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Page 1: Foto: Abel Carmenate · 2019. 12. 12. · Foto: Abel Carmenate Foto: Jorge Luis Baños Cartas de Chimbote Confesiones. erika GuzmáN Actriz del Teatro La Candelaria, Colombia Este

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Socorro NavedaProductora asociada del Grupo Cultural Yuyachkani, Perú.

Tengo la cabeza en Lima y en el trabajo, pero el corazón sigue en La Habana... los extraño mucho y quisiera que las puertas de vuestra Casa estén más cerca y se abran tan seguido como abro las puertas de Yuyachkani. Ha sido mi primera vez en el Mayo Teatral y ¡¡¡qué lujo!!! La Casa de las Américas es mía, es nuestra... gracias por existir y hacerme sen-tir parte de la gran familia latinoamericana.

Mayo Teatral fue eficiente, mis felicitaciones sinceras al equipo coordinador, logístico, de produc- ción y técnico que cuidó cada detalle, no hubo nada que no tuviera solución, de la manera más relajada. Sabiendo vuestras limitaciones me conmovió particularmente que Cristina, la productora, nos hiciera las siete sillas de Cartas de Chimbote, ¡¡¡fue una sorpresa!!! Quisiera nombrar a todas las personas pero temo caer en el olvido de alguien y luego quedar mal, así que a TODOS ¡¡¡gracias!!!

La principal virtud fue la de hacernos sentir permanentemente que somos parte de la “familia” de la Casa, todo el tiempo nos sentimos queridos y cuidados. Lamentablemente, el programa se cru-zaba con casi todo lo nuestro y no pude ver nada, excepto lo del Ciervo Encantado. Ojalá sea posible para una próxima vez que todos nos podamos ver. Celebro mucho esa visión y apuesta de incluir a los teatristas cubanos en las actividades, tanto en los talleres como en la programación (que nos faltó tiempo para ver y ellos a nosotros).

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Confesiones es una acción escénica unipersonal de Ana Correa, quien comparte con los espectadores sus procesos creativos y evoca personajes concebidos para las obras de Yuyachkani durante el período de la violencia política en el Perú. […]

Conmueven sus anécdotas y su diálogo sincero desde la humildad de la actriz que comparte su vida y su arte. Luego, interpreta a sus personajes y podemos advertir, tras el artificio teatral, la conexión profunda de ellos con la historia personal de Ana. La maestría de Correa se expresa en energía desbordada de la extraña mujer que deambula y reparte estampitas a los caminantes; en la calma y la serenidad espiritual de una devo-ta religiosa; en los momentos de la maestra dogmática con su carga irónica e hilarante, y en la sensualidad y añoranza de la mujer que espera por su esposo en el apartamento a punto de caer para concebir un hijo.

[…] Como las capas de una cebolla, todos los personajes for-man parte de ella, que lleva sus marcas. Esas marcas invisibles que luego exhibe su cuerpo semidesnudo en un acto de rebeldía y homenaje a las mujeres indígenas.

Isabel Cristina López Hamze, La Jiribilla

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Cartas de Chimbote

Confesiones

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erika GuzmáNActriz del Teatro La Candelaria, Colombia

Este año tuve la oportunidad de participar por primera vez en Mayo Teatral, con la represen-tación del grupo de Teatro La Candelaria. Pude ver dos obras dentro del evento, la que más me impactó fue una adaptación realizada por un grupo de artistas de México, quienes convirtieron a Macbeth en una obra totalmente contextuali-zada en las problemáticas de este país.

Quizás si no tuviera el referente de la pieza clá-sica, pensaría que es una tragedia propiamente mexicana. Lo que más me llamó la atención de esta versión fue el manejo que le dieron a la dra-maturgia. Aunque me pareció un poco excesiva en su duración y en el tratamiento que dan al manejo de la sangre en escena, creo que logran un maravilloso acercamiento con el espectador; muchos nos conmovimos con lo que allí se estaba representando.

También asistí al Encuentro alrededor del teatro de grupo, en los cuales algunos de los integrantes del Yuyachkani, de Gayumba y compañeros de La Candelaria expusieron sus experiencias personales y artísticas del trabajo en colectivo.

Me parece importante destacar el panorama latinoamericano que se abre a partir de escuchar las reflexiones sobre el teatro y la compleja labor de crear en grupo. Cómo en cada país las adversi-dades son distintas a la hora de la creación y cómo han hecho estos grupos emblemáticos para mantenerse vivos en la actualidad.

Siento gran admiración hacia estos colectivos por mantenerse y resistir con propósitos claros desde el arte, hablar de sus contextos y construir el país a través de lo que mejor saben hacer.

Es interesante escucharlos con tanto recorrido escénico, cómo piensan desde los inicios hasta hoy, cómo han hecho para sobrevivir los proble-mas que se les han cruzado en el camino. Para mí fue muy positiva la experiencia de participar den-tro de Mayo Teatral, este tipo de encuentros me reafirma y me da la convicción de por qué hago teatro y sobre todo de para quién lo hago.

La vida, las dudas y certezas, las luchas del célebre sacerdote guerrillero Camilo Torres son recreadas en una “sinfonía” onírica y hermosa, que muestra sin consignas ni demagogia las encru-cijadas que enfrentó el también profesor universitario hasta el momento de su muerte en una acción combativa.

[La Candelaria] parte de un presupuesto explícito: todos so-mos (o al menos pudiéramos ser) Camilo. Por eso el personaje principal transita fluidamente de actor en actor, con admirable naturalidad, para terminar siendo un personaje colectivo.

[…]Con toda intencionalidad (¿quién ha dicho que el arte tiene

que ser ente neutral?) se nos pone en la piel del sacerdote, o mejor, del hombre, y somos testigos del desfile de criaturas sim-bólicas –líricas o estrambóticas– que corporizan obsesiones, sueños o duras realidades.

La línea narrativa no es precisamente aristotélica, más bien se trata de una sucesión de cuadros (escenas) más o menos autónomos, con una gran carga metafórica. Pero no hay densi-dades extenuantes: la espectacularidad nunca se resiente, nada de puntos muertos.

Camilo integra en escena performance, danza, video, música interpretada en vivo… en un ejercicio múltiple, demandante y provocador.

Yuris Nórido, Trabajadores

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Camilo

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eraNdeNi duráNActriz del Teatro Los Colochos, México

En 2014, fuimos invitados al FIT de Cádiz, donde conocimos a Vivian. Vio Mendoza y al día siguiente, en el foro de creadores, visiblemente emocionada nos dijo: “Tienen que estar en Mayo Teatral, en La Habana”. En 2016 lo cumplió.

Entonces no sabíamos que tantas cosas iban a pasar con Mendoza. Era nuestro segundo festi-val internacional y no nos lo creíamos. El FIT de Cádiz es un festival muy grande, que nos recibió de maravilla, pero en el que francamente sentí un ambiente de competencia, de esa que no solo le gusta a los egocéntricos teatristas, sino a muchos humanos contemporáneos. Los Colochos estábamos muy nerviosos viendo pasar a los que evidentemente se conocían de años y que se pre-guntaban al vernos ¿y esos quiénes son?

Luego de la increíble experiencia en las fun-ciones y de lo bien que nos fue con el público, alguien se acercó a decirnos “Mírenlos, ustedes tan calladitos”. Fue un gran halago, y algo que me hizo reflexionar sobre Mayo Teatral, donde

en todo momento, lejos de sentir un ambiente de competencia, sentí un ambiente de hermandad entre viejos conocidos, de hacedores de teatro que se miran a los ojos cuando se encuentran.

Son muchos años los que han compartido grupos latinoamericanos como La Candelaria, Yuyachkani o Gayumba, de trabajo incansable, de búsqueda, de reflexión, de cuestionamientos. Somos afortunados por participar en esta edición dedicada al teatro de grupo. Los Colochos Teatro somos un grupo muy joven, con apenas cinco años de trayectoria, por supuesto que representa mucho para nosotros compartir cartelera con grupos tan relevantes en la América Latina y el Caribe, con historias tan enraizadas no solo en su cultura, sino en la cultura latinoamericana toda. Representa mucho que un grupo cumpla 50 años, otro 45, 40, 25… 20, porque eso quiere decir que tener una ideología, un discurso, un compromiso social, una búsqueda de identidad, sigue siendo un camino, tal vez no muy práctico en esta vorá-gine de individualismo y globalización, pero sí para algunos, un gran camino.

Con nuestra juventud como grupo, nos reco-nocemos y nos sabemos seguros de que tenemos cosas urgentes que decir y tenemos muchas heri-das que compartir, algunas todavía sangrantes, vivas. Este es nuestro comienzo, nuestros cinco años de trayectoria que deseamos sean 50, aun-que sea difícil pensar que para entonces exista el teatro y aun la humanidad.

Pero el grupo no solo lo hacen los participantes del evento, que con su gran trayectoria nos ense-ñan que sí hay un largo y tortuoso, pero satisfac-torio camino que recorrer; el trabajo en grupo también lo hace la organización de Mayo Teatral, y aquí quiero resaltar, que yo nunca vi gente “cumpliendo con sus obligaciones”, ni que de manera burocrática cumplieran sus deberes para que el festival añada números a la lista de prome-sas cumplidas por un gobierno que apoya mucho la cultura, como tantas y tantas veces he visto en México; lo que vi fue gente comprometida de manera humana con un festival.

Meses antes de estar en La Habana tuve comu-nicación con gente de producción, de trámites de migración, en fin con todas –en su mayoría son mujeres– las encargadas de hacer el festival, y al conocerlas y encontrar sus miradas, sentía que las conocía de años. Eso lo agradezco infinita-mente. Y es que Los Colochos llegamos a Mayo Teatral con tanta expectativa como la que nos habían dicho que tenía el público hacia nuestra

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CCPC

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obra, atentos al recibimiento en un país al que difícilmente se le sorprende, porque tienen repre-sentantes notabilísimos en todas las artes. Fui-mos recibidos cálidamente, en confianza.

Para mí, la Casa de las Américas es uno de esos lugares emblemáticos, con tanta historia, que impresiona e intimida. Entrar a la Sala Che Guevara y ser recibida por un enorme árbol de la vida, fran-camente, me hizo sentir muy orgullosa, y ni qué decir pasear por la Casa como si fuera mi casa.

Desafortunadamente no pude verlo todo, pero lo que presencié cumplió con lo que considero debe tener el teatro y que cada vez aparece menos en los escenarios: la necesidad de decir algo urgente, la presencia de un discurso social y escénico. Entre baile, reflexión y llanto, lo que más disfruté, fue CCPC, Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative. De las cosas inolvidables y dolorosas fue escuchar la voz quebrada de Rosyane Trotta hablando de la difícil situación por la que está atravesando Brasil.

Experiencia aparte fue el taller que algunos integrantes de la compañía pudimos impartir al lado de Juan Carrillo, director de Los Colochos, el taller de “Dramaturgia actoral”, que a algunos les sonaba muy teórico e iban listos con cua-derno en mano esperando aburrirse, pero que resultó divertido y muy enriquecedor para am-bas partes.

Me voy agradecida con Mayo Teatral porque me encontré con miradas espectaculares, con ojos brillantes; porque para hacer un festival, ver teatro, hacer teatro, dar un taller, participar en una plática, mandar uno, dos o los correos elec-trónicos que sean necesarios para hacer un trá-mite, siempre habrá un mejor resultado, si existe ese maravilloso y espectacular brillo en los ojos.

[De Mendoza:] Pensada para “personas que no tienen una rela-ción directa con el quehacer teatral” y, por eso mismo, concebida para espacios flexibles y con muy pocas exigencias de ilumina-ción y sonido, esta obra ofrece sin embargo un sustancioso pla-no de lectura para quienes conocemos la fábula representada. Hacen posible tamaña virtud, entre otros aspectos, el efectivo proceso de investigación creación y su incidencia en la inte-racción grupal, así como la cuidadosa caracterización de roles. Diseñados para una proyección naturalista, similar a cómo podría suceder en el día a día del espectador, los personajes se interre-lacionan mediante soluciones escénicas inesperadas, que de al-guna manera recodifican y desdramatizan su trato con eventos como el crimen y la venganza, situados aquí a un mismo nivel. Tal estrategia se alimenta durante toda la puesta y se expresa sobre todo cuando cada criminal completa su obra con la ayuda de un simple trapo rojo, sacado siempre del mismo balde y co-locado finalmente en manos del espectador, llegado el momento de ajusticiar al caudillo y poner orden en casa.

Otra solución rutilante es la conversión de varios especta-dores en comensales del banquete final, cuando la solitaria fila que cerraba el cuadrado de representación cambia su identidad por máscaras de espectros y se descubre frente al convite, com-partiendo estrado con el amigo recién asesinado, que solo es visto por el asesino delirante.

Fernando León Jacomino, La Ventana

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carloS mortoNDramaturgo chicano

¿Cuándo… salí de Cuba?Algo misterioso sucedió cuando entré a la Casa de las Américas para participar en Mayo Teatral 2016. Sentí una sensación tan extraña, como si hubiera estado en este edificio andando por sus pasillos –en otra vida quizás. ¿Es posible? No me acuerdo, pero esta “Casa” me parece muy fami-liar– como si estuviera pues, en casa.

Como punto de partida quiero decir que me considero “chicano” de origen mexicano residente en los Estados Unidos. Pero mi abuelo materno Olegario López Luján nació en La Habana, Cuba, en 1891. De joven estudió medicina y más tarde trabajó como farmacéutico en México. Después de México viajó a los Estados Unidos, a Detroit, Michigan, donde conoció y se casó con mi abuela mexicana, Emilia Tejada Cuellar en 1920.

Se conocieron fuera de una sala de cine y según él “la siguió a su casa” y meses después se casaron en una corte civil en Detroit. Luego fueron a La Habana para el matrimonio católico. Podemos seguir sus andanzas por los nacimientos de sus hijos: los gemelos (Héctor y Hilda) nacieron en Cuba en 1921 –Héctor murió años después–, Hortensia, en 1924, (San Luis Potosí, México) y mi madre Helen en 1927 (San Antonio, Texas).

Casa de las Américas nos invitó a formar un panel en el Encuentro de Teatristas Latinoame-ricanos y Caribeños, “somos cuatro artistas del

sur de California, dramaturgos y directores de origen latino hablando sobre su trayectoria profe-sional en el área denominada Sur de California” –desde Los Ángeles a San Diego en la frontera con México–. Los nexos personales entre el panel son profundos: William Virchis (México, Teatro Máscara Mágica, San Diego, CA.) ha diri-gido varias obras de los dramaturgos Josefina López (México, Casa 0101, Los Ángeles, CA) y Carlos Morton (México y Cuba, Universidad de California, Santa Bárbara). Rickerby Hinds (Hon-duras, Universidad de California, Riverside) es exalumno de Morton. Todos han luchado para mantener un perfil de creadores y productores por casi cuarenta años.

Escuchamos varios paneles sobre el Teatro La Candelaria, de Colombia, con cincuenta años de existir, y El Grupo Cultural Yuyachkani de Perú. También gozamos de varias obras de tea-tro increíbles. La que más me agradó fue CCPC, o sea The Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative, un verdadero espectáculo de estilo cabaret aun-que tengo que confesar que no entendí todo. No soy “lugareño” y muchos temas y chistes se me escaparon.

Antes formé parte de un panel de investigadores latinos residentes de los Estados Unidos en El Festival de Teatro de La Habana, en octubre de 2015. Jade Power, Lilian Manzor, Jorge Huerta y yo hablamos sobre las condiciones de los teatris-tas chicanos, boricuas, y cubanos. Aunque este festival tuvo un carácter más internacional con grupos de Europa, Mayo Teatral no quedó atrás en organización y espectáculos. La Habana se está convirtiendo en paso obligatorio para los afi-cionados del teatro mundial.

Con poco menos de una hora de duración, El Quijote no existe es un retrato de la situación del artista que se enfrenta a la in-comprensión y al mercantilismo, en todas las épocas y latitudes.

Dinámica, divertida, sarcástica y, por momentos, trágica, la obra mantiene todo el tiempo un ritmo intenso que permite dis-frutar cada parlamento, cada idea edificada de manera directa y sin preámbulos. […]

El actor, por su parte, hace gala de su consagrado oficio y derrocha una capacidad expresiva rica en diferencias, visibles –sobre todo– en las transiciones que hace de un personaje a otro (llega a interpretar casi seis personajes distintos). Para ello no ne cesita [Manuel] Chapuseaux cambiar de vestuario ni nada que amerite una gran producción, delimita sus personajes por gestos, posiciones y voz. Clase de actuación, sin duda, donde demuestra que muchas veces un solo actor puede ser también un universo.

Amelia Duarte de la Rosa, Granma

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Quizás me siento “en casa” porque el maestro Manuel Galich publicó una obra mía, Las muchas muertes de Richard Morales, en Conjunto n. 44, en 1980, como un ejemplo del “Teatro testimonial chicano”. Pero no llegué a Cuba hasta un año des-pués –¿quién le dio mi obra al Maestro Galich?– Un misterio.

BRIGADA TEATRAL, 1981La primera vez que llegué a Cuba fue con una

Brigada Teatral junto con otros jóvenes de ori-gen latino. Visitamos el país que según nuestro gobierno era “el enemigo”. Era un agosto caluroso, mi esposa, Azalea y yo, recién casados, aprove-chamos para gozar nuestra luna de miel. En el otoño iba a empezar el doctorado en la Universi-dad de Texas. Los invitados eran de ambas cos-tas, “nuyoricans de Nueva York, y chicanos de California y Tejas, algún otro cubanito de Miami. Nos hospedaron en el campamiento Julio A. Mella en las afueras de La Habana.

Siendo una Brigada tuvimos que prestar algún “servicio”, entonces nos mandaron a construir una escuela en un área rural. No éramos albañiles ni obreros; recuerdo que Marvin Félix Camillo,1 director de origen afroamericano y mexicano, estaba vestido en pantalones de mezclilla (desig-ner jeans) y zapatos de cuero de fina calidad. Fumando cigarrillos y con sobrepeso, sudaba como un cerdo. Se quejó: “Yo no puedo hacer esto”. Le dije, “no te agüites, ese, yo te ayudo”. Y pasamos un fin de semana construyendo una escuela rural. Cada día nos despertaban con la música de Beny Moré:

“Santa Isabel de las Lajas querida, Santa IsabelLajas mi rincón querido,pueblo donde yo nací…”Después nos llevaron a la ciudad a ver diferentes

teatros como el Teatro Escambray y otros grupos importantes de la época.

1 Director del grupo La Familia, formado en su mayor parte por ex convictos. Visitaron Cuba en los años 80 y se pre-sentaron en distintas prisiones. [N. de la R.]

EL ABUELO CUBANODesde chico mi madre y dos tías siempre nos

dijeron que mi abuelo Olegario López Luján era “escritor y espiritista”. Esto nunca significó mucho para los primos porque no había prueba de que él fuera eso. ¿Qué tipo de escritor era él y dónde se publicó? ¿Qué era ser “espiritista” y cómo podría “ver hacia el futuro” y predecir cosas? Durante años las tres hijas de Olegario repiten el mantra de que nuestro abuelo “hipnotizaba personas e incur-sionó en el ocultismo.” Aunque nunca conocí al abuelo, siempre he estado muy consciente de él.

[De Vibraciones] Este unipersonal tensa todas las cuerdas del actor porque desde la percusión de instrumentos como el cajón, la conga y la paila, el artista convoca a los personajes a la escena. A partir de ahí adiciona elementos de su propia biografía perso-nal y profesional, durante 75 minutos que pasan raudos para el espectador.

[…] Vargas utiliza su cuerpo como una orquesta a la que le saca sonidos –vibraciones– increíbles, en una metafórica solu-ción que disputa con esa cosa efímera del teatro y lo que él es capaz de crear, de grabar en la percepción de su público.

El artista canta, baila, declama, toca instrumentos y ofrece una so-berana clase magistral de actuación, con su soledad ante los espec- tadores y su poder para atraerlos contando disímiles historias.

Este jueves, el Café Teatro se abarrotó porque el público sabía de antemano que habría una presentación especial.

AIN, Radio Rebelde.

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SAN JOSÉ DE COSTA RICA, 1997Azalea y yo vinimos un fin de semana desde

San José de Costa Rica para celebrar mi cumplea-ños. Estábamos viviendo en San José, en Escazú, un suburbio de la capital tica, donde yo trabajaba como Director de Educación en el Extranjero para la Universidad de California.

Ese año en el Museo de la Revolución vimos, de pura casualidad, a John F. Kennedy, Jr. con unos guardaespaldas. Le tomamos una foto, sor-prendiéndolo en el momento que entró al salón, obviamente molesto. Estaba vedado viajar a Cuba y todos conocemos la triste historia de cómo el padre de Kennedy mandó la invasión a la Bahía de Cochinos. En ese entonces se cantaba, “Cuba, que linda es Cuba, ya sin los Yanquis la quiero más.”

CONCLUSIÓNOlegario López Luján fundó un periódico, El

Puerto, en Corpus Christi, Texas, en 1928. El año siguiente el Gran Crash bursátil causó el fracaso del negocio. Mi abuelo y su familia se traslada-ron a Villa de Arriaga en San Luis Potosí, México, el hogar ancestral de su esposa Emilia. Olegario murió a la edad de 42 años y fue enterrado en la cripta masónica en San Luis Potosí, México. La familia pasó de una cómoda vida de clase media a una de pobreza.

En 1980 visité a mi tía Hilda en Los Ángeles, California. Misteriosamente sacó un álbum con varios artículos que había escrito Olegario en el periódico El Puerto. Hilda nunca mostró el álbum a nadie, ni siquiera a sus propias hijas.

Yo siempre he tenido aspiraciones literarias. Mi primera opción de carrera era el periodismo. Aún

en la secundaria escribí artículos para un periódico de Battle Creek, Michigan, y más tarde trabajé para varios periódicos en el área de Chicago. Después de ejercer el periodismo mi amor por el teatro me llevó a escribir obras al estilo de Edward Albee hasta que por fin vi al Teatro Campesino de Luis Valdez en 1970 en El Paso, Texas y decidí entregarme com-pletamente a escribir para el teatro. ¿Fue un regalo que mi abuelo me envió del más allá?

Hoy día hay una apertura entre nuestros dos países, ya casi se puede viajar a Cuba sin proble-mas. Como dramaturgo y académico pienso ejer-cer mi vocación e investigar no solo el teatro en Cuba sino también mi herencia. Quizás todavía tenemos parientes en la Isla. Hay que hacer más intercambios, me gustaría dar clases sobre el tea-tro latino de los Estados Unidos. Ya regresé.

alviNa ruprechtCrítica, investigadora y profesora, Canadá.

Mayo Teatral 2016 fue a la vez el comienzo de una nueva visión de las Américas y un viaje al pasado. Muy emocionada, vi a Roberto Fernández Retamar subir a la tribuna para darnos la bienvenida; en los años 70 lo habíamos recibido en la Universidad de Carleton (Ottawa, invitado por la Asociación Cana-diense de Literatura Comparada). Lo vi de nuevo, venerable, en escena, y sentí una fuerte nostalgia.

Esta fue mi sexta visita a Cuba aunque hace una década la trayectoria del teatro cubano me llama la atención cada vez más, sobre todo por mi colaboración con el Théâtre Caraïbe-le Répertoire,

“En Evocando a los muertos… develo los procesos de creación de cuatro personajes, trabajados entre 1999 y 2011. La idea es mostrar lo que está detrás del espectáculo. Cuando uno mira una obra, no observa varias camadas de significaciones. Con este unipersonal trato de desmontar entonces estas camadas, como si se tratase de un palimpsesto. Es un trabajo donde presento fragmentos de los personajes, un momento difícil y especial al mismo tiempo. Totalmente distinto a hacer teatro, es estar sobre el escenario como mujer, como artista y militante política que soy.

“El desmontaje resulta entonces un manifiesto personal, estético y político. Un manifiesto de nuestra existencia como artistas, donde está involucrado nuestro pensamiento colectivo a lo largo de muchos años”.

Tania Farias, La Ventana

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Evocando a los muertos

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un proyecto de edición multilingüe, iniciado por el actor y director guadalupeño Jean-Michel Martial.2 En esta ocasión tuve el placer, por vez primera, de asistir al evento como invitada. Enseguida entendí por qué este encuentro artístico ha adqui-rido importancia capital para la creación escénica y dramatúrgica de las comunidades diaspóricas, de los países de lengua española y también de las comunidades de otras lenguas de toda la Amé-rica. Significa también una especie de asamblea cultural que refleja una experiencia común, un momento de rencuentro para quienes comparten la idea de que el teatro es una vía de resistencia cultural donde caben todas las diferencias.

Esa toma de conciencia de una actividad que busca la paz fue funda-mental en la intervención de Patricia Ariza, directora de La Candelaria, un reconocimiento que abría espacio a la necesidad de discernir realidades perturbadoras mediante el arte. Los participantes comprendieron cómo 2 Jean-Michel Martial, actor, director y fun-

dador del teatro L’Autre souffle, con sede en París.

Mayo Teatral se ha convertido en el oído de quie-nes saben escuchar y los brazos de quienes saben abrazar todas las expresiones posibles de la paz.

Efectivamente La Candelaria, con Camilo (Torres), creada en 2015 con trece actores músi-cos y equipo técnico bajo la dirección de Patricia Ariza, dominó el ambiente y me sumergió en mi vida en México en los años 60. En pleno auge de la Teología de la Liberación ocurrió la masacre de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, justo antes de los Juegos Olímpicos de 1968 y poco des-pués de la muerte del Che Guevara en 1967. Mayo Teatral homenajeó a La Candelaria en su 50 ani-versario y también a Santiago García, fundador de la compañía, cercano al gran creador Enrique Buenaventura. Camilo es el primer trabajo colec-tivo llevado a cabo sin la dirección de García y en él se reconocen los principios de la creación colectiva, fundamento de su trabajo.

En el Encuentro de Teatristas las palabras de Ariza expresaron su pasión por el trabajo tea-tral y nos dejaron sentir el peso de la guerra que asola su país. Frente a tal compromiso artístico, a fin de cuentas una lucha espiritual y física por sobrevivir, ella cuestiona la necesidad de tomar las armas y la necesidad de resolver esa situación. En tal contexto, el espectáculo Camilo es sobre un ritual que se sitúa entre el misticismo católico y la corporalidad del compromiso con el pueblo, asu-mido por el protagonista. Fue, sin ninguna duda, el espectáculo representativo del festival.

[…] Teatro La Rosa se ha inspirado, desde el centro de Cuba, en esas historias que narra Galeano para compartirlas con los espectadores durante sus primeros pasos en los escenarios. Roxana Pineda es la actriz que lleva las riendas del grupo, y la acompañan dos jóvenes músicos, Alejandro Yera y Manuel Campos. Entre los textos de Galeano y canciones que forman parte de la biografía de muchos transcu-rre la velada. […] Complicidades entre los músicos y la actriz, contrapunteos entre la voz humana y el clarinete, el piano y el violín. Cuerpos que interactúan entre ellos y que dialogan con los que habitan la platea, textos que salen del alma, música que llega al corazón.

[…]Teatro La Rosa ha realizado un gesto, humano y cultural, de resistencia tre-

mendamente conmovedor en Las venas abiertas. Canciones de amor y desamor –“Lágrimas negras”, “Solo le pido a Dios”, “Bésame mucho”, “Gracias a la vida”, “Pequeña serenata diurna”, “La tarde”– que el espectador tararea junto a la ac-triz, en un contexto de esperanzas e incertidumbres compartidas ante un futuro que se me antoja será luminoso, pero que ahora mismo se ve amenazado por el poder del capital que desdeña la vida en su diversidad. Por eso la posibilidad de encontrarnos en el teatro renueva las esperanzas.

Marilyn Garbey, La Ventana

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Las venas abiertas

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Tendría que mencionar otro trabajo igual-mente importante pero diferente en el espíritu que anima imágenes y palabras, aunque idéntico en cuanto a los instrumentos de trabajo, pues es el cuerpo, precisamente, el objeto de su investigación. Nelda Castillo, cubana y fundadora de El Ciervo Encantado, recorre una reflexión profunda sobre las relaciones entre arte e historia, las ideas del etnólogo Fernando Ortiz, temas de la colonización y las guerras de liberación, entre otros. Su tea-tro, fuertemente político a su manera, es un fenómeno único en la escena habanera.

El nombre del grupo se inspira en un cuento en el cual el ciervo aparece evocado como figura legendaria por el poeta, cuen-tista y mambí Esteban Borrero Echeverría.3 En una isla remota vivían cazadores y pes-cadores muy competentes que un día vie-ron aparecer un ciervo magnífico al que no podían dar caza. Pidieron ayuda a sus veci-nos, los habitantes del continente, quienes ya habían cazado un ciervo similar. Los veci-nos llegaron, mataron al animal y se lleva-ron el cadáver mientras los isleños discutían entre sí cómo cocinarlo. En la simbología del cuento, el ciervo es la libertad que los habi-tantes de la isla perdieron para siempre, empeña-dos en discutir cómo ejecutarla sin tenerla aún en sus manos. Según Nelda Castillo, la independen-cia era difícil, casi imposible, a causa de la falta de acuerdo entre los diferentes proyectos. Esa visión irónica oculta una cólera sorda que impulsa el trabajo del grupo. En efecto, los dos espectáculos presentados por la compañía, Triunfadela y Guan melón, tu melón, expresan ese pensamiento de manera inteligente, eficaz y humorística.

Triunfadela se compone de dos movimientos. En un primer momento seguimos una parodia de realismo socialista por medio del cine, basado en las obras de Alfred Jarry y Brecht, donde la puesta en escena se inspira en documentos auténticos: intervenciones de los obreros en asambleas de trabajo reorganizadas para crear un efecto de alienación, ruidos urbanos, marchas, música ofi-cial y una banda sonora heteróclita que evoca el heroísmo obrero.

Enseguida, vemos aparecer una criatura ubuesca4 y monstruosa, actuada por Mariela Brito,

3 “El Ciervo Encantado”, Narraciones. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1979.

4 Por grotesca. Referencia al protagonista de Ubu roi, de Alfred Jarry.

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[Sobre Éxtasis: un homenaje a la Madre Teresa de Ávila] La metáfora es visible en toda la puesta, que cubre el escenario del Buendía con la armazón de una iglesia a medio construir: una iglesia en la otra, y en ese rejuego teatral que apela a tonos ocres, que reniega del colorido de otros espectáculos de esta compañía esencial, apela a la mú sica (temas de Jomary He cha-va rría y Marta Valdés), y a las luces de Javier Ro drí guez para imaginar este retrato íntimo de ese personaje tan polémico, en una galería de imágenes que mezcla pe numbra y resplandor de velas, sonidos de campanas y el eco de una canción tan hermo-sa como “Pero no te vi llegar”. Y en el centro de todo, está Flora Lau ten, la mujer, la actriz, la ma dre de Buendía, que ha regre- sado para refundar a su grupo en un acto de tan hermosa tozudez como aquellos que impulsaban a Teresa por la árida tierra espa-ñola que la vio en sus mu chos trasiegos.

[…] Se sale del teatro con los ojos, con el pe cho, llenos de todo lo que nos ofrece Flora Lauten. A ella se debe el éxtasis que vive el espectador, y en ella en cuentran razón todos los elemen-tos de este montaje tan digno de elogios.

Norge Espinosa, Granma.

Éxtasis: un homenaje a la Madre Teresa de Ávila

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totalmente transformada para el espectáculo. La visualización parece retomar elementos de “Sobre la inutilidad del teatro en el teatro” (1896), publicado por Jarry cuando escribía Ubu roi, y de su discurso sobre el teatro, en el que cuestiona la ilusión realista en la escena como consuelo solo para los mediocres. Ubu, “figura innoble”, según su autor, personaje de origen shakesperiano (¡Macbeth, a decir verdad!) es el punto de partida de una parodia política en un país que no existe “en ningún lado”, un personaje que habla de las “finanzas”, la física y la “mierdra”.5 El paralelismo de Ubu Rey con Triunfadela es sorprendente y puede demostrarse simplemente.

Con un desaliñado uniforme militar, una cazuela sobre la cabeza en lugar de la gorra, los grandes ojos muy abiertos y delineados de negro para reforzar su mirada, como de búho que vigila su presa, llega nuestro “Ubu cubano”. Su amplia panza sostiene dos micrófonos atados al cinto para captar mejor su “discurso” de gruñidos, ron-quidos, gritos y chirridos, que salen de esa cabe-cita chocante que gira de derecha a izquierda. Da la impresión de que se dirige a cada uno de noso-tros, pero en realidad no es más que un autómata cuyos brazos y cabeza se ensamblan para dar la imagen de una figura humana que nos vigila.

5 En francés, merdre, corrupción de merde (mierda). [N. de la T.]

Castillo recurre a una filmación de 1970 en el taller situado frente a su teatro, en la calle 18, actualmente abandonado y que, en aquella época, fabricaba las carrocerías de los ómnibus

El proyecto Persona se presentó en El Trianón con el espec-táculo Yilliam de Bala coming soon. Dirigida por la coreógrafa Sandra Ramy, la puesta en escena oscila entre los límites de la danza y el teatro. El empleo de las proyecciones audiovisuales en la pantalla del fondo es un recurso fundamental, no solo para la visualidad, sino para la premisa que se plantea, y su interac-ción con los cuerpos de las actrices-bailarinas. La gráfica de las proyecciones, a cargo de Roberto Ramos, resulta en un collage de imágenes que intercambia fuentes de diferente procedencia, mostrando íconos de la cultura y la historia cubana, norteame-ricana e internacional.

[…]A tono con la irrupción frecuente de personalidades célebres

de todo el mundo en escenarios cubanos, y a partir del restable-cimiento de las relaciones entre Cuba y EE.UU., el espectáculo juega con los códigos más representativos de la moda. Esto se apoya en las proyecciones y en los movimientos de las actrices-bailarinas, que encuentran toda una gestualidad que discursa sobre ello. La música, la voz en off y los textos dichos en escena se funden con las proyecciones y los movimientos propios de la danza contemporánea. La deconstrucción y repetición de fra-ses con sentidos polisémicos recuerdan el tratamiento estético de las corrientes vanguardistas del siglo XX; todo un montaje de formas y ritmos que estructura con libertad de motivos una unidad temática.

Ámbar Carralero, La Jiribilla.

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Yilliam de Bala coming soon

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Girón a partir de chasis soviéticos. Alguien6 había filmado las alienantes discusiones entre los obre-ros contra un fondo de ruido caótico y añadiendo subtítulos en inglés aún más caóticos, sin respe-tar la sintaxis ni la gramática de esa lengua. Algo aun más sorprendente es que todo el discurso de Triunfadela proviene literalmente de artículos de la prensa cubana (Granma y Juventud Rebelde), tal como fueran publicados.

La reacción del público frente a esta figura demagógica y en apariencia ridiculizada por un texto literal de la prensa fue increíble. El auditorio parecía inquieto, preguntándose si debía reírse o si habría comprendido mal algo. Esta representación moderna, inspirada en uno de los primeros artis-tas del movimiento dadá, que curiosamente se ha transformado en algo ultra moderno y muy perti-nente para el teatro, fue un momento lúdico y de concepción escenográfica excepcional. En cuanto a Guan melón, tu melón, la crítica de la llegada de turistas y de las visiones racistas subyacentes en la representación problemática de los estereotipos culturales del país me pareció aun más feroz. Ese espectáculo merecería una reflexión más formal que intentaré en otra ocasión.

Debo mencionar la adaptación de Macbeth por el grupo mexicano Los Colochos, dirigido por Juan Carrillo, que ha moldeado su nuevo texto, Men-doza, con suma agilidad y fineza. El lenguaje y la coreografía actoral son poderosos dado que con-centran la violencia, el machismo, la obscenidad y la carnalidad de las relaciones en el contexto de la Revolución mexicana, cuando los propieta-rios quieren asegurar a toda costa la posesión de sus tierras. Esa obra nos cortó el aliento; los para-lelismos con Shakespeare eran precisos a pesar de todo y el paso de una situación cultural a otra se daba sin conflicto evidente. El joven Carrillo tiene un porvenir prometedor.

Me alegró mucho la presencia de la actriz mar-tiniqueña Lucette Salibur, directora y fundadora del Théâtre du Flamboyant, que contó, con prestancia y vitalidad, su recorrido profesional como actriz desde sus inicios en el grupo fundado por Aimé Césaire, el Théâtre de la Soif Nouvelle, hito profundo en la evolución del teatro en esa isla francófona. Otra presencia que me emocionó fue la de Diana Taylor, directora del Instituto Hemisférico de Performance y Política, dependiente de la Universidad de Nueva York, asociado a los estudios de performance en

6 Se refiere al filme Taller de Línea y 18, (Cuba, 1971, b/n, 35 mm, 16’), del realizador Nicolás Guillén Landrián [N. de la R.].

el contexto de los estudios antropológico-teatrales fundados por Richard Schechner. No tenía idea de qué era el Instituto, pero lo recordaré para siempre tras mi conversación con Doris Difarnecio, quien me comentó de sus lazos con él y de su trabajo en Canadá sobre el teatro de los pueblos autóctonos, así como de su colaboración, en el mismo contexto, con nuestra colega Honor Ford-Smith, profesora en la Universidad York (Toronto, Canadá).

Para concluir, me siento obligada a mencionar el espectáculo de El Portazo, que me decepcionó pro-fundamente, a pesar de la interesante presentación de Pedro Franco –a través de su colega Maria Laura Germán– en el Encuentro. Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative (CCPC) es una obra al estilo cabaret que resultó ser un gran espectáculo caótico y sin una con-cepción capaz de darle sentido al trabajo en escena. Carente de investigación, de disciplina, de reflexión seria sobre la forma, parecía más una molotera en la cual cada quien intenta gritar más que su vecino. Fue graciosa, sin embargo, para los no iniciados. Lo que vi fue una explosión libre sin orientación clara pero que funcionaba sobre todo como válvula de escape de energías mal dirigidas. Lejos de divertir o provocar una reflexión económica, este cabaret se convierte en un fenómeno sociológico que habría que volver a sondear. Sin embargo, el tedio y el dolor de cabeza llegaron rápidamente.

Obviamente, hubo otros espectáculos maravillo-sos en el programa, como el Otelo de Jaime Lorca, pero preferí insistir en algunos, y luego el agotamiento borró mi deseo de verlo todo, más aún por el calor al cual no estoy acostumbrada. Baste decir que Mayo Teatral (2016) fue una gran aventura sor-prendente y espero regresar la próxima vez.

(Traduccion del francés Zaida Capote.)

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daNiel GoldmaNDirector teatral, fundador de CASA Latin American Theater Festival, Gran Bretaña

Este año vine a conocer Mayo Teatral por primera vez. Y lo primero que quiero compartir es que lo pasé muy bien.

Para mí, la diferencia entre ir a ver una obra de teatro y participar en un festival de teatro tiene que ver con cómo uno vive la experiencia del festi-val. Si uno se siente bien, si uno se siente invitado, si uno se siente involucrado. La experiencia de ir a un festival no tiene que ver con el hecho sim-ple de ir al teatro una noche, pasarlo bien o mal, volver a casa, y después esperar un mes o un año antes de ir otra vez. Ir a ver teatro dentro del con-texto de un festival es ir a ver cosas diez noches seguidas, empezar a compartir experiencias tea-trales con la misma gente, es ver cosas que nunca elegirías ver. No importa tanto si uno le gusta o no le gusta una obra en particular. Yo sé, yendo a un festival, que me va a gustar todo y es muy liberador, porque cambia mi relación con el tea-tro que veo. Todo se convierte en una oportuni-dad para entender otro contexto, descubrir otra mirada, aprender algo nuevo, y si me gusta la obra, también, pues es un bonus. Y finalmente, ir a ver teatro en el contexto de un festival, significa un cambio de ritmo. Uno planea su día alrededor de lo que uno va ver. Cada festival tiene su ritmo, que impone sobre sus participantes, y es el ritmo de Mayo Teatral lo que me pareció más genial de todo.

Mayo Teatral es un festival con un ritmo muy bien manejado, más que nada, porque se ha enten-dido que las pausas son muy importantes. Las pausas dan espacio para la reflexión. Dan tiempo también para rellenar las baterías. Ir al teatro todos los días, a veces a ver dos o tres obras, es ago-tador. No significa que el programa estuvo poco poblado. Todo el opuesto. Me pareció un programa lindo, lleno, con gran variedad. Simplemente, me parece que los organizadores tomaron la deci-sión de crear espacio dentro del programa y es gracias a las pausas y el ritmo tranquilo del festi-val en general que lo pasé muy bien. En ningún momento tuve que ir corriendo de un teatro a otro. Mejor aun, pude ir caminando tranquilo de un teatro a otro. Tampoco sentí ningún momento de pánico o estrés en el equipo organizador del festival. Todos estaban donde tenían que estar, o al menos así lo viví yo. Y todas las obras que yo vi empezaron a tiempo.

Para dar un ejemplo más concreto, el último día fui a ver la obra de Yuyachkani en el teatro del Ciervo Encantado y cuando terminó la obra, le pregunté a Vivian si tenía que ir corriendo para dar presencia en las otras obras que también termi-naban en el mismo horario. Su repuesta fue muy simple. Se quedaba con Yuyachkani. Para qué ir a los demás. Mejor, estar aquí y ser presente. A veces, yo, siendo director de festival, creo que debo estar en todas partes todo el tiempo. Lo que aprendí en este momento es que es imposi-ble estar en dos lugares al mismo tiempo. Mejor no luchar contra las leyes físicas del universo y simplemente estar en un lugar, más presente.

Del dramaturgo y poeta inglés también se nutrió Viajeinmóvil, de Chile, para otra versión, en este caso de Otelo, el moro de Venecia. Para decirlo de entrada, uno de los montajes de lujo que ofreció Mayo Teatral.

Partiendo de una presunta emisión televisiva (que ilustra la masificación del escritor explotando los elementos melodramá-ticos que se hallan en obras como esta), Teresita Iacobelli, Chris-tian Ortega y Jaime Lorca (uno de los dos actores que trabajan) reproducen el mundo del matrimonio interracial, arruinado por la envidia y los celos mediante un complejo sistema de máscaras y marionetas que los intérpretes accionan con gran facilidad y destreza, incorporando diversos roles mientras ellos mismos asumen los protagónicos.

Admira la imaginación que trasuntan las soluciones dramáti-cas, la manera en que el texto se ensancha con solo una cama y esos rostros y vestidos que se alternan en el cuerpo, las manos y los gestos de los histriones, pero sobre todo, la increíble mane-ra de convertir la dureza del relato en toda una tragicomedia sin que esa cuerda floja tonal haga titubear en momento alguno a los excelentes y capaces actores, Lorca y su compañera, Nicole Espinoza, sobre el escenario.

Frank Padrón, Juventud Rebelde.

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Otelo

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Al mismo tiempo, si me faltó algo en Mayo Teatral, y me gustaría proponerlo para el futuro, fue un espacio de encuentro a nivel social durante el evento entero. Me hubiera gustado comer y tomar con los demás, con los artistas, con el equipo de Mayo Teatral. En mi festival, que tam-bién tiene el nombre de CASA, la idea de la casa es muy importante. Hacemos un gran esfuerzo para que la gente se sienta en casa y lo que hace sentir en casa, es el tiempo compartido comiendo y tomando. Se convierte en otro espacio de convivencia y de encuentro artístico. La gente se conoce a otro nivel, se habla de las obras, se conocen artistas. Se podría armar en un bar o en un restaurante, o simplemente en la Casa de las Américas. Un espacio para tomar, charlar y bai-lar…! ¡Un inglés diciendo a cubanos que necesi-tan pensar en crear un espacio para que la gente baile! ¡Qué ironía!

Más que nada, quiero agradecer al equipo de Mayo Teatral. Todos fueron estupendos, geniales, super. Pienso en las puestas que más me gustaron –Cristal, de Danza Contemporánea de Cuba, Harry Potter… del Público, Mendoza de Los Colo-chos, Otelo de Viajeinmóvil, ¡¡Guan Melón!!… de El Ciervo Encantado y la fiesta teatral que fue Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative, del Teatro el Por-tazo–, tanto como descubrir que el teatro autobio-gráfico como estilo no me interesa tanto. En fin, vuelvo con memorias muy fuertes de una escena

teatral potente y, a pesar de que el festival pareció concentrarse en la celebración de los grandes (Gayumba, Yuyachkani, La Candelaria), más inte-resante aun me pareció el trabajo de los artistas jóvenes que representan la próxima generación. En fin, como después de cada buen festival, volví a casa con muchas preguntas, muchos libros, y más que nada, con grandes esperanzas de volver.

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Harry Potter… transgrede uno que otro “tema de actualidad” en un espacio público –tradición que no poco ha movido al re-ceptor cubano–, y logra propiciar una especie de complicidad con el espectador que, si bien se acompaña de esa risa amarga que también nos mueve, ayuda a crear un documento colectivo. Último detonante para la profunda muestra de vitalidad que se sucedió durante Mayo Teatral en la sala Trianón de la calle Línea.

La intertextualidad que se moldea, con tosquedad por mo-mentos y de una fragilidad exquisita en otros, particulariza el caos de un manifiesto sobre la magia. […] El resultado, un cuerpo variopinto, más teatral a veces, menos anquilosado y más grotesco otras, siempre descarnado, honesto e ilusorio. Entre el kitsch universal, la delicadeza de un cuento de hadas y la provocación de siete jóvenes cubanos, no hay que agarrarse sólo de una idea o un concepto, hay que tocar la mixtura de este proceso. Y, en realidad, lo más subversivo, es que esta mixtura prueba moldearse, regodearse y deslizarse ante la mirada del espectador con una desfachatez, sólo comparable con un show de magia, el efectismo de las talentosas manitos de Harry, Pe-dro, Peter, capaces de anonadar al maestro Frank Fernández.

Martha Luisa Hernández Cadenas, La Ventana

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Harry Potter, se acabó la magia

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doriS difarNecioDirectora e investigadora de origen colombiano y formada en los Estados Unidos, vinculada a la organización de mujeres indígenas campesinas de Chiapas Fortaleza de la Mujer Maya A.C. (FOMMA), México

La Temporada de Teatro Latinoamericano y Cari-beño Mayo Teatral, organizada por la Casa de las Américas es un esfuerzo a favor de la inte-gración y el reconocimiento del teatro continental e alta calidad artística y compromiso social. Reconocido como uno de los encuentros más importantes sobre el teatro, sus aportaciones son fundamentales al conocimiento de diversos pue-blos de esa región, un espacio donde los aspectos artísticos, sociales y culturales de los países cari-beños y latinoamericanos son discutidos, dialoga-dos por activistas, directores, artistas, teatrólogos y académicos.

Es importante mencionar que la Casa de las Américas y su encuentro teatral son pioneros en la documentación del teatro latinoamericano y caribeño al invitar personas de gran envergadura, que por su trayectoria artística y de lucha social y política, son un registro de características espe-cíficas que brindan posibilidades únicas para el conocimiento teatral, como estrategias artísticas, performáticas y políticas.

Mi tarea principal en el Encuentro de Teatris-tas fue hablar sobre la “Geografía de la Memoria en el Teatro Popular de Mujeres Mayas en Chia-pas”, y cómo el cuerpo y la memoria funcionan como estrategias dramatúrgicas y herramientas contra el olvido. Descolonizar el recuerdo es crear desde el acervo íntimo una forma teatral diversa y popular. La metodología creativa creada por mujeres indígenas en Chiapas, Guatemala, Nica-ragua y Canadá es parte de un contexto actual, social, cultural y teatral que nos informa sobre la relación entre actores y audiencia con objetivos centrados en la lucha por posibilidades de liber-tad y bienestar, para mejorar las condiciones de vida de una población excluida desde un lugar activo en donde educar por medio del arte, es educar para la salud, los derechos, el bienestar y un buen vivir.

Augusto Boal, en su Teatro del Oprimido: Teo-ría y práctica (1978) propone a los espectadores un rol activo y participativo: intervenir en la acción teatral y convertirse en actores sociales transformadores. Esta práctica liberadora busca superar la distancia entre actor y espec-tador, que reproduce la dinámica existente

Los dos príncipes

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entre opresores y oprimidos. Pensar, reflexio-nar, crear y escenificar desde el acervo propio e íntimo, permite que aflore lo político. Pro-mueve estrategias hacia el desarrollo de la sensibilidad, la capacidad de expresión y la transformación social que suponen más que un lenguaje teatral.

Suerte que haya tanta gente que todavía crea en el poder reno-vador de la belleza: Rubén Darío Salazar y su Teatro de las Es-taciones, por ejemplo. Los dos príncipes, el romance inspirado en poema homónimo de José Martí para La Edad de Oro, es una pequeña joya, en la que confluyó la maestría y la sensibilidad de un equipo inspirado.

Desde el mismísimo texto, esos versos de María Laura Ger-mán Aguiar que tributan al estilo indeleble de Martí. […]

Y luego están los maravillosos diseños de Zenén Calero: silue-tas, figuras, vestuario… que evocan una visualidad que nunca pasará de moda: la de los cuentos infantiles de cierta tradición, con sus príncipes y plebeyos, sus castillos y cabañas.

El quid está en el modo en que Teatro de las Estaciones reva-lida ese legado. Parte de un presupuesto: lo hermoso es por esencia universal y puede (debería) ser portador de valores atemporales, imprescindibles en los tiempos que corren.

Yuris Nórido, Trabajadores

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El teatro, como otros campos del conocimiento social, convive en un espacio globalizado que le vincula no solo a lo económico y político sino también a la producción de símbolos y percepcio-nes culturales y estéticas, que hoy traspasan fron-teras afectando los aspectos sociales y culturales de nuestros pueblos, como sus creencias, etnias, rituales, luchas políticas y formas de pensar en el buen vivir y el buen morir.

Un encuentro como Mayo Teatral crea una corriente de registro por medio de encuentros, diálogos, talleres, paneles y puestas en escena. Mayo Teatral ejemplifica la urgencia de realizar continuamente un acto de resistencia en un

mundo neoliberal globalizado. El diálogo sobre el teatro tiene propósitos grandes y generosos y en este encuentro, la intención es trazar un camino para las próximas generaciones, en el cual los valores sociales y culturales de nuestros pueblos mantengan siempre sentido para noso-tros y para nosotras, la esperanza no se subyu-gue al miedo y la memoria como testimonio sea una manera otra de crear trabajo teatral, teatro popular.

Como directora de teatro popular este encuen-tro reafirma mi convicción sobre cómo el teatro empodera y crea una corriente de lucha política y auto reconocimiento.

[Danza Contemporánea de Cuba] Como parte del programa de Mayo Teatral, la compañía presenta […] El Cristal, de Julio Cé-sar Iglesias; Cenit, de Laura Domingo; y Matria Etnocentra, de George Céspedes.

El programa concierto representa una oposición de tenden-cias que nutren el trabajo y el sentido estético de la agrupación, reconocida a nivel internacional por el excelente tecnicismo de sus bailarines.

PL, Cubasí.cu

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Matria Etnocentra

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miGuel villafañeFotógrafo teatral y documentalista, Puerto Rico

¿Qué se le puede pedir a un festival de teatro? ¿Con qué expectativas se aborda un viaje cultural de este tipo, en este caso, a La Habana, para asis-tir al Mayo Teatral 2016, convocado y organizado por la Casa de las Américas de Cuba? De inicio digo que se cumplieron todas mis expectativas.

En primera instancia uno pide calidad en la oferta (más que cantidad). Pienso que Mayo Tea-tral es un evento rigurosamente programado para incluir solo lo mejor de la cosecha teatral reciente. La directora del evento asegura que no presenta ningún trabajo que no haya visto y seleccionado personalmente. Esto produce un sesgo inclinado hacia el gusto de una sola persona, lo cual genera un riesgo; sin embargo, opino que en general es mejor la visión de una persona capacitada artís-ticamente que la selección de obras hechas por un comité.

Uno pide una buena representación geográ-fica. Se presentaron veinte obras (entre ellas, tres de danza), de las que pude ver trece, muchas de diversos lugares de Cuba (no solo La Habana). El festival es latinoamericano, así es que también estuvieron presentes grupos de la República Domi-nicana, Colombia, Chile, Brasil, México y Perú.

Uno también pide variedad de estilos y conte-nidos y por supuesto expresiones arriesgadas y sin censura. No tengo espacio en estas líneas para abundar sobre las obras individualmente. Sin embargo, quisiera decir que me sorprendieron las puestas cubanas por su capacidad para abordar de manera tan abierta, fresca y con humor las frustraciones que aquejan a los cubanos de hoy, tanto mayores como jóvenes. El teatro, en su

Semejante método [al de La Candelaria], en cuanto a emplear la polifonía y la mezcla de géneros, en todo sentido, proyectó el grupo peruano Yuyachkani (que acercó también dos monólogos) en Cartas de Chimbote. En este caso incorporando textos de uno de sus emblemáticos escritores, el célebre José María Arguedas, que se suicidó a fines de los años 60 y a quien rinde homenaje mediante esta puesta dirigida por Miguel Rubio Zapata, donde la lectura y representación de epístolas, diarios y fragmentos de la novela póstuma, El zorro de arriba y el zorro de abajo, se resuel-ve con saludable movimiento escénico y notables actuaciones.

Frank Padrón, Juventud Rebelde

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mejor capacidad, es una ventana que mira hacia la psique de una sociedad; esta responsabilidad se cumple sobradamente en el teatro cubano.

Un ejemplo es necesario. ¡¡Guan Melón!! ¡¡Tu Melón!!, del grupo El Ciervo Encantado dirigido por Nelda Castillo, utiliza el humor hiper-negro para expresar que Cuba se encuentra en una situación económicamente desgarrada: el que tiene dólares es rey; el que no, la pasa mal; y la estudiante joven (simbólicamente el futuro del país) se ve obligada a cantar y bailar para completar el mes, al son de lo que exige el turista: derroche de caderas ondulantes, olanes, güiros, maracas y cancio-nes populares de antaño. Tres actrices enorme-mente talentosas hicieron los personajes que son: dos míseros cantantes callejeros y la estu-diante (mulata, por supuesto), a ratos bailarina y a ratos estatua viviente. Es la estética de la feal-dad. Cómo logran desentonar y a la misma vez producir una sofisticadísima musicalidad es un secreto que habría que arrancarle a la directora. Pienso que Bertolt Brecht aprobaría esta obra –más musical que textual, esperpéntica y ele-gante, cínica y esperanzadora–.

Finalmente, uno pide buena organización: que las obras ocurran según están pautadas, comien-cen a tiempo y los teatros estén cercanos entre sí para no perder tiempo moviéndose. Así sucedió. Aunado a la legendaria hospitalidad de los cubanos y al conocido atractivo de La Habana, pienso que Mayo Teatral es un evento importante. Yo, por lo menos, regresaré dentro de dos años a cele-brarlo. Invito a los turistas culturales al próximo banquete.

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Argos Teatro, el colectivo que dirige Carlos Celdrán, Premio Nacional de Teatro de 2016, [estuvo en cartelera] con Mecáni-ca, escrita por Abel González Melo, a partir de una adecuacióncontemporánea, con cambio de roles, del clásico Casa de mu-ñecas. Protagonizada por Carlos Luis González y Yuliet Cruz […], Mecánica provoca reacciones muy vivas del público ante cada frase con filo y cada gesto intencionado de los actores y actrices, porque tanto los actores como el texto se aplican a develar las claves ocultas en el comportamiento de los Telmer, y constata la existencia de un egoísmo deshumanizado que amenaza los valores ancestrales del pueblo cubano en cuanto a solidaridad, humanismo y desinterés.

Joel del Río, Cibercuba.

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