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Cartas desde México Rosalie Evans Estudio Introductorio EUGENIA MEYER Traducción de THELMA E. DE SANTAMARÍA COLECCIÓN TESTIMONIO

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Page 1: Cartas desde México Rosalie Evans

Cartasdesde

MéxicoRosalie Evans

Estudio Introductorio

EUGENIA MEYERTraducción de

THELMA E. DE SANTAMARÍA

COLECCIÓN TESTIMONIO

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ESTUDIO INT RODUUTORIO

Al tiempo que el gerontocrático gobierno de PorfirioDíaz se preparaba para festejar el centenario del iniciode la Independencia, el pueblo mexicano se aprestabapara su lucha contra el régimen, en lo que sería laprimera gran revolución social de nuestro siglo.

El año de 1910" marca el final y el principio de dosmomentos fundamentales de la vida nacional. Lostiempos de un México afrancesado y anquilosadoterminan y empiezan los de un México bravo que seresiste, hasta llegar a la violencia, a continuar esoscompases económicos y sociales cuyas diferencias ydistancias se hacían presentes, día con día, de maneratajante.

El viejo dictador había logrado crear y recrear unaimagen de paz y progreso ante los ojos de extraños.En apariencia, México había alcanzado una envidia-ble estabilidad, pero la realidad de fondo distaba deser ésa. Desde hacía más de treinta años, el paísintentaba recobrarse de lo que fueron las primerasexperiencias de gobiernos independientes en losprimeros lustros de la joven nación; los aires y desai-res del federalismo, contrapunteado por un centra-lismo pragmático y voluntarioso, obligarían a lamaduración republicana. La economía, joven einexperta, en busca de caminos de crecimiento ysobre todo de estabilidad, delineaba una vida políti-

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ca compleja con su incipiente desarrollo industrial.Una sociedad que no podía aúnsacudirse los lastresimpuestos por la pasada vivencia colonial de trescenturias, se manifestaba en las posiciones extremasde esos criollos que se habían dado patria y exigíanautoridad. Una siempre creciente población mestizabuscaba su acomodo en las nuevas circunstanciasy una mayoría indígena explotada en el pasado,marginada y expoliadá en el amanecer del Estadonacional, sería gradualmente despojada de lo suyo,del bien más preciado, la tierra.

Las luchas intestinas decimonónicas, el terco yempecinado propósito de la Iglesia de conservary preservar bienes y privilegios y las agresiones extran-jeras, fuesen invasiones, guerras o mutilaciones terri-toriales, habrían de minar en su conjunto recursosnaturales y voluntades, y ondeando la bandera dela no reelección, propiciarían en 1877 la llegada dePorfirio Díaz al poder.

Un proyecto nacional inserto en la concepción delliberalismo económico, en la atracción de capitalesextranjeros y en la premisa de una autoridad férreano compartida, fueron en suma las característicasde esos 34 años que, con ajustes, remiendos y com-ponendas experimentó el porfiriato.

Una observación contemporánea más escrupulosamuestra que la pax porfiriana no fue tal. Rebelionesindígenas, levantamientos campesinos y manifesta-ciones obreras se hicieron presentes a lo largo delas tres décadas de su mandato. Si bien acalladas oaplastadas, las expresiones de descontento, los recla-mos frente a las injusticias y los esfuerzos reivindica-torios alzaron su voz. El régimen de represión se vaagudizando y llega a expresiones de exterminio omarginación, como sucedió con los indios yaquisy los mayas, o bien se presenta en forma de violencia

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y autoritarismo extremo, como sucedió en Cananeay Río Blanco, donde sendas manifestaciones dedescontento obrero terminaron en muerte, represaliay despido.

Ciertamente, la Revolución Mexicana no fue mo-nolítica ni homogénea o simultánea. Sus compases,sus expresiones regionales y locales ponen de mani-fiesto la multiplicidad de circunstancias particu-lares y la forma en que cada grupo buscó cauces ysoluciones ajustados a sus requerimientos.

Pero la Revolución sí fue, sobre todo, una luchacampesina, popular y nacionalista. Fue la irrupciónviolenta de un pueblo cansado hasta el hastío deformas, usos y abusos que mermaban en la mayoríade los casos sus necesidades primarias de subsistencia.Por eso, lo que se inicia en 1910 con un enunciadoeminentemente político, se convierte pronto enmovimiento popular a partir del deseo de una prácticademocrática y respeto al sufragio que un ampliosector de la burguesía nacional reclamaba, y en elque, desde 1913, campesinos despojados y desarrai-gados, obreros marginados y desempleados, indígenastrasterrados y flagelados, sectores de la pequeñaburguesía, en fin, la gran mayoría de los mexicanos,se vieron inmersos, poniéndose a la vanguardia de lalucha que culminaría en 1917 con la nueva consti-tución, Carta Magna que reafirma la rectoría delEstado, la democracia y el sufragio; que estableceel municipio libre como forma esencial de gobierno,arrancando de tajo la vieja práctica de la jefaturapolítica. Ley fundamental que retoma en el artículotercero las expresiones más acabadas del liberalismo yla Reforma por cuanto a la educación laica, libre yobligatoria; que redefine en su artículo 27 que laposesión originaria del suelo y subsuelo reside enla Nación en tanto que señala la necesidad de redis-

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tribuir la tierra. Aporta también el primer articuladoen materia de trabajo, sentando así las bases para lalegislación correspondiente.

Desde el punto de vista externo, la Revolución sesignificó como ruptura de la imagen insistentementefabricada por el porfiriato. La vieja idea existente deinestabilidad y desorden en los países de nuestraAmérica se revitalizó, pues al fin, casi como maleficio,nuestro país sucumbía ante el destino manifiestoprevisto*', destruyéndose los logros de ese Méxicoporfiriano tan admirado.

Había sorpresa, malestar, zozobra y sobre todopreocupación por los sinsabores y pérdidas econó-micas que esta nueva revolución traería a los intere-ses, propiedades y hasta vidas de los extranjerosresidentes en el país. 1

Pronto se haría sentir la presión de las grandespotencias. Inglaterra, Alemania, Francia y los EstadosUnidos miraban, observaban y se inmiscuían a discre-ción en nuestros asuntos domésticos.2

Nuestra Revolución parecía también concernirles.No en balde habían arriesgado sus inversiones; no enbalde el ejemplo de la estabilidad mexicana servíade modelo en muchos de sus proyectos neocolonialeso francamente imperialistas. Sólo así se explicanquizá las insistentes presiones, las intervencionesarmadas los boicots y todo aquello que pretendíanegar, frenar o limitar nuestra autodeterminación.

Pero la Revolución fue más, mucho más de lo ima-ginado por los extranjeros; fue el gran cambio, elpropósito de acabar de raíz con vicios e injusticiastan diligentemente serviles a los intereses extranjeros.Por ello la presencia y presión extranjeras; por ello

*Las notas de este estudio introductorio se encuentran alfinal del mismo, a partir de la página 33.

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quizá su incomprensión hacia lo nuestro.La propaganda, los escritos, artículos periodísticos

y obras publicadas en el extranjero en los primerosveinte años, desde los primeros días del movimientoarmado de 1910, vendrían a descubrir, a reinventaruna imagen circunstancial del país. Una vasta produc-ción historiográfica de viajeros, periodistas, residen-tes, escritores por encargo y tantos y tantos textos,reprobaban y condenaban la causa mexicana comoejemplo del desdoro y el caos.

Justo es señalar sin embargo las honrosas excepcio-nes, entre las cuales podemos mencionar como ejem-plo el México bárbaro' de John Kenneth Turner,donde el autor deja a descubierto ese mundo exteriorfantasioso y enajenado, el régimen de esclavitud quese vivía en parte del territorio nacional, en ValleNacional (Oaxaca) y en Yucatán. Sería él quien lan-zara el más directo "yo acuso" oído fuera de nuestrasfronteras, denunciando la injusticia imperante en latan exaltada estabilidad porfiriana.

Otros escritores seguirían sus pasos: John Reedcon su extraordinario relato del México insutgente4 ;años después textos más reposados como el de ErnestGruening Mexico and its heritage 5 intentan compren-der y entender la Revolución como parte de unahistoria total; un intento de análisis que respeta lonacional y particular de la vivencia mexicana.

Los escritos más numerosos son sin duda produc-to de quienes han sido pagados para desprestigiarla causa mexicana, o de quienes han sufrido la expe-riencia directa, el sentimiento de hurto de sus propie-dades, y que son incapaces de aceptar la Revolucióncomo un proceso transformador incompatible con lasexcepciones. A éstos últimos pertenece la obra deRosalie Caden Evans: sus Cartas desde México seconvierten en un valioso testimonio. Valioso por el

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contexto que rodea a la correspondencia, valioso porel ímpetu y valentía de la autora al describir su viven-cia, y por la pasional defensa de sus propiedades.Valioso también porque sin quererlo ella, trasluce, selee entre líneas la otra historia, la que nos cuenta laancestral, persistente lucha del mexicano por defen-der su parcela, el pedazo de tierra que pese a lospasados vericuetos legales inventados para quitársela,pese a las compras sospechosas, a los despojos cons-tantes, seguían considerando propio.

La tenencia colectiva de la tierra en la etapa pre-hispánica, la encomienda y el surgimiento del sistemade propiedad privada desarrollado durante la Colonia,fomentado y acrecentado de manera alarmante apartir de la Independencia, especialmente luego de lasLeyes de Reforma, a finales del Porfiriato parecíancerrar posibilidades de procesos ordenados y conti-nuados, de tal suerte que el pueblo, en una especiede despertar conjunto, toma las armas y se lanza a lareconquista de lo que le corresponde.

El lema magonista, "tierra y libertad",'se enriqueceen los hombres de Zapata para 1911, con el de "li-bertad, justicia y ley".

Corresponderá a los intelectuales e ideólogos ins-critos en la conformación del discurso revoluciona-rio, Luis Cabrera entre ellos, comprender el valor eimportancia de la cuestión agraria y la necesidadde dotar a las comunidades campesinas de tierraslaborables.

La Ley del 6 de enero de 1915, donde se reconocela reconstitución de los ejidos de los pueblos, la LeyAgraria de la Soberana Convención Revolucionaria,la Ley Villista y el artículo 27 constitucional sonprueba clara del reconocimiento y respeto al reclamopopular, al concepto originario de que la tierra es dequien la trabaja.

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Frente a ellos, voces disonantes insisten en defen-der lo que creen les pertenece; voces que revelan unaantigua incomprensión sin solución aparente, aquellasque versan sobre el viejo tema de la propiedad privada.

Decía Rosalie Evans que "cuanto más tiempo sevive en México menos se comprende al país"; curio-samente su juicio era correcto porque ella, comotantos otros, había vivido entre nosotros, pero almargen, en torre de marfil que le impedía ver laesencia de las cosas y escuchar verdades por demásamargas para su modo de pensar.

La Evans escribe con un compromiso interno; casipodría decirse que esperaba que sus cartas fueranleídas por todos y no tan sólo por la hermana a quieniban dirigidas.

¡Con cuánta suspicacia podría el lector observarlos lapsos en que no hay correspondencia! Bien por-que Daisy Caden, la compiladora, no recibió todaslas misivas fraternas, bien porque ésas, precisamenteésas, desaparecieron. Las omisiones dan mucho quépensar cuando por otro lado se conocen los tropiezoso la suerte adversa que, casualmente en esos periodos,sufría la autora.

Si Rosalie Evans es la protagonista que en momen-tos asume un papel de heroína quijotesca y mártir,la hermana, como editora de esas cartas "familiares",se convierte en juez y parte; dicta sentencia y con-dena a México.

La una debió conocer las circunstancias mexicanas;no en balde vivió años en el país, desde 1896, aun-que fuese con interrupciones. Habla con desparpajode la situación nacional, de sus habitantes; de la revo-lución, de los hombres, bandidos todos, describién-dolos con un dejo de prejuicio racista para luegocondenarlos porque ella, que es culta, en la acepciónmás burguesa del término, se siente excepcional,

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honesta, superior. La otra, al dar a conocer pública-mente las cartas, se hace eco de los sentimientosexpresados en ellas con un desconocimiento total delasunto pero con una parcialidad evidente.

La familia Evans, de origen inglés, conoció losmejores momentos de ese porfirismo benefactor paralos extranjeros. Henry Evans había sido administradorde ferrocarriles, luego inversionista en el ramo y enminas. Rosalie, nacida en los Estados Unidos de Amé-rica, se casa en 1898 con el hijo, Harry Evans, quienluego de trabajar para el Banco de Londres y Méxicodecide adquirir propiedades en el estado de Puebla.

Compran una vieja hacienda, la de San Pedro Cox-tocan que aún conservaba su casco original del sigloXVI, en donde desarrollaron un buen sistema deriego; al igual que gran parte de las cosechas de trigode Puebla, las suyas estaban destinadas a la expor-tación.

El matrimonio vivió allí hasta 1910, cuando, alestallar la lucha, se trasladaron a la ciudad de México,esperando siempre que el desorden fuese temporal.Luego viajan por Europa algunos años.

Una vez restablecido el orden constitucional, elseñor Evans intenta regresar a México, en 1917, paraocuparse en alguna cuestión que le permitiera viviren el país y administrar sus tierras. Mas enferma ymuere en noviembre de ese mismo año sin alcanzarsu propósito.

Es entonces cuando Rosalie Evans, atada con nos-talgia y melancolía a México, donde transcurrieronsus mejores años, decide venir y quedarse. Entre 1918y 1924 será la protagonista principal de una formi-dable vivencia que, narrada a su manera, recuerda losmejores pasajes de cualquier novela de -aventuras.

Por un lado, es el esfuerzo tenaz de una mujermadura que insiste y persiste en defender sus bienes;

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es la singular experiencia de una extranjera que, ellasola, está dispuesta a luchar y a enfrentarse a todo elproceso nacional. De hecho su lógica y su raciociniovan a contracorriente de la realidad mexicana.

Y esta pequeña historia, pequeña guerra también,destaca por ser un capítulo de una gran batalla inmer-sa en el contexto mayor de la ininterrumpida con-tienda que venían librando los campesinos mexicanospor la pertenenecia de la tierra. Ella defiende, con susrecursos, la propiedad que el marido le legó; ellosinsisten en tomar posesión de los terrenos con que laRevolución los dotó.

Batalla encarnizada que se dará a lo largo de añossignificativos para México: el régimen constitucionalde Venustiano Carranza, la lucha por el poder y larebelión de Agua Prieta; la muerte del Primer Jefe en1920; el acuerdo de los sonorenses; el interinatode Adolfo de la Huerta y el gobierno de AlvaroObregón que concluye casualmente unos pocos mesesdespués del asesinato de Rosalie C. Evans.

Junto a estos cambios políticos se suscitan otrosmucho más importantes en la economía y la socie-dad, que buscan reconstituirse después de la gestaarmada: el pacto federal que reintegra y reincorporaa las diferentes entidades; la puesta en marcha de lareforma y el reparto agrario; la organización campesi-na y obrera; el asombro y azoro ante la obligaciónde reconstruir y modernizar, partiendo de una in-fraestructura eficiente.

Era preciso educar, imbuir de un sentido naciona-lista a una gran masa de analfabetos y especialmentebuscar el reconocimiento de los demás países; recono-cimiento que se traduciría en apoyo para el desarrolloineludible del país.

Pero todo esto parece ajeno o está ausente en el.relato de la Evans. Salvo su drama personal, da la

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impresión de que nada sucede. Ella niega y se niegaa sí misma que México ha vivido y padecido una ver-dadera revolución. Revolución cuyo significado ysentido transformador ignora.

Si el lector desconociera la otra historia, la queestaban viviendo México y los mexicanos, con seguri-dad se sentiría transportado a un país de ladrones yasesinos donde la ley y el orden eran desconocidos.

En algunos momentos la furia de la autora, y quizásu impotencia, la llevan a esgrimir juicios de una seve-ridad aterradora, como el de que somos una raza concerebros de mono; de indios sucios, negros, inso-lentes, agresivos, no baja a los mexicanos; es claro queconsidera que muertes como las de Zapata, Carranzao Villa carecen de importancia.

El suyo es el testimonio de una conciencia indivi-dual que se opone al gran vuelco, que defiende supropiedad privada y aboga por lo tanto en pro de susintereses, en contra del nuevo rumbo y ritmo deMéxico. Su vida transcurre en un escenario artificialy teatral, distante de los acontecimientos nacionales.Defiende sus tierras, sus cosechas, habla de sus propie-dades e incluso de sus indios. Los gobiernos emanadosde la Revolucción no le merecen respeto alguno ysiguiendo los aires del momento, los condena como"bolcheviques". Se siente la retadora de los sucesivospresidentes cuya lógica y alcances no puede entender.Es pues comprensible que el acuerdo y la soluciónentre los agraristas y esta mujer, en relación con latenencia de la tierra, no tuviera cabida, menos aunsolución.

Cabe mencionar que, norteamericana de nacimien-to, al casarse asume la nacionalidad inglesa, mismaque decide conservar al enviudar. Era un cambioconveniente, pues desde 1904 México se había com-prometido con Gran Bretaña a respetar los derechos

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de sus nacionales y a no confiscar propiedades legal-mente adquiridas 6 . Sin embargo, las condicionesluego de la Revolución serían otras: coincidiendocon la caída de Huerta en 1914, el embajador LionelCarden fue llamado a su país. Desde entonces, la em-bajada oficiaba con funcionarios de menor rango,situación ambigua que se sostuvo hasta 1925.

Por otro lado, las relaciones diplomáticas con Esta-dos Unidos no se restablecerían formalmente sinohasta mediados de 1923, en que al fin reconocieronal gobierno de Obregón, luego de los acuerdos deBucareli.

Si bien sabemos que las propiedades de los Evansestaban integradas por las haciendas de Perote (Ve-racruz), de San Pedro, San Martín, San Pablo, Espe-ranza, la mina de Santa Ana y un tramo de ferrocarril(estado de Puebla), las cartas de la autora y muyespecialmente la información sobre la que se sustentael testimonio, defensa e incluso intromisión delencargado de archivos inglés H.A. Cunnard Cummins' ,darían la impresión de que la Evans estaba realmenteal borde de la ruina.

La documentación recabada al respecto muestraotras facetas $ . Según se advierte en el archivo de loque fuera la Dirección de Asuntos Agrarios y Coloni-zación (DAAC) 9 , la hacienda principal de los Evansestaba compuesta por 1085 hectáreas, en su mayoríaricas y fértiles. Resulta pertinente recordar que, porprecepto legal, todas las tierras que excedieran decien hectáreas podían ser afectadas por causa deutilidad pública; ello impedía a la propietaria re-clamar, y de hecho sólo podía defender la llamadazona de apelación que le correspondía.

Desde 1913, San Pedro Coxtocan, ubicado entrelos pueblos de San Martín Texmelucan y Huejotzin-go, había sido ocupado por fuerzas zapatistas; la

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hacienda había sido prácticamente abandonada porsus propietarios en 1910.

El 16 de junio de 1916, Domingo Arenas dotó,como parte del proceso revolucionario, de tierras aSan Jerónimo Tianguismanalco, afectando la propie-dad de los Evans. Casi de inmediato se solicitó quedicha dotación de tierras fuera definitiva y no pro-visional l o -

El 2 de abril de 1917 el presidente del ComitéAgrario, Felipe Monge, pidió la restitución de ejidosargumentando que el pueblo requería la "cantidadnecesaria de tierras que basten a las necesidades delpueblo"11

Hay que advertir que, en el mismo abril, tanto elgobierno de Puebla como la Comisión Local Agrariaordenaron al pueblo demostrar la propiedad de lastierras que -se les habían enajenado. Sin embargo,según consta en expediente: "los vecinos de estepueblo no pudieron comprobar que hubieran sidodespojados de tierras que nunca han poseído y ladotación de ejidos solicitada por ellos es improceden-te ya que [ ... ] poseen terrenos bastantes para lasnecesidades del pueblo .

Era imposible que la norteamericana entendierael concepto de restitución de tierras y menos aunel derecho soberano que México, como nación, asumepara derogar o modificar sus leyes, las cuales debenser acatadas por nacionales y extranjeros, sin queéstos puedan solicitar la influencia o injerencia de susgobiernos.

Para 1918, el gobierno federal había obligado a loszapatistas a replegarse, y su lucha era ahora de guerri-lla. Si bien el Ejército Libertador del Sur estabadebilitado ideológica y materialmente, y estaba enproceso de descomposición, era menester que lasautoridades locales y regionales, así como las na-

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cionales, dieran cumplimiento a los preceptos cons-titucionales en materia agraria. Ello explica que enjunio de 1918 la señora Evans recibiera órdenes delEjecutivo federal de entregar las tierras sin previaindemnización a los indígenas del lugar que; desdeel año anterior, habían estado solicitando la dotaciónde ejidos a que tenían derecho. La propietaria seopuso y fue atacada por los agraristas, quienes yano esperaron el fallo ejecutorio.

Sin embargo, Carranza actuaba con cautela anteel caso Evans. En parte tal vez por evitar un enfren-tamiento o incidente internacional, en parte también,hay que admitirlo, porque no era, ni fue, un agraristaconvencido.

En junio de 1919 pidió a Rosalie Evans que pro-bara sus derechos sobre San Pedro Coxtocan, asícomo que explicara las razones por las cuales sustierras no debían pasar a manos de los campesinos.Al parecer, ella no dio respuesta y por contra se tras-ladó a los Estados Unidos. La continuidad de suscartas en este periodo, como en otros críticos parasus intereses, parece hacer un alto; incluso, al retomarel relato, nada advierten del litigio legal que se sigue.Es más, cuando Carranza, en plena rebelión dela-huertista, decide abandonar la ciudad de México(mayo de 1920), la Evans, con gran ligereza, comentaque salió huyendo, pero que difícilmente podríaescapar a los cuatro años de robos y asesinatos.

Muerto Carranza 13, el gobierno le notifica una vezmás que el proceso de reparto de su propiedadcontinúa.

De nueva cuenta hay en su correspondencia un va-cío, que va del 30 de junio al 25 de septiembre, comosucede desde el verano de 1921 hasta el invierno de1922, en que estuvo fuera del país. Sin embargo, elproceso expropiatorio continuaba y ella seguía usu-

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fructuando la hacienda. Para 1920, según consta enactas, la Evans contaba ya con 1650 metros de exca-vaciones subterráneas, para captar agua de riego,perforaciones, pozos, una presa de almacenamientoy estaba bien comunicada con todos los poblados yhaciendas vecinas.

Fue a finales de ese año, el 27 de diciembre, cuan-do se le informó, mediante el oficio número 805, quela Comisión Local Agraria del Estado de Puebla habíaresuelto dotar de tierras al pueblo de Santa MaríaMoyotzingo con una superficie de 1658 hectáreas,que se quitarían, en proporción a la extensión super-ficial de cada una, a las haciendas colindantes, siendoSan Pedro Coxtocan una de ellas.

Poco después, el secretario de Relaciones Exte-riores, Aarón Sáenz, informaba en misiva del 19 defebrero de 1921 a Cummins:

"Las protestas formuladas por los propietarios delas fincas San Jerónimo Tepoxtla y San Pedro Cox-tocan, fundadas en que el pueblo de Santa MaríaMoyotzingo no necesita tierras por tener las suficien-tes para el cultivo por sus habitantes, quedan destrui-das por los informes que los ingenieros comisionadosque practicaron las visitas de inspección dieron ensentido favorable a los derechos del pueblo.

"Manifiesta además que el expediente de que setrata ha sido ya resuelto definitivamente teniendo encuenta los intereses, no sólo de los vecinos de SantaMaría, sino también los de los dueños de las propie-dades afectadas; y no procede en la actualidad otracosa sino que la señora Evans ejercite sus derechos,ante quien corresponda, para que se le indemnicecomo claramente lo expresa el punto tercero resoluti-vo de la resolución definitiva; derechos que deben ejer-citarse dentro del término de un año, en la forma quepreviene la ley Constitucional del 6 de enero de 1915.

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"Infórmame a la vez que la señora Evans por mediode su apoderado interpuso el recurso de amparo encontra de la resolución presidencial, cuyo recurso nose ha resuelto en definitiva por la Suprema Corte deJusticia de la Nación.""

Para agosto de 1922 la Confederación Social Cam-pesina Domingo Arenas, radicada en los linderos deCoxtocan, reunida en su primer congreso campesino,acordó promover la dotación de ejidos, pedir deinmediato la resolución de expedientes de dotacióny ejecución definitiva. De hecho, pedía hacer valerla Ley del 6 de enero de 1915 y el artículo 27 cons-titucional.

Obregón dotó entonces de tierras a los campesi-nos de Moyotzingo con 767 hectáreas de la haciendade San Pedro Coxtocan y a San Jerónimo Tianguis-manalco con 261, más 237 con sus accesorias, to-madas en expropiación, acorde con la legislaciónvigente, de las haciendas de San Pedro y San Jeró-nimo T , poxtla, San Francisco Coxtocan y Men-docinas.l

A principios de 1923, la señora Evans, siguiendo sucostumbre, se negó a obedecer la disposición delEjecutivo y se amparó. Sin embargo, no sólo no semodificó la resolución sino que se hizo terminante.

En la solicitud hecha por Manuel P. Montes comorepresentante agrario, presentada el 12 de febrero de1923 ante la Secretaría General de la Comisión Agra-ria, se pidió que tuviera ejecutoria la dotación detierras y se cumpliera la resolución presidencial16Obregón activó los trámites y declaró que no permi-tiría que los extranjeros triunfaran en sus desacatos.

Hay indicios de que la Evans, mezclando su recla-mo de protección y su negativa a aceptar la expropia-ción, trató a lo largo de 1923 de sobornar a lasautoridades de Puebla para impedir la ejecutoria.

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Se supone incluso que ésta fue una de las razonespor las cuales José María Sánchez fue destituidos'.Cuando en mayo de 1923 la finca fue evaluada,Evans, en actitud intransigente, notificó al Presidentesegún carta cuya copia consta en el archivo de laSecretaría de Relaciones Exteriores:

10a. Colima 344.— México 24 de mayo de 1923—Señor General Don Alvaro Obregón.— Presidentede la República.— Presente.— Muy distinguidoseñor:— Perdone V.E. que vuelvo hablarle sobreel asunto de mi hacienda, de San Pedro Cox-tocan.— Acabo -de venir de mi finca para recupe-rarme de las dificultades que en ésa he tenidoúltimamente. Hoy vino una carta de mi Admi-nistrador avisándome que está un Ingeniero,mandado por V.E. el Presidente de la República,para avaluar y comprar dicha hacienda, que yohe ofrecido en menos de su propio valor.— Co-mo a Ud. consta, repetidas veces, he dicho queno quiero venderle, mucho menos consentir enque la repárta y me arruine.— Le ruego a V.E.como hombre justiciero, libre sus órdenes queme dejen en paz, sin estas amenazas de confisca-ción, que en su nombre, me hacen tan seguidas.—Gracias anticipadas.— Su atta. afma. y s.s. R.E.C.Vda. de Evans.

El 15 de julio de 1923 aparece en el Diario Oficialel decreto de confiscación. La señora Evans se niega aaceptarlo y dice que puesto que la llamada políticaagraria de México consiste en apoderarse de las pro-piedades de los extranjeros, no sería improbable quepara lograrlo procedieran a asesinarla.

El decreto expropiatorio de la hacienda de SanPedro Coxtocan advierte en su texto que se expidepor causa de utilidad pública. La expropiación in-

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cluía todos los bienes de la finca, edificios y zonasde protección, bajo el supuesto de que se fundaríauna colonia.

La propietaria siguió argumentando ante las auto-ridades y representantes extranjeros acreditados enel país que se trataba de una injusta confiscación;sin embargo, el gobierno mexicano lo negó pública-mente, advirtiendo que se había comprometido apagar el valor de lo expropiado.

El 5 de mayo de 1924, los pueblos beneficiadosentraron definitivamente en posesión de San PedroCoxtocan' $ .

Se repite aquí la ausencia de correspondencia quenarre estos "detalles legales". Su comunicación episto-lar salta del 30 de abril al 11 de mayo. Sin embargo,su presencia era patente y su voz era oída por laopinión pública. El papel valeroso de mártir traía susbeneficios. Según advierte el diario Excelsior del 15de junio de ese año, Rosalie Evans aparecería en unapelícula autobiográfica.

Sin embargo, sus conexiones personales con elcuerpo diplomático se iban debilitando. Su apoyoprincipal, el inglés Cummins, encargado del archivodiplomático, recibió el 18 de junio notificación oficialpara que dejara nuestro país. La paciencia de nuestracancillería frente a las intromisiones de este em-pleado británico parecía agotarse. Sus comunicadosy peticiones a Sáenz, así como a otras autoridades,habían tomado un tono exigente y ofensivo. Laorden de expulsión no fue cumplida. Cummins seencierra en la embajada británica y desobedece lademanda mexicana. El representante chileno, Agus-tín Edwards, decide mediar cuando el gobiernomexicano empieza a tomar medidas drásticas: se lehabía cortado el suministro de luz y agua.

Finalmente, ante las tirantes circunstancias, el 20

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de junio de 1924, el gobierno de Su Majestad ordenósu salida, evitando que México dictara la orden deexpulsión19

No todos los extranjeros veían las cosas tan negati-vamente. Ese es el caso del inglés E.J. Dillon, quienresidió en México y publicó algunos textos de apoyoa nuestro país y a la causa de la Revolución.

En un artículo haciendo referencia a la posiciónprivilegiada que ocupaban las mujeres durante elgobierno de Obregón, advertía: "La señora Evansrecibió asimismo todas las prerrogativas que corres-pondían a su sexo, habiéndosele ofrecido total com-pensación, y en dinero contante y sonante, pox losterrenos expropiados; pero, confiando en el apoyodel archivista británico, heroicamente se negó ella aun acuerdo e hizo repetidos intentos para obtenernotoriedad.

"Se ha demostrado la gran mentira de esas histo-rias de `que su casa había sido incendiada, que elPresidente había enviado tropas en su contra y deque los soldados federales la habían atacado', y asílas han calificado los periódicos mexicanos, comovisiones de una dama que tardíamente se prepara parael papel de Juana de Arco...s20

Dillon no sólo era crítico de las posturas de laEvans y de Cummins, sino también de la políticainglesa hacia México, revelando lo poco que sabíandel país, los pocos esfuerzos que hacían por aprenderpese a los enormes y crecientes intereses británicosen territorio mexicano. Por eso le irritaba sobrema-nera que el ministro de Relaciones Extranjeras, LordCurzon, se hubiera prestado a actuar en esa óperabufa que era el asunto Evans.

En la misma época, Aarón Sáenz comunicó alencargado de negocios de los Estados Unidos que:

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en vista de las circunstancias peculiares que ro-deaban el caso de la señoraEvans, ofreció a dichadama el indemnizar en efectivo el valor de supropiedad, y a este efecto, y de acuerdo con laLegislación Mexicana, inició la expropiación me-diante un decreto, declarando de utilidad públi-ca dicha propiedad.

Como la señora Evans continuó ofreciendoresistencia a todo arreglo, negándose a reconocerel decreto de expropiación, el Gobierno Mexica-no, en atención a las circunstancias especialesinherentes a un asunto en que intervenía unaseñora, suspendió la ejecución del decreto espe-rando una circunstancia favorable que permitieraterminar el juicio de expropiación iniciado.

Aarón Sáenz, aprovecha esta oportunidadpara renovar al señor H.F. Arthur Shoenfeld lasseguridades de su muy atenta consideración.

México, 4 de septiembre de 1924.

El largo litigio por las tierras que luego por decretose otorgaron a los campesinos de las poblacionesvecinas, muchos de ellos trabajadores de la haciendade la señora Evans, no impidió que durante esoscomplicados seis años las tierras fueran cultivadas ysus productos vendidos. En ocasiones la produccióntotal correspondió°a°la--norteamericana en otras fuea medias ¿ Tiz5 trabajadores.

Si bien se mantenía en pie de guerra contra loscampesinos dotados, Rosalie Evans permanecía en suhacienda e inmediatamente iba a la ciudad de Pueblao a la de México en busca de apoyos para impedir quese llevara a cabo la ejecución del decreto expropia-torio que nunca aceptaría.

Dejaba su propiedad para proveerse de recursos, a

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fin de pagar a los jornaleros que aún le trabajaban.El día 2 de agosto se dirigió a la fábrica El Pilar paraconseguir dinero con qué pagar a sus trabajadores.Al volver, acompañada por un empleado, fue sorpren-dida en una emboscada y asesinada"l.

De inmediato, el gobierno de México ordenó lainvestigación correspondiente 22 . Hay referencias aque el propio general Francisco Serrano, secretario deGuerra, se ocupó del caso.

Cuatro días después se capturaba a los asesinos,y según el parte oficial: "se trataba de un delito deorden común cuyo móvil había sido el robo. Sinembargo, las circunstancias de que el nombre de laseñora Evans haya estado relacionado con incidentesrecientes de carácter internacional, ha hecho suponerque el presente caso pudiera también estar relacio-nado con la discusión sobre la cuestión agraria, re-lativa a la propiedad de la referida señora; pero elgobierno confía en que el resultado de la averigua-ción ya iniciada venga a demostrar que ningunaconexión existe [ ... ] . El gobierno de México, noobstante eso, reitera 'que los responsables de estedelito serán castigados con toda energía y que se pro-cederá con diligencia a esclarecer este caso. .."23

El 8 de agosto Obregón declaraba que el asesinatohabía sido por razones vulgares de robo y que quienesinsistieran en que los asesinos eran agraristas eran dehecho "traidores a la patria".

La embájada norteamericana, por conducto delencargado de negocios. H.F. Arthur Schoenfeld, envióal capitán Hollocombe, de la legación británica, aparticipar en los trámites de averiguación y trans-portación del cadáver. Precisamente el encargadoSchoenleld comunicaba el 19 de agosto que la señoraDaisy C. Pettus, hermana de la asesinada, estaba enSan Pedro Coxtocan y que los agraristas luego de

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robar todo lo que había en la hacienda, la habíanamenazado. El encargado de negocios reconocíaque quizá ella exageraba, pero solicitaba ayuda yprotección.

La muerte de la mujer había conmocionado a laopinión pública. Los periódicos nacionales y extran-jeros resaltaban el hecho.

Llovieron los ataques sobre México. Otra vez setachaba a nuestro país de ser territorio de barbarie ysalvajismo, aunando la acusación de comunista. Perohay que reconocer que también llegaron adhesiones yapoyo por parte de residentes ingleses y norteamerica-nos, e incluso empezaron a aparecer notas en los perió-dicos de los Estados Unidos que alababan la rapidezcon que se había resuelto el caso.

La investigación se encomendó al detective ValenteQuintana, destacado desde México, al Jefe de la 34J.OM. General de División Roberto Cruz y al Inspec-tor General de Policía de Texmelucan, Puebla, GeneralHonorato Teutli.

A finales de agosto de ese año de 1924, algunas delas cartas de Rosalie Evans empezaron a ser reprodu-cidas en The Yorkshire Post y el Yorkshire Herald.

El 13 de noviembre aparecía una nota en El Univer-sal informando que las personas involucradas en elasesinato de la Evans eran: "Natalio Flores, presiden-te del Sindicato del Pueblo de Moyotzingo; BonifacioReyes, de Tianguismanalco; Santiago García, primerpresidente de los agraristas de Tianguismanalco; JuanMorelos; Rito Monge y Francisco Pérez", a quienesse entrevistaba.

Los entrevistados reconocieron haber sido pagadospor cometer el crimen, "no eran responsables de susactos, eran muy jóvenes y no habían participado enel movimiento agrario".

Según hace constar el encargado Shoenfeld en un

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comunicado dirigido al secretario Sáenz el 18 defebrero de 1925, el juicio en contra de FranciscoRuiz y Alejo García había concluido el 15 de no-viembr^--anterio-r y lá sentencia fue de muerte. Setenía conocimiento de que la-Te`l"eñsá s-eslieitó=-ux -apelación," elevada " ante los fnbúñ les " "súperiores.Pedía el representante norteamericano cualquiernoticia sobre la perspectiva de que ,se_ llevara a cabola ejecución de la , sentencia en un futuro próximo24 .

En febrero 23 la Secretaría de Gobernación in£ó'r-ma al secretario de Relaciones Exteriores sobre laparte resolutiva de la sentencia pronunciada por elJuez Primero de lo Criminal Auxiliar de la Capitaldel estado de Puebla contra Francisco Ruiz y AlejoGarcía:

... Primera. Alejo García de las generales queconstan en este proceso, es criminalmenteresponsable corrió coautor del delito derob-convrólencia en `camino público de °que lo acusa elC. Agente del Ministerio Público, digo dé Distri-to, perpetrado en bienes de la Señora RosalíaEmma Caden... Viuda de Evans, consistiendola violencia en el homicidio de la misma señora yen las lesiones que sufrió Ju an Strathaus, loscuales hechos se verificaron la tarde del día 2 delmes de agosto del corriente año, en un lugardel camino que conduce . de la Cabecera.del_Mu,-nicipio de San Martín Texmelucan a la haciendade San Pedro Coxtocan, de la jurisdicción delmismo municipio.— Segunda.— Por el delito aque alude la proposición anterior, se imponea Alejg_ Garcíá,_ la pena de muerte, la que seejecutará con las formalidades de ley,"si "estarsentencia causare ejecutoria.— Tercera. ncis-co Ruiz de las generales que constan en este

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proceso es criminalmente responsable comocoautor del delito de robo con violencia en ca-mino público, de que le acusa el ciudadanoAgente del Distrito, perpetrado en bienes délaseñora Rosalía Emma Caden Viuda de Evans,consistiendo la violencia en el homicidio de laseñora ya citada y en las lesiones que sufrió elSr. Juan Strathaus, los cuales hechos se verificá-ron día 2 de agosto del corriente año en unlugar del camino que conduce de la Cabeceradel Municipio de San Martín Texmelucan a laHacienda de San Pedro Coxtocan, de la jurisdic-ción del mismo Municipio.— Cuarta.— Se impo-ue. al mencionado Francisco Ruiz, por el delitoa.que alude la proposición próxima á.nterior lapena de muerte, la que se ejecutará , con__ U-Sor-malidades de la ley si esta sentencia causaraejecutoria.— Quinta.— Queda abierto este proce-so en contra de Francisco Pérez que se encuentrasustraído ala acción de la justicia y que apareceomo presunto có .utor del - delito"`dé "qü rt` ta a

esta sentencia.— Sexta.— Notifíquese al C. Agen-te del Ministerio Público a los procesados AlejoGarcía y Francisco Ruiz y a sus defensores;haciéndose las anotaciones respectivas en loslibros de Gobierno de este Juzgado y si quedarefirme esta sentencia, expídanse las ejecutoriasrespectivas, dejando a los reos a disposición delC. Jefe del Ejecutivo del Estado, en el lugar enque se encuentran. Así lo resolvió el C. Lic. Mi-guel Muñoz Gamboa, Juez Primero de lo Crimi-nal Auxiliar de esta Capital ante mí. Doy fe.Miguel Muñoz G., Porfirio A. Corro.--- Rúbri-cas. , 25

Refiriéndose al fallo, Schoenfeld insistía en que el

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gobernador del estado de Puebla había expedidoun decreto declarando que _la.elección.-de.magistrados„en` Puebla, verificada en junio de :1924, había sidoiTegál, y, en consecuencia, los actos llevados a cabo ensu carácter, de magistrados se..considerahan sin validez."Se tiene entendido, además, que se han revalidadolos actos civiles de estos magistrados por medio de undecreto, pero no sus actos en el ramo criminal. Eneste último caso, puede suceder que el procedimientode apelación en el juicio de las personas convictasdel asesinato de la Señora Evans resulte —nulo— yde ningún valor.

-La secretaría de Gobernación informaba el 27 dejulio que el gobernador de Puebla había comunicadocomo "respuesta al atento oficio de usted número8856 de fecha 19 do junio último, en-que se sirveinsertar el que le dirigió la Secretaría de RelacionesExteriores pidiendo informes sobre los puntos que laEmbajada de los Estados Unidos sometió a la conside-ración de la propia Secretaría respecto del caso delasesinato de la señora Rosalía Emma C. viuda deEvans, tengo la honra de informarle que, conformeal decreto del 22 de enero del presente año, del queme permito acompañar un ejemplar, no sólo fueronrevalidados 'todos -los actó del` orden civil y mercantildel °Tribunal Superior de Júsficia del"Rstadó, corres-<pondientes al periodo comprendido del 5 de junio de1924 al 19 del citado mes de enero, sino, .tambiénlos del ramo penal, aunque condicionalmente, segúnpuede verse por el artículo 5o. del propio decreto;y dado que, en el caso de proceso por el asesinatode la señora Viuda de Evans, no se promovió nulidadde autos por ninguno de los interesados, son válidostodos los relativos al procesoi27.

Para los primeros meses de 1926 Daisy Caden Pettushabía ya logrado la impresión de la correspondencia

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de su hermana que, con el pie de imprenta de TheBobbs-Merrill Company Publishers, aparecía en In-dianápolis con el título de The Rosalie Evans Lettersfrom Mexico. Ciertamente era una interesante com-posición epistolar, arreglada, pensada y estructuradapara significarse como una clara acusación haciaMéxico y su revolución.

El New York Times del 22 de marzo publicaba unaprimera reseña del libro y advertía que los asesinosno habían sido castigados, en tanto que las propieda-des de la Evans se habían confiscado.

El cónsul mexicano en Nueva York contestó porescrito al periódico advirtiendo que los presuntosasesinos procesados serían castigados —de..acyerdo conla sentencia pronunciada y desmentía la confiscaciónde las_.tierras-de .la_Evs 28 .

Al final del libro aparece una nota de Pettus en laque achaca el asesinato de su hermana a su empeci-namiento de nunca darse por venda. Informa que`el''22 de agosto de 1924 se había reunido la JuntaAgraria _local..p.ara.. untar.dinero..._y.."pagar" el_ .amp_aro ..`Y reitera su convencimiento de que a los asesinos seles había prometido una sentencia leve, y eventuallibertad cua1a ló . se acallara el asesinato Porfía en. que...debe hacerse justicia, parte de la cual, según dejatraslucir, se aplicará sólo con una intervención armadade su país en México. Concluye que, como resultadode los abusos contra los cuales su hermana había,luchado y muerto, los campesinos de México se encontraban en la tierra más pródiga a punto de morirsede hambre.

Naturalmente, el tono alarmista, explicable en cier-ta medida por el fatal desenlace de su hermana, notuvo apoyo realmente important -.La hemerografíade la época aporta cierta,.. información,al.zespecto2^Por significativa, vale la pena reproducir una nota

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aparecida el 13 de agosto de 1924 en The Nation,publicación de Nueva York, cuyo director era ErnestGruening, y donde se incluía una página en español30Decía: "Cada mes son asesinados en los E.U.A. cincomexicanos -á1 menos ése es el promedio deiaúlti-

s...seis anos—. No por ello México ha roto susrelaciones diplomáticas ni demandadó- explicaci..ine'soind ionizaciones, o llenado las páginas principalesde los periódicos con aterradores encabezados. Mé-xicó_es pequeño y débil y nosotros. somos grandes y.fu&tes. Así que cuando un norteamericano o ingléses asesinado en México nos encontramos de prontofrente a un incidente internacional... •--, -

"El reciente asesinato de la Señora Evans, viudatexana de un inglés, cuya apasionada —y violenta—defensa de su hacienda en contra de la nacionaliza-ción fue el meollo del incidente mexicano-británicode hace algunas semanas, no debería provocar másexcitación internacional que la que produce la muertede un minero polaco provocada por un guardia mine-ro en Pensilvania.s31

A la muerte de Rosalie Evans, sus tierras.. fueronefectivamente divididas en ejidos entre los pueblosde Moyotzingo y San Jerónimo Tianguismanalco.A 7a fecha permanecen en posesión de las mismascomunidades, salvo la hacienda de San Pedro Coxto-can y su zona de protección que han ido de mano enmano. Hacia 1974, la casa principal había sido recons-truida en su totalidad y, paradójicamente, comopropiedad individual, se destinaba a la cría de caballospura sangre.

Eugenia MeyerOctubre de 1986

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NOTAS DELESTUDIO INTRODUCTORIO

' Cf. Eugenia Meyer, Conciencia histórica norteamericanasobre la Revolución de 1910, México, Instituto Nacional deAntropología e Historia, 1970.

2 A mayor abundamiento puede consultarse: FrederickKatz, La guerra secreta en México, México, Ediciones Era,1983.

3John Kenneth Turner, Barbarous Mexico, Chicago, C.H.Kerr Higgins, 1911. La primera versión española no apareceríasino hasta 1955 en Problemas Agrícolas e Industriales de Mé-xico. México, vol. VII, Núm. 2.

4John Reed, Insurgent Mexico, New York and London, D.Appleton and Co., 1914. El Fondo de Cultura Popular publi-caría en 1954 la traducción al español.

5 Ernest Gruening, Mexico and its heritage, New York, Ap-pleton Century Crafts, Inc. 1928.

6 Cf. Berta Ulloa, La Revolución Intervenida. RelacionesDiplomáticas entre México y Estados Unidos (1910-1914),México, El Colegio de México, 1971.

7 Al respecto véase el apéndice documental que se encuentraal final del libro y que apareció en la versión original inglesacon el título de: "Correspondencia relativa al retiro del señorH.A.C. Cummins de México".

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s Parte de la investigación en fuentes primarias sobre el casode Rosalie Evans fue realizada por María Alba Pastor Llanezaen sus Dos testimonios anglosajones para el estudio de la pro-piedad privada en México (1910-1924). México, Facultad deFilosofía y letras, UNAM, 1974. (Tesis profesional.)

9 Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (Enlo sucesivo DAAC), San Jerónimo Tianguismanalco, Ejidal:23:3579, "Ejidos, restituciones y dotaciones", 724.8.

lo

lbidem, Legajo citado, hoja 53. "Si bien el acto pocodespués fue declarado improcedente, la substanciación respec-tiva sigue su curso, terminando en primera investigación con laresolución del Gobernador de Puebla."

"El dictamen de la Comisión Agraria Local de Puebla,confirmado por el Ejecutivo del mismo Estado, declara proce-dente la solicitud de los representantes del pueblo de Tianguis-manalco, y dota a éste con parte del rancho de San FranciscoCoxtoca, y parte de la hacienda de San Pedro Coxtocan. Elexpediente de este asunto lleva el número 306 y se encuentraen estudio en la Comisión Nacional Agraria."

Carta del 23 de agosto de 1920 dirigida al Sr. Cummins yfirmada por el Dr. Cuberto Hidalgo.

11 Leg. Cit. h. 57.

12 Leg. Cit. h. 52.

t3 Para un análisis detallado puede consultarse: Luis Cabrera,"La herencia de Carranza" en Obras Completas. Obra Política,Eugenia Meyer, editora, México, Ediciones Oasis, 1975 (vol.III pp. 441-538).

14Cf. DAAC, Leg. Cit. hh. 177, 182-184.

"Texmelucan 16 de noviembre de 1920. Sr. H. A. CunnardCummins. Legación Inglesa. URGENTE. Hoy pueblo en masade Tianguismanalco se apoderó terrenos frente a la hacienda,fin de impedirlos tuve que retirarme por amenazas, insultosfuertes a mí y a mi Nación. No tengo garantías civiles ni mili-

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tares. Las Autoridades de San Martín apoyan los pueblosenseñándome órdenes firmadas por el Gobernador de Puebladándoles garantías contra la dueña de San Pedro Coxtocan.No puedo pedir amparo contra Gobernador. (Firmado) R.Evans."

"Puebla, 16 de noviembre de 1920. Sr. H.A. Cunnard Cum-mins, Legación Británica. México. Ciudadano Gobernador meha impartido amplias garantías. Aconséjame hacer gestionesante Secretario de Guerra para Autoridades militares. Muydiferentes en nuestra larga conferencia. Salúdolo respetuosa-mente, R.E.C. Evans."

"San Martín Texmelucan, noviembre 17 de 1920. Sr. H.A.Cunnard Cummins. Legación Inglesa. México. Anoche le man-dé telegrama diciendo que tuve entrevista con Señor Gober-nador habiéndose dado garantías civiles y militares. Llegandohoy a San Martín pedí garantías. Me las negó Gral. Martínez,diciéndome necesitaba orden directa de Guerra o de la JefaturaOperaciones. Sigo sin apoyo como antes. La gente barbechan-do y amenazando. Escribo. Urgente. R.E.C. Evans."

Apud: Departamento Diplomático, (en lo sucesivo ARE).Expediente III/242 (42:72)/27 891. Año de 1924. Rosalie E.Viuda de Evans. Reclamaciones por su asesinato. (Informespara y de la Prensa.)

A ese periodo corresponden una serie de telegramas, las másde las veces alarmistas, enviados a Cummins a fin de presionara las autoridades mexicanas. Se recogen aquí algunos a fin deejemplificar el proceso.

"Hoy pedí garantías del Presidente Municipal de San MartínTexmelucan. Me las negó enseñándome telegrama que trans-cribo: `De Puebla el 12 de noviembre, 1920. Recibido enTextnelucan. Sr. Presidente Municipal. Tiene conocimientoeste Gobierno de que esa presidencia acompañada del jefe deGuarnición se presentó en terrenos hacienda San Pedro Cox-tocan, impidiendo a los vecinos pueblos Moyotzingo y Tian-guismanalco continuar labores siembra. Comunico a Ud., queel acuerdo disposiciones Comisión Nacional Agraria Gobiernodel Estado acaba de decretar reconocimiento de posesionesprovisionales dadas durante periodo preconstitucional en lasque están comprendidos mencionados pueblos. Sírvase por

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tanto proteger vecinos en labores agrícolas. Firmando Gober-nador Constitucional del Estado. Luis Sánchez Pontón'. (Fir-mado) Evans."

Is Ibidem.

t6 Tianguismanalco, Leg. Cit. h. 66.

'7 Algunos informantes de la época aportan datos valiosos.

(PHO/1/138) Entrevista al señorBonifacioReyes Sebastián,realizada por María Alba Pastor, el día 8 de junio de 1974 enSan Jerónimo Tianguismanalco, Puebla, México, Institutode Investigaciones Dr. José María Luis Mora. PHO/1/138.

(PHO/1/139) Entrevista al señor Pedro Romero, realizadapor María Alba Pastor, el día 8 de junio de 1974 en San Mar-tín Texmelucan, Puebla, México, Instituto de InvestigacionesDr. José María Luis Mora. P1-10/1/139.

(PHO/1/140) Entrevista al señor Máximo Flores, realizadapor María Alba Pastor, el día 20 de febrero de 1974, en SanMartín Texmelucan, Puebla, México, Instituto de Investiga-ciones Dr. José María Luis Mora. PHO/1/140.

tsDAAC Leg. Cit. hh. 222-228.

19 "La Secretaría de Relaciones de los Estados Unidos Me-xicanos hace ante la opinión pública exterior e interior lassiguientes declaraciones:

Primero.— El señor H.A. Cunnard Cummins, no ha tenidoni tiene en México ningún carácter diplomático; ha sidoúnica y simplemente encargado de la guarda de los archivosde la Legación de la Gran Bretaña, y por estar suspendidas lasrelaciones diplomáticas entre México e Inglaterra, no podíatratar ningún negocio de su Gobierno en forma oficial.

Segundo.— El señor Cunnard Cummins, ha sido la principalcausa de la rémora en la reanudación de las relaciones deMéxico con Inglaterra, porque su constante descortesía, susprejuicios y los intereses que tiene, lo han hecho informar asu Gobierno en forma generalmente inexacta y tendenciosa.

Tercero.— Usando del carácter de representante confi-

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dencial de Inglaterra, dirigió a la cancillería mexicana variasnotas que no llenaban los requisitos más fundamentales de lacorrespondencia diplomática; pues casi siempre estabanredactadas en un tono violento y falto de cortesía y de respetoal Gobierno.

Cuarto.— En vista de estas circunstancias, el Gobiernomexicano, por los conductos debidos, formuló desde hace dosaños, una representación al Gobierno de Inglaterra exponién-dole serena y fundamentalmente las quejas que tenía contrala conducta del señor Cummins, e insinuándole que para elmejor arreglo de los negocios pendientes, convenía el retiro dedicho señor y el envío de otra persona cualquiera, más serenay comedida. En pocas palabras; se hizo entender que el señorCummins fundadamente no era persona grata.

Quinto.— El Foreign Office, no creyó conveniente oír estaamigable y prudente representación, y mantuvo a pesar detodo, en México al señor Cummins, por lo cual el Gobiernomexicano se vio obligado por la persistencia del mismo señorCummins en su conducta anterior, descortés e inconveniente,a notificar al cónsul general de Inglaterra, el 15 de Enero delpresente año, que suspendería en lo sucesivo toda correspon-dencia con dicho señor y que, por lo tanto, cualquier negociopendiente debería tratarse por otro conducto, agregando, paramayor facilidad, que no tenía ningún inconveniente el Go-bierno en hacerlo con el propio señor cónsul Kling si así lodeseaba Inglaterra. En esa ocasión, se devolvieron al señorcónsul inglés, para que las hiciera llegar a su Gobierno, doscartas concebidas con términos descorteses e inaceptables, queel señor Cummins envió al Gobierno mexicano.

Sexto.— La actitud del señor Cummins se extremó a talgrado que no solamente en notas sino hasta en sus actos perso-nales frecuentes, manifestó su falta de corrección, de cortesíay de respeto para algunos funcionarios mexicanos.

Séptimo.— Ultimamente, con motivo de la reclamaciónpresentada por la señora Evans, inglesa, el señor Cumminsmanifestó nuevamente su intransigencia y sobre todo su faltade formas diplomáticas y corteses; y fue un obstáculo para quese llegara con dicha señora a un arreglo satisfactorio que elGobierno mexicano deseaba y proponía. En este caso, como

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solía hacerlo en todos, informó a su Gobierno exagerando loshechos y asentando algunos, que son absolutamente falsos,entre otros, el de asegurar que soldados del Ejército federalhabían incendiado la propiedad de dicha señora afirmando coninconcebible falsedad que el señor Presidente Obregón habíaordenado enviar gente armada y de peligro en contra de ella.Dirigió a la Secretaría de Relaciones nuevamente una notainadmisible, descortés e irrespetuosa.

Octavo.— Entonces el Gobierno mexicano, el 3 de Mayopróximo pasado; por conducto de su cónsul general en Ingla-terra, insistió con los mejores propósitos, en señalar al Go-bierno inglés la inconveniencia de la conducta del señorCummins, así como lo inexacto de sus informaciones: pidién-dole que lo retirara y substituyera por persona serena paraconveniencia mutua. Desgraciadamente el Gobierno ingléscontestó que no podía desaprobar las notas del señor Cumminsque tenía necesariamente que dar crédito a lo que le asegurabasu representante.

Noveno.— En esa situación el Gobierno manifestó que seveía en la necesidad de expulsar al señor Cummins como ex-tranjero, cuya presencia es inconveniente en el país, si elGobierno inglés no se allanaba a retirarlo, como se esperó quelo hubiera hecho por principio internacional y en pro de lasbuenas relaciones y posible inteligencia que debían existirentre ambos países. El Gobierno inglés contestó que el señorHohler, nuevo representante confidencial de Inglaterra, nom-brado para venir a México, saldría en Junio, y que inmediata-mente que este señor llegara, sería retirado eI señor Cummins,agregando que no encontraba razón para hacerlo antes.

Décimo.— En vista de esta manifestación del Gobiernoinglés el de México contestó que no tenía el menor propósitode suspender las pláticas iniciadas, ni la misión del señorHohler: pero que consideraba motivo de dignidad para elpaís, que el Gobierno inglés desautorizara las afirmaciones yactitudes poco comedidas y descorteses del señor Cummins.Desgraciadamente lejos de obtener una respuesta, de acuerdocon la justificada petición de México, el Gobierno inglés sos-tuvo nuevamente la actitud del señor Cummins, lo cual signi-ficaba agravio al Gobierno mexicano, que por dignidad era

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necesario reparar. El Gobierno mexicano convencido a supesar de que no había forma alguna de llegar a un entendi-miento sobre este punto, con el Gobierno inglés, dio aviso alseñor Cummins de que debía abandonar el territorio de laRepública dentro de los 8 días siguientes a la notificación quese le hizo, y como éste no la cumplimentara, se decretó su

expulsión.Undécimo.— Todavía después de señalada la fecha en que

el señor Cummins debía abandonar el país en respuesta a unacarta del Gobierno inglés, dirigida a nuestro cónsul de Méxicoen Londres, se hizo el último esfuerzo por parte de México,para solucionar el incidente, pidiendo que fuera el propioGobierno de Inglaterra, quien llamara al señor Cummins evitan-do así, el tener que dar publicidad a este asunto, en el cual,México ha cuidado, hasta donde su decoro lo permite, debuscar la solución adecuada y equitativa sin desear darlepublicidad ni provocar una medida de violencia, ni menosaún que pudiera alegarse la circunstancia de que no existía,como realmente existe la mejor voluntad para celebrar laspláticas con el el señor Hohler, ya que su envío a México,era una resolución, de parte del Gobierno inglés, que coincidíacon las reiteradas manifestaciones de México, en el sentido deque bastaba sólo la presencia de un representante idóneo,con ánimo sereno y formas correctas, para solucionar la situa-ción que ha prevalecido entre México e Inglaterra en los últi-mos años, contra los deseos y voluntad del propio México.

Duodécimo.— Como ha transcurrido el plazo fijado para

que el señor Cummins abandone el país y no lo ha efectuado, apesar de los reiterados esfuerzos hechos para solucionar amis-tosamente con Inglaterra este asunto, el Gobierno mexicanose ve en el penoso caso de dictar todas medidas necesariaspara que se cumpla su orden de expulsión, procediendo a dara conocer a la opinión internacional y al pueblo mexicano, losmotivos que han determinado y justificado esta resolución, yaque es una práctica internacional universalmente reconocida yaceptada, la facultad que un país tiene en todo tiempo con osin expresión de causa, de pedir el retiro de cualquier diplomá-tico o agente, sin más trámite que declararlo no grato: siendoun principio de igualdad de los pueblos éste en sentido interna-

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cional, y elemental deber de cortesía del país interesado, reti-rarlo inmediatamente. Sobre este particular, existen numerososantecedentes en derecho internacional, y aun en el mismoMéxico, hay varios precedentes, entre otros, el de un ministroplenipotenciario inglés en el año de 1916, quien al saber que sehabía acordado notificarle que debía abandonar el país por noser grato, sin dilación alguna, al siguiente día de conocer elacuerdo abandonó México.

En resumen, se hace constar que el Gobierno mexicanoobró en este incidente con toda la prudencia y con toda lacortesía que debe esperarse de un Gobierno para con otroGobierno; y más tratándose de una nación como Inglaterra,con la cual México está dispuesto a reanudar sus relacionesamistosas, siempre que ella envíe representantes adecuados queobserven las costumbres diplomáticas y la cortesía que se debea todos los pueblos y que reconoce ya en la vida internacional.

El Secretario de Relaciones Exteriores. C. Aarón Sáenz."Apud: ARE, Expediente III/250 (72.42)/1. Caso Cum-

mins, 1924.

20 Dr. E.J. Dillon, "Mexico and Great Britain". FortnightlyReview, London, Agosto de 1924. Apud, ARE, Expedientecitado.

21 "... El C. Presidente de la Junta Auxiliar del pueblo deTianguismanalco, perteneciente a este Municipio, en oficionúmero 61 de esta misma fecha, dice a esta Presidencia losiguiente: Tengo la honra de comunicar a usted que el día deayer como a las cinco y media de la tarde se hizo presentea esta Presidencia de mi cargo el C. Amador Magollán pidiendoauxilio para que fueran a presenciar un cadáver que se encon-traba en el camino real.— Inmediatamente se trasladó el perso-nal para presenciar dicho acto y una vez que llegamos enpresencia del C. Juan Strathuss nos manifestó que al salir dela Estación a San Pedro, un cuarto antes luego los asaltaronen el camino, tirándoles de balazos por detrás del coche y alprimer disparo cayó muerta la señora Evans y en seguida lohirieron al C. Strathuss, luego una acémila herida con dos bala-zos, uno en la pierna y otro en la barriga, quitándoles el dinero

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que traían para pagarles a los peones de la finca de la víctima.Lo que me es honroso transcribir a usted para su conocimientoy al mismo tiempo para que se sirva hacerlo del C. Gobernadordel Estado, como ampliación del telegrama que con fecha deayer le dirigió ésta de mi cargo, dándole el primer aviso deestos sucesos, a reserva de enviar más datos tan luego como seobtengan."

Citado en oficio enviado por el Gobierno del Estado dePuebla al Secretario de Estado y del Despacho de RelacionesExteriores. Puebla de Zaragoza 14 de agosto de 1924. EnARE, expedientes citados.

22 Se transcribe el boletín para la prensa emitido por laSecretaría de Relaciones Exteriores del 4 de agosto de 1924.

"La Secretaría de Relaciones Exteriores, con relación aldesagradable caso de la muerte de la señora Evans, declara queel Gobierno de México está vivamente interesado en hacer unaactiva y minuciosa investigación del caso; y al efecto, porórdenes del señor Presidente de la República, tanto las autori-dades federales como las locales están ocupándose de dichainvestigación. El Gobierno Mexicano lamenta sobre maneraeste inesperado desenlace, acaecido precisamente fuera de lafinca de la señora Evans, y cuando las dificultades localeshabían cesado con ella, quien había estado disfrutando degarantías en su propiedad y en su persona. Por las circunstan-cias del crimen y los indicios que hasta ahora arrojan las ave-riguaciones, todo hace suponer que se trata de un delito delorden común, cuyo móvil principal ha sido el robo. Sin embar-go, la circunstancia de que el nombre de la señora Evans hayaestado relacionado con incidentes recientes de carácter inter-nacional, ha hecho suponer que el presente caso pudieratambién estar relacionado con la discusión sobre la cuestiónagraria relativa a la propiedad de la referida señora; pero elGobierno confía en que el resultado de la averiguación ya ini-ciada venga a demostrar que ninguna conexión existe, y que elpresente lamentable caso se ha debido a un delito del ordencomún, como los que por desgracia frecuentemente se come-ten en cualquier parte del mundo.

"El Gobierno de México, no obstante eso, reitera que los

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responsables de este delito serán castigados con toda energía,y que se procederá con diligencia a esclarecer este caso, en elque, por consideraciones obvias, México es el más interesado.Se ha recibido solicitud de informe, sobre el caso aludido, porla Embajada de los Estados Unidos, usando de los apropiadosbuenos oficios con relación a los súbditos e intereses britá-nicos, y se ha contestado en la forma precedente, y se conti-nuará transmitiendo el resultado de la investigación."

ARE, Archivo y expedientes citados.

23 Dos días más tarde, con número 4622 se comunicó alasmismas legaciones lo siguiente:

"Mañana hoy logróse captura responsables asesinato señoraEvans, los que hanse podido identificar como asaltantesvulgares por haberse comprobado habían participado aten-tados semejantes anteriormente y en mismo lugar. Stop. Comi-sionado señor Presidente y autoridades locales tienen su poderdichos individuos, que serán sometidos Tribunales comunesciudad Puebla para completo esclarecimiento asunto. Stop

Capitán Hollacombe, miembro personal Legación británica,ha sido testigo de activas diligencias practicadas por autori-dades mexicanas para esclarecimiento asunto, constándoleeficacia averiguaciones. Proporciónelo Prensa."

El día 8 se gira el telegrama 4679 advirtiendo que:"Detenidos Francisco Ruiz y Alejo García confesaron ante

Inspector General Policía Puebla ser los asesinos señora Evans."En ARE, Archivo y expedientes citados.

24Ibídem.

25

1bidem. Secretaría de Gobernación Exp. E. 2.3-101.Departamento de Relaciones Interiores y Gobernación.

261bidem.

27Ibidem.

28

SRE, expediente citado.

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Page 38: Cartas desde México Rosalie Evans

29

Existe un buen número de recortes de periódicos en-viados por las legaciones mexicanas en el extranjero. Al respec-to puede consultarse el expediente citado en el Archivo de laSecretaría de Relaciones Exteriores.

30 Cf. Eugenia Meyer, Conciencia histórica... , op. cit.,pp. 105-106. Cierta información se recabó en conversacióncon la que fuera editora de la página en español del The Nation,Montserrat Alfao de Teixidor, en la ciudad de México, juliode 1967.

31

Apud: ARE, Exp. Cit.

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