jadea, trastabilla y cae muerto. La Nona, sin inmutarse, sigue comiendo las flores.Las luces se encienden lentamente. La cocina está despoblada, salvo dos cajones vacíos de fruta que se usan como sillas. En la pieza de Chicho sólo queda la cama. Sobre ella está tirado Chicho, mirando fijo el techo. Un instante después aparece María desde los dormitorios. Lleva una valija en la mano.

MAR A. — C h icho...ÍRecorre con la mirada el ambiente destruido. Aparece Chicho.

MAR A. — M e voy.ÍCHICHO. — S e va, nom s? Y Bu ...¿ á éMAR A. — D o n Sim n va a venir ma ana a buscar los muebles que quedan.Í ó ñ

(Señala su pieza.) La cama y el ropero. Lo que sea es para usted.CHICHO. — Gracias, Mar a. í (Pausa.) A qu hora sale el mnibus?¿ é óMAR A. —A las siete.ÍCHICHO. — D i c e n que Mendoza es muy linda.MAR A. — Por lo menos, voy a estar con mis hermanas. Í (Breve pausa.) La semana

que viene puede cobrar el seguro de Carmelo. Con esa plata puede pagar parte CHICHO. — P ero esa plata es para usted.MAR A. — N o la voy a precisar. Mis hermanas est n bien. Í á (Se echa a llorar.) Dios¡ Chicho se acerca y la abraza. Ella se estrecha a él y llora convulsivamente.

CHICHO. — C lmes e, Mar a. C lmese.á í áMAR A. — B u eno... me voy.ÍSale caminando pesadamente hacia la calle. Se detiene.

MAR A. — C hau.Í43Cossa, Roberto - La Nona

CHICHO. — C h au.Chicho la mira salir. Luego se recompone algo y va a sentarse en uno de los cajones. Un momento después aparece la Nona.

NONA. — B o nyiorno...Mira a uno y otro lado, hasta que va a sentarse junto a Chicho. Se hace una pausa prolongada.

NONA. — E Carmelo?¿CHICHO. — M uri , Nona.óNONA. — E Anyula?¿CHICHO. — M uri .óNONA. — E Mar a?¿ íCHICHO. — S e fue.Se hace una pausa prolongada.

NONA. — E la chica?¿CHICHO. — Q u chica?¿ é

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NONA. — C u e sta chica... que iba e ven a... í (Hace un gesto con la mano de ir y

venir.) Buuuu... Buu...CHICHO. — Marta? 1¿NONA. — Eco!¡CHICHO. — M uri tambi n.ó éPausa prolongada.

NONA. — Q u yiorno e oyi?¿ éCHICHO. — V i ernes.NONA. — Vi ernes... Pucherito! Ponele bastante garbanzo, eh? Compraste¡ ¿ ¿

mostaza? Ten s que hacer el escabeche, que se acab ... E dopo un postrecito...é ó A medida que la Nona habla Chicho se levanta y, como un zombie, retrocede hacia su pieza y se tira en la cama.

NONA.—Domani pod hacer un asadito... Con bastante moyequita... Y a laé

Chicho, en la penumbra de su pieza, se tapa los oídos con las manos.

NONA.—Ma... primo una picadita... un po de salam n... formayo... aceituna... aquiseí

Desde la habitación de Chicho llega el sonido de un balazo. La Nona no se inmuta. Saca un pan del bolsillo del vestido y se pone a masticar. Las luces se van cerrando sobre la cara de la Nona, que sigue masticando.FIN DE LA OBRA56 A la doménica: El domingo.44